Por: Victor Salazar soto
El altísimo se había compadecido. El cosmos se predispuso, una gran luz, para un nuevo amanecer en los tres planos de existencia espiritual, mental y física para que una gran luz alumbre un camino de un nuevo amanecer. Un ser que había superado la etapa búdica, el nirvana, el eterno gozo, esta alma uniría el cielo y la tierra, para que el plan divino se realice tal como el profundo amor La conciencia Cosmica lo había predispuesto, un ser del mundo mental se uniría a un gran hombre terrestre que con su supremo esfuerzo había alcanzado su realización como ser humano.
Era un espíritu viejo que durante muchas encarnaciones gano el título de ser un ser humano realizado, el ya no tenía que estar en este mundo para su trascendental vida en el camino de una evolución.
El volvió a nacer como un Budhi Sadva. Aquel que espera hasta el último ser humano que cruce el puente y deje sus apegos terrenales, su Karma, él es el hombre puente, el camino, el logo, el círculo, la rosa, el número siete.
Los grandes maestros de la hermandad blanca, habían visualizado el nacimiento de un gran ser, las señales manifestaban este hecho maravilloso hacia los cuatro ángulos de la madre tierra, él tendría que nacer en un lugar donde el mensaje seria difundido y expandido al mundo entero.
Era el tiempo que esta mente maravillosa debía reencarnase, ya no como un gran guerrero o un gran Rey. El nuevo Avatar tendría las condiciones de representar la esencia de lo más divino, el amor universal nacería en lo más humilde de una familia, José era ya un hombre anciano y había enviudado y tenía una gran familia de cinco hijos.
La estrella brillaba con gran intensidad, el anciano de los días desde su recinto en el desierto de Gopi, la legendaria Shamballa.
En sus meditaciones visualizaba este gran espíritu que volvía a nacer, una energía se expandía desde este recinto sagrado, los grandes Kumaras irradiaban sus bendiciones al mundo.
En la india los grandes Bramanes en sus templos observaban este hecho maravilloso, los sabios Richis se llenaban de gozo al saber que el amor universal estaba próximo a nacer.
El anciano Richis pronunciaba en silencio un poderoso mantra Hari Om.
El estaba de regreso mi señor Visnu, mi amado siempre joven Krishana, mi pastorcillo.
En el techo del mundo sonaban las grandes trompetas tibetanas expulsando y desechando aquellos espíritus impuros, abrir el camino que la nueva luz está por nacer, el mundo no volverá a estar a ciegas el uniría el cielo y la tierra, que simboliza el número 33.
En América de Norte, los Maestros del Monte Shakta entre sus meditaciones y viaje mental y astral, viajaron a todos los rincones de América.
La ruta del Sol también conocida como la ruta de Wiracocha, desde la tierra del fuego (Chile) hasta el monte Shakta, ya los maestro de la hermandad de los siete rayos estaban listos para la llegada de este gran espíritu.
Los potutos (caracola que produce sonido) sonaban al llamado, cada recinto de la fraternidad blanca mandaban a sus emisarios de la nueva luz que está por nacer.
Tres grandes maestros, al cual la historia sagrada los conoce y menciona, salieron al primer encuentro, fue un largo viaje que duro dos años. Los hermanos mayores acompañaron a estos enviados de la hermandad blanca en todo el camino, en aquellos primeros tiempos no era de extrañar que en el cielo sus grandes naves luminosas se dejen ver y fue una de ellas que los guio a estos Maestros, que son recordados por la historia como los tres Reyes Magos, tres maestros que trajeron consigo los elementos necesarios que ayudarían a este gran espíritu a recordar.
Cerca de Qumran se habían reunido los Maestros de la fraternidad de los Esenios, su asamblea era de estricto secreto, ellos serían los maestros que estarían cerca de este gran espíritu, en su nacimiento y en el transcurso de su vida, algunos de sus discípulos de amor universal fueron de esta fraternidad los Esenios.
Ellos estarían secretamente a cargo del cuidado y educación.
La misma nave en forma de cilindro fue la que acompaño a Moisés en el trayecto del desierto, de llevar aquella raza a la tierra prometida.
Pero este pueblo aun no había aprendido, estando aun contaminado en su creencia religiosa así que, toda esta generación que salió de Egipto tuvo que ser depurada por 40 años en el desierto.
Esta historia continuera
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