miércoles, 21 de enero de 2015

LOS VIGILANTES DE LA HUMANIDAD
CIVILIZACIONES DESAPARECIDAS

En tablillas sumerias se relata la llegada al Golfo Pérsico, hace unos 400.000 años, de unos seres de otro mundo conocidos como Anunnaki, que posteriormente los textos bíblicos denominarán de diferentes maneras. Según la historia revelada por dichas tablillas, estos extraterrestres crearon a la raza humana para esclavizarla, pero los encargados de su control –un equipo de alienígenas llamados los Vigilantes– se sublevaron contra sus superiores y acabaron mezclándose entre los terrestres y transmitiéndoles conocimientos prohibidos… En el presente reportaje mostramos las evidencias que apuntan a la hipótesis ET para explicar el origen de nuestra especie.


Tras un riguroso estudio de las inscripciones cuneiformes asirio-babilónicas, en 1876 George Smith publicó El Génesis Caldeo, una obra en la que el asiriólogo inglés sacaba a la luz una incómoda verdad: los textos hebreos que conforman la Sagrada Biblia, y en especial los que hacen referencia al Génesis, son una copia casi idéntica de la epopeya de la creación babilónica Enuma Elish, así como de muchos otros «mitos» presentes en tablillas de arcilla sumerias de más de 6.000 años de antigüedad…

Eso significaba que existía un texto escrito en dialecto babilónico como mínimo 1.000 años anterior a los escritos bíblicos. Pero había más: la versión sumeria sobre los orígenes de la humanidad se diferencia de éstos en su literalidad y concreción, llegando incluso a mostrar la identidad real de algunos personajes bíblicos de la importancia del propio Yahvé, el Dios judeo-cristiano. Su equivalente sumerio era Enlil, Dios del Viento y las Tormentas y máximo mandatario de una raza conocida como los Anunnaki (Aquellos que del cielo a la tierra descendieron), que habrían llegado a nuestro planeta hace más de 400.000 años para establecerse cerca de las aguas del Golfo Pérsico, civilizando con el tiempo toda la Mesopotamia meridional con sus imponentes ciudades y templos.

Las tablillas nos revelan que había un total de 23 deidades veneradas en el panteón sumerio, entre las cuales destacaba el dios Enki, Señor de la Tierra, a quien se adjudicaba la creación del ser humano mediante una hibridación genética con los homínidos. Enki y Enlil eran hermanos en constante rivalidad. Mientras el primero era conocido como «el más sabio de los dioses» y un experto científico y genetista, Enlil era una especie de canciller militar sediento de poder y conquista, cuya principal característica era su odio hacia los seres humanos. Estas deidades se regían por una curiosa escala jerárquica: Anu, dios del Cielo, gobernaba las esferas celestes, Enlil lideraba los dominios de la Tierra Media, Enki era el Señor del Abzu (el Abismo de las Aguas) y Nergal comandaba el Inframundo. Pero los encargados de realizar los trabajos más duros eran los llamados Igigi, cuya traducción sería «Los Observadores» o «Aquellos con Grandes Ojos». En las figuras que los representan, observamos el detalle de unas pronunciadas cuencas oculares que vienen a designar su función de vigilantes, quizás porque estaban enfundados en opulentos visores.

En el Génesis bíblico estos Igigi guardan la misma etimología al ser mencionados como «los Vigilantes» o «los Custodios del Señor»… (Continúa en AÑO/CERO 291).

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