viernes, 28 de agosto de 2020

Somos Parte del Todos que es UNO



Somos Parte del Todos que es UNO

Victor Salazar Soto

Caballeros de la Orden del Sol.
Foto en la Ciudad Mitica de Petra . Jordania

El proceso de despertar conciencia ha empezado.

Quien soy yo, de donde vengo y a donde voy. Somos parte del Todo

La fe como experiencia personal, La ciencia y la espiritualidad han comenzado a caminar junto,

La física cuántica, dice que existe una supra conciencia en el corazón (pensamos), el espíritu está unido al cuerpo físico, con una cuerda de plata el punto de unión es el corazón. La historia se derrumba ante las nuevas evidencias, la existencia de la raza humano es mucho más antigua que lo que se pensaba y que nunca hemos estado solo la ciencia redescubre los que las sabias transmitieron en sus tradiciones su ciencia sus creencias, la espiritualidad no es religión, la religión se impone, la espiritualidad, es parte de tu Ser, que se va desarrollando en el camino de la vida, porque solo lo que pensamos.

jueves, 27 de agosto de 2020

martes, 25 de agosto de 2020

LOS ANUNNAKI, LOS QUE LLEGAROS DEL CIELO A LA TIERRA, LOS DIOSES


La imagen puede contener: Victor Salazar, sentado, interior y primer plano



LOS ANUNNAKI, LOS QUE LLEGAROS DEL CIELO A LA TIERRA, LOS DIOSES

Victor Salazar Soto .

caballeros de la Orden del sol.

Las nuevas evidencias dan luz a los nuevos descubrimientos, la historia de la humanidad en sus inicios estaba asociada a seres venidos del cielo LOS ANUNNAKI, Cada día nos acercamos a la conclusión de que en los primeros tiempos fuimos visitados y al parecer aún se sigue dando. Y las evidencias las hay día a día con encuentros y avistamiento de aquello mal denominado UFO, OVNI, con personas que no tienen que ver con los gobiernos u organizaciones mundiales, pero la incredulidad es tan grande; las personas solo vemos intereses personales, económicos y políticos. (LA PRESENCIA DE ESTOS SERES ESTA REGISTRADA TANTO EN LAS LEYENDAS LOS MITO EN LA HISTORIAS DE LOS PUEBLOS EN LOS LIBROS SAGRADOS, ¿Quiénes son de donde vinieron y que quiere o hacen aquí? Uno de los escasos eruditos .ZACHARIA SITCHIN. Se educó en palestina donde adquirió un profundo conocimiento del hebreo moderno y clásico de las lenguas semíticas y europeas, reside actualmente en new york., SITCHIN Que lee y entiende el Sumerio. Viaja por el mundo dando conferencias de los estudios realizados. Ha escrito más de 11 libros sobre las tablillas encontradas en Sumeria Babilonia, .Las tablillas dan luz de la existencia de unos seres venido de un 12° planeta llamado NIBIRU, Estas tablillas narran la llegada de unos seres a los que llamaron ANUNNAKI...
En Ecuador en la CUEVA DE LOS TAYOS, una cueva de 80 metros de profundidad fueron encontradas unas planchas metálicas con escrituras gráficas .que se cree que narran la historia de la humanidad. EL estudioso e investigador en temas de ovni, ERICH VON DANIKEN, Conoció al Argentino JUAN MORICZ que descubrió un sistema de túneles con muchos kilómetros de ruta que van del Ecuador, Perú y otros lugares, una de estas entradas están en el templo CORIKANCHA y en SACSAHUAMAN (PERÚ)
Personalmente me consta haber visto estos túneles que se les llaman chinganas, En su libro el Sr. ALEJANDRO BARCO LOPEZ, escribió los TESOROS DE PACHACAMAC Y CATALINA HUANCA,
También nos narra en su libro los que le contaron unos AUKI CUNAS .sacerdotes astrólogos que aconsejaban al INCA, ALEGANDRO BARCO gran amigo de don PEDRO ASTETE, GRAN AMAUTA...
Era H:.de la Sociedad Teosófica y MASÓN. Maestro de Don DANIEL RUZO 33°, quien estudio por 9 años en cito LA MESETA DE MARKAHUASI, (Casa del tesoro)
EL IPH:. PEDRO ASTETE le comento a Barco que los SEÑORES INCAS tuvieron escrituras
Y sus libros eran en planchas metálicas y su escritura era similar a la egipcia jeroglífica.
TOMANDO CITAS AL AZAR DEL CRONISTA MONTESINOS LEEMOS:
Dícese que en este tiempo había letras y hombres doctos en ella, (Los Amautas), y que la principal ciencia era la astrología, que la escritura era hecha en hojas de plátano. Todo lo cual ocurría bajo el reinado del INCA Sinchi Cozque, quien era Sumo Sacerdote de Illa Ticci Huira Cocha. De
Toca Corca Apu Cápac, gran astrologo que hallo los equinoccios o Allariz…., fundo una célebre universidad en el Cuzco y hubo letras en su tiempo que después se perdieron.
Titu Yupanqui Pacha cutí VI fue llamado así porque con él se cumplieron 3000 años desde el diluvio. Grandes ejércitos de gentes ferocísimas, así por los Andes como por el Brasil y por tierra firme, hicieron grandes guerras y con ellas se perdieron las letras que hasta este tiempo duraran.
Túpac Cauri Pacha cutí, en cuyo noveno año de gobierno se cumplieron 3500 años desde el diluvio y fue el séptimo Pacha cutí…Prohibió el uso de la escritura, atribuyéndole las catástrofes experimentadas y desde entonces solo se usaron los Quipus. (Valcárcel, 1971: 299-307-308-309-319.Tomo V).
Una forma sencilla de esconder una la informacion.

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Los que vinieron del cielo a la tierra, Ellos fueron llamados los Dioses, Los que intervinieron genéticamente a los HONO SAPIEN (es posible que ADAN y EVA fueron mutados en un laboratorio genético de los ANUNNAKIS, No podemos negar que nuestros primeros padres posiblemente, fueron de tés negra y que el experimento genético fue en áfrica como narra, SITCHIN en el libro de ENKI, y lo desarrollaron en su evolución humana. y en conocimientos
Pero tenemos que decir también que ellos violaron nuestro libre albedrio del derecho de una evolución normal así que cometieron violaciones de las leyes de la naturaleza o cósmicas como la llaman algunas personas, Pero me pregunto yo ¿QUIEN ES JEHOVA? Quizás un ANUNNAKI? cuando se lee el DIOS de los ejércitos, el DIOS que castiga a su pueblo. Recordemos que primero para crear una Nación primero hay que crear una religión… EN EL EVANGELIO DE JUDAS, hay un pasaje curioso en que discípulos del GRAN MAESTRO: JESÚS encuentra orando, y los ve, y se ríe, los discípulos sorprendidos se incomodan y le preguntan a JESUS, maestro por que te ríes de nuestra oraciones, el maestro JESUS, le dijo al que ustedes están rezando es al DIOS de este mundo no al DIOS de cual les hablo
Para los versados en esta materia, este hecho sugiere que si quisieran hacernos daño ya lo habrían hecho por su alta tecnología, dado que su presencia está registrada desde los tiempos inmemoriales de la Historia no escrita de la Humanidad. Cabe entonces una interrogante ¿qué paso?, según LOS VEDAS (INDIA) narran las guerras de los dioses y otras tradiciones como LA BIBLIA hacen referencia a detonaciones nucleares que destruyo pueblos. ¿Pero, porque? La Biblia dice porque eran Pueblos que estuvieron en pecado, ¿será esta la verdad?, esta afirmación religiosa.
Recomiendo leer el Libro de Enoch en que nos narra la llegada de 200 “Ángeles” (no serían estos “ángeles” los que hoy definimos como “AUSTRONAUTAS, ANUNNAKIS”) que se mezclaron con las hijas de los hombres.
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“Así pues, cuando los hijos de los hombres se hubieron multiplicado, y les nacieron en esos días hijas hermosas y bonitas. Los ángeles, hijos de los cielos, la vieron, y las desearon y se dijeron entre ellos: “Vamos escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos’ Entonces SEMYAZA, su líder, les dijo: temo que quizá no queréis {realmente} cumplir esa obra, y yo seré, yo solo, responsable de un gran pecado.

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Pero todos le respondieron: Hagamos todos un juramento, y prometamos todos con un anatema no cambiar de destino, sino ejecutar realmente (ese destino)”. Cap. 7- Ver. 1-6. Libra de Enoch.
VICTOR SALAZAR

viernes, 14 de agosto de 2020

El Origen de la Hermandad de Los Siete Rayos




El Origen de la Hermandad de Los Siete Rayos


Conoce más sobre este Sublime Acontecimiento.

Lemuria es el nombre de la última parte del gran continente de Mu que existía en el Pacífico. La verdadera destrucción de Mu y su subsiguiente hundimiento en el mar empezaron 30.000 años antes de Cristo. Esta acción prosiguió durante muchos miles de años hasta que la última parte del antiguo Mu, a la que se conoce con el nombre de Lemuria, también quedó sumergida en una serie de nuevos desastres que tuvieron fin entre 10.000 y 12.000 A.C. Esto sucedió justo antes de la destrucción de Poseidonis, el último resto del continente atlántico, Atlantis. El Señor Aramu-Muru (el Dios Mer) fue uno de los grandes sabios lemurianos y el Guardián de los Rollos durante los últimos días de la condenada Mu.

Los Maestros de Lemuria sabían muy bien que la catástrofe final provocaría gigantescas mareas y enormes olas que sumergirían la última parte de su tierra en las furiosas aguas y en el olvido. Aquellos que trabajaban en la Senda de la Mano Siniestra proseguían sus diabólicos experimentos y no prestaban atención a “lo que estaba escrito en la pared”, así como hoy, en la Tierra, millones de habitantes siguen “comiendo, bebiendo y divirtiéndose”, aun cuando los fieles del Padre Infinito disciernen claramente los signos de los tiempos.

Los Maestros y los Santos que trabajan en la Senda de la Mano Diestra empezaron a archivar las preciosas crónicas y documentos de las bibliotecas de Lemuria. Cada Maestro fue elegido por el Concilio de la Gran Jerarquía Blanca para que fuera a diferentes secciones del mundo, donde, en seguridad, pudiera establecer una Escuela de la Antigua y Arcana Sabiduría. Se hizo esto para conservar el conocimiento científico y el espiritual del pasado.

Al principio, durante muchos miles de años, esas escuelas seguirían siendo un misterio para los habitantes del mundo; sus enseñanzas y las reuniones debían ser secretas. De ahí que aún hoy día son llamadas Escuelas de Misterio o Shan-Gri-Las de la Tierra.

El Señor Muru, como uno de los maestros de Lemuria, fue delegado por la Jerarquía para llevar los rollos sagrados que estaban en su posesión junto con el enorme Disco Solar de Oro a la zona montañosa de un lago recién formado en lo que ahora es la América del Sur. Allí guardaría y mantendría el foco de la llama iluminadora.

El Disco Solar era guardado en el gran Templo de la Luz Divina en Lemuria y no era un mero objeto ritual y de adoración, ni tampoco sirvió posteriormente a este solo propósito al ser usado por los Sumos Sacerdotes del Sol entre los Incas del Perú. Aramu-Muru partió hacia la nueva tierra en uno de los plateados y ahusados navíos aéreos de aquella época.

Mientras las últimas partes del antiguo continente se despedazaban en el Océano Pacífico, terribles catástrofes tenían lugar en toda la Tierra. La Cadena Andina de montañas surgió en aquella época, y desfiguró la costa oeste de la América del Sur. La antigua ciudad de Tiahuanaco(Bolívia) era en aquel tiempo un importante puerto de mar y una ciudad colonial del Imperio Lemuriano de gran magnificencia e importancia para la Madre Patria. Durante los subsiguientes cataclismos se elevó sobre el nivel del mar y el clima polar de las altas mesetas eternamente barridas por el viento. Antes que esto tuviera lugar, no existía el Lago Titicaca, el cual es ahora el lago navegable más alto del mundo, por encima de los cuatro mil metros.

Así, el Señor Muru, después de su partida de la sumergida Lemuria, llegó al lago recientemente formado. Aquí, en el lugar conocido ahora con el nombre de Lago Titicaca, el Monasterio de la Hermandad de los Siete Rayos cobró existencia, organizado y perpetuado por Aramu-Muru. Ese Monasterio, que fue la sede de la Hermandad a lo largo de las edades de la Tierra, estaba situado en un inmenso valle que tuvo su origen en la época del nacimiento de los Andes, y era uno de esos extraños hijos de la Naturaleza a los que su exacta situación y altitud le daban un clima suave, semitropical que permitía que las frutas y nueces crecieran hasta alcanzar enorme tamaño. Aquí, en lo más alto de las ruinas que otrora estuvieron al nivel del mar, como la Ciudad de Tiahuanaco, el Señor Muru ordenó que se construyera el Monasterio con gigantescos bloques de piedra cortados por la energía de la fuerza lumínica primaria. Esta construcción ciclópea es igual hoy a lo que fue otrora, y sigue siendo un repositorio de la ciencia, la cultura y el conocimiento arcano de los lémures.

Los otros Maestros de Lemuria, el Continente Perdido, se dirigieron a otras partes del mundo y establecieron también Escuelas de Misterio, para que la humanidad pudiera tener en todo el tiempo que pasase en la Tierra el conocimiento secreto que había sido escondido, no perdido, sino escondido, hasta que los hijos de la Tierra hubieran progresado espiritualmente lo suficiente para estudiar de nuevo y emplear las Verdades Divinas.

La ciencia secreta de Adoma, Atlantis y otras civilizaciones mundiales muy adelantadas se puede encontrar hoy en día en las bibliotecas de dichas escuelas, porque esas civilizaciones enviaron asimismo a hombres sabios para fundar Retiros Interiores y Santuarios a todo lo largo y ancho del mundo. Dichos retiros estaban bajo la guía directa y al cuidado de la Gran Hermandad Blanca, Jerarquía de los mentores espirituales de la Tierra.

El valle del Monasterio de la Hermandad de los Siete Rayos es conocido como el Valle de la Luna Azul y está situado a buena altura al norte de los Andes, en el costado peruano del Lago Titicaca. El Señor Muru no estableció inmediatamente después de su llegada el Monasterio junto al Lago Titicaca, sino que pasó varios años viajando, estudiando y ayunando en el desierto, donde se reunió con otros hombres que habían escapado de la catástrofe. Lo acompañaba originalmente su aspecto femenino, Arama-Mara (Diosa Meru), cuando partió de Lemuria en la ahusada nave aérea. Esas no eran naves espaciales, sino que eran empleadas por la Madre Patria para el comercio entre la colonias.

La Hermandad de los Siete Rayos existía desde tiempos inmemoriales y había vivido en la Tierra en la misma época que la Raza de los Mayores, hará cosa de mil millones de años. Empero, nunca había tenido antes un monasterio donde los estudiantes de vida, altamente adelantados en la Gran Senda de la Iniciación podían reunirse en armonía espiritual para mezclar el flujo de su corriente vital. Cada estudiante cobraba existencia en uno de los Siete Grandes Rayos de Vida, tal como lo hacemos todos, y esos Rayos debían ser mezclados por cada discípulo que tejía su Rayo, como si fuera un hilo coloreado, en el tapiz que simbolizaba la Vida Espiritual del Monasterio. Por lo tanto, era llamada la Hermandad de los Siete Rayos, y se la conocía asimismo como la Hermandad de la Iluminación.

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Somos Parte del Todo que es UNO



Somos Parte del Todos que es UNO

Victor Salazar Soto

Caballeros de la Orden del Sol.
Foto en la Ciudad Mitica de Petra . Jordania

El proceso de despertar conciencia ha empezado.

Quien soy yo, de donde vengo y a donde voy. Somos parte del Todo

La fe como experiencia personal, La ciencia y la espiritualidad han comenzado a caminar junto,

La física cuántica, dice que existe una supra conciencia en el corazón (pensamos), el espíritu está unido al cuerpo físico, con una cuerda de plata el punto de unión es el corazón. La historia se derrumba ante las nuevas evidencias, la existencia de la raza humano es mucho más antigua que lo que se pensaba y que nunca hemos estado solo la ciencia redescubre los que las sabias transmitieron en sus tradiciones su ciencia sus creencias, la espiritualidad no es religión, la religión se impone, la espiritualidad, es parte de tu Ser, que se va desarrollando en el camino de la vida, porque solo lo que pensamos.



El proceso de despertar conciencia ha empezado.



Quien soy yo, de donde vengo y a donde voy. Somos parte del Todo



La fe como experiencia personal, La ciencia y la espiritualidad han comenzado a caminar junto,



La física cuántica, dice que existe una supra conciencia en el corazón (pensamos), el espíritu está unido al cuerpo físico, con una cuerda de plata el punto de unión es el corazón. La historia se derrumba ante las nuevas evidencias, la existencia de la raza humano es mucho más antigua que lo que se pensaba y que nunca hemos estado solo la ciencia redescubre los que las sabias transmitieron en sus tradiciones su ciencia sus creencias, la espiritualidad no es religión, la religión se impone, la espiritualidad, es parte de tu Ser, que se va desarrollando en el camino de la vida, porque solo lo que pensamos.

Templi Omnium Hominum Paci Abbas




Templi Omnium Hominum Paci Abbas

Publicado por FraterLvx


"Ha aparecido una nueva Caballería en la tierra de la Encarnación. Es nueva, digo, y todavía no ha sido puesta a prueba en el universo en el que ella desarrolla un combate doble. Por un lado contra los adversarios de la carne y la sangre y por otro, en los cielos, contra el espíritu del mal. Y no me parece maravilloso, porque no lo encuentro extraño, que esos Caballeros se enfrenten a los enemigos corporales con su fuerza corporal. Pero que combatan con la fuerza del espíritu contra los vicios y los demonios, eso no sólo lo llamaré maravilloso, sino digno de todas las alabanzas debidas a los religiosos."

“Sobre las Glorias de la Nueva Milicia”

Bernardo de Claraval

Seguramente, que si los artífices del proyecto templario, hubiesen pensado en lo que la historia diría de ellos, habrían puesto más atención en dejar constancia de la dimensión de su legado. Pero también puede ser que, precisamente por que sabían que se hablaría de ellos, fue por lo que pusieron verdadero empeño en que no se supiera apenas nada de sus movimientos más secretos. Veamos su historia.



Una historia con luces y sombras

Fue en el Año del Señor de 1.118, cuando pronuncia sus votos de pobreza, castidad y obediencia ante el Patriarca de Jerusalén, la expedición enviada a Tierra Santa con Hugo de Payns, señor de Montigny y oficial de la Casa de Champagne, al frente de ella, con la nada despreciable misión de proteger los caminos y los lugares de peregrinación del cristianismo. Todo esto sería de lo más normal si no fuera porque ese grupo estaba formado sólo por nueve personas.

¿Alguien puede creerse que esos caballeros eran suficientes en número para llevar a cabo esa tarea? Pues claro que no. Esta fue sólo la excusa oficial que presentaron a quienes debían autorizar su estancia por aquellas tierras. Ellos, en realidad, tenían en mente otra cosa. Y muy buenas recomendaciones debían tener para que, recién llegados a Jerusalén, obtuviesen rápidamente la autorización para instalarse nada menos que en la mezquita de Al-Aqsa, la que hasta ese momento había sido la residencia oficial del rey Balduino II, en la parte musulmana de la ciudad.

Pero eso no es todo. También se obliga al rey a pactar, mediante un acuerdo secreto, con un personaje conocido como el Viejo de la Montaña. Pronto hablaremos de él.

Primero hagamos una breve reseña histórica del insigne lugar, elegido por esos freires, para establecer su centro de operaciones. El Rey Salomón quiso levantar un Templo en Jerusalén, en al-Haram-al-Sharif, lo que ahora se conoce como la explanada de las mezquitas, para dar cobijo al Arca de la Alianza y las Tablas de la Ley de Moisés. Nadie podía entrar en el sancta sanctorum, donde se guardaban las reliquias, excepto el sumo sacerdote que lo hacía sólo una vez al año. Cuatro siglos más tarde, Jerusalén es arrasada y el Templo, destruido hasta sus cimientos, por las tropas babilónicas de Nabucodonosor II. Desde entonces, se le pierde la pista al Arca.

Quinientos años después de Nabucodonosor, los romanos destruyen el segundo templo que se construyó sobre el primero. Cuando los cruzados llegan a Jerusalén, más de mil años después, descubren que sobre los restos del Templo, se había levantado una mezquita sarracena llamada Qubbat al-Sakkra o Cúpula de la Roca.

Construida sobre una planta octogonal, impropia de la arquitectura musulmana, estaba formada por tres recintos concéntricos. En su interior se halla la Shetiyyah, el montículo de piedra desde donde Mahoma ascendió a los cielos. A su lado, se encuentra otra mezquita más pequeña, Al-Aqsa, que es, como ya sabemos, el lugar donde se instalarían los caballeros.

Pues bien, pronto se multiplican las donaciones y los nueve recién llegados se acaban haciendo con toda la explanada de las mezquitas, incluido el Domo de la Roca o Mezquita de Omar.

Es evidente que el monje Bernardo de Claraval, que en aquel momento tenía 27 años, y que maneja los hilos de toda la operación, no envía a Hugo, ni a su tío Andrés de Montbard, a custodiar los caminos. Tampoco parece ser esta la razón para que Eustaquio de Bolonia y Hugo de Champagne, abandonen todas sus riquezas y se unan a la expedición templaria.

Durante los primeros diez años no tomaron parte en ninguna batalla. Por más que apremiara el peligro, se abstenían de entrar en combate. Es más, apenas salían del recinto donde vivían. Seguían solos y no reclutaron a nadie en absoluto. Lo que sí hicieron fue excavar en las caballerizas subterráneas del antiguo Templo de Salomón. ¿Que porqué? Pues para buscar el Arca y las Tablas de la Ley.

Pero, ¿realmente fueron a aquellas tierras a cumplir con esa tarea? Lo dudamos. Y mucho.

Lo cierto es que la mayor parte del grupo regresa a Champagne en el Año del Señor de 1.128, quedando en Palestina sólo tres caballeros. ¿Se había cumplido la misión? ¿Encontraron el Arca? Siendo secreta la misión, también debía serlo su éxito o su fracaso. Pero se convoca ese año el Concilio de Troyes, donde se autoriza a Bernardo, en calidad de secretario, la elaboración de los 72 artículos que componían la Regla de la Orden de los Pobres Caballeros del Templo de Jerusalén, o sea, los Templarios. Pero no sería hasta tres años después cuando la concluiría definitivamente. De ellos, apenas diez artículos eran de carácter militar, lo que dice mucho acerca de su verdadero objetivo, que no era otro que el espiritual. En el preámbulo de la Regla, inspirada en la de San Benito, se pone de manifiesto que una primera misión ya se ha cumplido.

A los nueve caballeros se les impone el hábito de color blanco. Para los demás, debía ser negro. La cruz roja, la concedería el Papa Eugenio III. A partir de aquí, se produce una auténtica eclosión que proyecta a la Orden del Temple por toda Europa y Palestina de una forma imparable. El reclutamiento se inició enseguida. Hugo de Payns, que ya era oficialmente el primer Gran Maestre de la Orden, marcha a Inglaterra reclutando gente para Jerusalén y cuando regresa a Tierra Santa, lo hace con un verdadero ejército.

Oriente y Occidente

Los Templarios se fundamentaron en un modelo de organización que diferenciaba dos círculos sociales: el esotérico, con caballeros monjes, donde sólo unos pocos podían acceder, con una filosofía interior que no trascendía a los demás; y el círculo exotérico, con caballeros laicos, conformado por guerreros y servidores de la causa católica, totalmente ajenos a los tejemanejes del otro grupo. De hecho, si una parte de las filas templarias participó en algunas batallas durante las Cruzadas, como ocurrió en San Juan de Acre, Gaza o Jerusalén, lo hizo más bien para servir de tapadera social y religiosa al grupo más interno de la Orden.

“Sólo aquellos verdaderamente capaces de enseñar a los demás, llegaban a ostentar altos cargos en el terreno intelectual, moral y económico. Pues la verdadera meta siempre era el conocimiento, la justicia y el bienestar. Como requisito indispensable para alcanzar sus objetivos, los Templarios aprendieron el pasado céltico de Europa, mientras que en el Medio Oriente y en la España musulmana, aprendieron el árabe, que les permitió penetrar en aquellas tierras y así tener un contacto más directo con las grandes tradiciones orientales. Fue de este modo como se enriquecieron con las enseñanzas secretas de los gnósticos, de los coptos y de los esenios.”

Rafael Vargas

Durante su primera visita a Oriente, los Templarios entran en contacto con un grupo que, instalados en la fortaleza de Alamut, en el norte de Irán, y capitaneados por quien se hace llamar Sheik-El-Jebel, o sea, el Viejo de la Montaña, devendría un importante vínculo para los fines secretos del Temple. Nos referimos, claro está, a la orden de los Haschischín ismaelitas, cuya pronunciación, ya lo dijimos en el anterior capítulo, les aseguró el adjetivo de Asesinos. En realidad, la traducción correcta sería “Guardianes de Tierra Santa”. Pero claro, la Tierra Santa interior. Fundada por Hassan Sabbah en el siglo XI, los Haschischín eran sufíes y según Kenneth Mackenzie:

“Ellos eran instructores o maestros de las doctrinas secretas del Islam; fomentaron las matemáticas y la filosofía y compusieron obras de gran valía. Disponían de la biblioteca más rica en el Oriente de aquella época”.

Es cierto que eran temidos por su habilidad con el cuchillo y que practicaban la decapitación. Pero estamos convencidos, que es la misma decapitación que viene expresaba en numerosas esculturas catedralicias, donde se observa al individuo sosteniendo su propia cabeza. O sea, que se refiere a una decapitación simbólica, seguramente psicológica. Aunque la historiografía nada mencione al respecto, su talante asesino se mostraba especialmente implacable con esos demonios interiores que atormentan al ser humano. En fin, que los mal llamados “Asesinos “, sabían lo que hacían.

Ambas órdenes aparecen, a los ojos de la historia, como calcadas una de la otra, no sólo en el funcionamiento interno de la milicia, sino en sus planteamientos espirituales. Y no coincidían en sus estructuras porque se imitaran unos a otros, sino porque sus creencias derivaban de la misma doctrina secreta proveniente de Egipto.

Pero una cosa está clara. Si la orden ismaelita, vinculada a los chiítas, ya existía antes que la del Temple, ¿no habría que pensar que fueron los cristianos quienes adoptaron las formas de los ismaelitas? Parece ser que si. Y esto demostraría, que el sentimiento templario era sincrético, buscando unificar creencias que, en realidad, eran universales. Por provenir de la misma cuna y predicar idénticos postulados, era y sigue siendo absurdo, querer disgregar algo que debería estar unido. Porque es que los Templarios, igual que la Caballería del Grial, eran devotos de la Religión del Amor. Y el Amor todo lo une. Todo lo que nos separa de la divinidad, queda religado gracias al Amor.

No obstante, esta vinculación con los musulmanes, acarreó también a los Templarios, mucho desprecio y rencor entre quienes los tachaban de traidores a la causa cristiana.

Los ismaelitas, como los Templarios, reconocían que de las escrituras sagradas, como el Q’ran o la Biblia, solamente es valida la lectura de su contenido simbólico. Es equivocado pretender interpretarlos al pie de la letra. Pero, dado el contexto político y religioso en el que se movían tanto unos como otros, lanzar esta afirmación a los cuatro vientos, hubiera supuesto un pasaporte al panteón para todos ellos.

Ambas órdenes vienen a tener una duración similar, como si una misma estrella brillara en su destino común. Y seguramente que fue así.

La cuestión está en que el Temple no encontró todo aquello por casualidad. Bernardo sabía muy bien lo que se hacía. En algo debió influir que fuese un Iniciado en los más altos misterios druídicos y conocido como “el último Druida”. Se sabe que durante algún tiempo existieron obispos druidas que, en sus monasterios, unificaron las enseñanzas druídicas al cristianismo. Él ya conocía todos los misterios que rodean al Espíritu, por lo que no le imaginamos interesado en obtener tesoros materiales, pues ya andaba sobrado de otro tipo de riquezas menos perecederas. Más bien, nos suena a que sus intenciones eran las de unificar Oriente y Occidente. Extraer lo mejor de cada cultura para bien de la Gran Causa, la Obra de Dios. Detengámonos un momento para conocer un poco más sobre la figura de este personaje.

Bernardo de Claraval

Este hombre extraordinario nació en el Año del Señor de 1.091 en Borgoña, Francia. Dice la leyenda que cabalgaba un día el adolescente Bernardo, cuando al pasar por delante de una pequeña capilla, siente la imperiosa necesidad de detenerse y orar. Se apea del caballo y se pone a meditar. Según dicen, una revelación interior le advierte del rumbo que deberá tomar su vida, a partir de ese momento. Ese camino no es otro que el de la vida religiosa.

Y así lo hace. En el Año del Señor de 1.112, con 22 años, ingresa en el monasterio de Cîteaux. Pero no lo hace solo. Consigue convencer y llevarse consigo, a todos sus hermanos, ciertos parientes y varios amigos. En total treinta personas. A las puertas del monasterio, el abad les recibe y les advierte:

"Nuestro alimento es escaso, nuestros hábitos, los más ordinarios. Bebemos en el arroyo que corre, dormimos a menudo sobre nuestro libro de oración. Y extendemos bajo nuestros fatigados miembros un jergón que nada tiene de muelle. Cuando suenan las campanas, a la hora en que el sueño es más dulce, debemos levantarnos. No hay sitio para la propia voluntad, ni tiempo para holgar o para la disipación".

Pero Bernardo, lejos de acobardarse, hace suya esa disciplina que, a la postre, le permitiría alcanzar grandes progresos espirituales. Tantos, que después de sólo tres años, sus superiores deciden enviar al joven monje a realizar una campaña por Dios, fundando la abadía de Claraval. La nueva fundación llegó a contar con más de setecientos monjes y se le agregaron 160 monasterios, aunque nunca aceptó en vida los muchos honores y dignidades que le ofrecieron. Era conocido como “Mellifluous Doctor” (boca de miel) por su gran elocuencia y es, sin duda, uno de los personajes más importantes de la Edad Media.

Tal era la energía, elocuencia y ejemplo del abad de Claraval, “que las madres ocultaban a sus hijos, las esposas a sus maridos, las doncellas a sus prometidos, los compañeros a sus amigos, de miedo que pudieran ser arrebatados como cautivos de Bernardo.”

Lamentaba que, siendo una persona cuya principal ocupación debía ser la oración y la meditación, fuera llamado continuamente por altas personalidades de la época, como mediador en conflictos políticos, religiosos y civiles. Pero tal era su talante dialogante, que toda su vida estaría intercediendo ante una Iglesia en la cual, en el fondo, él ya no creía.

Nos dice Étienne Gibson que: “Este gran santo al principio asusta, pero cuando más se le conoce, más se le ama, porque siempre dice la verdad,”

Denunciaba duramente la vida relajada y ostentosa que iban asumiendo los miembros del clero. Cosa que le granjeó una fama a medio camino entre el temor y la admiración, por lo irreductibles de sus posturas. Prohibió el “culto a los ídolos”, es decir, el culto a las formas, en el interior de los monasterios, que consideraba más propio de personas espiritualmente simples. En cambio, apoyaba mucho el simbolismo arquitectónico de las catedrales.

El escritor e investigador Philippe Barthelet dice de él que: “Fue el reformador de la Orden del Císter, consejero de un Papa, árbitro de reyes, solitario, jefe espiritual de la cristiandad de Occidente, predicador, teólogo y poeta, músico y constructor.”

Guillermo de Saint-Thierry, biógrafo y discípulo de San Bernardo, recuerda la fascinación de su maestro por la soledad:

“Bernardo de Claraval amaba retirarse consigo mismo huyendo de la compañía, extrañamente meditativo.”

Estos retiros eran cada vez más frecuentes y siempre en medio de los bosques, al amparo de robles y fuentes. Bernardo aseguró que no tenía más maestros que las encinas y las hayas, y terminó siendo poeta de Nuestra Señora.

Circula otra leyenda en la que se presenta a Bernardo asistiendo a un milagro. Siendo niño, estaba orando ante la imagen de la Virgen Negra de la Iglesia de Saint Vorles, cuando solicita a la Madre una señal con estas palabras: “Monstra te esse Matrem”, es decir, “Muestra que eres Madre”. Entonces la estatua vertió tres gotas de leche en los labios de Bernardo.

Hay quienes, como Louis Charpentier, haciendo una lectura simbólica, ven en esta historia, seguramente con acierto, una iniciación druídica.

Y es que en la figura de San Bernardo, confluyen las líneas históricas que desembocan en la construcción de las catedrales góticas. La Orden que él impulsó, pudo traer de Jerusalén los conocimientos necesarios y la filosofía que impregna los templos. Su pasión por la Naturaleza y su conocimiento acerca de ella, está en la base de las decisivas elecciones de los lugares en los que deberían construirse los templos. Y en Bernardo confluyen también las dos grandes líneas del pensamiento occidental: el druidismo y el cristianismo.

La Milicia del Temple se había constituido oficialmente en el Concilio de Troyes. Eso ya lo hemos visto líneas arriba. Y Bernardo aboca en ella todo el peso de su palabra y su autoridad. Aunque algunos se empeñen en calificar de anecdótica la relación entre el religioso y la Orden del Temple, eso no es cierto. Bernardo fue el padre espiritual de los Templarios. Fue su extrema modestia y humildad, la que hicieron que nunca se atribuyera mérito alguno y decidiera permanecer en la sombra. Pero es bastante significativo que Dante Alighieri, en su Divina Comedia, deba escoger precisamente a San Bernardo como guía en los últimos círculos del Paraíso.

“Y la reina del cielo, en el cual ardo

por completo de amor, dará su gracia,

pues soy Bernardo, de ella tan devoto”. Estrofa 102

“Cuando Bernardo vio mis ojos fijos

y atentos en lo ardiente de su fuego,

a ella con tanto amor volvió los suyos,

que los míos ansiaron ver de nuevo”. Estrofa 141

DIVINA COMEDIA, Canto XXXI

Y es él, a través de la pluma de Dante, quien ruega a la Madre a favor del florentino, de esta manera:

“¡Oh Virgen Madre, oh Hija de tu hijo,

alta y humilde más que otra criatura,

término fijo de eterno decreto,

Tú eres quien hizo a la humana natura

tan noble, que su autor no desdeñara

convertirse a sí mismo en su creación.

Dentro del viento tuyo ardió el amor,

cuyo calor en esta paz eterna

hizo que germinaran estas flores.

Aquí nos eres rostro meridiano

de caridad, y abajo, a los mortales,

de la esperanza eres fuente vivaz.

Mujer, eres tan grande y vales tanto,

que quien desea gracia y no te ruega

quiere su desear volar sin alas.

Mas tu benignidad no sólo ayuda

a quien lo pide, y muchas ocasiones

se adelanta al pedirlo generosa.

En ti misericordia, en ti bondad,

en ti magnificencia, en ti se encuentra

todo cuanto hay de bueno en las criaturas.

Ahora éste, que de la ínfima laguna

del universo, ha visto paso a paso

las formas de vivir espirituales,

solicita, por gracia, tal virtud,

que pueda con los ojos elevarse,

más alto a la divina salvación.

Y yo que nunca ver he deseado

más de lo que a él deseo, mis plegarias

te dirijo, y te pido que te basten,

para que tú le quites cualquier nube

de su mortalidad con tus plegarias,

tal que el sumo placer se le descubra.

También reina, te pido, tú que puedes

lo que deseas, que conserves sanos,

sus impulsos, después de lo que ha visto.

Venza al impulso humano tu custodia:

ve que Beatriz con tantos elegidos

por mi plegaria te junta las manos!”

DIVINA COMEDIA, Canto XXXIII

Dante Alighieri

Ya hemos comentado la predilección que sentía Bernardo hacia el Cantar de los Cantares. En palabras del Maestro Samael:

“El Alma Espiritual es la Bella Sulamita que nosotros debemos despertar y vestir para la Gran Boda nupcial de la Alta Iniciación, en que el Alma Espiritual se fusiona con el Intimo. El Alma de Diamante es la esposa del Intimo, es la Bella Sulamita del Cantar de los Cantares, es la prometida eterna y el Intimo la ama y la adora y le canta en la siguiente forma:

Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa;

De desear, como Jerusalén;

Imponente como ejércitos en orden.

Aparta tus ojos de delante de mí,

Porque ellos me vencieron.

Tu cabello es como manada de cabras

Que se recuestan en las laderas de Galaad”.

Cantar de los Cantares, cap. 6º, versículos 4 y 5.

Amaba dar a la Virgen el título de Nuestra Señora, cuyo uso se generalizó después de su época, gracias a él. Era un verdadero “Caballero de María”, a la que consideraba verdaderamente como a su “Señora”, en el sentido caballeresco de esta palabra. Era, a la vez, monje y caballero. Su padre había sido militar y él a punto estuvo de serlo. Los dos caracteres que serían propios de la “milicia santa”, de la Orden del Temple, eran también los del gran santo a quien se ha llamado el último de los Padres de la Iglesia, y en quien algunos quieren ver, por algo será, el prototipo de Galaad, el caballero ideal y sin tacha, el héroe victorioso de la “gesta del Santo Grial”.

Suyas son estas líneas también dedicadas a Ella, nuestra Madre Divina:

“Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: ¡invoca a María!

Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la Estrella, ¡invoca a María!

Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa Estrella: ¡invoca a María!

Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella, e invoca a la Madre de Dios.

En medio de tus peligros, de tus angustias, de tus dudas, piensa en María, ¡invoca a María!

El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se aparten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección, no te olvides de imitar sus ejemplos. Siguiéndola no te pierdes en el camino.

¡Implorándola no te desesperarás! ¡Pensando en Ella no te descarriarás!

Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.

¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial! Amén.”

San Bernardo

Igual que en su momento hicieron los cátaros, los bons homes, en el sur de Francia, los Templarios renegaban de lo material, que consideraban lo más impuro e imperfecto de este mundo. Este ideal de pobreza queda bien representado en su escudo, donde se aprecia a dos caballeros compartiendo la misma montura. Y si se dedicaron a atesorar riquezas y poder, debió ser, al menos así nos lo parece a nosotros, para asegurar la independencia de su cometido y favorecer la instauración de un gobierno sinárquico, donde lo civil y lo religioso estuviese unido.

Añadiremos más. Los cátaros no concebían a Jesús como Dios, sino como una encarnación suya en la Tierra, en un momento y un lugar determinado, como otros lo habían sido antes que él; y la figura de María Magdalena adquiría, para ellos, un papel muy relevante. Cosa que, por cierto, les acarreó enemistades muy poderosas que finalmente abocó a su desaparición presa de las llamas del dogmatismo y la ignorancia. Y entendemos, que ese interés por la Magdalena, es el causante de las abundantes vírgenes negras que se asocian siempre a estos freires.

La verdadera búsqueda proclamada por Bernardo, no residía en conocer la ubicación de reliquias sagradas, ni en averiguar una dudosa descendencia de Jesús, ni en cristianizar a las gentes del Islam. Todo eso nos parece más bien algo secundario. Una cortina de humo para desviar la atención sobre sus verdaderas intenciones. Todo indica que la meta secreta del Temple estaba más encaminada a extraer, intercambiar y verificar conocimientos que confieren a su poseedor, las herramientas necesarias para encarnar dentro de sí a la divinidad. O sea, la Gnosis. Y mucho nos tememos que todo eso está relacionado con la misteriosa figura del Baphomet.

El susodicho elemento a mitad de camino entre humano y animal, indica la misma dualidad que preside la organización de la Milites Templi. Algunos, como Eliphas Levi, descifran el nombre en TEM OH PAB. Es decir, “TEmpli Omnium Hominum Paci ABbas”. O lo que es lo mismo, “El Padre del Templo, Paz Universal a los Hombres”. Otra interesante interpretación es aquella que defiende la derivación de la expresión árabe, abufihamat, que en castellano se pronuncia bufihamat, cuyo significado es “Padre de Entendimiento”. En sufí, la expresión el-fahmat, quiere decir “Cabeza de Conocimiento”.

También H. P. Blavatsky se pronunció al respecto diciendo:

“Según los cabalistas occidentales y especialmente los franceses, los Templarios fueron acusados de adorar a Baphomet, y Jacques de Molay, Gran Maestre de los Templarios, con todos sus hermanos masones, sufrieron la muerte por ello. Pero esotérica y filológicamente, dicha palabra nunca significó “chivo”… (Se refiere aquí a la aceptación popular que lo consideraba así)… El término en cuestión significa, según Von Hammer, “bautismo” o iniciación en la sabiduría, de las voces griegas “Bafe y Metis”, y de la relación de Baphometus con Pan. Von Hammer debe estar en lo justo. Baphomet era un símbolo hermético cabalístico, pero toda la historia, tal como la inventó el clero, es falsa.”

GLOSARIO TEOSÓFICO

Quien más lo aclara es el Maestro Samael:

“Tiphon- Baphometo es la reflexión del Logos Solar dentro de nosotros mismos, aquí y ahora”.

“La carta 15 del Tarot, el Diablo, es profundamente significativa. Recordemos que se halla después de las cartas 13 y 14. Incuestionablemente, la 13 corresponde a la muerte del “mí mismo”, del “sí mismo”, del ego. Indubitablemente, la carta 14 nos habla de esa templanza, de esa castidad, de esa perfección que resulta de la muerte del ego. Después viene la 15, que corresponde inevitablemente al Andrógino Primigenio, al Misterio del Baphomet y del Abraxas, al Diablo; palabra, esta última, que algo horroriza a las gentes piadosas, pero que constituye algo extraordinario para el Sabio”.

Samael Aun Weor

Continúa diciéndonos el Maestro Samael:

“Lucifer-Baphometo nos otorga el impulso sexual mediante el cual es posible la realización de la Gran Obra. Transmutación sexual resulta fundamental para la Cristificación, ése es el misterio de Baphometo. Quienes aprenden a usar inteligentemente el impulso sexual pueden realizar la Gran Obra. Vencer a la tentación equivale a subir por la espalda de Lucifer. Lucifer nos convertirá en Arcángeles si realizamos en sí mismos el Misterio del Baphometo. Sin Lucifer-Baphometo sería imposible la Auto-realización Intima del Ser.”

Como vemos, se relaciona la figura con el instinto sexual que los Iniciados deben someter, vinculando esta enseñanza con el mito griego de Pan y Dionisio. No en vano, una de las pruebas de iniciación a las que se sometía al aspirante templario, era encontrarse cara a cara con el Baphomet y besar el trasero de la escultura. Quien acataba este requerimiento, estaba aceptando la humillación que representa, para el iniciado, el trabajo en la Novena Esfera. Es aceptar que dependemos de ello para fabricar la Piedra Filosofal. En esa prueba le eran revelados los secretos de la transmutación sexual. Porque el verdadero secreto del Baphomet no es otro que la transmutación alquímica del hombre terrestre en Hombre Celeste. Es el tentador, el entrenador psicológico y el guardián de las puertas del Santuario.

“El alquimista debe robarle el fuego al Diablo”

Cuéstele lo que le cueste.

Un final anunciado

Con Felipe IV, que sólo tenía de “Hermoso” lo que se veía por fuera, empieza la maquiavélica farsa del juicio a los Templarios. Al rey se le veía venir hacía tiempo, porque endeudado hasta las cejas y receloso del poder que había adquirido el Temple, no le faltó aire para organizar una de las más lamentables tramas judiciales que se conocen en la Historia. Y como el Papa Clemente V había sido colocado en ese puesto gracias a las influencias de ese rey francés, no hace falta añadir que el Pontífice se hallaba totalmente ligado a las decisiones y manipulaciones del monarca, desde que accedió a trasladar la Santa Sede de Roma a Avignon. Y así, mentira sobre mentira, se va tejiendo la tela de araña que se va cerrando sobre la Orden. Pero seríamos ingenuos si consideráramos que los caballeros eran ajenos a todo lo que se estaba tramando.

Cumplidos los 22 grandes maestres del Temple, (no es casual que el número coincida con los 22 arcanos de Tarot), sabían que su tarea estaba cumplida y que les había llegado su momento. Además, con cerca de quince mil caballeros en toda Europa, dudamos que nadie oyera o supiera nada de las maldades que se traían entre manos los franceses. Cuando se ordena a la Santa Inquisición el arresto de los altos cargos templarios, un 14 de septiembre del Año del Señor de 1307, los freires se entregan sin ofrecer resistencia. ¿Por qué semejantes guerreros se entregarían mansamente, si no es porque era justo lo que debía suceder? Pero lo más curioso es que el dinero que Felipe IV buscaba con tanto anhelo, había desaparecido. ¿Dónde estaba el tesoro?

Los interrogatorios finalizaron con la inculpación, arrancada a fuerza de torturas, de algunos caballeros. Ya lo decía la expresión lanzada por los jueces eclesiásticos: ¡Deus volt¡ ¡Dios lo quiere! Y es que los inquisidores de la Iglesia, sabían, antes que nadie, lo que Dios quería. ¡Vaya si lo sabían! Los que ceden a esas innombrables torturas y admiten las falsas acusaciones, son encarcelados o ejecutados. El que sería el último Gran Maestre, Jacques de Molay, que en ningún momento fue torturado, es encarcelado hasta que el 18 de marzo del Año del Señor de 1314, ingresa en las lenguas de fuego.

Y ocurre lo inesperado. La maldición que lanza el Maestre al monarca y al Papa no deja indiferente a nadie. De Molay asegura desde la pira de leña que le iba a transportar al otro mundo, que el “Santo Padre” moriría en el plazo de cuarenta días, mientras que al “Hermoso” le pronostica un año de vida. Y las manos del destino, por no decir de la venganza templaria, hacen que este vaticinio se cumpla. Si damos crédito a lo que Matilde Asensi describe en su maravillosa novela Iacobus, aceptaremos que tras las infecciones intestinales que condujeron a Clemente V a la muerte, se esconde un envenenamiento. Y en la muerte de Felipe IV mientras practicaba la caza del ciervo, no habría nada de accidente, aunque así lo pareciera.

Sea como fuere, los dos máximos responsables de la disolución de la Orden del Temple, se las vieron de cara en el otro mundo con aquellos que habían ordenado asesinar.

“…pero los caballeros Templarios continuaron en secreto”.

Samael Aun Weor

La Gran Búsqueda

Si mantenemos la hipótesis de que la meta real del Temple no era buscar santos griales, habremos de quedarnos entonces con la otra opción que hemos venido insinuando a lo largo de este trabajo. Aquella que nos muestra a los Templarios como eslabones de una cadena de búsqueda del Conocimiento, que nos trae el eco de pasadas voces. Y tan larga es esa cadena, que nada sabemos con certeza de su inicio, si no fuera porque, al conceder que la misma existe, nos da por pensar que en algún momento debió comenzar. También pensamos que si se dedicaron realmente a encontrar esas reliquias, no fue como una meta en sí misma, sino como parte de ese eslabón que los devuelve al principio de todo.

Todas las tradiciones antiguas hablan de algo que se perdió o que desapareció. Se trata en todos los casos de una alusión al oscurecimiento espiritual, que en virtud de las leyes cíclicas del Universo, sobrevino en el transcurso de la historia de la humanidad. Se trataría pues, de la pérdida de un estado primordial. Por tanto, se requiere de una tradición que reconociendo ese estado, instruya a los aventureros del espíritu en la manera de recuperar aquello que se perdió. Y mira por donde que los inquilinos del Templo de Jerusalén, se hallan buscando un no se qué, que bien podría estar relacionado con ese estado espiritual que corresponde por derecho al ser humano.

Decíamos que los Templarios no consideraban a Jesús como Dios, sino como una persona humana que lo encarnó en su momento. De esto se deduce, que la enseñanza gnóstica que ellos fueron a buscar a Tierra Santa, se centra en la manera práctica de trascender lo humano en nosotros para ir, paulatinamente, dejando cabida en nuestro interior a la divinidad.

¿Entendemos ahora el porqué de su secretismo? ¿Qué otro poder puede ser mayor que ese? ¿Acaso en Egipto, las enseñanzas más elevadas no quedaban fuera del alcance de la mayoría? ¿Acaso los cabalistas hebreos no codificaron las Sagradas Escrituras, para que sólo aquellos que tuvieran ojos para ver y oídos para oír, las pudiesen entender? ¿Acaso Jesús no hablaba a su círculo más íntimo con claridad y transparencia, mientras que a los demás lo hacía en forma de parábolas? Había que poner condicionantes al personal, para que sólo aquellos puros de corazón y pensamiento pudiesen acceder a la Gnosis.

No debe resultar casual, porque en esta historia nada lo es, que los pasos de los monjes-guerreros vengan a andar cerca de donde existen piedras emblemáticas, que indican mucho más de lo que parece a simple vista. Haciendo una retrospección en el tiempo, los encontramos custodiando la Shetiyyah, la Roca que sirvió a la divinidad para trazar el círculo de la Creación y que ahora se halla bajo la mezquita de Omar. También es interesante recordar que en la Kaaba de la Meca se esconde otra Roca (Tawaf) desde donde Mahoma ascendió a los cielos. Jesús participa de este pétreo misterio cuando le dice a Simón, “tú eres Pedro y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia”. Llegando hasta Moisés, resulta que dejó grabados en Piedra los Diez Mandamientos en las Tablas de la Ley. Y arribamos al Antiguo Egipto, donde a Hermes Trismegisto, el dios Ibis de Toth, también le dio por grabar su mensaje en la Piedra de la Tabla Esmeralda.

¿No son demasiadas “Piedras”? ¿Será coincidencia que los alquimistas medievales también dedicaran sus vidas a buscar precisamente una Piedra Filosofal? ¿Será también coincidencia que el Camino de Santiago, que los Templarios se encargan de promover y utilizar, se halle repleto de extraños signos grabados en Roca? No seremos nosotros quienes tachemos todo esto de casualidades de la historia. Porque no lo son.

Para el Maestro Samael esos secretos tienen mucho que ver con la misteriosa Piedra Shema Hamphoraseh de los hebreos. Y mucho tiene que ver también la piedra Ben Ben que se hallaba en el patio principal del templo de Heliópolis. La Qabbalah y la Alquimia, en amorosa fusión, develan al iniciado los ocultos misterios de la Piedra Santa.

“Inicialmente, el Mercurio (principio volátil) y el Azufre (principio fijo), están prisioneros en la piedra por cincelar, el sexo de la generación de todas las cosas, y como dirían los alquimistas, de esa piedra vil, negra y apestosa (el Mercurio Bruto) debemos partir, y cincelándola inteligentemente edificamos todo el edificio del templo interno.

El sexo es la piedra fundamental del templo, sobre la que Cristo edifica su Iglesia, es Pedro, Patar o la piedra salina de donde el Mercurio debe ser volatizado con el fuego de un amor trascendental.”

Rafael Vargas

Afirmamos, sin temor a equivocarnos, que los caballeros que hoy tratamos, fueron los renovadores del Conocimiento Gnóstico en Occidente, y que de ellos pasó, gracias al buen hacer de San Bernardo, al Gremio de Maestros Constructores de Catedrales. Por eso, se puede encontrar en esos edificios religiosos, si se sabe cómo mirar, todo lo que la Orden extrajo durante sus 194 años de existencia. Dicen los entendidos, que el Pórtico de la Gloria en la Catedral de Santiago de Compostela, contiene buena parte de ese legado gnóstico que tanto esfuerzo despertó en esa buena gente del Temple. Ese mismo Conocimiento propició la aparición de las diversas corrientes filosóficas que inundaron Europa. ¿Alguien puede anhelar riqueza más valiosa?

“La Orden del Temple, civilizó el Occidente europeo “convirtiendo a los siervos en servidores y a los nobles en caballeros”. Junto a los Compañeros Constructores del Camino Jacobeo, los Templarios financiaron la construcción de los grandes edificios góticos, “esas cajas de resonancia telúrica que son las catedrales, cuyo fin era elevar el nivel del hombre medieval, tanto material como espiritualmente”. Así convirtieron gran parte del “Camino de las Estrellas” en una serie de santuarios dedicados a Nuestra Señora, la Virgen Madre.”

Rafael Vargas

Quienes continúen pensando en la existencia de ese supuesto tesoro de oro y plata traído de Oriente y engrosado en Europa gracias a las habilidades de los Templarios en las finanzas, que sigan investigando, porque tal vez terminen dando con él. Pero es muy posible que no exista tal tesoro. Y que fuera otra tapadera más para despertar la codicia ajena y distraer al público. Más bien, ese tesoro se halla dentro de cada cual. Y sólo aquellos dispuestos a sacrificarlo todo por su conquista, llegarán a disfrutar la maravillosa recompensa que se obtiene a medida que uno vislumbra los destellos de ese oro espiritual.

lunes, 10 de agosto de 2020

La Iniciacion.


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La Iniciacion.

Victor Salazar Soto .

Caballeros de la Orden del Sol.

La vida es un camino constante de aprendizaje y renovación. Cuenta la historia que los caminos iniciáticos era toda una vida de preparación del profano, eran duras pruebas, antes de dar el paso.
El maestro examinaba al profano, preguntándole sus intenciones, de entrar a la escuela, sus obligaciones, tenía que ser un hombre libre y de buenas costumbres. No esclavo de sus pasiones profanas, pero también habían profanos recomendados por algunos maestro, por su sapiencia, esto se entendía que eran espíritus viejos, que estaban en tránsito en este mundo, y que era el tiempo de ser parte de la fraternidad, para el proseguir en el camino de evolución. Pero tenía que someterse al ritual, como cualquier otro profano que había tocado la puerta de la escuela iniciática.
La fraternidad centra su foco de luz en diferentes países, para que en un tiempo prudente .Los seres humanos, despierte de la irrealidad, y sean consciente de sus verdades.
La vida es un constante camino de evolución de retorno a la fuente. No hay dos ni tres todo proviene del uno primordial,

Los nuevos Templarios...la Orden de Cristo



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Orden do Templo Dos Cabaleiros Templarios de Cristo.
Frat. +++Victor Salazar Soto .

Los nuevos Templarios...la Orden de Cristo
Publicado por Joannes Karles
Cuando al rey Felipe IV de Francia, profundamente endeudado con los templarios, se le negó la admisión a la Orden por recusarse a renunciar a sus riquezas y títulos, la suerte de los Pobres Caballeros cambió drásticamente. Los templarios fueron acusados de herejía y comenzaron a ser perseguidos, torturados y quemados en la hoguera, mientras que sus bienes pasaron a manos de la corona francesa.

En la noche del 18 de marzo de 1314, por orden del rey Felipe IV y el papa Clemente V (ex arzobispo de Burdeos a quien el propio Felipe apoyó para su ascensión al trono del Vaticano), fueron quemados Jacques DeMolay, último Gran Maestre de la Orden, y Guy D’Auvergnuie, su preceptor.

En un lapso de 200 años los poderosos templarios pasaron de ser el poder más influyente de Europa (después del papa) a ser perseguidos, torturados, juzgados y asesinados. El súbito fin de la Orden desató una serie de leyendas y mitos en torno a sus riquezas y a su legado.

La destrucción, en 1571, del Archivo Central de los Templarios (que se encontraba en la isla de Chipre) por parte de los otomanos contribuyó a la posterior proliferación de leyendas, como la del Santo Grial, que otorgaban a la Orden un carácter misterioso que la literatura y el cine del siglo XX se encargarían de popularizar.

Pero la Orden no había muerto. Sobreviviría con otro nombre en un pequeño reino del extremo atlántico europeo que habría de convertirse en el primer imperio de dimensión planetaria, hazaña que no podría haberse realizado sin la labor de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón.

En el siglo XII, los templarios llegan al Condado Portucalense, un territorio ubicado al sur de Galicia y al oeste de Castilla. Al igual que los otros reinos y condados cristianos de la península ibérica, los portucalenses se disponían a guerrear contra los moros que ocupaban las tierras al sur de la región del Douro y, por esta razón, recibieron de brazos abiertos a los monjes-guerreros del Templo.

La llegada de los templarios a este territorio coincide con la independencia de Portugal (hasta entonces un condado de la corona de León) y con la consecuente expansión del reino hacia el sur. Los templarios recibieron de Afonso Henriques, primer rey de Portugal, la potestad sobre diversos castillos y sembradíos aledaños y les fue confiada la defensa de los territorios conquistados entre el río Mondego y el Río Tejo, que desemboca en Lisboa, la mayor de las ciudades musulmanas, que sería conquistada en 1147.

Desde el comienzo la relación entre la monarquía portuguesa y los templarios fue instrínseca, no sólo en términos militares sino también en lo que concierne al carácter civilizatorio y moral. Los templarios fueron decisivos en la Batalla de Ourique (1139, contra los almorávides), en la independencia del condado (ese mismo año) y en la educación de los primeros reyes portugueses.

El Mestre templario Gualdim Pais acompañaba al primer rey portugués tanto en la batalla como en la corte y era su primer consejero. Esta unión quedó simbolizada en el Foro de Guimarães (1128) firmado con un sello real que contenía la cruz templaria.

En 1160 los templarios establecen su sede en el castillo de Tomar, a poco más de 100 kilómetros al norte de Lisboa y en 1169 el Afonso Henriques, en presencia del procurador del Templo de Ultramar (Tierra Santa), Godolfredo Fulcheri, dona a la Orden un tercio de todas las tierras conquistadas a los moros al sur del rio Tejo. Portugal se convierte así en el principal enclave templario de Europa.

Afonso Henriques nombró sucesor a su hijo legítimo Don Sancho y no a su primer hijo, más legítimo aun, Fernando Afonso, debido a la influencia que los templarios ejercían sobre Sancho. La continuidad de la alianza entre la corona portuguesa y la Orden del Templo debía ser garantizada.

Los templarios poseían, además, una poderosa escuadra con la que no sólo guerreaban contra los moros sino que también era utilizada para comerciar los excedentes de las granjas desparramadas por sus enormes territorios europeos. Guerreros, monjes, estudiosos, granjeros, comerciantes y banqueros, los templarios estudiaron las rutas de navegación de los fenicios y dominaron las rutas comerciales entre el Mediterráneo y la Europa atlántica.

Pero en 1308 llega a Portugal la noticia de la bula «Regnans in coelis» a través de la cual el papa Clemente V notificaba a los reinos cristianos la extinción de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón. El fin de la Orden estaba en concordancia con el fin de los poderosos ejércitos del Vaticano pero, al mismo tiempo, engordaba el patrimonio y la riqueza de la Iglesia al apropiarse de los bienes y territorios templarios, excepto en Francia, donde la expropiación se dio en favor de la corona.

Cuando en 1307, el rey Felipe IV ordenó la detención de los templarios y la confiscación de todos sus bienes, una flota de la Orden partió del puerto francés de La Rochelle huyendo de las autoridades reales, dando inicio a un misterio que sigue hasta nuestros días. No se sabe a dónde esa flota templaria atlántica buscó refugio ni qué riquezas transportaba si es que transportaba alguna. Lo cierto es que, terminada la reconquista lusitana (con la ocupación del Algarve) y con el refugio de los templarios en territorio portugués, Portugal construyó una gran flota y, aprovechando los conocimientos templarios en materia de navegación, se lanzó a la conquista de los mares, inaugurando una nueva era para Europa y para el mundo.

La corona portuguesa, íntimamente ligada a la Orden, intentó evitar la transferencia del patrimonio templario a la Iglesia y propuso al Vaticano la creación, sobre la base de la infraestructura templaria, de una nueva orden: la Orden de la Milicia de Jesús Cristo (Ordo Militiae Jesu Christi). El papa Juan XXII cedió ante el pedido del rey portugués Dinis I y a través de la bula «Ad ae exquibus» (1319), los templarios continuaron con su estructura portuguesa intacta, bajo un nuevo nombre.

La nueva Orden de Cristo, heredera de la Orden del Templo, juró lealtad al rey portugués y desde entonces ambas instituciones quedaron íntimamente entrelazas adoptando, incluso, la corona portuguesa la simbología templaria.

La conquista templaria del mundo

La guerra contra los moros se extendió desde Andalucía y el Algarve hacia África pero los motivos de la expansión ibérica no responden solamente al «espíritu guerrero» y al compromiso monárquico con la difusión de la fe cristiana. Había, también, un claro elemento económico y geopolítico.

Con el exterminio de la Orden del Templo, los templarios perdieron sus propiedades y negocios en el Mediterráneo y hacia el siglo XV el monopolio del comercio con el Oriente (a través de la ruta de la seda hacia el Mare Nostrum) quedó en manos de las repúblicas italianas, especialmente Génova. España y Portugal, excluidas del negocio, buscaron hacia el oeste lo que les era vedado al este.

Mientras Colón y los conquistadores castellanos que le siguieron reclamaron el nuevo territorio americano para Castilla, Portugal buscó un camino alternativo. Es aquí donde entra la figura del infante Don Enrique, a quien la historia recuerda como «El Navegante». Hijo, hermano y tío de reyes, Enrique convenció a su padre, el rey Juan I, de conquistar Ceuta, en el norte de África, dando inicio a la expansión lusitana.

Desde la ciudad portuguesa de Lagos, Enrique envió expediciones a la costa africana y al Atlántico, ocupando los archipiélago de Madeira y las Azores. En 1420, Enrique es nombrado Gran Maestre de la Orden de Cristo, cuyos recursos emplearía en la ampliación y modernización de la flota portuguesa.

Establecido en Sagres, el Gran Maestre impulsó la creación de la Universidad de Coimbra y propició los estudios de la astrología y la astronomía. Tras la firma en 1494 del Tratado de Tordesillas, los barcos portugueses, bajo la dirección de Enrique, se lanzaron a los mares luciendo la vieja cruz roja de los templarios pintada en las velas.

En 1497, bajo el reinado del nuevo monarca Manuel I, Vasco da Gama parte hacia la India a través de la costa africana dando inicio a la Era de los Descubrimientos. La cruz templaria arribaría a la India, a las islas Molucas, a China y al Japón, convirtiendo a Portugal en el primer imperio de carácter global.

El reinado de Manuel I es reconocido como la era dorada de Portugal y durante este período floreció un estilo escultórico y decorativo conocido como «estilo manuelino» o «gótico portugués», que se caracteriza por los motivos naturalistas y simbólicos que aluden tanto al poder real como a la gloria de la conquista de los mares, incluyendo entre otros elementos, plantas y frutas africanas, americanas y asiáticas, así como barcos, cuerdas y símbolos náuticos.

Hay dos símbolos, no obstante, que se destacan en las obras de la era manuelina: la llamada «cruz patada» (la cruz adoptada por los templarios) y la esfera armilar, un instrumento de navegación utilizado para orientarse en mares desconocidos a través de la posición de los astros. La esfera armilar, íntimamente ligada a Enrique el Navegante y a la Orden de Cristo, se tornó tan importante para la simbología monárquica portuguesa que aún hoy puede observársela en la bandera de Portugal. La unión templaria-monárquica llegó a tal punto que en 1551 el título de Gran Maestre de la Orden de Cristo fue unido irrevocablemente al de Rey de Portugal.

La identidad portuguesa está profundamente ligada a la tradición y a la simbología templaria. Portugal, que supo dominar los mares en un planeta cuya superficie es mayoritariamente acuática, expandió no solo la fe cristiana a escala global, sino que llevó también las reglas del mercantilismo europeo al extremo oriente y puso un cierre definitivo a mil años de pensamiento medieval.

La Modernidad como legado templario

La relación entre la célebre Orden de los Caballeros Templarios, el pueblo lusitano y la era de los descubrimientos es bien sabida en Portugal, hecho por el cual este artículo carece de valor para los portugueses. No obstante, difundir la verdadera historia de la Orden y evidenciar, al mismo tiempo, la importancia fundamental de los monjes-guerreros en la formación de Portugal resulta por demás interesante para los lectores hispanohablantes, poco habituados a esta historia.

Discursar sobre este temática resulta, además, necesario frente a la proliferación de teorías conspirativas de carácter fantástico y conspirativo atribuidas a los templarios. Pero lo cierto es que fueron poderosos banqueros y comerciantes, financiaron guerras y conquistas, fueron cruciales en la lucha contra los reinos islámicos y en los viajes de descubrimiento, y contribuyeron sustancialmente a la formación del mundo pos-medieval.

Es este el verdadero interés que despiertan los templarios. No es el Santo Grial ni el Arca de la Alianza ni la Atlántida ni la Masonería. La herencia e influencia de los templarios no se suscribe al terreno de lo sobrenatural, sino que se trata de procesos históricos concretos que, ensombrecidos por la ciencia ficción y las teorías conspirativas de YouTube, no han tenido el reconocimiento académico que merecen a la luz de la importancia que esta Orden ha tenido en la definición del mundo moderno.

Bilbiografía

Amarante, Eduardo (2014): «Templários, de Milícia Cristã a Sociedade Secreta» Vol. IV, Tomo I «Da Formação de Portugal às Descobertas». Apeiron Edições.

Fernández, José Carlos (sin fecha): «Os templários e a Formação de Portugal». Nova Acrópole [online]. Disponible en: http://nova-acropole.pt/a_templarios-portugal.html

Loução, Paulo Alexandre (2009): «Templários na formação de Portugal». Ésquilo.

Villatoro, Manuel (2016): «»El misterio de la flota desaparecida de los templarios que pudo llegar a América antes que Colón». ABC Historia [online]. Disponible en: http://www.abc.es/historia/abci-misterio-flota-desaparecida-templar...

El evangelio de San Juan desde una perspectiva esoterica




El evangelio de San Juan desde una perspectiva esoterica

Publicado por Jean Peronik .

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (o divino). Este era en el principio con Dios. Todo tiene su origen en él; y sin este Verbo nada de lo creado se creó. En él estaba la vida, y la vida devino la luz de los hombres. Y la luz resplandeció en las tinieblas; mas las tinieblas no la comprendieron"

Las primeras palabras del Evangelio de Juan efectivamente tocan los más profundos misterios del mundo. Esto se evidencia cuando se contemplan las correspondientes verdades científico-espirituales; y será necesario recurrir a los conocimientos espirituales más profundos para que esas palabras se nos presenten en su justo aspecto. Para ello, hemos de recordar brevemente algunas verdades elementales de la concepción antroposófica, y luego compenetrarlas de perspectivas más amplias hacia importantes misterios cósmicos. Representémonos brevemente la naturaleza del ser humano, como ella, según el concepto de la ciencia espiritual, se nos presenta desde el despertar a la mañana hasta la noche, cuando el hombre vuelve a dormirse. Sabemos que el ser humano es integrado por cuerpo físico, cuerpo etéreo o vital, cuerpo astral y el yo. Pero estos cuatro principios del ser humano no existen en el conjunto que normalmente les atribuimos para el estado de vigilia, sino únicamente durante este mismo estado de vigilia. Ante todo debemos tener presente que en la noche, durante el sueño, el hombre es, en el fondo, un ser de naturaleza bien distinta, pues esos cuatro principios (Wesensglieder) se hallan entonces enlazados de una manera totalmente distinta de la del estado de vigilia. Cuando el hombre duerme, el cuerpo físico y el etéreo hállanse tendidos sobre el lecho; el cuerpo astral y el yo están, en cierto modo, desprendidos de su unión con los cuerpos físico y etéreo; se encuentran —no en sentido espacial, sino en sentido espiritual— fuera de cuerpo físico y cuerpo etéreo; de modo que durante la noche, el hombre es un ser que en realidad se compone de dos partes; una que ha quedado en el lecho, y la que se ha desprendido de los cuerpos físico y etéreo. Ahora bien, ante todo hay que tener presente que en todo el tiempo que dura el sueño de la noche, el cuerpo físico y el etéreo, que quedan en el lecho, no podrían existir, como tales, si los abandonara lo que los compenetra durante el día, o sea lo que vive en el cuerpo astral y en el yo; y es aquí donde hemos de penetrar más profundamente en los misterios del mundo.

Con respecto al cuerpo físico hay que tener en cuenta que este cuerpo, al que vemos con los ojos, al que tocamos con la mano, ha pasado por un proceso evolutivo muy largo, en el decurso de toda la evolución de nuestro planeta Tierra. Además, los que conocen algo de esta materia, saben que anteriormente nuestra Tierra ha pasado por otros estados evolutivos. Así como hay encarnaciones anteriores del hombre, así también hay incorporaciones anteriores de un planeta. Todo en el mundo grande, el universo, y en el mundo chico, obedece a la ley de la reincorporación. Nuestra Tierra, antes de ser este planeta, había pasado por un estado el que llamamos la “antigua Luna”, puesto que la Luna actual es una parte desprendida de aquel antiguo planeta; de modo que hablamos no de la Luna actual, sino de un planeta similar a nuestra Tierra. Y como hay un período que corre entre una encarnación del hombre y un nuevo nacimiento, así también hay un tiempo transcurrido entre el planeta al que denominamos antigua Luna y la incorporación del planeta Tierra. Lo mismo hemos de decir con respecto al estado “Sol” de nuestro planeta, pues un estado al que llamamos Sol, precedió al estado lunar de nuestro planeta, y al estado solar precedió el estado Saturno. De modo que la mirada retrospectiva abarca a tres incorporaciones anteriores de nuestro planeta.

En el antiguo Saturno le fue dado a nuestro cuerpo físico humano su primitiva predisposición. Fue un primer germen del cuerpo físico humano, muy distinto, por cierto, del actual cuerpo físico; y en ese antiguo Saturno, fuera del cuerpo físico, todavía no existió nada de lo que hoy forma parte del hombre. Sólo cuando Saturno se había convertido en Sol, es decir durante la segunda incorporación de nuestro planeta Tierra, se añadió al cuerpo físico el cuerpo etéreo que lo impregnaba y compenetraba; con la consecuencia de que el cuerpo físico fue sujeto a una transformación; tomó otra forma y obtuvo otra característica de su existencia. Durante la incorporación solar de nuestro planeta Tierra, el cuerpo físico se halla, pues, en el segundo grado de su existencia. ¿Cómo pudo llegar a él? Por el hecho de que, mientras que en Saturno tenía aún calidad de máquina, de autómata, en el Sol, en cambio, se tomó en cuerpo interiormente viviente, al compenetrarlo el cuerpo etéreo; éste transformó al cuerpo físico. En la Luna, el cuerpo astral penetró en el conjunto de cuerpo físico y cuerpo etéreo. Nuevamente se transformó el cuerpo físico, llegando a su tercera conformación; el cuerpo etéreo a la segunda. Finalmente, sobre la Tierra se añadió el yo a los cuerpos físico, etéreo y astral; y el yo nuevamente transformó al cuerpo físico, con lo cual éste llegó a constituirse en su complicada estructuración de ahora. Por consiguiente, lo que hoy se nos presenta como cuerpo físico humano, es un organismo muchas veces transformado cuya actual complejidad se debe a que ha pasado por cuatro estados evolutivos. Si decimos que nuestro actual cuerpo físico se compone de las mismas substancias y fuerzas físicas y químicas que los minerales en lo externo del cosmos, también hemos de tener presente que, no obstante, existe una enorme diferencia entre dicho cuerpo y el mineral. Hablando de una manera elemental, caracterizamos la diferencia entre el cuerpo físico humano y el cuerpo físico de un mineral, de un cristal de roca, por ejemplo, diciendo: el cristal de roca, siempre que no llegue a ser destruido por acción externa, conserva su forma; no así el cuerpo físico humano que por sí solo no puede mantener su forma; ésta sólo se mantiene intacta por el hecho y durante el tiempo que en él se encuentren un cuerpo etéreo, un cuerpo astral y un yo. En el instante en que estos últimos se separen de él, el cuerpo físico empieza a ser algo totalmente distinto de lo que es entre el nacimiento y la muerte: se desintegra, porque obedece a las leyes de las substancias y fuerzas físicas y químicas; mientras que el cuerpo físico del mineral se conserva.

Algo parecido ocurre con el cuerpo etéreo. Al haberse separado el cuerpo etéreo, cuerpo astral y el yo, del cuerpo físico, inmediatamente después de la muerte, se desprende también, un poco más tarde, el cuerpo etéreo de su unión con el cuerpo astral y el yo, para disolverse en el éter del universo, al igual que el cuerpo físico se desintegra en la tierra. Del cuerpo etéreo subsiste entonces, unido con el ser humano, aquel extracto del cual hemos hablado en otras oportunidades. Así podemos decir que en cierto modo el cuerpo físico del hombre es de igual valor que el reino mineral que nos circunda; sin embargo, hemos de tener presente la gran diferencia que existe entre el reino mineral y el cuerpo físico humano. Si se ha dicho que en Saturno nuestro cuerpo físico aún no estaba compenetrado de cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo, se podría argüir que el cuerpo físico realmente era entonces del valor de un mineral. Empero, hemos dicho que a este estado antiguo en que se hallaba en Saturno, sucedieron tres transformaciones del cuerpo físico. Pero el mineral, tal como hoy lo tenemos, como mineral sin vida, tampoco puede existir de tal manera que únicamente tenga en sí mismo un cuerpo físico. Téngase presente que para nuestro mundo físico es cierto que el mineral únicamente tiene un cuerpo físico; sin embargo, no es una verdad absoluta. Al igual que nuestro cuerpo físico se nos presenta con su cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo, así también el mineral posee no solamente el cuerpo físico, sino también cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo; sólo que estos principios superiores de su naturaleza se hallan en mundos superiores. El cuerpo etéreo del mineral está en el así llamado mundo astral; su cuerpo astral está en el así llamado mundo celeste, o devacán; su yo está en un mundo espiritual, superior a aquél. De modo que el cuerpo físico humano se diferencia del cuerpo físico de un mineral por el hecho de que aquél en su estado de vigilia, en este mundo físico, tiene en sí mismo su cuerpo etéreo, su cuerpo astral y su yo; el mineral, en cambio, no tiene en sí mismo su cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo. Sabemos que fuera de nuestro mundo también existen otros: al mundo que percibimos con nuestros sentidos lo compenetra el mundo astral, y a éste el devacán que se subdivide en un mundo devacán inferior y otro superior.

Frente al mineral, el ser humano se halla en situación privilegiada, puesto que tiene en sí mismo sus otros tres principios. No así el mineral, sino que hemos de decirnos que en el plano físico el mineral no es un ser completo. No es posible, por ejemplo, encontrar en la naturaleza exterior, la uña de un dedo humano, como un ente que exista por sí mismo, porque, para poder crecer le es indispensable el organismo humano, sin éste no puede existir. Si nos imaginamos un ser pequeñito que con sus ojos ve únicamente las uñas de un hombre, sin ser capaz de percibir el resto del organismo humano, ese pequeño ser, atravesando con la vista lo demás del espacio a su alcance, únicamente vería aquellas uñas humanas. Así, comparativamente, los minerales no son sino las uñas de los dedos, y para considerarlos en su totalidad, hay que ascender a los mundos superiores, donde se hallan su cuerpo etéreo, cuerpo astral, etc. Todo esto hay que tenerlo bien presente, para comprender que en la realidad espiritual superior no puede haber ser alguno que no tenga, de alguna manera, cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo. Ningún ser físico puede existir sin este requisito.

Ahora bien, entre todo lo expuesto hasta ahora, hay, en realidad, cierta contradicción. Hemos dicho que durante la noche, cuando duerme, el hombre es un ser totalmente distinto de lo que él es en su estado de vigilia, estado que resulta plenamente comprensible, pues tenemos ante nosotros el ser humano constituido por sus cuatro principios. No así cuando contemplamos, en cuanto a su ser físico, al hombre que duerme; esto es, cuerpo físico y cuerpo etéreo, en el lecho; cuerpo astral y yo hállanse afuera. La contradicción radica en que se trataría de un ser abandonado por su cuerpo astral y yo. La roca no duerme, su cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo no la compenetran; sin embargo, quedan con ella constantemente en la misma unión. En cuanto al hombre, todas las noches le abandonan el cuerpo astral y el yo; quiere decir que durante la noche el hombre se desentiende de sus cuerpos físico y etéreo; los abandona a sí mismos. Este hecho no siempre se considera lo suficiente: que todas las noches se produce la transformación de que el hombre, como ser espiritual, se despide de sus cuerpos físico y etéreo, los deja abandonados a sí mismos. Pero ellos no pueden existir por sí mismos; pues ningún cuerpo físico, ni etéreo, puede existir de por sí; hasta la roca tiene que hallarse compenetrada de sus principios superiores; de modo que es fácilmente comprensible que es totalmente imposible que durante la noche nuestro cuerpo físico y cuerpo etéreo queden en el lecho, sin cuerpo astral y yo. Pero ¿qué es lo que ocurre? Nuestro cuerpo astral y nuestro yo no se hallan entonces en los cuerpos físico y etéreo; pero en su lugar hay en ellos otro yo y otro cuerpo astral. He aquí que el ocultismo dirige nuestra atención a la existencia divino-espiritual, a entidades espirituales superiores. Durante la noche, mientras nuestro yo y cuerpo astral están fuera del cuerpo físico y cuerpo etéreo, obran en éstos el cuerpo astral y el yo de entidades superiores divino-espirituales. Y esto tiene su origen en lo siguiente.

Si consideramos toda la evolución de la humanidad a partir del estado saturniano, a través de los estados solar y lunar, hasta nuestra Tierra, se podría argüir que en Saturno sólo existió el cuerpo físico humano, sin cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo humanos. Pero aquel cuerpo físico no pudo tener existencia por sí solo, así como actualmente la roca no existe por sí; también en aquel estado el cuerpo físico sólo pudo existir por hallarse compenetrado de cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo de entidades divino-espirituales. Ellas lo habitaban y siguieron habitándolo. Cuando en el Sol se añadió al cuerpo físico un cuerpo etéreo propio, este pequeño cuerpo etéreo humano en cierto modo se mezcló con el anterior cuerpo etéreo de las entidades divino-espirituales; así como también en Saturno el cuerpo físico se hallaba compenetrado de entidades superiores.

En base a la justa comprensión de lo expuesto, llegaremos a comprender mejor al ser humano actual; y esto nos permite reiterar y comprender lo que desde un principio se enseñó en el esoterismo cristiano. Al lado del cristianismo exotérico siempre se ha cultivado, también, el cristianismo esotérico. Muchas veces me he referido a que San Pablo, el gran apóstol del cristianismo, con su fervoroso gran talento oratorio obró para enseñar a los pueblos el cristianismo, pero que, al mismo tiempo, fundó una escuela esotérica cuyo dirigente fue Dionisio el Areopagita a quien se hace referencia en Los Hechos de los Apóstoles. En esa Escuela cristiano-esotérica de Atenas, directamente fundada por San Pablo, se enseñó la más pura ciencia espiritual. Y en base a lo expuesto en las consideraciones precedentes, contemplaremos ahora lo que allí se enseñaba.

En esa Escuela cristiano-esotérica también se decía: el hombre, tal como él se nos presenta en su estado diurno de vigilia, se constituye de cuerpo físico, cuerpo etéreo, cuerpo astral y el yo; si bien no se usaban exactamente las mismas palabras; pero esto no es lo principal. Además se explicaba en qué punto de su evolución se halla el hombre actualmente; pues este hombre constituido por los referidos cuatro principios no permanece en el estado en que él nos aparece. Para considerar en sentido puro al hombre constituido por los cuatro principios, hemos de representarnos no su estado actual, sino que debemos remontarnos en su evolución hasta el lejano período de Lemuria. En el período lemuriano, al ser humano, que entonces estaba constituido por cuerpo físico, cuerpo etéreo y cuerpo astral, se sumó, además, el yo. Así se puede decir, en sentido puro: el hombre se componía de cuerpo físico, cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo. Pero a partir de entonces, todos los hombres pasaron por muchas encarnaciones; y el sentido de esta evolución consiste en que, pasando de encarnación en encarnación el yo ha de transformar los tres principios de su naturaleza, comenzando con la transformación del cuerpo astral. En ningún hombre de desarrollo común se halla un cuerpo astral igual a como fue en la primera encarnación terrenal; antes del obrar del yo. A partir de esa primera encarnación el yo transformó, desde la interioridad, ciertas representaciones, sentimientos y pasiones originariamente inherentes al ser humano; y de encarnación en encarnación, el yo continúa el trabajo de transformación. Resulta pues que actualmente no posee simplemente los cuatro principios, cuerpo físico, cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo, sino que, dentro del cuerpo astral posee por el trabajo del yo, una parte que ha sido creada por el yo mismo. Actualmente en todo hombre el cuerpo astral se divide en dos partes: una que ha sido transformada por el yo, y la otra, no transformada. Esta transformación continúa, y para cada ser humano llegará el tiempo en que todo su cuerpo astral será el resultado de la creación por el yo. Según la sabiduría oriental, la parte del cuerpo astral transformada por el yo, se llama Manas; en Occidente: Yo espiritual. De modo que, hablando de los cuatro principios, podemos distinguir: cuerpo físico, cuerpo etéreo, cuerpo astral, el yo y, como quinto elemento, la parte transformada del cuerpo astral, Manas o Yo espiritual. El hombre seguirá con este trabajo de transformación de sí mismo. La Tierra pasará por nuevas incorporaciones y, paso a paso, el hombre adquirirá lo que ya ahora el iniciado puede adquirir: la capacidad de trabajar para transformar también al cuerpo etéreo. En realidad el hombre en general ya está trabajando en ello, y la parte ya transformada por el yo, se llama Budhi o Espíritu vital. Por último el hombre transformará, por el trabajo de su yo, al cuerpo físico; y la parte así transformada, se llama Atman u Hombre-Espíritu.

Si paseamos la mirada hacia lejanos tiempos por venir, se nos presentan otras formas planetarias, otras incorporaciones de la Tierra; y al haber pasado por los estados planetarios que en el ocultismo llamamos Júpiter, Venus y Vulcano, el hombre habrá llegado a un grado evolutivo mucho más elevado; habrá transformado en Manas o Yo espiritual, a todo su cuerpo astral; en Budhi o Espíritu vital, a todo su cuerpo etéreo; y en Atman u Hombre- Espíritu, a todo su cuerpo físico.

Comparemos una vez: el hombre como se nos presentará al final de la evolución de nuestra Tierra con el hombre en su origen. En el principio sólo existió el cuerpo físico del hombre, compenetrado de cuerpo etéreo, cuerpo astral y yo, pero estos últimos pertenecieron a entidades divinas, que lo habitaban. Al final de toda la evolución de la Tierra, el hombre estará compenetrado de su yo; y el yo mismo vivirá en el cuerpo astral como Manas o Yo espiritual; como Budhi o Espíritu vital, compenetrará enteramente al cuerpo etéreo; y el cuerpo físico estará totalmente compenetrado de Atman u Hombre-Espíritu; todos ellos creados por el yo. ¡Una gigantesca diferencia entre el principio y el final de la evolución del hombre! Pero si contemplamos bien esta diferencia, se esclarece lo que deliberadamente he llamado una contradicción: el estado de sueño; todo lo comprenderemos, precisamente, por la forma en que lo explica el esoterismo cristiano. Hemos de ver claramente qué es lo que como cuerpo físico se nos presentará cuando la Tierra haya llegado al fin de su evolución. No es de modo alguno el cuerpo físico actual, sino lo que por el trabajo del yo, llegará a ser: resultará totalmente espiritualizado, como así también los cuerpos etéreo y astral. Empero, también antes de su espiritualización por el yo, el cuerpo físico ya estuvo espiritualizado. Incluso la roca, como queda dicho, se halla ahora compenetrada espiritualmente de cuerpo etéreo, cuerpo astral y el yo, principios que, viviendo en mundos superiores espirituales, pertenecen a la roca. De modo que el cristianismo esotérico dice con razón: ciertamente, lo que hoy tenemos ante nosotros como cuerpo físico humano, es algo que el hombre no es capaz de dominar; puesto que aún no ha llegado al fin de su evolución, cuando el trabajo del yo llegue a transformar hasta el cuerpo físico. Tampoco es capaz de dominar lo que el hombre tiene en el cuerpo etéreo; sólo llegará a dominarlo cuando la Tierra se encuentre en su estado planetario de Venus. Dominará estos dos principios, cuando haya desarrollado Budhi y Atman. Pero semejantes cuerpos físico y etéreo deberán dominarse de una manera espiritual; y lo que a su tiempo el hombre mismo podrá dar a los cuerpos físico y etéreo, ya tiene que estar en ellos; ya ahora tienen que hallarse en los cuerpos etéreo y físico, las partes espirituales que a su tiempo el yo les podrá dar. En el comienzo, cuando el hombre se hallaba en Saturno, los principios espirituales ya estuvieron en el cuerpo físico, como asimismo cuando el hombre se hallaba en el Sol; y permanecieron en él. El esoterismo cristiano dice, con razón: actualmente ya se halla en el cuerpo físico humano lo que en él estará cuando el hombre haya llegado a la cumbre de su evolución; pero lo tiene como Atman divino, entidad divino-espiritual. Y en el cuerpo etéreo ya se halla Budhi, pero como Espíritu vital divino. Hemos dicho que el cuerpo astral se divide en dos partes; una a la que el hombre ya domina, y la otra a la que aún no domina. En esta última parte también se halla Yo espiritual, pero como entidad divina. Únicamente en la parte del cuerpo astral en que el yo ha trabajado desde la primera encarnación, poseemos el Yo espiritual humano. Así se nos presenta el hombre.

Para caracterizar al hombre en su estado de vigilia, hemos de decir: el cuerpo físico como lo tenemos a la vista, no es sino su aspecto exterior; por dentro es lo que llamamos ser átmico, entidad superior divinoespiritual. Lo mismo ocurre con el cuerpo etéreo: exteriormente él es el principio que mantiene la integridad del cuerpo físico; por dentro es Espíritu vital divino; e incluso al cuerpo astral le compenetra el Yo espiritual divino. Únicamente la parte transformada es algo que el yo se ha conquistado dentro de todo este conjunto.

Consideremos ahora al hombre que está durmiendo: ya no existe aquella contradicción. El hombre, como cuerpo astral y yo, hállase afuera. Todas las noches, el hombre tranquilamente deja su cuerpo físico y su cuerpo etéreo. Si abandonara al cuerpo físico sin que seres divino-espirituales velasen por su integridad, volvería a encontrarlo destruido, a la mañana siguiente. Lo físico divino-espiritual y lo etéreo divinoespiritual permanecen en los cuerpos físico y etéreo cuando éstos están en el lecho, hallándose afuera el cuerpo astral y el yo. Aquéllos están compenetrados de esencialidad átmico-divina y búdhico-divina.

Echemos ahora una mirada retrospectiva sobre el comienzo de la evolución terrestre, al período en que del ser humano el yo aún no había transformado nada. Cuando el hombre estuvo por entrar en su primera encarnación, el yo aún no se había unido con los tres principios, cuerpos físico, etéreo y astral. Del estado lunar, estos tres principios vinieron a la Tierra; y en ésta el yo se unió con aquéllos. Sin embargo, en ellos se hallaba el Yo divino; sólo gracias a éste pudieron existir: el cuerpo astral estaba compenetrado de un Yo espiritual divino; el cuerpo etéreo de un Espíritu vital divino; el cuerpo físico de fuerza átmico-divina u Hombre-Espíritu.

Volvamos la mirada aun más atrás: a los estados evolutivos Luna, Sol y Saturno. En este último, el Espíritu vital divino que ahora, durante la noche, habita en el hombre que se halla en el lecho, dio forma al cuerpo físico humano en su calidad mineral; durante el estado solar lo formó en su calidad vegetal; durante el estado lunar pudo formarlo en cuanto a su capacidad para sentir placer y dolor, pero sin poder decir yo, a sí mismo. Después de estos grados evolutivos inferiores, pasemos ahora a la evolución terrestre en sentido propio.

Durante ella, el cuerpo físico humano, a través de su ulterior transformación, deberá perfeccionarse aún más de lo que fue anteriormente. ¿Qué es lo que antes aún no había alcanzado y que el espíritu divino había retenido en su esfera? ¿Qué es lo que éste aún no le había confiado al cuerpo humano? Es la facultad de hacer resonar desde su interior su ser anímico. En la Luna el cuerpo humano, en su nivel evolutivo del animal, era mudo; la capacidad para hacer resonar hacia afuera lo interior, aún se hallaba con Dios; no se lo había confiado a su propio ser. Si bien hay animales capaces de producir sonidos, se trata de algo distinto; ellos se encuentran en estados totalmente distintos: producen sonidos, por cierto, pero en virtud de la divinidad en ellos. Expresar con palabras su ser anímico interior, esto es algo que sólo sobre la Tierra le fue conferido al hombre; antes los hombres eran mudos.

Considerando todo lo que acabo de exponer, podemos decir que toda la evolución fue dirigida y encauzada de tal manera que la palabra, la facultad de hablar, originariamente era con Dios, y que Dios primero creó las condiciones previas para que el aparato físico obtuviese la capacidad para hacer resonar desde el interior esta palabra. Como la flor en la semilla así también existió en Saturno, como germen, el hombre que resuena y que habla, el hombre dotado de la palabra y del Logos. Pero el resonar se hallaba oculto en el germen; sólo del germen se desarrolló, al igual que la planta se halla oculta en la semilla, y de ella se desarrolla. Volviendo la mirada sobre el cuerpo físico humano durante el estado planetario de Saturno, preguntémonos: ¿Cuál es el origen primitivo de este cuerpo físico humano, y qué fue lo imprescindible sin lo cual no hubiera podido pasar por toda la evolución?

Proviene del Logos o del Verbo, pues ya en Saturno este cuerpo físico humano fue dirigido de manera tal que más tarde se convirtiera en un ser dotado del hablar, en un testigo del Logos. El que el cuerpo humano tenga ahora esta forma, se debe a que el “Verbo” fue la base de toda la Creación. Desde un principio todo el cuerpo humano tuvo la predisposición para que finalmente pudiese brotar de él la palabra. Por esta razón, el cristiano esotérico se dice a sí mismo: en el Verbo o en el Logos hemos de reconocer al arquetipo del cuerpo físico humano; desde el principio, en este cuerpo físico obró el Logos o el Verbo; y éste todavía sigue obrando en aquél. Cuando el cuerpo físico, abandonado por el yo, hállase en el lecho, el Logos divino obra en los principios abandonados por el hombre.

Consideremos ahora la ulterior evolución. A Saturno siguió el estado planetario Sol, en que al cuerpo físico se sumó el cuerpo vital humano. Mientras que en Saturno el cuerpo físico fue una especie de máquina, de autómata, pero compenetrado y mantenido por el Logos, en el estado solar se sumó el cuerpo vital, y en él obró el Espíritu vital divino. En Saturno, el cuerpo humano es expresión del Logos; Saturno pasa, y en el Sol, al incorporarse nuevamente el cuerpo humano, se le suma el cuerpo vital, compenetrado por el Espíritu vital. En el Sol, el Logos llega a ser vida, al elevar al hombre a un nivel superior. En la Luna se añadió al hombre el cuerpo astral; éste, incluso actualmente, aparece a la conciencia clarividente como una aura que envuelve al hombre. Es un cuerpo luminoso, si bien invisible para la conciencia actual; pero es, para la visión clarividente, luz espiritual. Y la luz física no es sino luz espiritual transformada. También la luz solar física es la incorporación de la luz cósmica, espiritual-divina. En nuestro mundo actual existe la luz que para el hombre irradia desde el Sol. Pero hay otra luz que irradia desde la luz interior del hombre: en el estado lunar, el cuerpo astral del hombre todavía resplandecía para los seres en torno de él. De modo que en la Luna se sumé el cuerpo astral luminoso a los cuerpos físico y etéreo humanos.

Consideremos ahora todo el decurso de la evolución. En el Saturno tenemos el cuerpo físico como expresión del Logos; en el Sol se le suma el cuerpo etéreo como expresión del Espíritu vital: el Logos llega a ser vida. En la Luna se añade el cuerpo luminoso: la vida llega a ser luz. Así se nos presenta la evolución del cuerpo humano.

El hombre, cuando descendió a la Tierra, fue un ser creado por las entidades divino-espirituales, y existió porque en sus cuerpos físico, etéreo y astral vivió el Logos que fue vida y que llegó a ser luz. Y sobre la Tierra para el hombre y en el hombre, se añadió el yo. Pero éste capacité al hombre, no solamente para vivir en la luz, en la vida, sino para contemplarlo todo desde afuera, situarse frente al Logos, a la vida, a la luz. A consecuencia de ello, todo se convirtió en lo material, se hizo existencia material.

Habiendo llegado hasta aquí con nuestro pensamiento, hemos fijado, con cierta exactitud, el punto en que en la próxima conferencia comenzaremos para hacer ver cómo del hombre emanado de la divinidad, se ha desarrollado el hombre actual dotado del yo, pues antes de este último había existido su predecesor divino.

Lo que el hombre ha conquistado con el trabajo de su yo, lo arranca todas las noches de los cuerpos físico y etéreo; pero lo que en él siempre estuvo, permanece en él y sigue manteniendo esos dos cuerpos, cuando el hombre infielmente los abandona y se desentiende de ellos. Allí está aquella primitiva entidad espiritual-divina.

Todo lo que con los términos del esoterismo cristiano hemos tratado de exponer como profundo misterio de la existencia, sabiduría bien conocida para los “ministros del Logos de los primeros tiempos”, el Evangelio de Juan lo expresa con precisión y con palabras lapidarias. En su versión correcta, esas primeras palabras traducen los hechos que acabo de exponer. Contemplémoslo todo de nuevo para comprender correctamente su valor.

En el principio era el Logos, como imagen primordial del cuerpo físico humano, y como origen esencial de todas las cosas. Todos los animales, vegetales, minerales se crearon más tarde; en Saturno, de todo ello, realmente no existió nada sino el hombre. En el Sol se agregó el reino animal; en la Luna, el reino vegetal; y en la Tierra, el reino minera1. En el Sol, el Logos devino vida; en la Luna devino luz; y ésta apareció ante el hombre dotado del yo. Pero el hombre debió aprender a conocer lo que el Logos había sido y la forma en que finalmente se manifestó. En el principio era el Logos; después devino vida; más tarde, luz, y la luz vive en el cuerpo astral. La luz resplandeció en el interior humano, en las tinieblas que carecían del conocimiento. La existencia terrenal ha de conducir al hombre a sobreponerse a las tinieblas en su interior, para llegar a conocer la luz del Logos.

Palabras lapidarias o, quizá, difíciles de comprender, son las primeras palabras del Evangelio de Juan. Pero no hay que esperar que lo más profundo del mundo se expresara con palabras triviales. ¿No resulta extraño, un desdén de lo sagrado, decir que para comprender un reloj hace falta penetrar profundamente en la esencia de la cosa; pero que para la comprensión de lo divino en el mundo basta emplear la más simple inteligencia humana? Es muy triste que en nuestros tiempos, con respecto a lo profundo de los documentos religiosos, se diga: ¿para qué estas explicaciones tan complicadas, si todo puede considerarse de un modo simple y sencillo? Pero nadie penetrará en el verdadero sentido de las palabras con que comienza el más profundo de los Evangelios, sino quien tenga la intención y la buena voluntad de contemplar los grandes hechos de la evolución del mundo.

Y ahora vamos a traducir las primeras palabras del Evangelio de Juan que son, a la vez, una expresión de la ciencia espiritual.

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (o divino). Este era en el principio con Dios. Todo tiene su origen en él; y sin este Verbo nada de lo creado se creó.

En él estaba la vida, y la vida devino la luz de los hombres. Y la luz resplandeció en las tinieblas; mas las tinieblas no la comprendieron.

El Evangelio explica, después, cómo las tinieblas, paso a paso, llegarán a la comprensión.