jueves, 7 de mayo de 2020

LA MUERTE (LA GRAN METAMORFOSIS) NO EXISTE


 Cómo se explica la “luz al final del túnel” - VIX 

LA MUERTE (LA GRAN METAMORFOSIS) NO EXISTE


Sixyo Paz Wells.

No hay un tema nuevo en esta obra de Sixto Paz Wells; pues los puntos mencionados se estudian en las dispensas abiertas como cerradas y con muchísimo mayor detalle. Eso sí, merece una atención especial el análisis de la muerte como la etapa terminal de una vida, en el marco de los nuevos paradigmas. Veamos lo que nos dice Sixto respecto al tema central de la muerte:
“La muerte no existe "nacemos para vivir, vivimos para aprender, aprendemos para crecer, crecemos para entender, entendemos para amar y amamos para morir a nosotros mismos... porque solo muriendo se renace y es que la muerte realmente no existe solo es una metamorfosis. (ENSEÑANZAS RAMA).
Todo cuanto se le asigna al individuo o se permite que le ocurra, aun lo más violento, está dispuesto para ayudarlo en su superación. Precisamente dependiendo de cómo enfrente la vida y las dificultades, o cómo haga uso de las facilidades que se le presenten, dependerá su avance y crecimiento espiritual. En este sentido, la muerte es sinónimo de cambio y metamorfosis en un universo dinámico de transformación continua. La muerte no existe realmente como el final último de la vida, porque es simplemente un paso más, un cambio de traje, una purificación e iniciación a manera de investidura hacia estadios superiores.
Ante la pregunta ¿por qué hay que morir?, primero tendríamos que preguntarnos: ¿por qué y para qué vivimos? y si todo es aprendizaje, ¿un aprendizaje de qué y hacia qué?, ¿elegimos o fuimos elegidos?, ¿Somos el producto del azar o de un destino predeterminado?, ¿Cuál es el propósito de la vida más allá de la supervivencia de la especie?. Buscando respuestas, tendríamos que hacer una inmersión dentro de cada uno, en el archivo de la memoria universal, es decir, en el ADN y en la energía donde está todo el conocimiento y la sabiduría acumulada. Hemos venido a conocer y a ser conocidos, que es lo mismo que decir que podemos y debemos recordar y reconectarnos con nuestra esencia. Si uno no muriese, si no tuviéramos un plazo, no valoraríamos la oportunidad que nos concede la vida para llegar a darle su justo valor a las cosas y a los procesos. Todo tiene un sentido y un propósito y también, todo tiene un tiempo y un margen para ser realizado. Cada plazo, como cada vida, es una oportunidad de realizarlo de tal o cual manera; la vida es de por sí una aventura de crecimiento en conciencia y la muerte el plazo que tenemos.
¿Hemos tenido alguna participación en la decisión sobre nuestro nacimiento y sobre lo que será nuestra vida?. Los "señores del karma" o "guardianes del destino" (que son unas entidades espirituales que rigen los nacimientos y encarnaciones), son los que asumen la condición de nuestros padres espirituales, dictaminando las circunstancias en las que vendremos a la vida, hasta que nuestro avance evolutivo nos permita negociar o decidir las condiciones de cada existencia. “A mayor avance evolutivo, mayores serán nuestras posibilidades de intervenir en la programación de nuestras existencias”.
La vida es una experimentación. Si uno sale reprobado en tal o cual aspecto -por así decirlo-, deberá repetirlo hasta que lo supere, lo cual podría ocurrir en una existencia o en varias; pero no es un castigo sino una nueva oportunidad. El propósito de la ley del karma no es hacer sufrir a nadie sino el crecer en conciencia y aprender para enseñar. Todos tenemos que pasar por todas las experiencias humanas, todos tenemos un destino, que es parte de la programación que ha sido dispuesta y que tiene previsto cuándo naces y cuándo te mueres; pero se puede modificar, nada es inamovible. Todo puede variar dependiendo del nivel de conciencia que desarrolles y de cómo enfrentes la vida.
Pero, ¿A qué podría deberse el gran temor que se le tiene a la muerte? - Todo se debe al olvido del que somos víctimas al momento del nacimiento y por haber dejado de lado las leyes universales o no haber recibido la información sobre las leyes que todo lo regulan. El recordar y mantener la consciencia es sinónimo de madurez de consciencia, si recordáramos y mantuviéramos conscientemente las leyes universales, entre ellas la del karma o causa-efecto, comprenderíamos por qué es tan importante no descuidar nuestro proceso individual. Tengamos presente que la muerte es una vieja conocida y amiga y para nada nuestra enemiga, por cuanto es parte natural del proceso de la vida, de la que hemos aprendido mucho y muchas veces. No hay nada que temer. Nada llega antes si uno no lo busca.
¿y por qué olvidamos nuestras vidas pasadas? porque no podemos vivir dos vidas a la vez; ¿cómo podríamos desenvolvernos en esta vida, sabiendo que en otra fuimos otra persona y tuvimos otras relaciones?.
Como el tiempo realmente no existe y más bien está sujeto a formas mentales, dependemos de la dimensión de conciencia que vayamos obteniendo producto de la mejor o peor respuesta que demos a los estímulos externos e internos, para avanzar en las existencias. Una mayor o menor vibración es interpretada por los guardianes del destino como base para establecer el tiempo de vida de alguien, el espacio de vida temporal necesarios para que transcurran y se den las circunstancias adecuadas como para que dicha persona pueda crear a su alrededor la ambientación propicia para conocerse a sí misma y superarse. La existencia es tanto más valiosa cuanto más útil sea para darnos cuenta del sentido de las cosas y poder ser útiles a los demás.
Todo en la vida es una cuestión de actitud; lo que para una persona pueden ser grandes trabas y limitaciones, para otra puede ser un reto o una gran oportunidad para desarrollar sus capacidades. Cuanto más tratemos de huir de ciertas responsabilidades más veces volveremos a ellas, nada ha sido dejado al azar, por algo estamos donde estamos, en el lugar y con las personas con las que convivimos y convenimos previamente.
Nada es para siempre y cada situación es una oportunidad de crecimiento que no debe ser desaprovechada. Todo está sujeto como dijimos, a un destino, a un plan de vida; como nada está dejado al azar ni es inamovible, debemos modificarlo sobre la base de una fuerza de voluntad firme y mediante una conciencia despierta. Somos la consecuencia de nuestras vidas pasadas y estamos sujetos a un largo proceso de aprendizaje y crecimiento evolutivo. En ese sentido, el destino es el programa de actividades existenciales previstas para el desarrollo y avance evolutivo del ser, existe para nuestro beneficio y no para perjuicio de nadie. La intención del destino no es otra que la de hacer que todos tengan un mismo punto inicial de partida y que puedan alcanzar una trascendencia futura basándose en el esfuerzo individual y el mejor aprovechamiento de los grados de interacción que tenga con los demás. Por ello es importante tener presente que cuando alguien a nuestro alrededor muere, no debemos permitir que fallezcan dos, ella y nosotros con nuestro dolor, no dejemos que lo mejor de nosotros muera con esa persona, sino que por el contrario, lo mejor de esa persona que ha trascendido viva con nosotros y en nosotros, inspirándonos a seguir adelante…”
Si recordamos que "uno puede crear lo que cree" y “concretar lo que decreta”. Entonces, hasta nuestra propia muerte, como la vida misma; puede ser “preparada” ya que “nadie tiene la vida comprada”. En la vida; si creemos en cosas positivas, atraemos y creamos condiciones y circunstancias positivas a nuestro alrededor; pero si, por el contrario, estamos todo el tiempo pensando en cosas negativas, las atraemos y las materializamos en nuestra vida. Así también en la muerte; no en vano en el viejo Oriente, las personas “se preparan para morir”. Si creemos en la muerte como la culminación de una existencia exitosa, creamos una “muerte tranquila” y si decretamos nuestra muerte como tal, de manera consciente “al final de la presente existencia”, concretamos la misma para “pasar” sin problemas al otro lado. Todo es consecuencia de una actitud mental y de un acto de voluntad; así en la vida como en la muerte.

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