sábado, 12 de febrero de 2011

El poder de la introspección

En el mundo presente, ruidoso, apresurado y a menudo lleno de superficialidad, se hace difícil apreciar el poder de la introspección. El arte de aprovechar la quietud, de crear un estado interno calmado y sereno durante unos momentos es la mejor manera de refrescar nuestro ser. Solo cuando experimentamos con la tranquilidad introspectiva podemos apreciar el fortalecimiento y recarga interior que tiene lugar.

Introspección no es un rechazo de la vida y de sus retos porque quiera aislarme. No elijo la quietud y voy hacia el interior debido al miedo o al desagrado. Por el contrario, ir hacia dentro y tener un encuentro conmigo mismo fortalece mi confianza y mi sentido de dirección.

La introspección también es una oportunidad para reflexionar y así identificar y comprender los patrones internos que me generan problemas y que se han de cambiar. La reflexión también aporta visión y perspectiva sobre como manejar las situaciones de la vida.

La meta de la introspección es sintonizar con mi ser auténtico para vivir de una manera coherente y positiva en un mundo que esta lleno de complejidad y complicaciones. Un mundo que en ocasiones se nos echa encima agresivamente sin previa advertencia y que nos puede desequilibrar desde nuestra base.

En el silencio interior al que accedo a través de la introspección me encuentro con las raíces originales de mi ser, mi esencia, el ser espiritual. Una vez ahí redescubro las energías inmortales de la paz, el amor y la felicidad. No solo las redescubro sino que realmente las siento y experimento como mi realidad personal.

En esta tranquila soledad me alejo del clamor extrovertido y las prisas de la vida cotidiana y descanso en ese punto sereno de quietud. En esa quietud hay calma, y un sentimiento de alivio y liberación de la carga de los pensamientos, palabras y acciones innecesarias.

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