sábado, 12 de agosto de 2017

La famosa estrella de siete puntas de la alquimia con la fórmula VITRIOL



La famosa estrella de siete puntas
de la alquimia con la fórmula VITRIOL

Por Ulrich Arndt

La imagen alquímica de la estrella de siete puntas Vitriol (septagrama) revela –como casi ninguna otra imagen– el profundo conocimiento de los grandes alquimistas como Paracelso. Muestra su conocimiento sobre la influencia de los siete planetas en el curso de la energía vital en el ser humano e incluso en el cuerpo viviente de nuestra Tierra.
A menudo, los escritos relativos a la alquimia se han hecho muy difíciles de entender, intencionadamente. Muchos alquimistas –y también Paracelso– fueron tratados con hostilidades de diversos tipos. A menudo viajaban a lo largo de sus vidas por Europa, algunos incluso llegaron a Oriente Medio y al Norte de África para poder escapar de la avaricia de gobernantes y la estrechez de mente de los hombres de iglesia de aquel tiempo. Sin embargo, debido a esta amenaza, no pudieron exponer abiertamente en libros todo su conocimiento. Por eso, se referían a éste en alegorías, usaban nombres secretos para sustancias y procedimientos de laboratorio importantes, y dibujaron imágenes crípticas con varios niveles de significación. Esto ha contribuido a la dificultad actual de comprender su conocimiento teórico y práctico. Por lo tanto, se han necesitado más de veinte años de estudios comparativos de los escritos antiguos, combinados con investigaciones prácticas de laboratorio, para redescubrir los elixires curativos de Paracelso, tales como, por ejemplo, la esencia de oro ”Aurum Potabile” (ver números 6 y 7). Sólo de esta forma pueden descifrarse las bases más importantes para el elevado arte de la alquimia, es decir –como se describe en el último número– el conocimiento de los disolventes secretos de la alquimia; sólo con la ayuda de los cuales es posible la producción de ”Arcanos Superiores” (éste es el término para los más elevados remedios de la alquimia) de metales y gemas.
En consecuencia, está ampliamente demostrado por los ejemplos de la ”estrella de siete puntas Vitriol” y el ”hombre planetario” el nivel de profunda significación que ha de descifrarse en las imágenes simbólicas de la alquimia.
La estrella de siete puntas Vitriol es una de las imágenes más conocidas de toda la alquimia. Fue reproducida en diferentes versiones por diversos autores. En la Edad Media su conocimiento secreto era considerado de tal importancia que incluso la Orden oculta de los Caballeros Templarios ”grababa” por el paisaje francés, en sus castillos, la estrella de siete puntas. Y esto se hizo de una ingeniosa manera geomántica (de acuerdo con el conocimiento de las energías de la Tierra), lo cual también revela un asombroso conocimiento sobre el significado alquímico de la estrella de siete puntas Vitriol. Más tarde volveremos sobre esto. Primero echemos una mirada a los componentes principales de la imagen.
En el centro, la estrella de siete puntas Vitriol tiene una cara a la que las dos manos a izquierda y a derecha parecen pertenecer y los dos pies, también. Estas cuatro extremidades se refieren a los cuatro elementos: En una mano hay una antorcha, que representa el elemento fuego, en la otra mano hay una vejiga de aire (Vesica piscis), que representa el elemento aire; un pie está en el suelo y el otro en el agua. El quinto elemento a menudo se pasa por alto, pero se sienta encaramado en el trono de arriba en forma de la doble ala de Hermes. Los cinco símbolos que representan a los elementos están ordenados en un pentágono de tamaño normal. Junto al pie, un rey y una reina están sentados con los símbolos del sol y de la luna, que representan el poder polar de la naturaleza.
Además la imagen muestra tres formas diferentes: Un triángulo, un círculo y una estrella de siete puntas. El triángulo representa la trinidad de cuerpo, espíritu y alma; si uno sigue las inscripciones de los ángulos: “Corpus”, “Anima” y “Spiritus”, o, en alquimia, por Sal (= cuerpo, el principio solidificante), Sulphur (= alma, el principio que mueve) y Mercurius (= espíritu, el principio que conecta).
obre este triángulo hay un círculo con siete emblemas y una inscripción que dice: ”Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem”, en español: ”Busca en el interior de la Tierra y encontrarás, rectificando, la piedra secreta.” Las iniciales de todas las palabras en latín forman el nombre de VITRIOL. En tiempos anteriores ya se conocía el vitriolo como el cobre o hierro de vitriolo del cual los alquimistas hacían ácido sulfúrico para el procesamiento de metales. Pero Vitriol es también un símbolo alquímico para el proceso de la transmutación, la legendaria transformación del plomo en oro. En relación a lo humano esto significa la transformación de un mundo de oscuridad y enfermedad en luz, en salud, y en la aurora de la consciencia. Este proceso no es más que el sendero mítico del Santo Grial, ya que en las leyendas el Santo Grial representa la realización de un estado ”más translúcido”, ”más puro” y ”más iluminado”, respectivamente.
Los siete emblemas en el círculo se refieren también a esa transformación de la oscuridad en luz y del renacer en un nivel superior. Muestran símbolos de los duros trabajos de la ”Gran Obra”, la transmutación del plomo en oro; en el sentido de las agujas del reloj, comenzando desde el cuervo en el cráneo, hacia arriba, hasta el unicornio y la ”resurrección”. Por eso, cuervo y calavera representan la oscuridad y la materia en su estado de vibración más baja, a saber: cierta escoria originada en el proceso de trabajo, llamada caput mortuum. Esta escoria está compuesta de residuos de óxido férrico o de óxido de cobre como resultado de la producción de ácido sulfúrico de sulfatos de metales, por ejemplo, el vitriolo. En concreto, fue Paracelso quien en sus escritos señaló que incluso de tal escoria podía obtenerse algo valioso. Aquí el emblema con el cuervo se refiere al disolvente que contiene amoníaco. Las otras imágenes describen el proceso de obtención de una esencia regia o la esencia de oro Aurum Potabile (simbolizada por águilas llevando la corona); con su ayuda –como se muestra en la última imagen– se eleva al hombre de la oscuridad, de lo terrenal y de la inconsciencia, hacia la luz, y por lo tanto, “renace”, por así decirlo.Los Caballeros Templarios asociaron con toda intención su estrella de siete puntas con el flujo de la energía de la vida en nuestra tierra. Tal sensacional descubrimiento se hizo justo antes del cambio de milenio. Como Dawkins, el geomántico Siegfried Prumbach ha descubierto extensas líneas de energía. Hace cuatro años descubrió que todas estas líneas forman una trama geométrica regular: Una red global de energía que está construida principalmente con 12 grandes pentágonos, formando un llamado dodecaedro (uno de los cinco sólidos platónicos). Exactamente en el centro de uno de estos grandes pentágonos, el cual está superimpuesto en Europa y en el norte de África, Bourges se sitúa como el centro de la estrella de siete puntas. Y también la línea del Grial corre exactamente a través del centro de este pentágono.
Los Caballeros Templarios situaban las principales comandancias de su estrella de siete puntas junto a fuertes centros de poder, por ejemplo: el punto de la Luna en Rennes-le-Chateau (un lugar legendario de los Cátaros) y el punto del planeta Marte en Verdún (de hecho, este punto de Marte, el dios de la guerra, obtuvo cierta fama durante la Primera Guerra Mundial). Los Caballeros Templarios conectaron de forma particular el flujo de energía entre los siete sitios de poder o ”chakras de la Tierra” en Francia. El conocimiento secreto de los alquimistas se relaciona con la manera en la que las energías de los planetas en la estrella de siete puntas tienen que fluir para tener un efecto revitalizante. Sabían cómo transformar el “oscuro orden planetario” del nivel Nigredo en “oro” y brillo. Llamaron a éste el nivel de vibración más alta, “Rubedo” (= enrojecimiento) de acuerdo a los colores que aparecen durante la transformación de la materia en la Gran Obra. El esfuerzo de todos los grandes alquimistas fue alcanzar este nivel de vibración más alta en su laboratorio y dentro de sí mismos. Con este propósito Paracelso transformó metales sólidos y gemas en lúcidos elixires únicos. Éstos, utilizados como remedios, sirven para “abrillantar” al hombre en consecuencia, es decir: elevar su nivel vibracional, curar y sostener el desarrollo del carácter y de la consciencia.
Entre cada emblema se sitúa uno de los siete rayos de la estrella de siete puntas. En cada rayo hay uno de los símbolos de los siete planetas, empezando de acuerdo con la numeración de los rayos, con Saturno, Júpiter, Marte, luego el Sol, Venus, Mercurio, y finalmente, la Luna. Tradicionalmente se asignan ciertos metales a los planetas: Éstos son Saturno = plomo (o antimonio, mineral de vitriolo), Júpiter = estaño, Marte = hierro, Sol = oro, Venus = cobre, Mercurio = mercurio (o zinc), Luna = plata. Dando los nombres de los planetas, también se alude a la Gran Obra de los metales, significando la transformación del plomo en oro.
La secuencia de numeración de los planetas de 1 a 7 corresponde al llamado orden caldeo de los mismos. En ese tiempo se suponía que la Tierra era el centro de las órbitas planetarias. Y el orden establecido por los caldeos hace 3.000 años tenía el propósito de marcar su distancia descendente desde la Tierra. Es asombroso: cuando los siete planetas clásicos se ordenan de acuerdo con el promedio de la velocidad orbital, empezando con Saturno, el planeta más lento, se da la misma secuencia. Por ello, es un orden físico muy razonable incluso aunque se haya demostrado que la concepción geocéntrica del mundo es errónea.
A finales del siglo XVII, el alquimista Johann Georg Gichtel, en su famoso “hombre planetario”, describió los planetas, exactamente de acuerdo con esta secuencia planetaria. Aquí, los planetas marcan los chakras, los siete principales centros de energía del hombre, empezando desde el chakra coronario con Saturno hasta el chakra raíz con la Luna. Los alquimistas llamaban a los chakras ”los sellos de los planetas” o ”los hornos del alma”.
Gichtel, ideando su hombre planetario en negro, llamó a la imagen una descripción del “hombre enteramente terrenal, natural, oscuro”. La compuerta negra representa la “fase Nigredo”, literalmente “lo negro”, la materia oscura, con baja vibración, en el principio de la Gran Obra. Por eso, es una fase parecida a la mostrada en la estrella de siete puntas Vitriol: en ella se simboliza el principio del trabajo con el pájaro negro en la calavera. De la misma manera que los emblemas en la estrella de siete puntas demuestran la transformación de la materia, el “oscuro hombre planetario” tiene que ser transformado y elevado. Por eso, el orden planetario y la asignación de chakras, tal como se muestra en la imagen de Gichtel, representan el mismísimo principio del proceso. Marcan una fase en la que las fuerzas de solidificación dominan el mismo, retrocediendo y, finalmente, muriendo. Sin embargo, hay oculta una indicación en ambas imágenes; la de la estrella de siete puntas y la del hombre planetario, una indicación sobre cómo los planetas pueden combinar su acción para elevar e iluminar al hombre, y para transformar el oscuro plomo en oro brillante, con una vibración alta.
Se hablará más sobre este tema en el próximo número…
Echemos una mirada ahora a la estrella de siete puntas de los Caballeros Templarios de Francia. Un viejo mapa de los Caballeros Templarios muestra la posición de las siete principales comandancias, las cuales están ordenadas en forma de estrella. También en este caso los rayos de la estrella están en el mismo orden que los planetas. Pero hay una diferencia: están ordenados de forma invertida. Junto al centro de la estrella destaca el nombre de la ciudad de Bourges. Curiosamente el famoso alquimista Fulcanelli, describió Bourges como la ”piedra angular de la Gran Obra de los alquimistas de Europa”, sin dar, sin embargo, ulterior explicación. Solamente en 1998 se resolvió este acertijo, al menos parcialmente. El geomántico Peter Dawkins descubrió una extensa línea de energía, una llamada ‘leyline’, que pasa a través de Francia comenzando desde Saintes Maries de-la-Mer (el lugar de peregrinación más importante de los gitanos sinti y roma), hasta Bourges y Chartres, e incluso a través de Inglaterra. Ya que muchos lugares de la leyenda del Grial están situados en esta línea, Dawkins la llamó “línea del Grial”. Esta línea del Grial pasa exactamente a través del centro de la estrella de siete puntas de los Caballeros Templarios. En el norte de Francia divide con precisión el rayo del Sol, y en el sur corre entre los rayos de Saturno y la Luna, hasta el Mediterráneo. Hay que mencionar que esta línea del Grial no está representada en el viejo mapa de los Caballeros Templarios. ¿Puede ser esta coincidencia pura casualidad? Difícilmente. Sol, Luna y Saturno, los tres rayos planetarios situados en la línea del Grial, representan la trinidad de cuerpo, espíritu y alma. En alquimia corresponden a Sal, Sulphur y Mercurius. Y si miramos a la estrella de siete puntas Vitriol, la ubicación deliberada de la misma es incluso más evidente. Los tres rayos del Sol, la Luna y Saturno en la contracción VITRIOL, corresponden al comienzo, mitad, y final de la palabra, es decir: a las letras VRL. VRL o VRIL es el nombre de la fuerza elemental de la creación, omnipresente y vigorizante. Las letras restantes IT e IO forman la palabra latina ITIO, [in-itio = inicio = poner en el camino; de ‘iter’ = camino o itinerario]*, significando el viaje o camino, o más bien el flujo del poder universal de la creación a través de los siete planetas en la forma de siete ”luces” divinas, y, finalmente, el curso de la energía de la vida a través del cuerpo, espíritu, alma, y de los siete chakras.
Fuente: Horus Media

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