viernes, 2 de septiembre de 2011

¿Qué relación tiene la Hermandad de la Serpiente con la Humanidad?

por oldcivilizations
La idea que los seres humanos podemos ser una raza de esclavos pertenecientes a una sociedad extraterrestre no es nueva. Y esta es también la teoría del escritor William Bramley, que describió muy claramente en su obra “Los Dioses del Edén” y en la que me he basado para escribir este artículo. Esta idea ya fue expresada miles de años atrás en los registros de las civilizaciones más antiguas de la humanidad. La primera de esas civilizaciones fue la de Sumer, una sociedad notablemente avanzada que surgió en el valle del Tigris-Eufrates entre los años 5000 y 4000 a.C. y floreció como una civilización mayor en los 3500 a.C. Esto lo explicó con notable detalle Zecharia Sitchin en varios de sus libros.

Al igual que otras sociedades antiguas que surgieron en la región de  Mesopotamia, Sumer dejó registros donde se estableció que criaturas de  apariencia humana de origen extraterrestre gobernaban a la antigua sociedad humana como los primeros monarcas de la Tierra. A aquellos pueblos no terrestres comúnmente se les consideraba como “dioses”. Algunos “dioses” sumerios se decía que viajaban por el cielo y por los espacios en vehículos volantes. Antiguas esculturas presentan a varios “dioses” llevando aparatos parecidos a los anteojos de los pilotos modernos. Los sacerdotes actuaban como intermediarios entre los “dioses” y la población humana. No todos los dioses mesopotámicos eran extraterrestres de apariencia humana. Algunos eran aparentemente androides y se le atribuían atributos ficticios  como los que se les atribuían comúnmente a los dioses extraterrestres de apariencia humana. No obstante, descubrimos dentro del panteón mesopotámico una clase diferente de seres que claramente encaja dentro del molde de los “antiguos astronautas”. Los testimonios históricos y los de los tiempos modernos indican que esos “dioses” son tan humanos en su comportamiento como nosotros. Sin embargo, tenemos dificultades para llamarles “dioses” provenientes de algún planeta, aunque hay muchas especulaciones sobre su lugar de origen. Además, es posible que la presunta propiedad de la Tierra haya cambiado de manos durante los últimos milenios.
En el folklore judío, Rahab es el nombre de un demonio marino, un dragón del agua, el gobernante del mar. Rahab es mencionado en el Talmud y en el Antiguo Testamento, se le ha dado la etimología de escándalo, tumulto y arrogancia. Su nombre original era el abismo primordial, el dragón marino de la oscuridad y el caos, era comparable al Leviatán y a Tiamat. Más tarde Rahab llegó a ser un demonio especial, habitante del mar, especialmente asociado al Mar Rojo, en este caso algunas veces asociados con el Leviatán. Rahab es o era el ángel de la insolencia y el orgullo, es responsable de agitar las aguas y producir las olas, el también es responsable de la tempestades del mar, de acuerdo con algunas fuentes el era el ángel guardián de Egipto, una posición a menudo designada a otros ángeles tales como Belial, Mastema, Samael y Uzza. Rahab representa el caos en textos antiguos tales como la Biblia. Y creemos que en realidad representa al “dios” sumerio Ea.

Rahab es también una organización emparentada con la Hermandad de la serpiente, organización fundada por el príncipe Annunaki Ea (ENKI) según la leyenda. La Hermandad de la serpiente se rige por un linaje sanguíneo, traspasándose la sabiduría de padres a hijos. Los hijos humanos de este dios sumerio fueron los primeros iniciados hace más de 6 mil años, que es cuando parece se funda la hermandad. Este linaje, originario de la Atlántida, parte de Mesopotamia y se dirigen a Europa, donde siguen la tradición en un entorno totalmente secreto. Participan del control del mundo a través de sus conexiones con otras logias. Aseguran ser poseedores de una sabiduría superior enseñada por el mismo Enki, el portador de luz de conocimiento. Se afirma que guardan antiguos documentos ancestrales y los iniciados superiores tienen comunicación con seres extraterrestres, Los antiguos Elohim, los dioses de la antigüedad.
William Bramley inventó  un nuevo término basado en la aparente relación de los “dioses” con la raza humana: “los Custodios”. Con este nombre identificaba a una sucesión de sociedades extraterrestres que parece han tenido la propiedad y custodia de la Tierra desde la prehistoria. Pero yo prefiero utilizar el nombre de Annunakis, que fue empleado por Zecharia Sitchin. ¿Qué tipo de seres son esos Annunakis? Los registros históricos y los testimonios modernos los describen como físicamente muy  parecidos a los humanos, racialmente diversos y bastante similares a los seres humanos en su comportamiento. Los antiguos escritos y los modernos testimonios indican que las personalidades de los Annunakis se desenvuelven en una gama completa desde santos hasta pecadores; desde el más degradado de los déspotas hasta el más bondadoso de los humanitarios. Desgraciadamente, todo parece indicar que es el elemento más despótico de su sociedad el que influye  más en los asuntas de la Tierra.

Las antiguas civilizaciones mesopotámicas registraron gran parte de su historia en tablillas de arcilla. Sólo se ha conservado una parte de aquellas tablillas, en que se explica una importante historia acerca de los “dioses” Annunakis y sus relaciones con el Homo sapiens. De acuerdo a esta historia, hubo un tiempo en que los seres humanos no existían en nuestro planeta. Pero la Tierra ya estaba habitada por miembros de la civilización Annunaki. No obstante, la vida de los Annunakis en la Tierra no era placentera, ya que sus esfuerzos por explotar los recursos naturales y los minerales de la Tierra, resultaban agotadores. Como nos dice una tablilla: “Cuando los dioses parecidos a los hombres soportaban el trabajo y sufrían el duro esfuerzo, el afán de los dioses fue grande. El trabajo era pesado, el cansancio era mucho…”. Las tablillas describe el pesado e interminable trabajo de los obreros Annunakis en las operaciones mineras de la Tierra, ordenadas por sus líderes.  Los trabajadores estaban permanentemente quejándose y amenazando con la rebelión contra sus líderes. Era necesaria una solución y se encontró una: crear un nuevo ser que fuera capaz de realizar las mismas labores que hacían los Annunakis en la Tierra. Con este propósito en mente los “dioses” Annunaki crearon el Homo sapiens.
Las tablillas mesopotámicas hablan de una historia de la creación en  la cual unos “dioses” “matan” a otro “dios” y mezclan su cuerpo y su sangre con arcilla. Véase la similitud simbólica con el acto de la Eucaristía en la iglesia católica. De esta mezcolanza produjeron un ser humano. La nueva criatura de la Tierra resultó muy similar en apariencia a sus creadores Annunakis. En su libro “El doceavo planeta”, Zecharia Sitchin analiza minuciosamente la historia sumeria de la creación y concluye que el relato del cuerpo de un “dios” mezclado con arcilla puede tener relación con la ingeniería genética. Zecharia Sitchin apoya su sorprendente conclusión señalando que las tablillas sumerias explican que los primeros humanos fueron creados en el vientre de “diosas” Annunakis. De acuerdo a las tablillas, había Annunakis machos y hembras, que se reproducían mediante relaciones sexuales. De hecho, los antiguos mesopotámicos dicen que ellos proveían de la relación de “dioses” Annunakis con mujeres humanas. Sitchin cree que la arcilla en realidad era una sustancia especial que pudo ser insertada dentro de la matriz de una ·”diosa” Annunaki. Esta sustancia proporcionaba el código  genético de la nueva criatura: el Homo sapiens (“hombre que piensa”). Los humanos aparentemente podían ser engendrados de esta manera porque eran físicamente muy parecidos a los Annunakis. Lo curioso es que los científicos modernos han conseguido la reproducción de una manera similar.

Las antiguas tablillas mesopotámicas señalan a un “dios” en particular como el promotor y ejecutor de la creación del homo sapiens. El nombre de ese “dios” era Ea, que era hijo de un rey Annunnaki que se decía gobernaba otro planeta dentro del vasto imperio Annunaki. El príncipe Ea era conocido por el título de “EN-KI”, que significaba “señor [o príncipe] de la Tierra”. Los textos de los antiguos sumerios revelan que el título de Ea no era totalmente preciso porque se decía que Ea había perdido su dominio sobra la mayor parte de la Tierra con su medio hermano Enlil, durante una de las innumerables rivalidades e intrigas de los gobernantes Annunakis. Además de la creación del Homo sapiens, el príncipe Ea aparece en las tablillas mesopotámicas por muchas otras realizaciones. Aparentemente Ea era un científico de considerable talento. Se dice que él drenó los pantanos del Golfo Pérsico y los reemplazó por tierras fértiles. Él supervisó la construcción de represas y diques. A él le gustaba navegar y construyó barcos con los que navegar los mares. Cuando llegó el tiempo de crear el homo sapiens, demostró una buena comprensión de la ingeniería genética. Pero de acuerdo a las tablillas, no sin antes someterlo a un proceso de prueba y error. También es significativa la descripción de Ea como de buen corazón con respecto a su creación: el Homo sapiens.
Los textos mesopotámicos retratan a Ea como un abogado que habla ante los consejos Annunakis a favor  de la nueva raza de la Tierra. Ea se oponía a muchas de las crueldades que muchos gobernantes Annunakis, incluyendo a su medio-hermano Enlil, cometían con los seres humanos. Por las tablillas sumerias, se sabe que al parecer Ea no quería que el homo sapiens se le tratara severamente, pero sus deseos a este respecto fueron invalidados por otros líderes Annunakis. Como acabamos de ver, nuestros antiguos y altamente civilizados ancestros relataron  una muy diferente historia del surgimiento de la humanidad sobre la Tierra a la que nosotros conocemos hoy en día. Claramente a los mesopotámicos no se les enseñaban las teorías Darwinianas de la evolución. No obstante, hay alguna evidencia antropológica sorprendente de la prehistoria para apoyar la versión de los sumerios. De acuerdo a los análisis en los días modernos de los registros fósiles, el Homo sapiens emergió como una especie animal diferente en alguna parte entre 700.000 y  300.000 años AC.

Pasando el tiempo emergieron un número de subespecies del homo sapiens, entre las cuales se incluye  la especie a la pertenecemos todos los seres humanos actuales: Homo sapiens sapiens. El Homo sapiens sapiens apareció hace apenas 30.000 años —algunos dicen que sólo 10.000 a 20.000 años atrás. Esto plantea una importante pregunta: ¿se referían los sumerios al Homo sapiens o al Homo sapiens sapiens en su historia de la creación?  Hay  argumentos de que ellos se estaban refiriendo al Homo sapiens original. Pero muy probablemente se estaban refiriendo al moderno Homo sapiens sapiens, ya que el Homo sapiens sapiens es una subespecie del Homo sapiens, la única que aún sobrevive de todo el género Homo y de los homínidos. Por lo tanto, sus parientes vivos más cercanos son los grandes simios (a los que pertenece), como el gorila, el chimpancé o el orangután.
La más antigua historia de la creación fue escrita alrededor de los años 4.000 – 5.000 a.C. Es más probable que un registro verdadero de la creación de la humanidad tenga entre 5.000 y 25.000 años, a que haya sobrevivido 295.000 años o más. Si los sumerios estaban describiendo la historia del Homo sapiens sapiens, los acontecimientos posteriores descritos en las tablillas mesopotámicas caen dentro de una estructura de tiempo más plausible. Los mismos mesopotámicos eran miembros de la subespecie homo sapiens sapiens. Ellos estaban principalmente interesados en saber cómo ellos mismos habían llegado a la existencia. En sus variados trabajos, los sumerios describen a un animal peludo parecido al hombre, el cual parece ser una de las más primitivas subespecies del homo sapiens. Los sumerios veían claramente a aquellos hombres primitivos como una raza de criaturas totalmente diferentes.
Si las historias de la creación mesopotámica se basan en acontecimientos reales y si esas historias se refieren a la creación del Homo sapiens sapiens, podemos suponer que el Homo sapiens sapiens apareció repentinamente en la historia. Extraordinariamente, esto fue lo que sucedió precisamente. El registro antropológico revela que el Homo sapiens sapiens apareció repentinamente en la Tierra, no gradualmente. F. Clark Howell y T. D. White, de la Universidad de Berkeley, en California han dicho lo siguiente: “Esa gente [Homo sapiens sapiens] y su cultura material inicial surge con aparente brusquedad justo 30.000 años atrás, probablemente más temprano en el Este de Europa que en el Occidente”. El misterio de esta repentina aparición está relacionada con otro enigma: ¿Porqué el hombre más primitivo [homo sapiens neanderthalensis] se extinguió repentinamente y al mismo tiempo apareció este moderno Homo sapiens sapiens?  ¡La evolución no va tan rápida! Los señores Howell y White analizaron  esta cuestión y concluyeron: “… la total, casi repentina desaparición de la población neandertal se mantiene como uno de los enigmas y problemas críticos en los estudios de la evolución humana”.
La Enciclopedia Británica coincide: “Los factores responsables por la desaparición de la población neandertal son un problema importante para el cual desafortunadamente todavía no hay una clara solución”. La historia sumeria de la creación ofrece una clara solución al acertijo, pero es una solución que a mucha gente se le haría difícil de aceptar: la repentina aparición del Homo sapiens sapiens acompañada de la abrupta desaparición del homo neandertal fue causada por una intervención inteligente. Se puede conjeturar que el hombre neandertal o bien fue exterminado o bien fue sacado de la Tierra para hacer espacio a una nueva raza de esclavos; y quizá para prevenir un cruce entre las dos sub-especies. Cualquiera que pueda ser la verdad precisa, nosotros conocemos dos hechos con certeza: la antropología moderna ha descubierto un repentino reemplazo del hombre neandertal por el hombre moderno; y los registros mesopotámicos establecen que una planificación inteligente de una raza extraterrestre yace en alguna parte detrás de este acontecimiento. Los humanos al parecer somosn seres espirituales animando cuerpos físicos. El espíritu parece ser la verdadera fuente de la conciencia, de la personalidad y de la inteligencia. Sin una entidad espiritual que lo anime, un cuerpo humano puede ser poco más que un animal reactivo o un muerto. La gente de la antigua Mesopotamia comprendía completamente este hecho crítico cuando ellos mencionan a un ser espiritual en conexión con la creación del Homo sapiens sapiens: “Tú has matado a un dios junto con su personalidad (ser espiritual). Yo he eliminado su trabajo forzado. Yo he impuesto su afán sobre el hombre”.

Los gobernantes Annunakis sabían que ellos necesitaban mantener seres espirituales vinculados a los cuerpos humanos a fin de animar aquellos cuerpos y hacerlos suficientemente inteligentes para realizar sus labores: “En la arcilla dios (una entidad espiritual) y el hombre (cuerpo físico del homo sapiens sapiens) estarán atados en una unidad hecha única: así hasta el final de los días,la carne y el alma, las cuales en un dios han madurado, esa alma en un parentesco de sangre estará unida”. Las tablillas no explican que tipo de “personalidades” eran escogidas para animar los cuerpos de los esclavos. Basados en la observación de cómo se hacen las cosas en la sociedad humana, podemos suponer que la sociedad Annunaki usó grupos marginales  para obtener los seres espirituales necesarios para animar la nueva raza de esclavos de la Tierra. Los humanos eran ciertamente tratados como convictos sentenciados a trabajo forzado: “Con picos y palas ellos (los seres humanos) construían los sepulcros, ellos construían los grandes muros de canales, para alimentar a la gente para  el sustento de [los dioses]”.
Los humanos de aquella época eran tratados brutalmente como bestias de carga por sus creadores extraterrestres. Las tablillas de arcilla explican la vasta crueldad perpetrada por los Annunakis contra sus sirvientes humanos. A sangre fría se imponían con frecuencia las medidas de control: “Mil doscientos años se habían pasado cuando la Tierra extendida y los pueblos multiplicados. La Tierra estaba bramando como un toro, el dios fue molestado con su alboroto, Enlil (medio hermano y rival de Ea) oyó su ruido y se dirigió a los grandes dioses: “El ruido de la humanidad se ha hecho demasiado intenso para mí. Con su escándalo yo estoy desprovisto del sueño. Córtale los alimentos al pueblo. Mándale escasez de comida para satisfacer su hambre. Adad (otro Annunaki) le ocultará la lluvia y, desde abajo, las corrientes (para el riego regular de la tierra para su fertilidad) no subirán desde los abismos. Haz soplar el viento y secar el terreno. Haz espesas las nubes pero no liberes ni una gota de agua. Haz disminuir la producción de los campos…. No debe haber ningún regocijo entre ellos””.

Una tablilla Asiria añade: “Ordene que haya lluvia; Haga a Namtar disminuir su ruido; Haga que la enfermedad, vómito, plaga y pestilencia caiga sobre ellos como un tornado. Ellos ordenaron y hubo plagas; Namtar disminuyo su ruido; La enfermedad, el vómito, la peste y la pestilencia cayeron sobre ellos como un tornado”. Las tablillas describen las condiciones espantosas de aquella época: fue cortado el suministro de alimentos; la gente  contraía enfermedades que estrechaban los vientres de las mujeres e impedía el nacimiento de niños; y el hambre llegó a ser tan insoportable que los seres humanos se vieron forzados a recurrir al canibalismo. Las enfermedades menores, como una parecida a la gripe, hacían también su visita al Homo sapiens, lo cual sugiere que los “dioses” Annunakis llevaban a cabo verdaderas guerras biológicas, de manera similar a las siete plagas de Egipto. Cuando este genocidio no producía suficiente disminución de la población humana, los Annunakis volvían a la carga. Al final tomaron la decisión de destruir totalmente a la raza humana mediante una gran inundación.
Muchos arqueólogos hoy en día creen que hubo una terrible inundación en el cercano Oriente hace miles de años. Recientemente se hizo un sensacional hallazgo en la colina de Kuyunjik, Irak, en donde estuvo ubicada Nínive, una de las ciudades míticas de Mesopotamia. Consistía en una heroica epopeya grabada en doce tablillas de arcilla y que pertenecían a la biblioteca de rey asirio Ashurbanipal. La epopeya fue escrita en acadio; más tarde se encontró una segunda copia de la época del Rey Hammurabi. En la “Epopeya de Gilgamesh”, anterior a la Biblia, se encuentra una descripción de una gran inundación. Es un hecho que la versión original de la epopeya de Gilgamesh tiene su origen en los sumerios, ese pueblo misterioso que dejó asombrosos números de quince dígitos y una astronomía muy avanzada. También está claro que el hilo principal de la epopeya de Gilgamesh corre paralelo al libro bíblico del Génesis. La primera tablilla de arcilla de los hallazgos de Kuyunjik relata que el héroe victorioso Gilgamesh construyó una muralla alrededor de Uruk. Leemos que el “dios del cielo” vivió en una majestuosa casa que contenía graneros y que los guardias se colocaron en la muralla. Leemos que Gilgamesh era una mezcla de “dios” y hombre – dos tercios dios y un tercio hombre. Los peregrinos que llegaban a Uzuk lo miraban con temor.


De acuerdo a esta epopeya, a un sumerio de nombre Utnapishtim se le acercó el príncipe Ea, quien se oponía a la destrucción de su creación, el Homo sapiens sapiens. Ea le dijo a Utnapishtim que los otros “dioses” planeaban causar un diluvio para aniquilar a la raza humana. Ea, quien es descrito en otros registros como un maestro constructor de barcos y marino, dio instrucciones a Utnapishtim de cómo construir un barco que pudiese sobrevivir a la inundación. Utnapishtim siguió las instrucciones de Ea y con la ayuda de sus sirvientes artesanos y familiares completó el navío antes de que comenzara la inundación. Utnapishtim cargó enseguida el barco con su oro, su familia, sus sirvientes artesanos, su ganado y animales salvajes, y zarpó. Las tablillas babilónicas y asirias relatan que justo antes de la inundación, los Annunakis arrasaron la tierra con fuego. Luego inundaron la región mediante una larga tempestad con lluvias y rompieron el complejo sistema de diques y represas que habían construido en Mesopotamia  para controlar las erráticas inundaciones de los ríos Tigris y Eufrates.
La Epopeya de Gilgamesh relata que Utnapishtim y su tripulación sobrevivieron a la dura prueba. Cuando todo terminó, buscaron tierra seca soltando una serie de tres pájaros. Si uno de ellos no regresaba al barco, Utnapishtim sabría que había encontrado tierra seca cerca en la cual posarse. Utnapishtim, una vez en tierra firme,  fue abordado de nuevo por varios Annunakis que regresaban del cielo. Pero, en vez de destruir a los sobrevivientes, los Annunakis transportaron a los humanos sobrevivientes a otra región para que vivieran. El relato de Utnapishtim coincide con la historia bíblica de Noé y el arca. Esto es porque la historia  de Noé, como muchas otras historias del Antiguo Testamento, estaba basada en  las más antiguas escrituras mesopotámicas. Los autores bíblicos simplemente alteraron los nombres y cambiaron los muchos “dioses” de los escritos originales, por un solo “Dios” o “Señor” de la religión judía.

Las antiguas escrituras mesopotámicas nos dan otra versión  (distinta de la del Antiguo Testamento) de la famosa historia de Adán y Eva.  En efecto, la narración de Adán y Eva se deriva de las fuentes mesopotámicas más antiguas que describen su vida bajo los “dioses” Annunakis. El “Dios” o ”Señor” de la historia de Adán y Eva en la Biblia puede ser traducido como un equivalente a los gobernantes Annunakis en la Tierra. La historia de Adán y Eva es única en cuanto a que es totalmente simbólica. Y a través de sus símbolos presenta un relato intrigante de la historia antigua de la Humanidad. De acuerdo a  la Biblia, Adán, quien simboliza al primer hombre, fue creado por “Dios” a partir de “polvo de la tierra”. Esta idea refleja la creencia mesopotámica muy antigua de que el homo sapiens fue creado parcialmente de “arcilla”. La mujer de Adán, Eva, fue creada artificialmente también. Ambos vivían en un exuberante paraíso conocido como el Jardín del Edén. Las versiones modernas de la Biblia ubican al Jardín del Edén en la región de los ríos Tigris y Eufrates, en Mesopotamia.
El Antiguo Testamento nos habla de que Adán, el primer hombre, fue creado para ser un sirviente. Su función fue la de labrar el suelo y cuidar los exuberantes jardines y cultivos pertenecientes a su “Dios”.  Mientras Adán y Eva aceptaron su estatus de sirvientes y obedecieron a sus dueños y maestros, todas sus necesidades físicas fueron satisfechas y se les permitió la permanencia indefinidamente en el “paraíso”.  Sin embargo, había un pecado imperdonable que  ellos no debían nunca cometer. Ellos nunca debían intentar conseguir cierto tipo de conocimiento. Aquellas formas de conocimiento prohibidas están simbolizadas en la historia como los dos árboles: el “árbol del conocimiento del bien  y del mal” y “el árbol de la vida”. El primer “árbol” simboliza el conocimiento de la ética y la justicia. El segundo “árbol” simboliza el conocimiento de cómo uno puede recuperar y retener la identidad espiritual y la inmortalidad. Adán y Eva obedecían las órdenes de sus maestros y vivían en la abundancia material hasta que otro participante entró en escena. Este participante es simbolizado como una serpiente.

La serpiente convenció a Eva de comer el fruto del “árbol del conocimiento del bien y del mal. Esta fruta es usualmente dibujada como una manzana, pero esto es una invención posterior. La misma Biblia no menciona una fruta específica porque la “fruta” era solo un símbolo para representar el conocimiento. Eva siguió los consejos de la serpiente y convenció también a Adán. “Dios” (el líder Annunaki) se alarmó inmediatamente. Según el Génesis: “Y el señor Dios dijo: mira, el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo del bien y del mal; y ahora, ¿qué si pone después sus manos y toma también del árbol de la vida y come, y  vive por siempre?”. El pasaje de arriba revela una importante verdad repetida por muchas religiones. Una comprensión verdadera de la ética, la integridad y la justicia es un prerrequisito para recuperar la libertad espiritual así como la inmortalidad. Sin un fundamento ético, la completa recuperación espiritual no es más que una noción fantástica.
Los Annunakis no querían que la humanidad comenzara a recorrer el camino hacia la recuperación espiritual. La razón es obvia. La sociedad Annunaki quería esclavos. Es difícil hacer esclavos a gente que mantiene su integridad y sentido de la ética. Llega a ser imposible cuando aquellos mismos individuos no son acobardados por amenazas físicas debido a que han captado el despertar de nuevo de su inmortalidad espiritual. Más importante, si los seres espirituales no pudieran ser atrapados más en cuerpos humanos, sino que en su lugar usaran y abandonaran los cuerpos a voluntad, no habría seres espirituales disponibles para animar a los cuerpos de los esclavos. Las tablillas sumerias revelan una intención Annunnaki para vincular  constantemente seres espirituales a cuerpos humanos. En la antigüedad el hombre intentó escaparse de su esclavitud espiritual  “comiendo de los árboles bíblicos” y por lo tanto había que pararlos… Y rápido. El Génesis dice: “Por consiguiente el Señor Dios lo echó (a Adán) del jardín del Edén, para preparar la tierra de la cual él había sido hecho. Así él expulsó al hombre; y él colocó en el Este del jardín del Edén a los querubines (ángeles), y una espada brillante que rotaba por todos lados, para proteger el camino (prevenir el acceso) al árbol de la vida”.

La “espada brillante” simboliza las medidas que los Annunakis tomaron para asegurarse de que el conocimiento espiritual genuino nunca pudiesen estar disponibles para la raza humana. Para mejor evitar el acceso a tal conocimiento, el Homo sapiens sapiens fue condenado a un castigo adicional: Ya lo dice el Génesis: “Y para Adán, él (Dios) dijo: porque tú has oído los consejos de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené no lo hicieras, diciéndote, tú no comerás de este; maldito es el terreno para ti, del trabajo tú comerás su producto por todos los días de tu vida; espinas también y cardos se te brindarán, así comerás tú las plantas del campo. Comerás el pan con el sudor de tu frente hasta que retornes a la tierra de la cual saliste, porque polvo eres y en polvo te convertirás”. Esta fue una manera muy efectiva para tratar con el “pecado original” de Adán y Eva. Los gobernantes Annunakis intentaban hacer que los humanos vivieran toda su vida hasta la muerte sin subir por encima del nivel de una ardua existencia material. Esto dejaba poco tiempo a los humanos para buscar la comprensión que necesitaban para llegar a ser espiritualmente libres.
Una mala interpretación de la historia de Adán y Eva es que el “pecado original” tiene algo que ver con el sexo o la desnudez. Esta confusión viene de aquella parte de la historia en la cual Adán y Eva comen del “árbol del conocimiento del bien y del mal” e inmediatamente se admiran de su desnudez. Sin embargo, no era su desnudez lo que ellos admiraban. Adán y Eva estaban mortificados por lo que su desnudez representaba. Los registros mesopotámicos antiguos describen a los seres humanos completamente desnudos cuando hacían sus tareas para sus amos Annunakis. Los Annunakis, por otra parte, eran pintados completamente vestidos. La implicación es que Adán y Eva se sintieron degradados por su desnudez porque era el signo de su esclavitud, no porque el desnudo en sí mismo fuera malo. Como hemos visto, se decía que los antiguos humanos eran un constante dolor de cabeza para sus amos Annunakis. Las criaturas esclavas no sólo desobedecían a sus gobernantes sino que frecuentemente se convertían en bandas y se rebelaban. Esto hizo que la unidad humana fuera indeseable para los gobernantes Annunakis de la Tierra y era mejor que los humanos estuvieran desunidos.

Una de las formas mediante la cual el problema de la unidad humana fue resuelto es descrito en la historia bíblica de la Torre de Babel, un relato que también tiene sus raíces en las escrituras mesopotámicas antiguas. De acuerdo al Génesis, esto fue lo que ocurrió después del Gran Diluvio: “Y la Tierra completa hablaba un lenguaje y usaba las mismas palabras. Y sucedió que cuando ellos emigraron desde el Este, ellos encontraron una planicie en la tierra de Sh’nar (Babilonia), una región de Mesopotamia y se asentaron allí… Y ellos dijeron: vamos, construiremos por nuestra cuenta una ciudad y una torre cuyo tope alcanzará los cielos, y  tomaremos un nombre para nosotros de tal forma que nosotros estemos esparcidos todos sobre la faz de la Tierra. Y el Señor bajó para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo. Y el Señor  dijo: mira, el pueblo está unido y ellos tienen un mismo lenguaje; y ellos empiezan a hacer esto; y ahora nada los detendrá de hacer lo que ellos tengan en su mente hacer. Vamos, bajemos y confundamos allí su lenguaje de tal forma que no puedan entenderse uno con otro. Así Dios los esparció a ellos por toda la faz de la Tierra; y ellos pararon la construcción de la ciudad. Así el nombre de ella es Babel porque el Señor confundió el lenguaje de  toda la Tierra y  el Señor los esparció a todo lo ancho de toda la faz de la Tierra”.
En su libro “El duodécimo planeta”, Sitchin ofrece un intrigante análisis de la historia de la Torre de Babel. De acuerdo a su investigación, la palabra “nombre” en el párrafo “tomaremos un nombre para nosotros” fue una traducción de la antigua palabra shem. La traducción de shem en la Biblia puede ser un error, porque shem viene de la raíz de la palabra shamah que significa “lo que está hacia arriba”. Antiguos shem y obeliscos se basan en los vehículos con forma de cohete en que volaban los “dioses” Annunakis.  Sitchin, en consecuencia, cree que la palabra shem en los textos mesopotámicos debería traducirse como “vehículo celeste”, queriendo decir nave cohete. Cuando esta traducción se coloca dentro del pasaje bíblico de arriba, encontramos que los antiguos babilonios no estaban tratando de hacerse un nombre (una reputación) para  ellos mismos; ellos estaban tratando de hacer un “vehículo celeste” o cohete. Las implicaciones de esto son que ellos querían igualar el poder tecnológico de sus  odiados patronos y de esta forma poner fin a su esclavitud. La misma torre puede entenderse como una plataforma de lanzamiento para un shem.

Si  el análisis de Sitchin es correcto, podremos entender mejor el porqué las entidades Annunaki estaban tan alarmadas con la Torre de Babel y se sentían en la imperiosa necesidad de desunir a la raza humana. Las antiguas historias y leyendas de otras partes del mundo apoyan indirectamente a la historia de la Torre de Babel. El pueblo japonés, los esquimales de Alaska, los suramericanos y los egipcios, todos tienen tradiciones que establecen  que sus más antiguos ascendientes habían sido transportados por “dioses” parecidos a los humanos a donde sus descendientes viven actualmente, o que aquellos “dioses” habían sido la fuente del lenguaje y la escritura local. Puede ser difícil aceptar la afirmación bíblica y mesopotámica de que antiguas sociedades humanas habían sido separadas miles de años atrás en un esfuerzo del tipo “divide y vencerás” por extraterrestres voladores, aunque la técnica de “divide y vencerás” es con frecuencia usada por militares y líderes políticos de la Tierra durante tiempos de guerra. Es interesante decir que el uso de esta técnica fue recomendado años atrás por un distinguido profesor de Yale si la Tierra pretendía colonizar otros planetas. El profesor sugirió que la Tierra podría controlar otros planetas habitados echando a pelear un grupo nativo contra otro.
Si comparamos las ideas antiguas con las modernas acerca de cómo se generó la humanidad, hallamos dos versiones muy diferentes. La versión antigua es la de que una sociedad extraterrestre llegó para adueñarse de la Tierra y buscó explotar los recursos del planeta. Para hacer más fácil la explotación creó una raza esclava: el Homo sapiens. Los humanos eran tratados como rebaños y  con frecuencia matados cuando llegaban a ser demasiado numerosos o problemáticos. Para preservar al Homo sapiens como una raza de esclavos y prevenir futuras rebeliones, se les reprimió el conocimiento espiritual. Los seres humanos fueron distribuidos geográficamente en grupos lingüísticos distintos y fueron creadas las condiciones para hacer de la supervivencia física sobre la Tierra una tarea dura desde el nacimiento hasta la muerte. Este arreglo fue hecho para que se mantuviera mientras la sociedad Annunaki poseyera la Tierra. En contraste, la visión moderna es que los seres humanos han evolucionado accidentalmente desde un “polvo estelar”, convirtiéndose en peces, en monos y finalmente el hombre. La visión moderna realmente parece más fantástica que la antigua.

En la historia de Adán y Eva notamos la aparición de una serpiente. De la serpiente se dice que es Satán, el enemigo de Dios, a quien literalmente se transformó en un reptil. La Biblia sugiere que las serpientes son temidas y antipáticas hoy en día por la intervención de Satán en el Jardín del Edén. No obstante, debería recordarse que la historia bíblica de Adán y Eva es totalmente simbólica. La serpiente, también fue un símbolo y no un reptil real. Para determinar lo que representaba la serpiente bíblica, debemos regresar una vez más a las fuentes pre-bíblicas más antiguas. Cuando lo hacemos, descubrimos que el símbolo de la serpiente tuvo dos significados muy importantes en el mundo antiguo: estaba asociado con el “dios” Annunaki Ea, creador y benefactor de la humanidad, y también representaba una influyente organización con la cual estaba asociado Ea.
De todos los animales adorados en las sociedades humanas de la antigüedad, ninguno fue tan importante como la serpiente. La serpiente era el logotipo de un grupo que había llegado a ser muy influyente en las antiguas sociedades humanas de ambos hemisferios. Este grupo era una hermandad disciplinada dedicada a la diseminación del conocimiento espiritual y al logro de la libertad del espíritu. La Hermandad de la Serpiente, a la que nos referiremos simplemente como la “Hermandad”, se oponía a la esclavitud de los seres espirituales y, de acuerdo a las escrituras egipcias, buscaba liberar a la raza humana de la esclavitud Annunaki. Debido a que las enseñanzas de la Hermandad incluían la curación física por medios espirituales, la serpiente también vino a simbolizar la sanación física. Hoy en día está presente en el emblema de la Medicina.

La Hermandad también impartía el conocimiento científico en las antiguas sociedades. Por esa y otras razones, la serpiente llegó a ser un símbolo venerado por los humanos. Y de acuerdo a los textos bíblicos y egipcios, un objeto de odio para los Annunakis. Cuando buscamos descubrir quién fundó la Hermandad, los textos mesopotámicos señalan a un “dios” rebelde, el príncipe Ea. Las tablillas de la antigua Mesopotamia relatan que Ea y su  padre Anu, poseían una profunda ética y conocimiento espiritual. Este era el mismo conocimiento que posteriormente  es simbolizado con el árbol en la historia bíblica de Adán y Eva. De hecho, el símbolo del árbol bíblico viene de los escritos mesopotámicos pre-bíblicos tales como uno que señala a una serpiente enrollada alrededor del tronco  de un árbol, idéntico al posterior retrato de la serpiente en el Edén. Del árbol en el grabado mesopotámico cuelgan dos piezas de fruta. A la derecha del árbol está el símbolo de la media-luna de Ea; a la izquierda está el planeta símbolo de Anu. El dibujo indica que Ea y Anu estaban asociados con la serpiente y su enseñanza.
Esta conexión es confirmada por otros textos Mesopotámicos que describen el palacio de Anu en los “cielos”, guardado por un dios del Árbol de la Verdad y un dios del Árbol de la Vida. En una  oportunidad, Ea informó que estaba enviando a un humano para que fuera educado en este verdadero conocimiento: “Adapa (el nombre de un hombre antiguo), tu arte va ante Anu, el Rey; Tú tomarás el camino al Cielo. Cuando al Cielo tú hayas ascendido y te hayas acercado a la puerta de Anu, El Dispensador de Vida y el Cultivador de la Verdad en la puerta de Anu estará parado”. Así encontramos a Ea que trata de enseñar al hombre antiguo (Adán) el camino de la libertad espiritual. Esto sugiere que Ea proyectó su creación, el Homo sapiens sapiens, para que se adaptara al trabajo de la Tierra. Pero en algún momento cambió de parecer acerca de usar la esclavitud. Si Ea fue una personalidad histórica verdadera como declaran los sumerios, entonces fue el probable líder de la fundación de la Hermandad en la Tierra. La Hermandad puede haber adoptado la serpiente como su símbolo porque se decía que el primer hombre de  Ea sobre la Tierra había sido creado con lodo de un pantano infestado de serpientes al cual Ea llamó el Pantano de la Serpiente. Otra explicación posible para el símbolo de la serpiente es ofrecida por Sitchin, que dice que la palabra bíblica traducida como “serpiente” es nahash, que viene de la palabra raíz NHSH que significa “descifrar, descubrir”.

A pesar de su buena intención, el legendario Ea y la antigua Hermandad claramente fallaron en liberar a la raza humana. Los antiguos mesopotámicos, los egipcios y los textos bíblicos relatan que la “serpiente” fue rápidamente derrotada por otras facciones Annunaki. La Biblia nos informa que la serpiente en el Jardín del Edén fue derrotada antes de que pudiera cumplir su misión y dar a Adán y a Eva el “fruto” del segundo  “árbol”. Ea, (el cual es simbolizado como una serpiente) fue proscrito de la Tierra y extensamente infamado por sus oponentes para asegurarse de que nunca más ayudase a los seres humanos. El título de Ea fue cambiado de “Príncipe de la Tierra” por “Príncipe de la Oscuridad”. El fue nombrado con otros epítetos como: Satanás, el Diablo, el Mal Encarnado, el Monarca del Infierno y muchos más. Fue pintado como el enemigo mortal del Ser Supremo y como el guardián del Infierno. Se le decía a la gente que sus únicas intenciones eran las de esclavizar espiritualmente a todos y que todo lo malo que había en la Tierra había sido causado por él. Se incitaba a los humanos a detestarlo en todas sus vidas futuras (reencarnaciones) y a destruirlo con todas sus creaciones en donde fuera descubierto. Todas las creencias y prácticas basadas en Ea fueron tildadas de horribles y degradantes con variadas denominaciones como satanismo, adoración del diablo, etc., y se ordenaba que ninguna persona en su sano juicio se relacionase con ellos. Ea y sus seguidores pasaron a ser vistos como seres detestables para los humanos.
Todo esto no significa que los antiguos sumerios hubiesen considerado a Ea como un santo. En los textos Mesopotámicos se  le describe con diferentes fallas de carácter. Si Ea fue una persona real, entonces parece que era con frecuencia muy descuidado en lo de prever las consecuencias de lo que hacía. Creando una raza esclava (Homo sapiens), Ea dio a sus enemigos un instrumento poderoso de represión. Parece que terminó de culminar el desatino al fundar la Hermandad de la Serpiente que, después de su derrota, continuó influyendo en los asuntos humanos, pero en este caso a través de las facciones Annunaki que se habían opuesto a Ea y la Hermandad original. La historia indica que la Hermandad fue desviada de sus objetivos por sus nuevos “dioses” Annunakis mediante la represión espiritual y la traición, a pesar de los esfuerzos de muchos humanistas sinceros. La Hermandad de la Serpiente ha sido la herramienta más efectiva para preservar el estatus de los  seres humanos como esclavos y espiritualmente ignorantes a lo largo de toda la historia.

Durante todo este tiempo y continuando hasta hoy, la Hermandad y su red de organizaciones ha permanecido íntimamente vinculada al fenómeno OVNI. Esta corrupción de la Hermandad y el efecto que podría tener sobre la humanidad, fue patente ya alrededor del 2000 a.C. en el antiguo Egipto. Según el doctor John Coleman, un investigador norteamericano que escribe en el World Intelligence Review, esta supuesta Hermandad de la Serpiente se habría convertido en la actualidad en lo que son los Illuminati, controlados directamente por fuerzas muy poderosas. Coleman afirma que la masonería illuminati del grado 33 ha sido utilizada no sólo para infiltrarse y controlar muchas instituciones políticas, económicas y religiosas, sino también para crearlas y para servir a  intereses desconocidos.

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