miércoles, 30 de enero de 2019

SECRETUM TEMPLI: QUE SON LOS ESTATUTOS SECRETOS DE LOS TEMPLARIOS INICIADOS

SECRETUM TEMPLI: QUE SON LOS ESTATUTOS SECRETOS DE LOS TEMPLARIOS INICIADOS

 POR CESAR IMBELLONE

Regla Secreta del Temple


Uno de los mayores expertos del mundo en la historia del Imperio Bizantino y de las Cruzadas, entre sus obras más destacables con relación a ambos temas cabe citar los tres volúmenes escritos entre 1951 y 1954 de “A History of the Crusades” y “The Fall of Constantinople, 1453”, ambas publicadas por la Cambridge University Press.

Segundo hijo del primer Vizconde de Doxford, Walter Runciman, descendiente del pintor escocés de mediados del siglo XVIII Alexander Runciman, Sir Steven, gran viajero que llegó a residir y trabajar en ciudades como Atenas, Sofía, El Cairo, Jerusalén o Estambul, y que incluso llegó a convertirse en Derviche honorario en Siria, siempre supo que sus raíces estaban en las brumosas tierras de Escocia, donde se estableció definitivamente en 1966.

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Parece ser que un año después, en enero de 1967, Runciman habría recibido el encargo de encabezar un equipo multidisciplinar que llevase a cabo una investigación exhaustiva sobre “El Libro del Bautismo de Fuego” o “Estatutos secretos dictados para los hermanos por Roncelinus” (conocidos como la “Regla Secreta del Temple”), que fueron descubiertos en 1794, entre los fondos de la Biblioteca Corsino de los Archivos Vaticanos, por el obispo de Copenhague Friedrich Münter.

A pesar de no ser uno de los grandes expertos en templarismo, o cuando menos no formar parte de esa “nómina” de historiadores especialmente interesados en el tema, seguramente Runciman fue elegido para coordinar esta investigación precisamente por eso: por su independencia, por su relativo “desapasionamiento” hacia la historia templaria como fenómeno de trascendental relevancia por sí mismo, amén de por su probada solvencia como investigador y su reputadísima rigurosidad académica.

El documento a investigar fue redactado a finales del siglo XIII por un tal Roncelinus (nombre asociado a Roncelin de Fos), personaje un tanto “evanescente” como muy acertadamente lo califica el historiador y documentalista español Justo A. Navarro, cuyo único dato documentado por él conocido “es el que le menciona como Maestre de la Comandancia (término más ajustado que encomienda) de Tortosa, en Siria, el 17 de junio de 1242, en la que se le cita como parte presente en una concordia arbitral entre el Temple y el Hospital, aunque el Libro de Artefeuil (tomo III, pág. 250), dice que fue recibido en la Orden en 1267 por el caballero Jean de Pellissier. También se le supone “desaparecido” hacia 1280-1290, en la Casa del Temple de Santa Eulalia de Cernon, es decir sobrepasados los 75 años de edad si es que es cierto que nació hacia 1205 en Bormes-les-Mimosas”.

Según el investigador francés Patrick E. Braccó, los Estatutos de Roncelinus ” están teñidos de catarismo y de paganismo, y en ellos vuelven a encontrarse indicaciones que demostrarían que los templarios habrían tenido una gnosis secreta”. Por su parte, el escritor e investigador soriano Ángel Almazán, en su artículo “De Numancia a Montsegur” (Revista de Soria, nº 6, Otoño de 1994), nos dice en referencia a los Estatutos:

“Allí se habla de la alquimia y de Abraxas, un eón gnóstico que reaparece en nuestro siglo en la novela “Demian” de Hermann Hesse y, poco antes, en los “Siete Sermones a los Muertos” escrito por Carl Gustav Jung, el último de los grandes gnósticos”. Y añade:

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Sello Secreto “Secretum Templi”

“En los Archivos Nacionales franceses se encuentra guardado un sello del Temple requisado al ser abolida la Orden. Se halla colocado en una carta escrita por Andrés de Coulours, preceptor del Temple y residente en la encomienda de Coulours, en el bosque de Othe. El sello tiene unas palabras: “Secretum Templi”. En el centro hay un extraño personaje con pies que parecen cabezas de serpiente, siendo la suya similar a la de un gallo visto de perfil. Esta figura era muy usual, a principios de la era cristiana, entre los gnósticos en unos talismanes llamados “abraxas”. También se perciben en este sello diversas runas”.

Con respecto a este último apunte, conviene señalar que el Dr. Raitzin indicó en su momento algo que en verdad resulta evidente, esto es que tales signos interpretados como runas son en realidad letras griegas. Y si bien esto es indiscutible, también lo son las posteriores puntualizaciones hechas al respecto por el propio Almazán: que el griego primitivo deriva del fenicio, y éste, efectivamente, contiene signos que son muy similares a las runas.

Por otra parte, existen otros documentos templarios reservados para una jerarquía iniciática que avalan dicho esoterismo, como los estudiados por Gérard Sebanesco, según Serge Hutin:

“On devait découvrir au XVII siècle en Allemagne deux documents remontant au Moyen Age, qui se révélèrent être bel et bien deux règles secrètes complétant, pour les seuls Chevaliers qui atteignaient le vrai Cercle Intérieur de l´Ordre, la Règle ecclésiastique courante: ces documents trouvés à Hambourg sont la `Regle des Frères Elus´ et la `Règle des Frères Consolés´” (*)

Volviendo a la cuestión que nos ocupa, parece ser que la financiación del estudio de 1967 corrió a cargo de dos órdenes neotemplarias (en un principio se pensó que una de ellas era la liderada por el conde italiano Rocco Zingaro di San Ferdinando, cosa que parece descartable por el año del encargo), sabiéndose de las buenas relaciones que una de ellas mantenía con ¡el Vaticano!. Precisamente, esta aparente incongruencia es la que nos hizo pensar en el grupo de San Ferdinando, pues resulta de dominio público que en la década de los noventa la Orden del Temple, supuestamente representada por el conde italiano, fue “simbólicamente perdonada” por el Patriarca latino de Jerusalén Monseñor Michel Shabbah, en una ceremonia revestida de gran boato y emotividad. Este dato, aunque cierto, no significa que el “Temple de San Ferdinando” lograse, como es de suponer, el mismo gesto por parte del Papa.

Hay fuentes solventes que señalan que la investigación referida no habría sido financiada por el Vaticano, sino por seglares adscritos a diversas corrientes de investigación templaria. De cualquier forma, todo hace pensar, y así lo señalan evidencias notorias, que una de las organizaciones templaria o una rama de la antigua que intenta tener una vida pública muy, pero muy discreta, habría encargado el estudio de los Estatutos. Esta, conocida como una Nueva Observancia Templaria, es una orden, que si bien nada tiene que ver con la Estricta Observancia Templaria de Von Hund, se fundó en el año 1963 (sospechosamente sólo cuatro años antes del “Caso Runciman”), lo que nos induce a pensar si su propia creación no sería una especie de “tapadera” auspiciada por alguna de esas manos invisibles vaticanas (probablemente jesuíticas-protemplarias) que sirven para mover ciertos hilos en los asuntos “delicados”…

Sea como fuere, y según testimonio de los propios dirigentes de esta orden, ellos, mantienen buenas relaciones con el Vaticano, en especial en estos tiempos de un Papa Jesuita argentino y un maestre de la misma nacionalidad (Nathanael).

La Nueva Observancia Templaria tiene su sede en Francia, concretamente se sabe que en 1998 tenía una dirección postal en unas ciudad muy cercana a la Iglesia de Comps donde los templarios plasmaron muchos de sus secretos sobre el Arca de la Alianza y el linaje de Maria Magdalena retratada en el libros Templarios Hijos del Sol.

A pesar de la supuesta buena relación entre ambas instituciones (que sepamos no corroborada por ninguna instancia eclesiástica), no deja de resultar curiosa y significativa la participación de grupos neotemplarios en una investigación de las características que nos ocupa, por cuanto la misma se encargó sobre los Estatutos que obran en poder del Vaticano, lo que hace pensar si la propia Santa Sede no estuviese detrás del asunto. De ser así, ya se plantea un primer interrogante con relación a un hecho sumamente extraño: ¿qué papel jugarían dos órdenes templarias en una investigación vaticana?…

En el curso de las investigaciones históricas (el análisis del documento pronto arrojó el resultado de ser auténtico), se habría encontrado una carta no criptografiada y fechada en 1266, en la que el gran Maestre oficial de la Orden, a la sazón Thomas Bérard (Amaury de la Roche según algunos historiadores) se dirigía a un tal Roncelin de Fos como “VENERABLE MAESTRE ULTERIOR Y SUPREMO”

“Ulterior” significa literalmente “que está más allá”, y “supremo” está claro lo que significa, por lo que debemos concluir que resulta ésta una extraña forma de dirigirse al Maestre de una Comandancia por parte del Maestre de la Orden…

Ya en el hecho de que los historiadores no se pongan de acuerdo en a quién correspondió el maestrazgo (Bérard o De la Roche) en la época en que está fechada la carta, y las propias dudas existentes sobre la verdadera identidad de Roncelin, hacen que el enigma en torno al asunto se acreciente.

La carta en cuestión informa de la caída de Saphet y la muerte de todos los hermanos que defendían la fortaleza, y dado su carácter de simple parte de guerra, carente de informaciones confidenciales o connotaciones comprometedoras (salvo el extraño tratamiento que recibe Roncelin de Fos por parte del Maestre oficial de la Orden), es por lo que tal vez se cometió el desliz de no haber sido encriptada.

Saphet se encuentra al norte del mar de Galilea. Fue destruida en 1219 y reconstruida bajo el Maestrazgo de Armand de Pèrigord con el apoyo de Benedicto, obispo de Marsella. En 1266 fue arrebatada a la Orden por el sultán mameluco Baybars, quien hizo matar a todos los defensores; hechos que, de forma apesadumbrada, se relatan en la misiva que nos ocupa. También cabe pensar, ¿por qué no?, que este estado de profundo abatimiento del Maestre de la Orden le hiciese cometer la torpeza de no criptografiar una carta que debiera haber permanecido por siempre oculta a ojos de los profanos… ¿Qué culpas remorderían la conciencia de quien, teniendo tanto que perder, perdió hasta la discreción debida (o “de vida”)?… Esta pregunta se la hace el que suscribe, a tenor de los términos en que se expresa el afligido Maestre, pero otros interrogantes, seguramente menos subjetivos, se desprenden de todo esto:

– ¿Fueron deslices como el referido (no encriptar ciertas misivas) la verdadera causa de la caída de la Orden?

– ¿Apareció también esta carta manuscrita (y puede que otras que compondrían eso que se ha dado en llamar “Le Cartulaire Secret”, así como los propios Estatutos de Roncelinus) en los Archivos Vaticanos, como parte del material incautado durante el proceso inquisitorial?

Ciertamente, resulta difícil concebir que semejante error se produjese, y más complicado aún resulta entender que las implicaciones que se derivan de la carta secreta entren en contradicción con la propia Regla Secreta del Temple como se ha llegado a sostener, pues, efectivamente, los Estatutos en su artículo XX dicen:

“Está rigurosamente prohibido de elegir como Gran Maestre a un Consolado. Los otros puestos y cargos principales de la Orden están reservados a los Elegidos y a los Consolados”.

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Fulcanelli defiende con innegable maestría y una buena dosis de datos enigmáticos que el simbolismo de la alquimia juega un papel muy relevante en las esculturas y las vidrieras que adornan las enormes catedrales góticas que se extienden por toda Europa.
Sin embargo, resulta evidente que tal contradicción no existe, pues si bien la Regla indica claramente que está prohibido elegir como Gran Maestre a un Consolado (el Consolado es aquel que “está liberado del yugo que los hijos de Babilonia han establecido sobre la base de los falsos dogmas”… Art. VI), no parece indicar, de forma explícita ni implícita, que no pueda ser un Elegido (miembros del círculo interior). De hecho, conviene recordar que en las mazmorras de la torre de Chinón, donde estuvieron apresados los altos cargos de la Orden del Temple, entre ellos el Maestre Jacques de Molay, se hallaron graffitis grabados por la propia cúpula templaria en las paredes de las celdas. Estos graffitis están plenos de un inequívoco simbolismo esotérico, hasta el punto de que su significado oculto trató de ser dilucidado por el alquimista Eugène Canseliet, discípulo de Fulcanelli (si no el propio Fulcanelli en persona). Esto evidencia que, efectivamente, los máximos dignatarios de la Orden tenían pleno conocimiento del saber trascendente y esotérico templario, lo cual no significa que tuviesen que ocupar rangos equivalentes dentro las diferentes estructuras orgánicas de la Orden. Concebir esto así, resulta mucho más lógico y admisible que no la hipótesis de un círculo interior funcionando en secreto y a espaldas de la jefatura exotérica u oficial, aunque sí del resto de la estructura mayoritaria (eminentemente la militar) de la Orden.

Independientemente de las prudenciales dudas sobre la veracidad o exactitud que la información aquí expuesta plantea, más que contradicciones lo que genera son nuevos interrogantes que ahondan aún más en las ya de por sí enormes incógnitas existentes en torno al misterio templario.

Ya en su momento se produjeron filtraciones desde la liga Anglo-Helénica que el mismo Runciman presidiera. En concreto un miembro de esta liga, amigo y estrecho colaborador de Sir Steven, que había tomado parte en el equipo de investigación de 1967, hizo algunos comentarios imprudentes en una de las reuniones que se llevaron a cabo en la torre fronteriza de Elshieshields, en Dumfrieshire, Escocia. Los comentarios hacían referencia a un acta notarial firmada por los cinco integrantes del grupo, comprometiéndose a no difundir públicamente los resultados de la investigación. El informe final debía ser entregado directamente a los representantes templarios que promovieron la operación, los cuales se habrían garantizado la fidelidad pagando cuantiosos honorarios.

Ahora, muerto Runciman, el tema parece aflorar y los cabos sueltos son demasiados como para desdeñarlos sin más. Tan sólo, y en ello se encuentran actualmente varios investigadores, resulta preceptivo: primero, hallar esos cabos sueltos; y segundo, atarlos. Las pistas son claras y notorias, aunque hasta el momento esquivas:

– El acta notarial firmada por el equipo de Runciman. Ella demostraría fehacientemente que el estudio se llevó a cabo y, lo que es más importante, evidenciaría el compromiso de no difundir los resultados públicamente.

– La carta manuscrita enviada por el Maestre del Temple a Roncelin de Fos en 1266. De demostrarse su existencia y autenticidad el secreto ulterior del Temple quedaría al descubierto, con lo que habría que reescribir no sólo la historia de la Orden, sino parte de la propia historia medieval…

– Los cuatro integrantes restantes del equipo de investigación de Runciman, incluido el filtrador de la información, pues aunque resulta improbable, tal vez alguno de ellos aún viva. Cabe pensar que todos, o cuando menos la mayoría, fuesen integrantes de la liga Anglo-Helénica.

– Las órdenes “templarias” que financiaron el proyecto. Descartada la liderada por San Ferdinando, muestran que todas las evidencias apuntan hacia un grupo que mantiene presumibles buenas relaciones con el Vaticano, y su más que sospechosa fundación cuatro años antes del “Caso Runciman”:

La Nueva Observancia Templaria. La otra orden, o bien es inexistente (una mera puesta en escena para el despiste) o, por el contrario, habría sido la verdadera impulsora de la investigación, valiéndose para ello de las supuestas buenas relaciones referidas para acceder a ciertos archivos vaticanos, o sea… estamos ante la Verdadera y Ancestral Orden del Temple en todo su esplendor?, una tapadera de la verdadera Orden, a través de la Nueva Observancia Templaria?.

– El informe Runciman. El resultado del estudio encargado se plasmó en un informe, cuyo original se habría entregado a quienes lo pagaron; la propia Sede Pontificia, o la Societas Iesus…

Dado que está totalmente descartado que la copia estudiada de los Estatutos de Roncelin en 1967 fuese la que se conserva en Hamburgo, los responsables de la Biblioteca Corsino de Roma tendrían que ser la fuente primaria a la que acudir en busca de pistas, debiendo ser conscientes, eso sí, de que “con la Iglesia hemos topado”… Afortunadamente, lo que no parece probable es que el honorable e insigne Runciman haya conseguido llevarse su secreto, el secreto ulterior del Temple, a la tumba…

(*) Se deberían descubrir en el siglo XVII en Alemania dos documentos que se remontaban a la Edad Media, que demostraban ser de hecho dos reglas secretas suplementarias, redactadas solo para los Caballeros que alcanzaron el verdadero Círculo Interior de la Orden, y que suplementaban la regla eclesiástica corriente: estos documentos encontrados en Hamburgo son los “La Regla de los hermanos Elegidos” y la “Regla de los hermanos Consolados”



Con alta probabilidad el Maestre Roncelin nació en Marsella donde residía su padre Roger du Fos. Era vástago de una poderosa familia, la de los señores de Fos, con fama de belicosos, rebeldes y renuentes a todo vasallaje, amos del pequeño puerto de Fos-sur-Mer. A la muerte de su tío Bertrand su padre se instaló en Hyéres donde aquel vivía solo. La familia prestaba particular atención al Temple, el que poseía encomiendas en Provence. Su pariente Hugues de Fos había sido Maestre precisamente allí.

Eran los Fos propietarios de tierras al este de la embocadura del Rhône (la mitad oriental de la diócesis de Toulon) y obtenían grandes utilidades de la comercialización de la sal.

Roncelin era el hijo menor y, de acuerdo a las costumbres de la época, estaba destinado al clero. Joven ingresa a la Orden del Temple. Muchos fueron sus viajes y pronto alcanza altas dignidades. Así es que lo encontramos mencionado como Maestre de la casa de Tortose en Siria donde, el 17 de junio de 1242, se halla presente en un arbitraje entre el Temple y el Hospital.

Una tragedia espantosa había ocurrido en la adolescencia de Maestre Roncelin y lo marcó profundamente para toda la vida. En Béziers, no lejos de Fos, 100.000 cátaros habían sido masacrados el 22 de julio de 1209 por el ejército de Simon de Monfort. La orden de este es conocida “Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos”. El joven vizconde Roncelin contaba a la sazón unos quince años y comenzó a detestar a la tan intolerante iglesia católica por esta carnicería. Esto lo motiva para ayudar a los cátaros en carácter de vasallo del rey de Aragón en la batalla de Muret en 1213. Sin duda este espíritu belicoso y antieclesiástico era el signo de su familia que no se sometía a nadie y que, cuando no había enemigo a la vista, luchaban entre ellos.

Roncelin nació y vivió en el medio de los Templarios pero paralelamente a su labor en la estructura visible de la Orden participó en en el trabajo del Templi Secretum. Nos ilustran al respecto los interrogatorios a los Caballeros durante el infame proceso, interrogatorios llevados a cabo por gente hábil y astuta, interesada en descubrir que ideas circulaban en el Temple. Pues la cuestión residía en saber si los Caballeros habían adoptado el gnosticismo, maniqueísmo o el catarismo y el grado de su adhesión a doctrinas dualistas sostenedoras de la existencia de dos divinidades: el Bien y el Mal. Incluso preocupaba la cuestión de si se habían convertido al Islam. Pero, por sobre todo y lo primero en importancia, era establecer si los Templarios consideraban a Jesús como un falso profeta, como un criminal común crucificado por sus delitos. Si esto era así los Templarios estaban crucificando a Jesucristo por segunda vez como declaró absurdamente el rey Philippe le Bel.

Los Inquisidores conocían muy bien este enigma. Cien años antes algunos cátaros conocidos como los Perfectos ya sabían de esta versión de Jesucristo. Todo esto era conocido por los altos dignatarios de la Iglesia y guardado celosamente en los archivos vaticanos. Quienes quisieron difundirla, cátaros y judíos entre otros, fueron perseguidos y muchas veces exterminados y sus documentos destruidos. Pero, antes de su destrucción, los cátaros informaron al Temple, el que debió padecer a su turno tortura y muerte. Durante los interrogatorios en el proceso al Temple algunos prisioneros evidenciaron que poseían conocimiento al respecto. El problema es sin duda el detectar sus fuentes de información ya esta proviniera de manuscritos hallados en Tierra Santa, ya fuera comunicación de sabios Iniciados árabes o cabalistas judíos o bien que proviniera de los Perfectos cátaros. El hecho reside que el Jesús histórico difiere considerablemente de la leyenda que la Iglesia Católica impone a sus fieles. Lo más probable es que tales secretos fueran perfectamente conocidos por los Maestros de la Orden Secreta (Templi Secretum) en los más altos niveles de la Orden. Que tal organización oculta existía no cabe la menor duda. Poseemos testimonios de antaño al respecto. En Inglaterra durante el proceso a la Orden, los Caballeros William of Poklington, Stephen of Stapplebrugge y John Stoke declararon paladinamente: “En el Temple hay dos clase de recepción. La primera supone el ingreso a la Orden y transcurre sin nada especial en las ceremonias. La segunda tiene lugar años más tarde, a veces muchos. Está reservada a unos pocos y es muy secreta”. “Todo esto era y sigue siendo rigurosamente exacto. Uno de los dignatarios de la Orden, Geoffrey de Gonneville, Gran Preceptor de Aquitania y Poitou, declaró en el proceso: “Muchos suponen sin saber que las ceremonias secretas son algo malo y contrario a Dios, introducido por el Maestre Roncelin du Fos. El hizo modificaciones en los Estatutos de la Orden”, aclarando acto seguido que todo cuanto se hacía era bueno, noble y reservado a las almas más puras, lo que también es absolutamente exacto. En la Orden primitiva, sin embargo, el Gran Maestre no podía acceder a los niveles y Grados más altos pues él debía ser ante todo un guerrero y no un esoterista. Vemos que el Temple no era ni es lo que suponen muchos imbéciles confundidos que se dicen templarios y que reducen su vida espiritual a misa y comunión todos los domingos.

Precisamente fue al parecer Roncelin du Fos quien introdujo la denegación de Jesús como Profeta. Mucho sabía él, de la verdadera historia de los orígenes del cristianismo. Su tésis era la negación de la divinidad de Jesús y un retorno al Dios Único común a cristianos, judíos y musulmanes. Así surge dentro del Temple una estructura o jerarquía oculta cuyos miembros no eran conocidos por la mayoría de los Hermanos. Hay quienes sostienen que de ahí surgió el uso de rechazar la cruz. Quienes se negaban a hacerlo eran enviados a luchar y morir en Tierra Santa, los que acataban permanecían en Europa a fín de ser gradualmente introducidos en los conocimientos esotéricos. El objetivo último era el ideal sinárquico de conquistar el mundo entero para el nuevo ideal. Al saberse esto por infidencia de algún Caballero constituyó un nuevo y poderoso motivo para que Philippe le Bel y su aliado Clemente V quisieran destruir la Orden del Temple. Pero había otros rencores y otras causas, entre ellos la cuantiosa deuda del rey con el tesoro de la Orden. Y así naufragó el proyecto que hubiera conducido a una Europa unida y a una religión común para todos.

Pasemos a la época en que Roncelin du Fos se desempeñó como Maestre de la Orden en Provence de 1248 a 1250. Durante este período el debió manejar muchos asuntos, especialmente cuando fue enviado a España por Guillaume de Sonnac en remplazo de Fr+ Pelage enviado a Damieta.

Se afirma que en Mallorca él asistió a la ruptura de Provence con Aragón y que se alió con Guillaume de Sonnac.

De 1252 a 1256, como Maestre de Inglaterra debió resolver diferentes litigios en ese país. De retorno en Francia y de nuevo Maestre de las casas en Provence de 1260 a 1278, llevó a cabo su tarea con eficacia acordando derechos en diversas comunas de Occitania, recibiendo muchos legados para la Orden y atrayendo a esta muchos nuevos Hermanos Caballeros.

En 1272 logra persuadir u obligar al obispo de Avignon, donde Maestre Roncelin residía habitualmente entonces, a construir la capilla de la casa del Temple en esa ciudad. Muchos manuscritos citan su presencia para esa época en multitud de lugares: en Inglaterra, en España, en Tierra Santa y en las ciudades siguientes: Port-Sainte-Marie (Le); Marestaing; Larramet; Martel; Carnac; Loupiac; La Selve; La Clau; Carcassès; Jalez; Puy-en-Velay; Arles; Fos; Valence; Lus; Toulouse; Tortose (Terre Sainte) ; Orange; Saint-Gilles; Richerenches; Montpellier; Roaix; San Juan deAcre (Tierra Santa); Lacapelle-Livron; Drulhe; Avignon; Vaour; Montricoux; La Ville-Dieu-du-Temple; Gap et Embrun; Marseille; Sainte-Eulalie-de-Cernon. Estos múltiples viajes nos hablan de la importancia y rango que había alcanzado Maestre Roncelin dentro de la Orden del Temple.

Es interesante señalar que existe un manuscrito sobre la genealogía de los Señores de Fos en el que se menciona que Roncelin de Fos desposó a Mabile d’Agoult. Esto fue sin duda una contravención a la Regla del Temple. De ese matrimonio nacieron cuatro hijos: Rogeiret, Rossolin, Rossolinette y Consoline.

En 1278 hallamos a Roncelin en la casa de Sainte-Eulalie de Cernon. Es muy probablemente en esta comandería de Larzac, país de su gran antepasado Arnaud de Bedos, que Maestre Roncelin falleció cuando tenía alrededor de ochenta años de edad. Y se llevó con él secretos no develados.

Las dos funciones de Roncelin de Fos, alto dignatario de la Orden del Temple y Maestre de la Orden Secreta nos recuerdan a las dos caras del Baphomet. Y cabe preguntarse respecto de la relación de este último con la “ciudad de los sacerdotes druidas” o Bethphagé, mencionada en la carta no. XII de San Bernardo de Clairvaux a Hugues de Payns. Esto tiene relación con el Bautismo del que se denomina Hombre Primordial entre los celtas, lo que corresponde a quien no ha iniciado un camino iniciático. Y es tradición de que San Bernardo fue iniciado en su juventud por los druidas, iniciación que a su vez transmitió a los Caballeros fundadores del Temple.

En 1240 el copista Robert de Samfort, Procurador del Temple en Inglaterra, redacta sobre pergamino una parte de la famosa regla secreta de la Orden, si bien hay autores que afirman que la primera parte fue escrita por Mathieu de Tramlay.

Hacia fines del siglo XVIII, Münther, obispo de Copenhague, descubrió en los archivos del Vaticano el manuscrito en cuestión conteniendo los estatutos secretos del Temple. Existen al parecer dos copias, una en el Vaticano y otra en Hamburgo.


Sello del Maestre Roncelin
Utilizado en el sur de Francia en la segunda mitad del siglo XIII el Agnus Dei, sello de Roncelin du Fos, a la sazón Maestre del Temple en Provence. El asta sostenida por el cordero lleva la cruz paté. (Archivos departamentales de Bouches du Rhône, Marsella).





* Por Dr. Carlos Raitzin y otros.

1 comentario:

Fernando Arroyo dijo...

César Imbellone, no sé cómo no se te cae la cara de vergüenza por plagiar el artículo "Roncelin vs. Runciman: El secreto ulterior del Temple", autoría de un servidor (Fernando Arroyo Durán, presidente de Templespaña). Ya hay que tener caradura...