viernes, 25 de noviembre de 2011

PREPARACION SENSITIVA
PARA EL CONTACTO
RICARDO GONZALEZ

En nuestros viajes de difusión se intercalan las conferencias y entrevistas en medios con la realización de talleres-seminarios de meditación. Allí compartimos intensivamente los pasos que nos condujeron a lograr y mantener la experiencia de contacto. Técnicas de respiración, relajación, concentración, mantra meditación, la proyección del cuerpo astral y el trabajo consciente con nuestras potencialidades psíquicas, han sido, entre otros ejercicios y conocimientos, un verdadero entrenamiento para elevar nuestra frecuencia vibratoria y facilitar las experiencias. Desde luego, el fin último no es el contacto, sino el encuentro cercano con uno mismo. A continuación, algunas nociones generales para adentrarnos a ese mundo fascinante que somos nosotros mismos.
La Respiración.
Al investigar detenidamente las experiencias más relevantes de contacto, en donde se ha mantenido la comunicación con seres extraterrestres a través de experiencias concretas, es sencillo hallar un patrón en los testigos: su facilidad para conectar con otros estados de consciencia. Muchos de ellos, incluso, practicaron Yoga u otras técnicas de relajación y meditación. Obviamente, no es un accidente. Esa “sensibilidad” les permitió captar los mensajes y mantener el contacto.
En nuestra experiencia, por propia sugerencia de los seres que nos contactan, debíamos “reaprender” a respirar y relajarnos, a despejar la mente y conectarnos con las energías más sutiles de la naturaleza. Según los extraterrestres, es un paso fundamental para equilibrarnos. Y todo empieza con una correcta respiración.
De acuerdo a estos seres, el aire es energía, y mediante una correcta respiración, esta fuerza puede ser eficientemente asimilada por el organismo, revitalizando el cuerpo y fortaleciendo inclusive nuestro campo inmunológico frente a las enfermedades. En tiempos antiguos, los sabios maestros de la India denominaban prâna a aquella misteriosa fuerza que se hallaba en el aire como elemento de vida. De hecho, si nos encontramos ligeros de alimentos y realizando prácticas de meditación, podremos ver sin mayor dificultad esa energía como si se tratase de “pequeñas chispas de luz”. Ello ocurre sobretodo en un campo, playa o en las montañas. Respirar conscientemente esas “chispas” genera gradualmente un cambio importante en nuestro cuerpo.
Hay un sinfín de técnicas de respiración. Pero básicamente se debe procurar una respiración profunda, llenando totalmente nuestros pulmones, de tal forma que al inhalar no veremos sólo nuestro pecho hincharse, sino la parte inferior del abdomen.
Como un ejemplo, los cuatro pasos de la respiración correcta son los siguientes:
1. Exhalar: Y así eliminar los residuos de oxígeno de los pulmones.
2. Inhalar: Incorporar no sólo el aire, sino la propia energía que contiene.
3. Retener: Importante para que la energía pueda distribuirse en nuestro organismo.
4. Exhalar: Se despide el aire residual para dar paso a un nuevo ciclo de respiración.
Este proceso debe ser lento y profundo. Una bien lograda respiración no debería exceder 12 inhalaciones por minuto. Y acompañada de ejercicios rítmicos y armónicos (psicofísicos), la respiración hace incluso más fluido el torrente sanguíneo, permitiendo una mejor asimilación alimenticia. Además, mejora considerablemente la atención, memoria y coordinación motriz del practicante. Todo ello sólo con respirar correctamente. Al principio es natural que uno “piense” en cómo hacerlo. Pero la práctica ayuda a recordar a nuestro cerebro cómo debemos respirar.
Un ejercicio útil empezar por tomar tres ciclos de respiraciones, lentas y profundas, al levantarse y al acostarse. La diferencia se nota en el mismo día.
Relajación.
La relajación se produce como una combinación de dos fuerzas: la correcta respiración, y una eficiente concentración —como veremos más adelante—. Consiste en generar un estado de paz y tranquilidad en el organismo, indispensable antes de cualquier práctica de meditación, visualización mental o proyección astral. Para lograrla se recomienda mantener las respiraciones lentas y profundas, tal y como lo mencionamos líneas atrás. En la medida que se respira, el practicante visualiza atentamente cada parte de su cuerpo, empezando desde los pies y culminando en la cabeza. Entonces aplicará suaves masajes “mentales” a cada zona de su cuerpo, como si lo estuviese realizando con sus propias manos físicas. Gradualmente, ese “masaje” mental, acompañado de la respiración consciente, irá relajando el cuerpo.
Cabe mencionar que la visualización puede ser acompañada con colores y energías que faciliten la relajación, como por ejemplo el verde brillante, asociado con la vitalidad y la salud. Así, luego de recorrer todo el cuerpo —exterior e interiormente—, el practicante habrá generado un estado de equilibrio y paz.
La relajación procura eliminar la tensión y dirigir toda la atención del cuerpo hacia la mente. Luego de este paso, es ideal que nuestra mente entre en acción hacia un punto focal con más intensidad.
Concentración
La concentración nos conduce hacia el dominio de la mente por el fortalecimiento de la voluntad a través de la disciplina interior. La concentración empieza con un proceso de limpieza mental de todo aquello que no sirva a nuestros propósitos, a la vez que racionaliza los esfuerzos de abarcar demasiado. Con la concentración lograremos evitar las ansiedades y preocupaciones que distraen la mente y la fatigan.
Un ejercicio práctico de concentración es la observación de la flama de una vela. El practicante concentrará su vista y toda su atención en la flama, procurando inclusive no pestañear mientras dure la observación. Esta práctica desarrollada eficientemente y con cierta frecuencia, es muy útil para adiestrar la mente frente a un punto único de referencia u objetivo, sin que nuestros pensamientos o interferencia alguna nos estorben o distraiga. Esta práctica sólo debe realizarse con asesoramiento de una persona de mayor experiencia.
Otro ejercicio de concentración, como un test o prueba, consiste en visualizar un limón. Luego un cuchillo de cocina, con el cual se cortará el limón en dos mitades. El practicante debe visualizar con detalle cada acción. Seguidamente visualizará una de las mitades del limón que cortó y, lentamente, se la acercará a la boca para exprimir todo el néctar en ella y saborearlo.
El siguiente paso es abrir los ojos. Si al practicante se le hizo “agua” la boca, tiene capacidad de sobra para seguir los pasos de una meditación dirigida o proyección mental.
La meditación
La meditación es tan sólo la interacción con nosotros mismos. Existen muchas formas de meditación, pero todas ellas permiten lograr el objetivo final que es la integración con uno mismo.
Hay meditaciones en absoluto silencio; contemplativas; dirigidas; en grupo e individuales.
En las etapas iniciales de la meditación, hay una tensión entre la concentración en el objeto de la meditación y los pensamientos que distraen. Con mucha práctica llega un momento en que los obstáculos desaparecen completamente. Entonces la concentración aumenta de una manera perceptible. En la meditación el practicante puede hallarse ante paisajes, objetos, personas, colores y sensaciones que guardan un profundo significado simbólico ―hablan de nosotros― por tanto debemos no sólo aprender a estar en meditación, sino saber además interpretar correctamente todas las señales que se nos puedan presentar.
Siempre he pensado que el mejor intérprete es uno mismo, pues muchas veces los símbolos guardan un significado distinto de acuerdo a la persona que los vio. No obstante se podría interpretar “globalmente” el posible significado de las imágenes hasta que el propio practicante devele su verdadero significado.
Las meditaciones dirigidas a través de la “visualización creativa” son maravillosas y muy importantes. Pero el que se busca a sí mismo no debería quedarse allí. Es importante experimentar la meditación contemplativa, o en completo silencio, para lograr que ese contacto con uno mismo sea menos “mental” y trascendamos los arquetipos y símbolos para una verdadera fusión con nuestro real ser.
Durante una meditación, el cerebro emite un campo eléctrico distinto, llevándonos a otro estado que con un debido entrenamiento apertura nuestras potencialidades psíquicas. El ser humano vive, pues, cuatro “estados transitorios de conciencia o de atención”, por denominarlos de alguna forma, y que son estudiados con rigurosidad por diversos científicos.
Estos estados son:
1. Beta: Estado de vigilia o de atención enfocada.
2. Alfa: Estado pasivo. Relajado.
3. Theta: Trance profundo.
4. Delta: Sueño.
Los mantras: otra forma de meditar.
Los mantras son cantos sagrados que procuran elevar el nivel vibratorio del practicante y el entorno, estimulando estados sublimes de consciencia y meditación. Estas palabras de poder no sólo deben ser vocalizadas, sino pensadas y sentidas; es decir, visualizar el propósito del trabajo y ser uno con él. La palabra mantra viene del sánscrito y significa “visualizar y liberar” (man “pensar” y tra “liberación”). El “sonido invisible” ―como se le denomina― que se desprende del mantra como una segunda onda (a veces como un zumbido) constituye una poderosa vibración que al ser percibida correctamente facilita al practicante su conexión con el Universo. Para graficar mejor esto, recordemos que diversos científicos han obtenido la escala de vibraciones comprobando que sus valores progresan desde 0 a 16.000.000 de ciclos por segundo. Se descubrió que nuestro órgano auditivo sólo puede percibir desde 16 hasta 32.000 ciclos. Y así como sucede con los sonidos, también ocurre con los colores. No obstante, todos los sonidos, audibles o no para nuestro oído, provocan reacciones. Todo sonido actúa con sus vibraciones sobre los demás cuerpos. Afecta el ordenamiento molecular, influye en los procesos físico-químicos, modela formas geométricas, provoca fenómenos de atracción y repulsión e incluso influye en la cohesión orgánica de la materia. Esotéricamente se supo esto desde siempre, y desde el año 1994 el científico japonés Masaru Emoto parece demostrarlo a través de su estudio de las “Moléculas del Agua”.
Dentro de todos los mantras, el OM es uno de los más poderosos. Se puede meditar manteniendo una vocalización sostenida de esta palabra que alude al inicio de la Creación o al “Sonido Primordial”. Y si queremos empezar por algo más básico, otro ejercicio para facilitar nuestra conexión con los mantras es trabajar en con la interacción de las vocales. Como sabemos, toda palabra humana está compuesta por consonantes y vocales; estas últimas son el eje vibratorio de la comunicación, influyendo en nuestro organismo y el entorno. Sobre todo en los ejercicios de mantras se puede sentir la resonancia de las vocales en diferentes órganos del cuerpo.
Al elevar como un mantra cada una de las vocales, deberías sentirlas especialmente vibrar en las siguientes zonas del cuerpo:
A: Pulmones
E: Garganta
I: Cabeza
O: Corazón
U: Genitales y Sacro
La aplicación correcta y consciente del sonido puede inclusive sanar distintas dolencias o desequilibrios. Por ejemplo, la continua vocalización de la vocal “i”, puede aliviarnos de una cefalea o jaqueca. Todo ello está relacionado con el sistema humano de “Chakras” o “ruedas de poder”, siete centros energéticos que se ubican desde la base de la columna hasta la coronilla, relacionados con glándulas y órganos importantes del cuerpo. También he de destacar que los ejercicios de visualización y mantras se pueden acompañar de posiciones o “gestos de poder”, también conocidos como “Mudras”, que hacen circular la energía de forma distinta en nuestro cuerpo físico y vehículos sutiles. Con la combinación de todo ello, el campo de fuerza que se puede generar es increíble, efectivo para armonizar y aplicar su fuerza en la sanación.
Proyecciones mentales y astrales.
Luego de dominar la respiración, la relajación y la concentración, de meditar y trabajar conscientemente con el sonido, estamos a un paso de lograr develar el mundo de los sueños e interactuar en esos otros planos a través del denominado “Viaje Astral”.
El principio básico de las proyecciones se basa en la capacidad de trasladar nuestra mente, o el cuerpo astral, hacia un punto diferente de nuestra ubicación física.
Por ejemplo: Imaginemos que nos encontramos de viaje por motivos de trabajo, muy lejos de casa y preocupados por nuestra familia ya que es la primera vez que nos ausentamos por un tiempo largo. En el hotel, al descansar, nuestro último pensamiento “vuela” hacia el hogar, imaginando a todos los componentes de la familia y deseando su bienestar. Visualizamos cada habitación de la casa y todo cuanto ocurre allí en ese momento. Esta situación, que he citado expresamente por ser un caso muy repetitivo en diversas personas, cobra cierta “magia” cuando se comprueba que todo lo observado en el viaje mental, se ajusta de forma exacta y aparentemente inexplicable con los hechos ocurridos en casa durante la ausencia, como si realmente se hubiese estado allí. Seguro que a más de un practicante le habrá ocurrido, al menos espontáneamente. En este ejemplo que vimos, el ingrediente que facilitó la proyección mental fue desde luego el intenso deseo de compartir con la familia. El objetivo de las prácticas es lograr estas proyecciones a voluntad y en forma consciente.
Como adelantaba, los primeros pasos para lograr la proyección se sustentan en la relajación y una eficiente concentración. El practicante puede visualizar un túnel de luz que lo conduzca al punto elegido de proyección, y luego concatenar todo lo vivido en su experiencia con elementos que se ajusten a la observación. En el caso del viaje astral, la experiencia ocurre cuando nuestro cuerpo físico se encuentra en su punto máximo de relajación, en el estado que comúnmente denominamos “sueño”.
Cada vez que dormimos abandonamos nuestro cuerpo físico en el cuerpo astral, vehículo de las emociones y los deseos (uno de los siete cuerpos del ser humano). Al dormir, el cuerpo astral se desprende para captar energía cósmica que necesita nuestro cuerpo y continuar nuestro aprendizaje en otros planos y dimensiones.
En un estado de proyección astral, las leyes de la física no funcionan. Podemos volar, atravesar una pared, o viajar a cualquier punto con tan sólo desearlo. Nos movemos con la velocidad del pensamiento. Hay muchos casos de personas que se han visto de pronto caminando en la sala de la casa, sin saber explicarse cómo se hallaron allí cuando en ese momento se encontraban durmiendo. Entonces, al volver a la habitación, se observan descansando en la cama llevándose una fuerte impresión, que los devolverá de inmediato al cuerpo físico, ya que se encontraban en realidad proyectados astralmente. Si bien es cierto todos los sueños son viajes astrales —conscientes y no conscientes— no todos los viajes astrales son sueños, en el sentido que podemos generar una proyección sentados en meditación o realizando cualquier otra práctica que relaje totalmente el cuerpo.
Hay muchos mitos sobre la proyección astral, pero lo cierto es que es una práctica segura y maravillosa cuando se domina. Los ejercicios de proyección, además, nos permiten tener extraordinarias experiencias de contacto con seres superiores, dispuestos a entregarnos enseñanzas de profundo valor espiritual.
Las proyecciones fluyen en estos tres estados:
1. Inconsciente: No se recuerda lo vivido y el cerebro podría decodificar la experiencia como “símbolos e imágenes sin aparente conexión o sentido”.
2. Parcialmente Consciente: Sólo se mantiene en la memoria ciertos episodios de la experiencia.
3. Consciente: Se vive la experiencia a voluntad, o por lo menos la recuerda en su totalidad.
Ejercicio práctico:
Muchas veces se sugiere una relajación con elementos de ayuda visual (visualizaciones mentales) para facilitar la proyección. Como por ejemplo: tenderse boca arriba en una cama, la luz de la habitación apagada y ropa cómoda. Luego tomar respiraciones lentas y profundas mientras se masajea mentalmente el cuerpo. Finalmente se visualiza un torbellino o remolino, tratando de sentir su fuerza en nosotros, para que a través de esta imagen mental, que produzca en nosotros una sensación de vacío y una poderosa fuerza centrífuga, generemos una exteriorización consciente del cuerpo astral. Uno siente entonces que se “cae” o se “desprende” por una zona del cuerpo. La sensación en las primeras prácticas es extraña, como de vacío, o como hundirse en el agua, pero no hay nada de qué preocuparse, la sensación es natural y sólo se siente con intensidad en los primeros desprendimientos. Desde luego, existen muchas técnicas y ejercicios para la proyección del cuerpo astral. Sin embargo creemos que es importante en primer lugar educar nuestra mente frente a la posibilidad de la proyección consciente, e irnos familiarizando con todas las sensaciones que la acompañan desde el principio.
Un ejercicio muy efectivo sugiere la programación mental de una imagen antes de acostarse. En ella nos visualizaremos al interior de un ascensor. Nos encontramos en el primer piso de un edificio, visualizando y sintiendo como el ascensor va ascendiendo hasta llegar al piso número “33”. Cuando ello ocurra veremos la puerta del ascensor abrirse y nosotros cruzarla. Es importante contar mentalmente cada piso que ascendemos en el ascensor: “1, 2, 3, 4...” y así sucesivamente hasta el 33, donde la puerta del ascensor se abrirá y nosotros ingresamos en el piso.
Esta imagen quedará grabada en nuestro subconsciente como una orden mental que nos permitirá “activar” una proyección futura. Aunque es bueno recordar que la mejor técnica o ejercicio para estos trabajos es la voluntad y perseverancia del practicante.
¿Y los sueños?
Recordar los sueños es síntoma de avance en el despertar de consciencia, aunque no en todos los casos: lo más importante es la capacidad de interpretación de los mismos. Los sueños vienen a ser mensajes que afloran del subconsciente o del inconsciente, probablemente tratándonos de advertir algo. Por ello, podemos distinguir varias clases de sueños y entre ellos están:
1. Sueños simbólicos: Los mismos que contienen imágenes a ser interpretadas por muy extrañas o descabelladas que sean.
2. Sueños premonitorios: Son generalmente avisos sobre eventos futuros como mecanismos de protección, o adelantos y señales para que sepamos que nuestra vida está siguiendo una programación conveniente con el Universo.
3. Sueños experimentales: Verdaderas experiencias en el astral donde recibimos instrucción y capacitación.
4. Sueños recordatorios: Llegando a aflorar imágenes de posibles vidas pasadas o de momentos significativos de nuestra experiencia actual.
En el próximo artículo, nos centraremos más en el contacto, sus tipos y mecanismos, y cómo estudiar los mensajes recibidos de supuestas entidades superiores.

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