miércoles, 5 de enero de 2011

EL JARDÍN DEL EDÉN

Max Heindel
 
Según las enseñanzas de los rosacruces, la evolución y el
desarrollo del hombre hasta el presente, está dividida en cinco
períodos o épocas. Hemos descrito su desarrollo corporal durante
la Época Polar y ahora haremos un estudio de él durante el
próximo período, la Época Hiperbórea. El hombre de la época
anterior era como el mineral; en la última época desarrolló un
cuerpo vital y se asemejó a una planta. En el tercer periodo, o
Época Lemúrica, desarrolló un cuerpo de deseos y se asemejó al
animal. La tierra se estaba asentando y se había endurecido en
algunos lugares y la atmósfera era densa y nebulosa. El hombre
vivía entre la vegetación más densa que le protegían del intenso
calor, mientras su cuerpo había crecido a un tamaño gigantesco, los
brazos y las manos largas, quijadas prominentes, pero sin frente,
pues el extremo superior de la cabeza llegaba donde hoy tenemos
las cejas. El esqueleto estaba parcialmente formado, mas aún era
de naturaleza cartilaginosa suave, el hombre aún no podía caminar
derecho.
La sangre, que hasta ahora había sido fría, ahora contaba con la
presencia de corpúsculos rojos que, a su tiempo, endurecieron la
estructura corporal, posibilitando que el hombre caminase erguido.
Hemos alcanzado ahora el período de desarrollo del hombre
registrado en el segundo capítulo del Génesis, donde el Señor le
dio a Adán una compañera en la separación de los sexos. Hasta ese
momento el hombre era hermafrodita, pero ahora hemos llegado al
momento mencionado en la historia bíblica de Adán y Eva donde
fueron echados del Jardín del Edén por sus pecados. El cambio de
sexo no se logró como algunos pueden leer en el Libro del Génesis
en una sola jornada, mas se produjo de a poco y en diferentes
etapas. Mientras la tierra se cristalizaba, la evolución del hombre
continuaba con este cambio y fue necesario que el Ego ingresase al
cuerpo para controlarlo. Para lograrlo fue necesaria la
incorporación de un cerebro y una laringe, y para este propósito
hizo falta que el hombre sacrificase la mitad de su fuerza creadora.
Así se convirtió en una entidad individualizada, en una entidad
pensante, un creador, pudiendo comenzar su trabajo con los
minerales.
En esa época, el hombre estaba inconsciente del cambio de
sexo y también estaba inconsciente de su entorno exterior, pues sus
ojos aún no habían sido abiertos. Similar a los peces de aguas
profundas o al topo, no tenía ninguna necesidad de estos órganos
pues la atmósfera estaba demasiado densa y brumosa. Sin
embargo, después de que la densa niebla se precipitó en las
oquedades del planeta, la luz que provenía del Sol comenzó a
percibirse con mucha intensidad; así es como la naturaleza provee
siempre en cada necesidad, los ojos del ser humano comenzaron
lentamente a desarrollarse. Como el cerebro crecía por etapas, así
también muchos órganos conectados con el cerebro se construían
ante las demandas del bio y fisiológicas.
Mientras que los sexos se separaban y el hombre expresaba
exteriormente solo uno de los sexos, la Glándula Pineal, que en la
Época Polar, Hiperbórea y en los inicios de la Época Lemúrica, se
Protruía por encima de la cabeza, ahora se introducía dentro del
cráneo. Hay otro órgano minúsculo dentro del cerebro humano, el
Cuerpo Pituitario, que tuvo mucha relación con su desarrollo, tanto
mental como físico, que es tan importante como la Epífisis o
Glándula Pineal. El Cuerpo Pituitario o Hipófisis es muy
importante para la vida del hombre y su desarrollo, aparece en el
feto en la cuarta semana de gestación.
Podemos seguir el desarrollo del cuerpo humano a través de
todos los grados de su formación desde el principio hasta el actual
mecanismo de desarrollo de la vida fetal; primero lo vemos como
una minúscula mota de materia gelatinosa, atraída hacia otra mota
de vibración opuesta. Éstas son positivas y negativas. Seguimos al
embrión en su desarrollo hasta que asume la forma de un saco que
es la primera que toma como se ha descrito: la forma globular,
gelatinosa de la Época Polar. Este minúsculo saco embrionario
tiene dentro de sí todas las potencialidades del actual cuerpo
perfeccionado, con sus dos polaridades: la positiva y la negativa,
masculina y femenina, la Glándula Pineal y el Cuerpo Pituitario.
Seguimos este embrión humano a través de sus transformaciones y
su desarrollo el cual, en el caso del hombre prehistórico atraviesa
el estado mineral, el vegetal, el del reptil con su cola prominente
que desaparece a la novena semana. Seguimos por este estadio
animal con sus facciones similares a la de un perro, con una sola
mancha que se convertirá más adelante en los ojos, oídos, etc. En
cierto estadio de su desarrollo, la Glándula Pineal se prolonga
fuera del saco, entonces la pequeña forma atraviesa la etapa
hermafrodita como en la Época Hiperbórea donde no se
exteriorizaba ninguna diferenciación de sexos. De esta forma
podemos seguir la evolución del cuerpo humano por los cambios
en el crecimiento prenatal del niño en el vientre materno.

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