jueves, 9 de septiembre de 2010

QUÉ ES UN MÍSTICO?

QUÉ ES UN MÍSTICO?
Por H. Spencer Lewis, FRC

Un místico es alguien que tiene un concepto particular y un método para transformarlo en una experiencia personal. El concepto místico, o el objetivo buscado, es de naturaleza universal. El hombre puede tener una experiencia personal inmediata del Uno; esta experiencia personal que él busca es la comprensión de la unidad del ser con el Uno, es decir, con lo absoluto.

En misticismo, el Uno es un término que designa la Realidad Absoluta; es decir, la totalidad de Todo. Este Absoluto, el Uno, puede recibir otras denominaciones, aunque estos otros nombres tienen, para el místico, el mismo valor innato. Por ejemplo, Dios, la Mente Universal, Lo Cósmico, la Inteligencia Suprema, están relacionados con la Realidad Absoluta o El Uno.


Estos términos parecen diferir sólo en la imagen mental que el hombre les asigna. Por ejemplo, el concepto teísta de un dios personal, es claramente diferente de la noción de un Cósmico impersonal. Sin importar qué nociones tengan los místicos, todos ellos aceptan ciertas cualidades trascendentes. Se piensa que este Uno Supremo es ubicuo; su cualidad, su esencia, satura todas las cosas. Es inmutable, eterno y perfecto; es omnipotente; en otras palabras, es la causa de todo lo que existe o puede existir alguna vez. También se piensa que es omnisciente: que como resultado de su sabiduría, todas las cosas son necesariamente perfectas.
El místico oriental, judaico, cristiano o islámico, concluye que la divina perfección es igual a lo bueno. Solamente quien es verdaderamente bueno experimenta la felicidad sublime. De acuerdo con los principios místicos, es necesario que el hombre busque la unidad con este estado divino y trascendente que él concibe.

Esta breve explicación del ideal universal sostenido por los místicos, puede parecer un poco diferente de las creencias espirituales expuestas en la mayoría de las teologías.


Las religiones más antiguas, incluso las que se consideran paganas, contienen, como núcleo central, elementos místicos.

Sin embargo, muchos fanáticos no aceptarán el hecho de que ciertos principios utilizados por ellos son básicamente místicos en su contenido. Esto se debe a dos factores: primero, la mayoría de estos individuos nunca han realizado siquiera un examen superficial de los principios del misticismo; segundo, debido a todas las ideas erróneas atribuidas al misticismo, para la mente

poco informada se ha convertido en un tema cercano a la superstición y a la magia.

Rituales

Los ritos, los rituales y las ceremonias de todas las religiones, puede parecer que tienen un elemento de excentricidad para aquellos que no están familiarizados con su significado simbólico. En realidad, la ignorancia se ridiculiza a sí misma. A menudo el hombre se ha vuelto torpe cuando ha tratado de transformar sus ideales espirituales en actos y cosas capaces de representarlos.

Los conceptos del místico y sus creencias, son una cosa; sus métodos de experimentación son otra. En otras palabras, ¿cómo puede obtener el místico la unidad con el Uno, a la que él aspira? El místico acepta de forma racional que debe alcanzar la liberación de las ataduras del mundo seglar. En ese momento se enfrenta con el realismo de la existencia dual del hombre. Dicho de otra forma, existe la conciencia común de la existencia mortal, física; y, por otro lado, la comprensión del Mundo Interno con el éxtasis emocional que comporta.

El místico no atribuye exclusivamente a su ser orgánico este aspecto interno de su naturaleza dual. Aunque sus sensaciones funcionen por medio del cerebro, de las glándulas y los sistemas nerviosos, comprende que el origen de este aspecto interno no está ahí. En cambio


considera que este Ser Interno (Ser o Alma), es un eslabón en la cadena de fuerzas divinas o cósmicas en las que tiene su existencia. El místico no cree que el cuerpo esté separado de esta cadena de fenómenos divinos; creer en eso sería contrario al concepto del místico que dice: en toda realidad existe una unidad. Por lo tanto, el místico piensa que existe un orden jerárquico de las manifestaciones de la realidad, del poder trascendente único. Aunque esas manifestaciones son en esencia de la misma calidad, todas ellas varían y pueden parecer diferentes en la forma en que se manifiestan y expresan a la conciencia humana. Podemos poner la analogía del espectro de la luz con sus colores diferentes, pero afines; o la escala musical con sus octavas diferentes, pero también relacionadas.

El Elemento Psíquico

Al hablar de lo psíquico, el místico puede referirse tanto a esta parte interna del ser y a la complejidad de su expresión, como a la parte espiritual o psíquica del ser completo. En los siglos pasados se aludía principalmente a este aspecto interno, como a la naturaleza espiritual del hombre. Sin embargo, en tiempos más recientes los místicos o los estudiantes de misticismo se han referido a él como el elemento psíquico del ser, aunque la palabra tiene su origen en el griego antiguo., /

Esta infusión se considera por los místicos como la más elevada de las fuerzas cósmicas o divinas que funcionan en el hombre; asimismo, se cree que es el umbral de su unión personal con el Todo de la Realidad. Esta unión que el místico se esfuerza por alcanzar, tiene para él un significado dicótomo: Por un lado piensa que esta unión es una totalidad, es decir, nada existe separado de ella, siendo el hombre un elemento intrínseco de esta unidad cósmica o espiritual.Por otra parte, el hombre es un ser consciente y el fenómeno de la consciencia es el conocimiento. Suscintamente, una cosa tiene realidad para un hombre únicamente si tiene conciencia de ella. El místico sostiene que esta comunión con el Uno prístino que todo lo absorbe, sólo puede ocurrir cuando está consciente de su ser interno uniéndose con éste. Esta unidad con Dios, la Mente Universal, lo Cósmico, o cualquier otro concepto que el místico tenga de su imagen, sólo puede existir para él cuando se da cuenta de ella. Por lo tanto, no basta con conocer al ser físico, esto sería como percibir un dedo y no la mano entera.

Otra característica distintiva y muy importante del misticismo, es que esta experiencia de unidad exaltada es siempre personal y directa. En otras palabras, la experiencia mística no requiere intermediarios, ni se experimenta a través de otros. Los principios místicos dicen que la cualidad de esta experiencia sublime no se puede transferir de una mente a otra. El ser debe darse cuenta directamente de su relación integral con lo Divino o el Uno Cósmico. En resumen, no podemos alcanzar la unidad mística hasta que la conozcamos. El individuo sólo puede saber por medio de su armonización y reacción personales con

el Todo que concibe.

Algunos místicos famosos del pasado fueron seguidores devotos de sectas religiosas tradicionales. Bajo un examen superficial, esto puede parecer contradictorio con las cualidades esenciales de un místico, mencionadas anteriormente. Todas las creencias religiosas tradicionales tienen su clero, sus sacerdotes. Tales individuos están considerados como conocedores de sus dogmas y se piensa también que tienen un especial desarrollo espiritual, como intermediarios del hombre. Sin embargo, las biografías de los místicos más prominentes a través de los siglos revelan que los

sacerdotes o clero de la afiliación religiosa de cada místico, no fueron los medios directos de su experiencia mística. Los místicos asociados activamente a una secta religiosa eran estudiantes ardientes de las escrituras sagradas de su fe particular; se sentían inspirados por la retórica y los sermones tradicionales de su reino religioso. Sin embargo, todo esto no fue sino un incentivo

para adquirir personalmente la iluminación necesaria para alcanzar su objetivo espiritual. La técnica, la instrucción que tales maestros religiosos explicaron, fue para los aspirantes a místicos sólo el método, el instrumento por medio del cual comprenderían su propia experiencia mística. La experiencia mística íntima, la unidad máxima, no se le puede revelar al místico; todo lo que se le muestra o enseña no es otra cosa que "El Sendero".

Aunque la experiencia mística misma es personal, la realización del sendero verdadero es universal en sus fundamentos. En otras palabras, debe añadirse una preparación básica que incluye ciertos actos, para que el neófito pueda lograr su objetivo. Desafortunadamente, este procedimiento probado por el tiempo no es seguido conscientemente de forma usual. Este "sendero" hacia la iluminación mística, ha sido a menudo corrompido por miles de sugerencias, pregonadas como valiosas, pero que son realmente inútiles y a menudo perjudiciales. Los ritos mágicos primitivos, el hipnotismo y otras prácticas, a menudo han pervertido las enseñanzas verdaderas necesarias para la unidad mística.

¿Cuáles son los elementos del verdadero método que pueden ser aplicados por aquellos que buscan el beneficio personal de la unidad mística y la iluminación? El propósito de este artículo no es delinearlos detalladamente, ni disponemos de suficiente espacio. Este es el propósito de las enseñanzas Rosacruces, por ejemplo. Sin embargo, se pueden hacer afirmaciones eficaces a este respecto:

En el antiguo dharma (fundamento) budista, existe una afirmación concisa con respecto al propósito de la meditación. Se declara que su propósito está compuesto por tres partes. Primero, dominar la naturaleza inferior agresiva del ser. Segundo, desarrollar las facultades y los atributos superiores hacia una visión de la unidad esencial de la vida. Tercero, unir la naturaleza dual del hombre en un proceso espiritual continuo.

En la literatura budista se admite que esta tarea es difícil: "Aunque se puede conquistar en una batalla mil veces a mil hombres, el que se conquista a sí mismo es el guerrero más grande". No puede haber la transición de una mente vulgar y burda a un estado excelso de meditación. En otras palabras, la mente debe se

constante en los ideales y objetivos elevados que busca.

El Cuerpo, Un Vehículo


Al verdadero místico se le recomienda que se interese por su cuerpo. El ascetismo, con sus frecuentes penitencias, no está recomendado por el verdadero misticismo. Se nosrecuerda que ' el cuerpo es un vehículo de la consciencia". La respiración profunda, deliberada y rítmica, es el medio por el cual se purga al cuerpo de las impurezas y se reciben las energías transportadas por el aire. Las posturas exóticas, a menudo asociadas con la respiración profunda en la llamada práctica mística, no son absolutamente necesarias para ésta.
La técnica budista dice que los mejores resultados de la meditación se obtienen por la mañana. Pero este consejo no es sólo de la instrucción budista. La mente está descansada y fresca, y no está estorbada por las muchas impresiones del día. Se sugiere además que, a ser posible, se lleve a cabo la meditación en el mismo lugar; esto crea un ambiente familiar que simboliza el propósito, y ayuda a alcanzar el estado de consciencia deseado.

Puede preguntarse: "¿Y qué resultados pueden esperarse de la meditación, por ejemplo, budista?" Se dice que los resultados de la meditación en la etapa temprana son a la vez positivos y negativos. El aspecto negativo es la reducción de las impresiones objetivas externas que dominan normalmente a la conciencia. Como resultado, el aspirante adquiere mayor tranquilidad. El resultado positivo de la meditación, como se relata en los principios de la antigüedad, es que el individuo adquiere un conocimiento universal mayor, de la humanidad y de sí mismo. Abreviando, el ser es bombardeado en menor grado por las impresiones externas, permitiendo así aquella introversión que da como resultado un mayor discernimiento del Ser.

En el dharma budista se hace una distinción entre la concentración y la meditación. Citamos estas doctrinas antiguas para mostrar el curso de acción de la verdadera meditación, que guia a aquellas organizaciones que están perpetuando los métodos místicos auténticos: "El objetivo de la concentración es inmediato y finito; la meta de la meditación es completa e infinita".

La presentación tibetana del tema de la meditación es un conglomerado de los principios budista e hindú, así como también de las creencias tradicionales autóctonas de los pueblos tibetanos. Si bien las enseñanzas hindúes precedieron al budismo en el Tíbet, más tarde estuvieron muy influidas por sus principios. El famoso principio budista de "El Sendero de los Ocho Caminos" se convirtió en parte integral de la religión y filosofía tibetanas. Este principio, que llega hoy en día hasta nosotros con pequeñas variaciones, incita a conseguir la Comprensión Correcta, la Aspiración Correcta, el Hablar Correcto, el Actuar Correcto, la Profesión Correcta, el Esfuerzo Correcto, el Pensar Correcto y la Meditación Correcta.

Se suponía que con esta disciplina se pasaría a grados más altos de comprensión, ya que el aspirante llegaría a "comprender la inexistencia del ego personal". Esto quiere decir que el ego individual sería absorbido por Lo Absoluto, esa unidad que es la esencia de la meditación.

"De esta forma, como el solo nombre de la comida no satisface el apetito de una persona con hambre, sino que debe comer los alimentos, así también un hombre que quiera aprender sobre el vacío (de pensamientos) debe meditar para comprenderlo y no quedarse simplemente en su definición". Se dice que para alcanzar este summum bonum se necesitan cuatro grados diferentes de iniciación, cuya presentación no es necesaria en este artículo.

¿Debemos asumir de todo lo dicho anteriormente que la meta de los místicos es un idealismo abstracto, una huida de los rigores del mundo fenoménico de la realidad cotidiana? ¿Es el misticismo una retirada hacia un mundo formado por ficciones del subconsciente? ¿Vive el místico enteramente dentro

de sí mismo, aislado de las necesidades del resto de la humanidad? Si esto fuera cierto se haría del misticismo tan sólo una práctica de sote-riología, un mero sistema personal y egoísta de salvación espiritual.
El propósito real de la unidad mística es buscar una contigüidad con la fuente de iluminación mayor. El místico moderno es aquél que comprende que ej_ser_es_jjna_jnle^. gración de niveles de conciencia, de discernimiento. Nuestra percepción común, nuestra conciencia objetiva está limitada. Todos somos conscientes de la iluminación que nos llega a veces como inspiración e intuición, y también de su diferencia con la percepción común.

Todo artista, escritor, inventor o científico, algunas veces se siente iluminado por el brillo de algún pensamiento inesperado que entra súbitamente en la mente consciente. El místico, hablando figuradamente, busca subir por la escalera de la consciencia, no sólo para ser capaz de obtener un nuevo conocimiento de su propio nivel exaltado de consciencia, sino también para regenerar los niveles inferiores de su mente por medio de un flujo inter: no, momentáneo, de lo que podría ser llamado Luz Divina, Iluminación Cósmica, etc. Tal experiencia debe convertirse en términos, en ideas que son comprensibles para el individuo, y que se pueden adaptar a su vida terrenal bajo la forma de conocimiento práctico.


La idea de que el objetivo de la meditación es únicamente experimentar un estado de euforia, o de pura tranquilidad, es falaz. Esto no contribuye al beneficio de la humanidad. La verdadera meditación, como la enseñan los Rosacruces, está muy de acuerdo con la psicología moderna, aunque las enseñanzas Rosacruces hayan precedido por mucho tiempo a la psicología académica. La psicología se refiere a la meditación como una forma de "consciencia alterada"; y eso es precisamente. El concepto Rosacruz reconoce que la concentración es comúnmente una función de la consciencia objetiva. Es enfocar la atención sobre los estímulos externos, las impresiones de los sentidos periféricos.

La contemplación, el razonamiento y la imaginación, son para los rosacruces el resultado de una introversión de la consciencia hacia los pensamientos y las ¡deas. En otras palabras, es la concentración vuelta hada adentro involucrando los niveles subjetivos de la consciencia; aún así no es la verdadera meditación, ya que ésta trasciende estas formas de nuestros atributos mentales y no está relacionada con un símbolo o ¡dea fija. Tener un símbolo o ¡dea fija, en conexión con la técnica, no es sino una ayuda elemental, y no la llave final que abre la puerta de los poderes internos de la mente:


"Una verdad intuitiva satisface al ser
emocional y al racional. Las verdades
intuitivas son aquellas a las que se llega
simplemente y parecen inspiradoras.
Debido a que parecen destellar dentro
de la consciencia, en lugar de llegar a
ella, mitigan la desconfianza que hayan
podido despertar durante el proceso de
razonamiento".

-Valídivar

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