sábado, 16 de mayo de 2015

LA REENCARNACIÓN

LA REENCARNACIÓN
René Guénon

Cap. VI de la 2ª parte de "L'Erreur Spirite".
No intentaremos acometer aquí un estudio absolutamente completo del
tema de la reencarnación, ya que se precisaría todo un volumen para
examinarlo en todos sus aspectos. Quizá lo retomemos algún día; el asunto
es interesante, y no en sí mismo, pues se trata de un absurdo puro y simple,
sino en razón de la extraña difusión de esta idea, que en nuestra época es
una de las que más contribuyen a la confusión de gran número de personas.
Sin embargo, no podemos eximirnos de tratarlo, y al menos diremos lo que
nos parece más esencial; nuestra argumentación no sólo irá dirigida contra
el espiritismo kardecista, sino también contra todas las restantes escuelas
"neo-espiritualistas" que, tras él, han adoptado la idea, apenas
modificándola en detalles más o menos importantes. Por el contrario, esta
refutación no se dirige, como la anterior (1), al espiritismo considerado en
general, pues la reencarnación no es un elemento absolutamente esencial, y
se puede ser espiritista sin admitirla, mientras que ello no es posible sin
admitir la manifestación de los muertos mediante fenómenos sensibles. De
hecho, se sabe que los espiritistas americanos e ingleses, es decir, los
representantes de la más antigua forma del espiritismo, fueron en un
principio unánimes en oponerse a la teoría reencarnacionista, criticada
violentamente, en particular, por Douglas Home (2); ha sido necesario,
para que algunos de ellos se decidieran más tarde ha aceptarla, que esta
teoría haya penetrado en los medios anglosajones a través de vías extrañas
al espiritismo. En la misma Francia, algunos de los primeros espiritistas,
como Piérart y Anatole Barthe, se separaron de Allan Kardec en este punto;
pero, en la actualidad, se puede decir que el espiritismo francés al completo
ha hecho de la reencarnación un verdadero "dogma"; el propio Allan
Kardec, por lo demás, no dudó en recurrir a este término (3). Recordemos
que esta teoría fue adoptada del espiritismo francés en primer lugar por el
teosofismo, y luego por el ocultismo papusiano y otras diversas escuelas,
que igualmente han hecho de ella uno de sus artículos de fe; por mucho que
estas escuelas hayan reprochado a los espiritistas el concebir a la
reencarnación de un modo poco "filosófico", las modificaciones y las
diversas complicaciones que éstas han aportado no podrían disimular ese
préstamo inicial.
Ya hemos indicado algunas de las divergencias que existen, a propósito de
la reencarnación, sea entre los espiritistas, sea entre éstos y las demás
escuelas; en ello como en todo lo demás, las enseñanzas de los "espíritus"
son regularmente fluctuantes y contradictorias, y las pretendidas
constataciones de los "clarividen-tes" no lo son menos. Así, hemos visto
que, para unos, un ser humano se reencarna constantemente en el mismo
sexo; para otros, se reencarna indiferente-mente en uno u otro, sin que a
este respecto pueda fijarse ninguna ley; incluso hay para quienes existe una
alternancia más o menos regular entre las encarnacio-nes masculinas y
femeninas. Del mismo modo, unos dicen que el hombre se reencarna
siempre sobre la tierra; otros pretenden que también puede reencarnarse
en algún planeta del sistema solar, o incluso sobre un astro cualquiera;
algunos admiten que existen generalmente numerosas encarnaciones
terrestres consecutivas antes de pasar a otra morada, y ésta es la opinión
del propio Allan Kardec; para los teosofistas, no hay sino encarnaciones
René Guenon. La reencarnación

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