Los templarios pelearon por conquistar tanto el Jerusalén terrenal como el celestial. portadores de una «doble armadura», la «de acero» y la «de la fe». Quienes vivían para «el Señor» y morían por él. Quienes luchaban «contra los enemigos de la cruz de Cristo». «Monjes» y «soldados» a la vez, «siervos» de Dios, «que fieles y vigilantes, hacen guardia sobre el lecho del verdadero Salomón». Concepción de este cuerpo de élite incardinada para san Bernardo de Claraval, el autor de su regla, en la «teoría de las dos espadas» que aparece en un pasaje del Nuevo Testamento (Lucas 22, 38).
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