El concepto islámico de Dios
La primera cuestión es: ¿Qué dice el Islam respecto a la persona y atributos de Dios? El Islam describe a Dios como un Ser Perfecto, poseedor de toda excelencia. El primer versículo del Santo Corán declara: "Toda alabanza pertenece a Al-lah solo, Señor de todos los mundos". Puesto que Dios creó todas las cosas y todas ellas dependen de El para subsistir, sólo El merece toda alabanza por la belleza y excelencia que en ellas encontramos, pues éstas derivan de Dios. La hermosura de un paisaje, el encanto de una voz, la fragancia de una flor, la suavidad de un lecho, la golosina de un plato, la belleza y placer de todo lo que agrada y reclaman los sentidos del hombre, es creado y otorgado por Dios.
El versículo prosigue: "Ar-Rahman, ar-Rahim", es decir, Dios, por Su pura Gracia y Bondad creó todo aquello cuya necesidad habría de sentir el hombre. Por ejemplo, el aire y la luz, el agua y el fuego, variadas clases de alimento y medicinas; la madera, el hierro, las rocas, etc. Ha creado tan innumerables cosas para el uso y ejercicio de las facultades del hombre, que dondequiera se encamine, encuentra dónde reposar su atención, ofreciéndosele incontables oportunidades de mejorar y perfeccionar su conocimiento y aptitudes. En realidad, el hombre no puede experimentar necesidad alguna que no le haya sido provista desde antes de su nacimiento. Todo esto ha tenido lugar bajo el atributo Divino de "Rahmaniat".
De nuevo se le llama "Rahim" en el Santo Corán. Es decir, que El recompensa toda labor y esfuerzo de acuerdo con su merecido. El esfuerzo humano nunca es estéril y siempre es recompensado en correcta proporción a sus méritos.
De nuevo se le llama "Malik-i-Yaum-i-Din"; es decir, El es el Dueño del Día del Juicio. En otras palabras, además de los resultados de las leyes de la Naturaleza y las recompensas y castigos a que al mismo tiempo dan lugar, El ha fijado los límites de cada acción y tan pronto como tales límites son sobrepasados, tiene lugar un juicio final sobre cada acto, de forma que los buenos son recompensados y los malos castigados, siempre existiendo la posibilidad de que bajo su atributo de "Malikiat" El puede siempre perdonar y otorgar la remisión de la culpa.
También se le menciona como "Qadir"; es decir, que El ha determinado la naturaleza y propiedades de todas las cosas. De no haber sido así tendrían lugar desorden y confusión constantes en el mundo y los asuntos mundanales habrían concluido rápidamente. De no poseer el hombre certeza sobre la naturaleza, efecto y propiedades de las cosas, nunca podría iniciar empresa alguna sin conocer adónde podría conducirle. Por ejemplo, una persona que desea cocinar, enciende fuego con la certeza absoluta de que el fuego originará calor. Si la generación de calor no fuera una característica fija del fuego, y la extinción del fuego no fuera propiedad permanente del agua; si el fuego generara unas veces calor y otras frío; si el agua extinguiera al fuego en unas ocasiones y en otras lo avivara, nadie podría beneficiarse de ellos, y los hombres caerían en la desesperación y pronto perecerían.
A Dios se le describe como "Alim", es decir, tiene conocimiento de las cosas ocultas y manifiestas. El es conocedor de los secretos del corazón humano y conoce todo lo oculto. El está enterado de todo lo desconocido de la naturaleza humana, de la cual el hombre mismo es desconocedor.
Todo cuanto existe bajo la tierra así como todo lo existente en lo más recóndito de las montañas se encuentra en Su conocimiento. El sabe del pasado y también del devenir.
El es "Sami", es decir, escucha todo. El más ligero susurro no se le escapa, y el arrastre de una hormiga o el sonido de la sangre discurriendo por las arterias humanas también Le alcanza.
El es "Hayy", es decir, El es en Sí mismo vivo y otorga vida a los demás.
El es "Jaliq", el Creador.
El es "Qayyum", es decir, mantiene la existencia de los demás.
El es "Samad", es decir, nada puede existir sin Su apoyo y asistencia.
El es "Ghafur", es decir, perdona nuestras faltas.
El es "Kahar", es decir, todas las cosas están sujetas a su Poder.
El es "Jabbar", es decir, Remedia todo desorden y enfermedad.
El es "Wahab": Concede favores y bondades a Sus criaturas.
El es "Subbuh": Libre de todo defecto.
El es "Quddus": Comprende en Sí mismo todos los aspectos de la Pureza y Santidad.
No duerme ni se fatiga. Es Eterno e Imperecedero.
Es "Muhaimin", es decir, es Guardián sobre todas las cosas. Gracias a este atributo Divino, el hombre se ve salvaguardado de males y sufrimientos, de cuya proximidad puede incluso no percatarse. Se ve frecuentemente salvado de cierta enfermedad o calamidad gracias a secretas influencias que trabajaron a su favor. Tan pronto como la enfermedad ataca al organismo humano, fuerzas diversas comienzan a destruir a los gérmenes de la enfermedad. Mientras el hombre no persista en actuar temerariamente destruyendo las leyes de la Naturaleza, se ve salvado de muchas de las malas consecuencias de su conducta. Dios dice en el Santo Corán:
"Si Dios hubiera de castigar a los hombres por sus irregularidades de conducta, ninguno de ellos hubiera sido eximido".
En resumen, El posee todos los atributos perfectos y Su misericordia abarca todo. Como dice:
"Mi misericordia comprende todo"
En otras palabras, Sus atributos de enfado y castigo se encuentran supeditados a Sus atributos de misericordia.
El es "Ahad": Nada es igual a El; Es "Wahid", es decir, todas las cosas tuvieron su origen en Su Voluntad y El es Causa Primera de toda la Creación. Muchos otros atributos se mencionan en el Santo Corán que muestran que el Islam enseña un concepto perfecto de Dios, como poseedor de atributos que generan amor de una parte y temor por otra, siendo ambos indispensables para una perfecta relación entre Dios y el hombre.
Un instante de reflexión mostrará que la perfecta unidad y obediencia sólo pueden producirse por amor o por temor. Sin duda el amor es la relación más perfecta y superior, pero es también indudable que ciertas naturalezas no se sienten afectadas sino por el temor. Una religión, por tanto, que no haga énfasis en ambos atributos Divinos de misericordia y castigo, no puede ser universalmente beneficiosa. Al considerar las causas y orígenes de la conducta humana, toda religión debe considerar no sólo los motivos que influencian la actitud de los estratos más desarrollados de la sociedad, sino también aquellos que gobiernan las acciones de toda clase y condición humana. En realidad, las secciones más elevadas de la humanidad se encuentran en general inclinadas naturalmente hacia el bien. Por tanto, debemos prestar la mayor atención a quienes cayeron en desgracia y olvidaron completamente sus deberes como seres humanos. Este tipo de gente, salvo raras excepciones, sólo es influenciable por el miedo, y no le es aceptable ningún tipo de reforma moral o espiritual a menos que se enfrente con la perspectiva de algún daño o pérdida. Una religión que proclama conducir a toda la humanidad a una relación directa con Dios debe, por tanto, considerar esta característica de la naturaleza humana. Al describir los atributos de Dios, el Islam ha contrapesado de tal forma los diferentes atributos, que no puede imaginarse una más perfecta combinación que logre atraer y controlar a hombres de tan diferentes naturalezas. Ambos atributos de Amor y Castigo han sido objeto de énfasis, sujetos ambos a la afirmación: "Mi misericordia abarca todas las cosas", es decir, que la misericordia supera al castigo ya que el objeto del último no es el de infligir daño sino reformar.
Tal es una concepción de Dios suprema y perfecta y responde totalmente al objeto real de la religión, no siendo distintivo del Islam. La mayoría de las religiones adscriben atributos similares a Dios, con pequeñas diferencias. Ello hace preguntarse, a quien lo observa con superficialidad, por qué han de oponerse unas religiones a otras. Sin embargo, el error de que todas las religiones presentan una concepción similar de Dios surge del hecho de que la mayoría de la gente, al considerar la cuestión, olvidan las características de la naturaleza humana. Es propio de ésta aceptar o rechazar determinadas cosas por principio sin admitir interferencia o ayuda externas. De tales cosas se dice son autoevidentes y, aunque algunos pensadores no las acepten como tales, las masas las aceptan sin cuestionarlas, convirtiéndolas en una segunda naturaleza, sin posibilidad de que alguien pueda aseverar lo contrario con argumentos. Una de tales cosas aceptada casi unánimemente por la humanidad es la noción de que Dios es un Ser Perfecto, libre de todo defecto. Ninguna religión que declare que Dios adolece de perfección o está sujeto a deficiencias puede esperar ser atendida. No puede haber, por tanto, mucha diferencia entre los nombres y atributos que las diferentes religiones adscriben a Dios. Surgen, sin embargo, diferencias, en la forma en que los fieles de distintas religiones explican tales nombres y atributos. La aparente coincidencia respecto a tales nombres no se debe al hecho de que todas las religiones coincidan en los atributos Divinos, sino a la reacia voluntad de las masas a aceptar otros nombres en lugar de aquellos.
Al comparar los méritos de las diferentes religiones debemos considerar, por tanto, las explicaciones que cada religión ofrece al interpretar tales nombres y atributos.
Por ejemplo, todas las religiones coinciden al declarar que Dios es el Creador del Universo, y que El capacita a todo lo creado para evolucionar en su propio campo. Sin embargo, se revelan vastas diferencias entre las enseñanzas de las diferentes religiones respecto a este atributo Divino. Como estoy tratando de las enseñanzas del Ahmadiat, voy a proceder a explicar lo que el Islam enseña respecto de este atributo. Es obvio que Dios no es el Creador o Sustentador de alguna nación o clase particular, sino que es el Creador y Sustentador de todo el Universo y que, en la medida que el atributo de Creador le concierne, todos los hombres son iguales y ninguna nación puede proclamar alguna relación especial con Dios.
El se ocupa de las gentes de Asia de la misma manera que mira por las de Europa, y cuida de los americanos igual que de los africanos. De la misma forma que provee nuestras necesidades físicas, también provee nuestras necesidades espirituales. Basándose en este principio, el Santo Corán, en un tiempo histórico en el que privaba el espíritu de exclusividad nacionalista, cuando los prejuicios políticos eran máximos y las gentes de una nación no conocían siquiera si las de otros países tenían idea del concepto de profetazgo, proclamaba:
"No existe ningún pueblo al que no se haya enviado un Amonestador" (Al-Fatir, v. 25).
En otro lugar declara:
"Mas suscitamos de entre cada pueblo un Mensajero, que predicó: "Adorad a Al-lah y rechazad al Maligno". Pero entre ellos hubo algunos a quienes Al-lah guió y algunos que merecieron la perdición. ¡Recorred pues la tierra, y comprobad cuál fue el fin de los que trataron de mentirosos a los Profetas! (Al-Nahl, v. 37).
Se relata en una de las tradiciones que el Santo Profeta (la paz y bendiciones de Dios sean con él) fue en cierta ocasión preguntado acerca de si Dios había revelado algo en lengua persa, y él replicó: "Sí, Dios habló en persa a un Profeta".
Considerad, por tanto, cómo el Islam, ofreciendo esta explicación de la expresión "Rabbul-Alamin", que es común a los seguidores de todas las religiones, descubrió al mundo una nueva verdad y estableció los cimientos de la fraternidad universal. En consecuencia, un musulmán no puede sentir sino reverencia hacia los fundadores y líderes de las demás religiones. Para él, Krishna, Ramchandra, Buda, Zoroastro y Confucio son Profetas de Dios, al igual que Jesús o Moisés, con la única diferencia de que al mencionarse a estos últimos en el Santo Corán, existe una mayor certidumbre respecto a ellos. Este hecho afecta fundamentalmente a la actitud del Islam respecto a las demás religiones. Tan pronto como un musulmán oye acerca de una antigua religión que previamente no conocía o tiene noción de un antiguo profeta desconocido, no se siente confuso como si otro rival hubiera aparecido en escena, sino que al contrario, acepta el descubrimiento como prueba viva de la verdad del Islam y confirmación de las enseñanzas del Santo Corán. ¿No enseña acaso el Islam que Dios es "Rabbul-Alamin" y que sus bondades no están confinadas a Arabia o Siria, y que al igual que el Sol ilumina cada rincón del mundo, así debe la Palabra de Dios iluminar cada valle, dando luz a todas las naciones?
Al llegar a este punto puede surgir la pregunta de que si todas las religiones tienen origen Divino, ¿Por qué no debemos aceptar a todas como verdaderas y creer que todas ellas nos conducen a Dios? Esta cuestión ha sido respondida por el Santo Corán en los siguientes versículos:
"Por Al-lah, enviamos Mensajeros a los pueblos antes de ti; pero Satanás hizo que sus obras les aparecieran bellas a sus ojos. Así pues, él es su patrón en este día, y sufrirán un doloroso castigo. Pues solamente te hemos revelado el Libro para que les expliques lo relativo a sus discordias, y como guía, y como misericordia para un pueblo que cree". (16:64-65)
Estos versículos indican que la integridad de todos los libros y enseñanzas precedentes se ha vuelto dudosa, y que dudas y errores extrínsecos encontraron lugar en ellos antes del advenimiento del Santo Profeta (la paz y bendiciones de Dios sean con él), de tal forma que a pesar de su origen Divino, se han vuelto inapropiados en la práctica y no pueden ofrecer ya la garantía de que actuando conforme a ellos, el hombre pueda llegar a Dios.
Otra cuestión concerniente a Dios, y que corresponde a la religión responder, es la siguiente: ¿Por qué no podemos ver a Dios si El existe? Es fácil afirmar que Dios existe, la dificultad reside en demostrar los diferentes atributos de Dios. El Santo Corán reconoce esta responsabilidad y ofrece prueba de los distintos atributos Divinos. Por ejemplo, respecto a la última cuestión mencionada, declara:
"Las miradas no pueden alcanzarle pero El alcanza las miradas. El es el Inconmensurable, el Omnisapiente." (Al-Anam, v.104).
¡Qué breve, pero qué completa tal explicación!, las cosas sutiles, como por ejemplo, el aire, la electricidad, el éter, etc., no pueden ser vistos por los ojos del hombre, ¿Cómo puede él ver a Dios, cuando es mucho más sutil que todo lo existente y no está hecho siquiera de materia, sino que El mismo es el Creador de todas las cosas? Por el contrario, Dios sabe que el hombre busca sin descanso su unión con El y se siente impaciente por Su encuentro. El, por tanto, por Sí mismo, se acerca al hombre y Se revela personalmente a sus ojos; es decir, Se manifiesta a través de Su Poder y atributos capacitando de esta forma al hombre para verle con los ojos de la razón.
Respecto a la prueba de la existencia de Dios, el Santo Corán dice:
"Bendito sea Aquél en Cuyas manos está el reino, y que tiene poder sobre todas las cosas. Quien ha creado la muerte y la vida para que pueda probar cuál de vosotros es mejor en sus acciones; pues El es el Poderoso, el Sumo Indulgente. (Es decir, ha creado la vida para la realización de acciones y la muerte como recompensa, pues la compensación perfecta no puede ser otorgada en esta vida, sin que la fe no pierda su valor). Quien ha creado siete cielos en armonía. No puedes ver imperfección alguna en la creación del Dios Clemente. Mira de nuevo: ¿Ves alguna fisura? Sí, mira de nuevo, y una vez más, tu vista sólo volverá a ti frustrada y fatigada. (Al-Mulk, v. 2-5)
En otras palabras, si consideramos el Universo completo, encontramos que cada necesidad ha sido prevista; y los más adecuados medios para el desarrollo de cada capacidad y facultad han sido otorgados. Algunas de las necesidades del más ínfimo gusano que se arrastra sobre la tierra están previstas en algún planeta que se desplaza a billones de kilómetros de la Tierra. La contemplación de este círculo de deseo y su satisfacción nos muestra que el Universo tiene un Creador, que no ha omitido proveer nuestro más pequeño deseo, y, que, por tanto, ha otorgado los medios de satisfacer toda verdadera necesidad anhelada.
Otra cuestión que surge con cierta frecuencia es que, si Dios es Creador Benévolo, ¿Por qué ha creado tales cosas como las fieras, los gusanos, reptiles, el dolor, las enfermedades, las plagas, etc.? El Islam también ofrece explicaciones sobre tal cuestión. Por ejemplo, el Santo Corán dice:
¡Alabado sea Dios, que creó los Cielos y la Tierra, y originó las tinieblas y la luz, aún cuando los incrédulos atribuyen par iguales a su Señor!".
Es decir, todas las cosas que resultan fastidiosas y que son llamadas hijas de las tinieblas, como por ejemplo, las plagas, las fieras, insectos venenosos, etc., también son creación de Dios, y su creación no atenta contra su atributo de Misericordioso, sino que al contrario, prueba la misericordia de Dios. Si se considera su verdadera naturaleza, habla de una mayor Gloria y Alabanza de Dios, y no la merma de ningún modo. Sin embargo, aquellos que ignoran la verdadera naturaleza de dichas cosas, consideran su creación como derogatoria de Dios y asocian otros a El, al creer que tales cosas deben haber sido creadas por algún otro ser. Observad cuán espléndidamente el Islam ha desvelado la verdad, y explicado el objeto de la creación de tales cosas, que a primera vista aparecen dañinas o penosas. Declara que han sido creadas para un fin útil y que el hombre debe alabar a Dios por su creación. Considerándolo así, el punto de mira es completamente opuesto. El arsénico, la estricnina y la morfina son venenos mortales, y sin embargo, ¡cuán frecuentemente son usados para evitar el malestar humano y combatir las enfermedades! ¿Mueren más hombres por su daño, de los que se salvan por su aplicación? Millones de hombres se salvan de las garras de la muerte con el uso de tales venenos. Lo mismo ocurre con las serpientes, escorpiones y otros reptiles. No se ha prestado aún suficiente atención a tales criaturas, pero un estudio ulterior habrá de descubrir que su existencia prestará gran valor a los intereses médicos y científicos. Además, según aparece en el Santo Corán, la creación de tales insectos y reptiles fue anterior a la creación del hombre, y fueron responsables en gran medida de la purificación atmosférica de la tierra. Tales insectos y animales fueron, de hecho, los primeros eslabones en la creación del hombre, aunque no en el sentido en que la evolución se entiende, en general, hoy día, sino representando las diferentes etapas de desarrollo por las que la tierra ha pasado.
De nuevo dice: (Al-Shura, v. 30-31): "Entre Sus Signos está la creación de los cielos y la tierra y de todas las criaturas vivas que ha distribuido en ambos. El tiene el poder de reunirlos cuando Le agrada. Cualquier infortunio que os suceda, se debe a lo que vuestras propias manos han forjado. Mas El perdona muchos de vuestros pecados."
Dios creó el Sol, la luna y las estrellas; los cielos y la tierra y todo lo que se encuentra entre ambos, para servir al hombre; pero si éste no acierta a sacar utilidad de ello o lo malemplea y obtiene pérdidas o daño, se trata de su propio error. En muchos casos, Dios advierte de las malas consecuencias de los fallos humanos. Por tanto, los males sufridos por el hombre no se deben a la acción de Dios, sino a que aquél contraviene las leyes naturales que han sido diseñadas para su beneficio. La enfermedad se debe a la interacción entre facultades agonistas y antagonistas que se le han dotado al hombre. Todo progreso humano acontece como resultado de la acción y reacción de tales facultades, que de no existir, el hombre no sería lo que es. Bajo una ley natural general, el hombre es influenciado por todo lo que le rodea, y a su vez influye sobre el medio. En cualquier momento de este proceso de influencia y contra influencia en que el hombre contraviene la ley natural, se expone a sí mismo al ataque de cualquier enfermedad, malestar o inconveniencia. Dios, por tanto, no ha creado a la enfermedad como tal, sino que ha creado la ley natural, indispensable para el progreso del hombre, siendo la enfermedad el resultado de la infracción de esta ley. Como dicha ley nace de la Beneficencia Divina, el hecho de que el mal resulte de la ignorancia o infracción de la misma, no impugna de ninguna forma la perfección de la Beneficencia Divina.
Igual que con la enfermedad, ocurre con el pecado, que tampoco tiene una existencia independiente, pues se conoce como tal la infracción de una ley moral o espiritual. La existencia del pecado, por tanto, no ofende la Santidad de Dios. La denominación usada por el Santo Corán para el pecado, significa exceso o defecto, no aplicando este concepto a un sustantivo. Ello demuestra que, según el Santo Corán, el pecado no tiene sentido por sí mismo y significa simplemente ausencia de virtud. El exceso y el defecto son resultados directos de la acción u omisión humana, el fracaso en el empleo o abuso de las bondades de Dios, o el intento de infringir los derechos de los demás.
Ningún otro libro religioso presenta a Dios con esta imagen. Sólo el Santo Corán explica que la existencia de tales cosas aparentemente nocivas o dañinas no atenta contra la perfección de los atributos Divinos. El Santo Corán no sólo enumera los atributos de Dios, sino que los explica e ilustra con tal detalle que las dudas y equívocos desaparecen, la revelación de su belleza encanta su contemplación, origina admiración y colma en el corazón el deseo de amor y obediencia. Una mera enumeración de los atributos Divinos no tiene realmente un gran mérito.
En algunas ocasiones se objeta que resulta incompatible con la Misericordia Divina el que los niños sufran alteraciones y enfermedades que no han merecido de ninguna forma y han arrastrado sobre sí.
La respuesta a tal objeción está contenida en el comentario anterior; es decir, Dios ha creado una ley que influye sobre todo lo que se encuentra en su entorno, y tal ley es completamente beneficiosa. De no ser así, el hombre no se vería afectado en sus circunstancias externas y no hubiera realizado progreso alguno. Bajo efectos de esta ley, los niños quedan influenciados, para bien o para mal, por sus padres. De ellos obtienen salud y contraen enfermedades. De no poder adquirir la enfermedad, tampoco estarían capacitados para heredar la capacidad y facultades de sus padres, y el hombre nacería semejante a una imagen de piedra, impenetrable a buenas y malas influencias. El objeto subyacente en la Creación humana se habría frustrado y su existencia sería aún peor que la de los animales. La cuestión siguiente radica en saber si existe compensación alguna por la pérdida y sufrimiento causados por enfermedades o incomodidades que de alguna manera se heredan. La respuesta del Islam a esta cuestión es que, al valorar el progreso espiritual de cada individuo, será considerada toda incapacidad padecida, ajena a cualquier falta personal. Por ejemplo, el Santo Corán dice (Al-Araf, v.8):
"Entonces les enumeraremos ciertamente sus acciones con conocimiento, ya que nunca estuvimos ausentes".
En otro lugar dice (Al-Nisa, v.96):
"No son iguales los creyentes que se quedan sentados, exceptuados los incapacitados, que los que se sacrifican por la causa de Al-lah con sus bienes y personas. Al-lah ha exaltado en rango a quienes se sacrifican con sus bienes y personas respecto a los que se quedan sentados"...
El Santo Profeta (la paz y bendiciones de Dios sean con él), dice:
"Ningún creyente, hombre o mujer, experimenta sufrimientos en relación con su cuerpo, hijos o propiedades, sin que sus pecados sean reducidos. Alcanzarán tal grado de purificación por el sufrimiento, que en el instante en que hayan de presentarse ante Dios, sus faltas habrán sido completamente borradas". (Tirmidhi).
Aunque esta tradición se refiere particularmente a los creyentes, el principio establecido por el Santo Corán es de aplicación general. Se menciona a los creyentes en este contexto porque tal explicación fue dada en respuesta a una cuestión en particular.
Lo anteriormente descrito es ilustración suficiente sobre las enseñanzas de las diferentes religiones respecto a los atributos de Dios. El Islam define el atributo de Beneficiente en un sentido distinto al que definen las demás religiones. Algunas de ellas han de incluir la doctrina de la trasmigración de almas para afirmar la Beneficencia de Dios. Sin embargo, una breve consideración muestra que la explicación dada por el Islam es completamente razonable y de acuerdo con las leyes de la naturaleza, mientras que la doctrina de la trasmigración de almas sólo se basa en meras suposiciones.
La manifestación de los atributos divinos de Justicia y Misericordia también merece atención. Todas las religiones describen a Dios como Justo y Misericordioso, y sin embargo existe una vasta diferencia entre sus respectivas explicaciones y el sentido de tales atributos. El Islam dice que no existe conflicto entre estos dos atributos y que ambos pueden manifestarse simultáneamente. La Misericordia no se opone a la justicia sino que se encuentra por encima de ella.
El Santo Corán dice (Al-Anam, v. 161):
"Quien realice una buena acción recibirá diez veces su valor pero quien haga una mala acción tendrá sólo un merecido similar; y no serán defraudados."
Esto demuestra que, de acuerdo con el Islam, no es injusto recompensar a una persona por encima de sus merecimientos, en cambio, es injusto infligir a un hombre mayor castigo del que es responsable.
Ciertamente, injusticia significa compensar a alguien en menor cuantía de lo que ha ganado, o castigarle en mayor medida de lo que merece; o entregar a alguien lo que a otro pertenece, y Dios nunca realiza alguna de tales cosas. Todo lo que hace es perdonar a todo ser arrepentido, que habiéndose percatado de su error, abandona el mal camino en su vida y se presenta ante el Trono de la Divina Misericordia, suplicando su perdón con el corazón palpitante, los labios trémulos, los ojos llorosos, la cabeza inclinada por la vergüenza y la mente llena de tumultuosos pensamientos y con la determinación de llevar una vida pura e inmaculada en el futuro. Dios capacita a tal persona para comenzar un nuevo curso en su vida. El es como el padre cuyo hijo pródigo vuelve a casa después de un largo tiempo humillado y arrepentido, incapaz de levantar sus ojos hacia su padre, que, llevado por el afecto natural, lo atrae hacia su pecho sin rechazo y proclama su alegría por el retorno de su hijo. ¿Sería esta ocasión para que sus otros hermanos que permanecieron en casa y le sirvieron, denunciaran la injusticia del padre?
Sin duda, el castigo es uno de los instrumentos para reformar, pero las torturas del infierno no son castigo más grande que el verdadero remordimiento. Lo que el fuego del infierno puede causar a lo largo de cientos de años, el remordimiento auténtico lo puede originar en pocos minutos. Cuando un hombre se presenta a Dios verdaderamente arrepentido y con la determinación de llevar una vida pura en el futuro, el Dios Misericordioso ha de tener piedad para con él. ¿Puede Dios Misericordioso y Perdonador alejarse y rechazar a un siervo suyo que se postra ante la puerta de Su Misericordia, arrepentido por su pasado y esperanzado en el futuro? Ciertamente, no.
Finalmente, voy a referirme a un atributo, que es mejor conocido que otros atributos Divinos, pero respecto al cual, existe mayor desacuerdo entre las diferentes religiones; me refiero al atributo de Unidad. No existe ninguna religión actual que enseñe el politeísmo: Como cuestión de principio todas proclaman la unidad de Dios. Sin embargo, los fieles de una religión acusan a los de otras su falta de creencia en una perfecta Unidad. He visto escrito en algunos libros publicados en Europa, que los musulmanes son politeístas, y se me ha relatado que numerosas personas en Europa y América, ignorantes de las enseñanzas y literatura islámica, imaginan que los musulmanes adoran al Santo Profeta (la paz y bendiciones de Dios sean con él). Esto es indicativo del sentimiento general de esta época; contrario a la doctrina de la pluralidad Divina. No obstante, a pesar del acuerdo de todas las religiones en profesar la creencia en la Unidad de Dios, cada una difiere de otra en su interpretación, usando muchas de ellas tal expresión como escudo para ocultar ideas politeístas. Sin embargo, el Islam es totalmente ajeno a concepciones o doctrinas politeístas y ha desterrado completamente todo tipo de creencias o prácticas, que remotamente pudieran sugerir tales ideas. Ha definido y explicado la idea de la asociación de algo con Dios de una manera tan exhaustiva que no ha dejado posibilidad de duda.
El Santo Corán clasifica al "Shirk" (asociación de otros dioses en Dios) en cuatro grados: Primero, la creencia en una pluralidad de dioses. Segundo, la creencia de otros seres, que en mayor o menor grado, participan de los atributos Divinos, independientemente del hecho de que tal ser es o no es llamado Dios. Por ejemplo, creer que un particular individuo puede crear cosas con vida o puede resucitar a los muertos, equivale a incurrir en "Shirk", a pesar de que a tal persona se la pueda considerar un ser humano, ya que en este caso, sólo existe diferencia nominal, estando la esencia de la Divinidad adscrita a otro. En tercer lugar, considerar a un ser distinto a Dios merecedor de adoración, aunque a tal ser no se le considere Dios ni se crea partícipe de los atributos de Dios, por ejemplo, en tiempos ancestrales, los padres eran objeto de adoración en ciertas tribus. Por último y en cuarto lugar, considerar a un ser humano como infalible. Por ejemplo, creer que un determinado santo o persona dotada se encuentra completamente libre de las imperfecciones humanas, debiendo, por tanto, implícitamente ser obedecida en todos los aspectos, por muy inaceptables que puedan ser sus órdenes y, preferir en la práctica sus normas a las de Dios, aunque en asuntos de fe a tal persona no se le llama Dios. El Santo Corán indica en estas cuatro clases de Shirk en el versículo siguiente: (Al-Imran, v. 65)
"Diles: "¡Oh, Gente del Libro! venid a una palabra que es igual entre nosotros y vosotros: que no adoremos a nadie que no sea Al-lah, y no asociemos a nadie con El, y que ninguno de nosotros tomemos a nadie por Señor aparte de Al-lah." Pero si vuelven la espalda, diles: "Sed testigos de que nos hemos sometido a Dios."
¡Qué refutación tan completa de toda clase de Shirk está contenida en este breve versículo! Cuando un musulmán dice que cree en un solo Dios, significa que no adora sino a Dios y no adscribe en ningún ser humano algún atributo Divino; que le considera libre de todo tipo de parentesco terreno; cree que Dios no asume forma humana, ni está sujeto a hambre o sed, que no se somete sino a Dios y sus esperanzas no están centradas en algún otro ser. A nadie dirige sus plegarias sino sólo a El; y aunque venera a los Profetas de Dios, no los considera más que seres humanos. Esto es lo que el Islam le enseña y lo que mantiene en su credo a lo largo de su vida.
En general todas las religiones acuerdan con el Islam al afirmar la Unidad de Dios, pero cuando precisamos en el tema, encontramos que cada religión difiere significativamente de las demás.
En resumen, la concepción de Dios, en principios y detalles, que presenta el Islam, es la más perfecta. Su contemplación lleva al hombre a Dios de un modo que no es posible en el caso de cualquier otra religión. El Islam explica cada atributo de Dios de una manera precisa y establece el efecto que cada uno de estos atributos produce en la vida diaria del hombre. Describe asimismo la interrelación de los diferentes atributos y sus límites en su acción y resultados. Por tanto, de esta manera representa a los ojos del hombre una concepción completa y perfecta de Dios y su corazón rebosa de amor. Otras religiones comparten con el Islam únicamente los nombres de los atributos de Dios, pero ninguna comparte la realidad de tales atributos. Es obvio que al juzgar las diferentes religiones debemos considerar su realidad y no los meros nombres