domingo, 10 de mayo de 2009
¿QUE ES LA DOCTRINA SECRETA ?
Geoffrey A. Farthing
CABALLEROS DE LA ORDEN DEL SOL
Si se nos pregunta qué es la Doctrina Secreta, nos encontramos con la misma dificultad que cuando se nos pregunta qué es la Teosofía. En ambos casos, una respuesta significativa es función en gran parte de un determinado fondo previo de conocimientos. Sin embargo, lo que podamos decir es que, con este nombre, hay un libro de HPB publicado en 1888, y que desde entonces éste no ha dejado de irse publicando.
Además, podríamos decir que existe una doctrina, una enseñanza que, de un modo general, trata de la naturaleza del universo y del hombre. Ha sido conocida desde tiempos inmemoriales por un pequeño número, un número muy pequeño de los miembros más avanzados de la humanidad. Esta doctrina es el tema tratado por una tradición corriente hasta hoy en día en todas las razas de la humanidad. Ha llevado diversos nombres, tales como la Sabiduría Antigua, la Ciencia Esotérica, la Religión Sabiduría, la Gnosis y, más recientemente, la Teosofía.
Esta doctrina constituye el tema principal tratado por el libro. Durante numerosas generaciones, saber quien se oculta detrás de los dogmas tradicionales de la doctrina se ha mantenido en secreto por lo que respecta a sus secretos más importantes. Una parte ha sido divulgada en las diferentes escrituras sagradas del mundo bajo una forma adaptada a su época. Parcialmente también ha sido abordada a través de las edades por los principales escritos filosóficos.
Muchos de los grandes filósofos, particularmente los de la época clásica, han sido iniciados en los Misterios. En estos Misterios, estaba representada en forma simbólica, una parte de los grandes procesos de la Naturaleza. Los iniciados en sus Misterios estaban unidos por juramento y no debían divulgar lo que ellos habían aprendido. El grueso de los escritos filosóficos y de las escrituras sagradas ofrecían, de hecho, una guía al primero que llega de los hombres, para el modo de conducirse en sus asuntos colectivamente, y particularmente en su vida, a fin de estar, en estos dos campos, en armonía con las leyes del universo y con ello, favorecer las tendencias naturales de la evolución, tanto en el cosmos como en el hombre, lo cual, en el tiempo adecuado, conducirá a todo el mundo “a la salvación”.
El hombre está comprometido en el camino de la regeneración espiritual, y si se siguen realmente, las reglas enunciadas en lo que está escrito, conducen y seguirán conduciendo, por el camino del misticismo, a realizar la experiencia de Dios, directamente.
Por el contrario, las escrituras existentes no hubieran conducido al hombre al ocultismo, a la ciencia secreta que conduce a la iniciación y finalmente a la etapa de Maestro. Con esta palabra entendemos no solamente ser el dueño de nuestra naturaleza, es decir de nuestro cuerpo y de nuestro yo-mi psicológico, sino finalmente también de la Naturaleza en si y de todos sus moradores; al alcanzar estas iniciaciones, el hombre se ha comprometido en la ruta que le hace salir completamente del reino humano para conducirle a los reinos sobrehumanos.
Para todo individuo, este vasto viaje empieza, por un lado, en el descubrimiento de la existencia de esta clase de sabiduría detentada por los Maestros y que hay que descubrir; por otro lado está la sincera aceptación de la idea de que el hombre es perfectible, y que esta idea se aplica en particular a nosotros mismos.
El hombre deseoso de seguir este sendero, en consecuencia, tiene que aprender primero la doctrina y a continuación tiene que aprender a aplicarla.
Esto implica el desarrollo de facultades que las experiencias de la vida corriente sólo contribuyen un poco, y no por completo, a desarrollar. Estas facultades se desarrollan con los esfuerzos sostenidos llevados a cabo con el estudio y la comprensión de las enseñanzas que se refieren a los amplios y complejos procesos del cosmos y a su relación con el hombre, considerado colectivamente e individualmente.
El estudiante motivado termina por darse cuenta de que estos procesos son los de su propio ser en el curso de la evolución de su desarrollo. Su tarea consiste en que estos procesos sean conscientes de modo que pueda hacer que se desarrollen en su mismo modo de vivir. Sus estudios le hacen trabar conocimiento con un amplio marco del saber en el cual toda experiencia encuentra su acomodo. Es la verificación definitiva de lo que al principio no es más que una teoría.
La imagen cósmica que se le presenta tiene dos vertientes. Está la estructura y la función, pero la enseñanza subraya que son los dos aspectos de un todo viviente que corresponde a un modelo único, fuera del cual no existe nada. Por ejemplo: no existe él mismo y el universo, sólo existe el universo. La toma de conciencia definitiva de esto es que sólo existe el Uno y que, por consiguiente, ¡él es Eso! Pero falta descubrir qué es ese “él”. Se dice, y esto son palabras, que se trata de nuestro Yo Egoico, pero eso no quiere decir nada mientras nosotros no hemos establecido un contacto consciente con ese Yo.
A medida que estas grandes realidades generales van tomando cuerpo con más detalle, el panorama se amplía del modo más maravilloso. El detalle incluye la visión de una estructura jerárquica que corresponde a lo que, en el curso de las primeras etapas de nuestros estudios, consideramos como los planos de la existencia. Estas jerarquías representan la vida, y una infinidad de vidas, funcionando en las diversas etapas de la evolución de la Mónada, prosiguiendo la Vida común su viaje pasando por la etapa de las formas más inferiores de la existencia para alcanzar las más superiores, estando estas últimas constituidas por los seres más sublimes que pudiéramos imaginar. Todos los seres que forman estas jerarquías son el origen, en los mundos internos, de las cualidades que se manifiestan en las maravillosas variedades de la flora y de la fauna naturales, con todas las características correspondientes a nuestro nivel objetivo de existencia. Este abanico de cualidades comporta una gran serie de correspondencias en la que hallan su lugar no solamente los colores y demás, sino el sonido, las influencias de los planetas, las características de los metales, etc. etc. La riqueza y la variedad de lo que comenzamos a percibir hacen pobres las palabras que buscaríamos para describirlas.
Esta es la visión de la estructura. Respecto al aspecto funcional, el Cosmos es considerado como un inmenso proceso conducido por la ley universal, ley que en realidad establece él mismo.
El “objetivo” al que tiende el proceso es la expansión de las posibilidades latentes del espíritu mediante la evolución, es decir, mediante el desarrollo progresivo de miríadas de seres llegados a las diferentes etapas de “desarrollo.” Reaccionan cada vez mejor al empuje cósmico guiado que conduce a todos los seres y a todas las “cosas” a actuar y a
crecer, siendo el resultado una “expansión” y un cúmulo de experiencias. El estudiante ve que este inmenso proceso es intrínsecamente sistemático; también parecería que ha habido una determinada planificación previa. Este proceso es ordenado, es unitario en el sentido de que todos los aspectos del mismo son interdependientes e interactivos. El estudiante motivado ve, además, que toda esta actividad prodigiosa se sostiene ahora en un equilibrio relativo y que todas las diversas actividades de las innumerables vidas que constituyen el proceso están en armonía total. Esta ley de armonía que reina en la totalidad del conjunto es la ley de Karma.
La ley es también una ley de ciclos, de recurrencia y de alternancia. La vida, como corriente de energía dinámica que traspasa todas las cosas y todos los seres, es continua, pero las entidades en las que opera por el momento, son temporales; vienen y después se van. Esto se aplica desde los más grandes, a saber, los cuerpos celestes, hasta los más pequeños que podamos imaginar, es decir, los mismos átomos de los que se compone la substancia. También ellos tienen un nacimiento y una muerte; su aparición y desaparición constituyen un proceso continuo durante toda la duración de la vida de un universo.
La planificación previa mencionada anteriormente se observa típicamente en las etapas de la progresión del viaje del desarrollo. Como ejemplos de estas etapas, tenemos en los vegetales la etapa de la semilla, distinta de la etapa del crecimiento del vegetal, la etapa de la floración distinta del tiempo de la fructificació n. En el hombre hay lo que se llama las siete edades del hombre que transcurren desde la primera infancia hasta la vejez. En grande, estas etapas son las etapas del desarrollo representadas por los reinos de la Naturaleza, y la doctrina dice que hay reinos, reinos sobrehumanos situados por encima del hombre. Cada tapa surge, en el momento oportuno, de la etapa que la precedió.
El programa previene también la seguridad de la subsistencia de todo ser en el momento en que aparece, a su vez, en el escenario de la existencia. La Naturaleza lo provee todo.
Otra visión que el estudiante adquiere es que toda cosa, en el Cosmos, es un constituyente; por un lado, toda osa está constituida de otra cosa y por otra parte ella misma es un elemento constitutivo de algo más grande que ella. Por ejemplo, una gran cantidad de millones de células constituyen el cuerpo del hombre, y una gran cantidad de millones de hombres constituyen el cuerpo de la humanidad considerada en conjunto. He aquí un misterio: en el campo de la conciencia, los seres son más que la suma de las partes que los constituyen o que la colectividad de las “vidas” que forma sus cuerpos y sus demás principios. Esto nos conduce a la situación del hombre en el interior de este proceso total. Él se encuentra en un estado crítico de la evolución. Es la única criatura en la tierra que ha sido dotada de mente.
La doctrina indica que la totalidad del curso de la evolución, la cual abarca a todo lo que se encuentra en este planeta y al planeta mismo, está concebido para desembocar en la etapa de la humanidad.
El hombre en sí es un representante de lo que, en la doctrina, es llamado Adam Kadmon, el Hombre Celestial, el Arquetipo. Todo esto abarca no solamente al hombre tal como es ahora, sino todo lo que lo constituye y todo lo que llegará a ser al pasar a los reinos sobrehumanos. Ciertamente, el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, pero Dios, entendido en este sentido, es la totalidad del ser mismo del Cosmos
en si.
Este es el esbozo de la “historia” de la Doctrina Secreta. Ésta tiene una infinidad de ramificaciones que no se han mencionado aquí, y de grandes profundidades que nuestras facultades cognitivas limitadas son incapaces de sondear por el momento. Si se utilizaran palabras para describirlas, para nosotros no tendrían absolutamente ningún significado. Para comprender, dependemos enteramente del desarrollo de nuestras facultades de percepción. Las reglas que permiten hacerlo están enunciadas en la literatura, pero hemos de ser capaces de ver la importancia de estas reglas antes de que representen un significado para nosotros y, por consiguiente, antes de que seamos capaces de seguirlas convenientemente.
El camino parece ciertamente arduo, pero cada vislumbre de verdadera intuición, a medida que se percibe y que uno toma conciencia de ello, nos hace avanzar un paso en el camino.
Cada apreciación aporta su momento de gozo y esto es más que suficiente para animarnos a proseguir nuestra ruta.
(Le Lotus Bleu, octubre 1988
CABALLEROS DE LA ORDEN DEL SOL .
VICTOR SALAZAR
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