martes, 17 de mayo de 2011

Enseñando a los niños a Meditar


Niños

Enseñando a los niños a Meditar 


Meditación infantil

Si hay algo que se le antoja a los padres es que sus niñas y niños lleguen a conseguir cuando adultos la tan anhelada dicha y realización que de alguna forma todos buscamos. Pero ¿Cómo empezar a transmitirles algo tan valioso? Sin duda esto puede empezar a transmitírseles desde niños, y no importan la religión o creencia que se tenga, lo importante es que ellos empiecen a sentirse muy seguros de que a pesar de que el mundo parezca muchas veces contradictorio, sin sentido y quizá doloroso, hay una herramienta que los puede acompañar en su aventura de descubrir y realizar la aventura de sus sueños más honestos y sinceros, y esa herramienta se llama meditar.

Lo primero que hay que comprender como padre es que la meditación no es algo en donde uno deba permanecer quieto o abstracto del mundo, la meditación, entre otras cosas, es un medio de conducirnos a ganar consciencia. Ganar consciencia significa que nosotros nos damos cuenta de lo que hacemos y el porqué lo hacemos, llevándonos dicha reflexión a madurar conscientemente nuestras acciones.

Asi pues, esta meditación no requiere que tu niño permanezca quieto ni pensando determinadas cosas, esto no funciona porque los niños son muy inquietos, su atención cambia demasiado de prisa de una cosa a otra, y es imposible, además de inadecuado, obligar a que los niños piensen determinadas cosas porque les restamos su fresca espontaneidad y creatividad.

La Meditación Reflexiva

La meditación activa simplemente consiste en conducir a los pequeños por medio del la reflexión. A partir de los 6 o 7 años,, un pequeños ya puede llevar a cabo dicha meditación, la cual tiene como objetivo desarrollar la habilidad de observarse a si mismo y madurar naturalmente por medio de una consciencia y reflexión sus emociones.

Los pasos son los siguientes:

1. Cada vez que intentes reprender a tu pequeño por algo que a tu parecer estuvo incorrecto, debes procurar guiarlo más con preguntas que con las palabras de reprimenda. Sin duda, aprendemos mucho mejor cuando “nos damos cuenta” que cuando alguien nos dice que estuvo “mal” algo que hicimos. Debemos tomar en cuenta que los pequeños aprenden, así como nosotros, experimentando, no tienen ninguna intención, ni “mala ni buena” para hacer las cosas. Sin embargo, se sentirán realmente mal o culpables si les hacemos creer que esta mal que experimenten, irán formándose con el tiempo la idea de que existe algo mal dentro de ellos. Esto puede que no se note en el momento, pero sin duda, entre más se reprende al niño y se le hace sentir que “estuvo mal”, más este se sentirá inseguro, tarde o temprano se rebelará.

2. Guía con preguntas: sin duda, la mejor forma que los pequeños tienen para aprender y valorar lo que hacen, es por medio de la reflexión guiada. Hay que tener las ganas de querer “enseñarles” lo que es “bueno o correcto” y empezar por guiarle con preguntas como: ¿qué crees que sintió tu amigo cuando hiciste eso? ¿Qué sentiste cuando lo hiciste? ¿Cómo podrías haberlo solucionado? Las respuestas que nos den pueden después ser sazonadas con nuestra opinión: “no crees que le dolió” ¿Cómo te hubieras sentido si a ti te hubiese pasado lo mismo?

3. No programar con palabras: Es importante no forzarlo y llevar a cabo esta conducción de una forma muy amistosa, presentarnos ante los pequeño amigablemente y, sobre todo, no caer en en palabras que los definan como algo en particular, así como ”eres malo” “eres injusto” “eres muy desordenado”, etcétera. Hay que recordar que cuando les hablamos así estamos reprogramando su mente, y lo único que hacemos con nuestra actitud es fomentar y reforzar dichas conductas en ellos.

Estos breves pasos, aunque no lo parezca, son previos a la felicidad del próximo adulto, porque aprender a observarnos y a considerar no sólo lo que sentimos, sino lo que sienten los demás, es requisito indispensable para valorar mejor las circunstancias y enriquecer nuestra consciencia, lo cual ayudará a los pequeños a tener un manejo emocional mucho más maduro y consciente, lo cual equivale a una vida más plena y feliz.

 Meditación para niños: reduce el estrés, la ansiedad y el miedo

Meditación para niños: reduce el estrés, la ansiedad y el miedoEl estrés, la ansiedad, el miedo y algunas otras emociones similares son cada vez más frecuentes en los niños y jóvenes, los cuales cada vez con más frecuencia suelen enfrentarse a información y problemas que antes no se tenían. El uso de internet, las películas, la televisión, aunado a los padres que están fuera de casa por mucho tiempo o conviven escasamente con los hijos, provocan que los niños tengan que manejar con su pequeña comprensión la información y experiencias que escuchan, ven y sienten cada día.

Estas emociones pueden provocar mucha tensión interior, conductas de rebeldía o inseguridad que a la larga, si persisten, puede derivar en todo tipo de afecciones como insomnio, estrés, hiperactividad, déficit de atención, mala memoria, alergias, etc., debido al desgaste severo que sufre el sistema nervioso e inmune al estar a la defensiva o temiendo ciertas situaciones.

Para menguar un poco esto, es necesario que los padres o personas encargadas del pequeño realicen una meditación antes de acostarse, de manera que el pequeño se vaya a dormir con pensamientos de tranquilidad y seguridad, que nutran su mente y liberen la tensión de su cuerpo, ayudándoles a amanecer con nuevos ánimos.

No es necesario pasar mucho tiempo con el pequeño, si el que se pasa se usa con calidad. Así que aquí te damos esta meditación para que logres una comunicación más profunda con tu hijo.

¿Cómo se lleva a cabo esta meditación?

No es necesario que se medite en un lugar especial. Lo mejor es, incluso, la cama del pequeño. Si hay más niños en la habitación, mejor, ya que antes de meditar, se les puede preguntar que les gusto y que no del día, por ejemplo, y que cosas podrían hacer para remediarlas o mejorarlas. Esto le ayudará al pequeño a sentir que el puede influir en su medio ambiente y le ayudara a tener una visión mayor de las cosas. Esto se puede retroalimentar con la participación de hermanos o primos, e incluso con la opinión del padre o tutor.

Este momento de reflexión puede hacerse incuso en la merienda, lo cual menguara el nerviosismo del niño. Quizá sea difícil lograrlo al principio, pero si se acostumbra al niño con el ejemplo del padre, y se le hacen preguntas o el padre empieza a platicar algo y a pedir opinión, el niño empezará a hacerlo, y es un buen momento para enseñarle al niño a dejar los problemas “afuera” cuando es momento de descansar o recrearse.

Una vez que se haya realizado esta breve sesión, entonces, a la hora de dormir, se habrá menguado gran parte de tensión y se podrá iniciar una meditación que retroalimente la mente del pequeño.

Música

Es necesario que consigas algún tipo de música que sea muy agradable para que el niño se empiece a acostumbrar a que cuando escucha esa música su mente se relajara. La música puede ayudar para cuando el padre no pueda hacer la meditación, el simplemente escuchar la música remitirá al niño al estado de relajación que produce la meditación. La míuscia que puede servir es la música instrumental para bebés, ya sea de Bethoveen, Mozart o la música celta.

Meditación guiada

La meditación se debe de realizar con voz suave. Se le pedirá al niño que cierre sus ojos y que de un hondo suspiro. Luego imaginara una esferita de luz, de su color predilecto a la altura de su lóbulo frontal (se le puede indicar presionando suavemente entre sus ojos).

Luego, hay que decirle que imagine que esta esferita de luz se hace muy brillante y crece, y la luz corre por sus venas y por todo su cuerpo Se le puede, a los más pequeños, señalar un breve recorrido con un contacto suave con el dedo índice por sus brazos, piernas y espalda, simulando el camino de las venas que debe estar recorriendo la luz.

Luego, se le dirá que esta luz recogerá como aspiradora toda la tensión del cuerpo.

Una vez que se haya realizado esto, entonces se le dirá al pequeño que se vuelva a concentrar en la esferita de luz, la cual ya habrá recorrido pro todo su cuerpo y habrá recogido toda la tensión. Y luego, se le pedirá que la envíe lejos, a un lugar del universo, donde estallara y se convertirá la esferita en puras estrellas.

Una vez hecho esto, entonces se le dirá que se imagine envuelto en una esfera de luz, la cual servirá como protección, se le explicara que durante la noche esa luz brillante será su escudo.

Si durante la meditación el pequeño se queda dormido, mucho mejor. Se puede usar la creatividad del padre para variar la meditación cada día.

Si el niño tiende a ser muy nervioso, ansioso o no se puede dormir, se debe considerar su dieta, la cual podría ser alta en azúcares refinados, lo cual daña y afecta severamente el sistema nervioso. También podría haber baja cantidad de nutrientes esenciales, por lo que habría que aumentar el consumo de cereales integrales, verduras y frutas frescas, en jugos recién hechos (no comprados en las tiendas) o ensaladas.

                                                                                                                                                               Bendiciones de Luz, Pilar Crystel

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