miércoles, 23 de diciembre de 2015

La estrategia del ensueño

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La estrategia del ensueño

Cada vez aumenta el número de exploradores del crepúsculo. Buscadores psíquicos o espirituales que han abierto su conciencia a los mundos del sueño y del ensueño y se preguntan sobre los siguientes pasos del proceso a realizar, y especialmente a dónde les conduce este proceso y cuáles son las etapas esenciales a recorrer. Es a ellos a los que dedico estas breves líneas sobre un tema tan vasto como es el mundo onírico, la percepción del estado de trance intermedio, y el mundo del despertar de la conciencia en medio del sueño profundo.

Está muy extendida la creencia de que el mundo del ensueño solo tiene que ver con la experiencia nocturna, pero en realidad está tan vinculado a la meditación y a la sanación como al relajamiento dirigido, a la fusión amorosa del tantra o a la contemplación extásica de la naturaleza. Se trata de abrirse a la realidad del Otro Yo, ese que somos cuando hemos atravesado la Grieta de los Mundos o el Ojo de Shiva, revestidos de un cuerpo sutil y en una realidad donde la atmósfera es mágica y permite saltarse alegremente cualquier límite de la conciencia ordinaria. Mover objetos con la voluntad, levitar, surfear el tiempo y el espacio, abrirnos a experiencias oceánicas, tener conciencia multidimensional o estar en dos o más espacios al mismo tiempo, visitar otros mundos habitados o conectar con cualquier maestro del pasado, todo es posible. Cierto que es un mundo de luz vibral y de sentimientos profundos, así que se hace necesario liberar nuestros miedos antes de penetrar profundamente en los diferentes planos del alma, ya que en ellos la palabra, la emoción y el pensamiento crean instantáneamente y de forma objetiva la realidad del instante. De tal manera que cualquier temor o limitación se plasma en un escenario plástico que refleja de manera precisa lo que más tememos o que evidencia que los límites autoimpuestos son reales.



1- Después de este importante matiz, retornemos al mapa de situación. Por tanto la primera etapa del camino es aparentemente ajena al proceso de ensoñación, y exige unir nuestra luz y nuestra oscuridad, poner conciencia en lo que aceptamos de nosotros mismos y también en lo que rechazamos (ego y sombra). Una vez que hemos establecido el enlace entre estos dos mundos y despejado nuestra carga de importancia personal, podemos expresar una cierta transparencia y ligereza. Es un trabajo de precisión, de cirugía interna, para abrazar nuestros bloqueos, nuestros miedos ocultos, nuestras emociones impresentables y para transmutar todo lo que tenemos bien escondido en el ‘desván de los trastos’. Ese mundo misterioso y primario que guía nuestra vida desde las manifestaciones inconscientes. A lo largo de este trabajo vamos descubriendo el humor y la comprensión, aprendemos del reflejo de los demás, dejamos a un lado las creencias y, sobre todo, integramos el desapego y la aceptación en cada situación que se manifiesta en nuestra vida, sin dejar por ello de vivirla intensamente. Las emociones cesan de ser cadenas forjadas desde la noche de los tiempos. Los cabreos desisten en su afán por hundirnos en la miseria y vaciar toda nuestra energía. El dolor físico y psíquico remite cuando nos dejamos fluir. Y el miedo aparece simplemente como lo que es, un semáforo que nos señala el camino de la maestría, un aliado que guarda en sí mismo el secreto de su origen y que está dispuesto a revelárnoslo en cuanto lo respiramos y lo vivimos conscientemente.



2- Ligeros de equipaje comenzamos un segundo peregrinaje, dejando a un lado las oscuras cavernas de las sombras, hacia la atemorizante infinitud del espacio sin límite y los mundos de la magia omnipresente. Es el momento de detener los procesos interminables de la mente parásita que llevamos incrustada en el plexo solar, y que solo pueden inhibirse a través de la entrega total, hasta desaparecer como ego separado, y nunca por medio del esfuerzo y la tecnología. Esta mente mecánica crea el sustento necesario para alimentar a esas entidades inorgánicas que hace eones la implantaron en el molde humano. Especialmente el sufrimiento y el dolor mental o físico, el miedo y la angustia, el odio y la agresividad. Todas ellas son emociones ajenas al alma humana, y en cuanto se cortocircuita la influencia de esta mente parásita en nuestra vida, dejan de machacarnos. Tenemos que abandonar el plexo y la garganta como guías de vida (son tan solo las fronteras entre vientre-voluntad, pecho-amor y cabeza-comprensión). Es el tiempo del testigo y del silencio interno, y para despertarlos tienes que centrar tu atención en las sensaciones y los ritmos naturales del cuerpo. Me refiero los ‘cuatro pilares del presente’: aliento, palpitar, vibración y sonido interno. Los dos primero vinculados con la parte sutil del tonal, y los dos segundo con el nagual.



3- Ha llegado el momento de ‘parar el mundo’ para abrirnos a la conciencia acrecentada (como un estado de trance interno) y de allí dar el salto hacia la inmensidad de los mundos del sueño lúcido y del ensueño. Las primeras veces puedes entrar en este estado a través de una ensoñación dirigida (desde comienzos del nuevo milenio es posible pasar al nagual desde la conciencia del tonal), pero antes o después tienes que despertar conscientemente en los sueños y ser capaz de dar una orden que detenga el sueño inconsciente y abra una puerta a tu propio viaje autónomo. En la Escuela Chrisgaia este trabajo lo realizamos a través de los Círculos del Oratorio conchero (ventajas del linaje vivo) y del Tótem (relacionado con la energía chamánica de los dioses masculinos de la Tierra -Pan, Cernunnos, Dionysos…). Entrar directamente en el Oratorio después de atravesar el

Guardián del umbral (por medio de una orden vinculada a la voluntad del vientre), recoger un objeto de poder, aprender a moverse entre las dos realidades, viajar en tus propias aventuras del ser, resolver los engramas que aún están atorados de tu historia personal, sanar, ver con el ojo interno y un largo etcétera que solo tiene como límite tu propia conciencia.



4- Pero lo esencial de este resumido mensaje que os comparto es que ha llegado el momento de entender cómo el mundo del Ensueño puede transformar lo que llamamos la vida cotidiana en la ilusión del tonal. Los antiguos chamanes viajaban al otro lado y allí realizaban ceremonias compartidas con sus hermanos y actualizaban sus potenciales, convocando el poder, la visión, los viajes de eternidad, los rebaños de bisontes, el retorno de almas evolucionadas a la tribu, los caminos a recorrer en sus migraciones, la recepción de consejos espirituales, o simplemente la defensa mágica contra sus enemigos a través de sueños de aviso o señales determinadas. Y nosotros ¿qué podemos hacer para transformar las limitaciones de nuestra vida, o para abrir nuevas perspectivas en los proyectos que estamos desarrollando?

Aquí está la clave. Es el momento para tomar conciencia de que la vida fluye desde lo sutil hacia la densidad, del Otro Yo al yo ordinario. Y de que la Tierra de 5ª dimensión, tanto como nuestra envoltura solar, son mucho más antiguas que la Tierra y el cuerpo físicos. Se trata de ese concepto, ya popular, de que somos seres espirituales realizando una experiencia material y no al revés. No tenemos que crear nada imposible de imaginar, sino desaprender las ilusiones que nos han metido en la cabeza y el corazón. Simplemente recordar nuestro origen eterno y avanzar en la dirección de nuestro verdadero hogar, ajeno al dolor, a la muerte y a la limitación. Así que una vez que por fin enraizamos la conciencia en los mundos mágicos del ensueño, se trata de trasladar esa magia hacia los mundos del tonal, hacia la vida de todos los días que tan bien creemos conocer. Y eso se puede hacer sanando cualquier enfermedad; despertando un don específico de videncia; abriendo los canales del arte pictórico o musical; transformando una relación personal desequilibrada con nuestros padres, hijos, trabajo, exparejas o amigos; transmitiendo las técnicas para acumular energía o para mejorar la estructura corporal; canalizando sabiduría al poner los dos mundos en contacto, etc. Siendo prácticos, la clave es encontrarse en ese estado de conciencia acrecentada y, desde la percepción/sensación que nos otorga el Otro Yo, transformar nuestra manera de experimentar la realidad cotidiana y aportar las energías suficientes (el poder del Yo Soy) para cualquier transformación que queramos emprender en los planos familiares, amorosos, laborales, materiales,

Hasta cierto punto en las primeras etapas hemos trabajado duro para abandonar las leyes de la Matrix y entrar en el paradigma naguálico de que todo es posible en la Otra realidad. Ha sido una limpieza a fondo del maletín de nuestra historia personal. Nos ha costado gran esfuerzo recordar, en medio del sueño, las órdenes que nos hemos dado antes de dormir, y para ello hemos sudado a mares, esforzándonos por acumular energía suficiente por medio de los no-haceres en nuestra vida ordinaria (no-hacer= poner conciencia en un acto común para convertirlo en fuente de poder interno). De esta manera, hemos aportado estructura en el mundo caótico del nagual, en continuo cambio y obediente a las leyes cuánticas, pero ahora toca traer magia y misterio a nuestra vida del tonal, obediente a las leyes mentales de la mecánica lineal. Es semejante a la iluminación zen: primero subir a lo alto de la montaña sagrada (esta es la parte fácil y casi ascética de la iluminación) y después bajar de la montaña a la aldea y enseñar nuestra realización a los amigos de la ifancia (esta es la parte difícil). Así que ha sonado la campana del despertar, y es el momento de recordar y encontrar soluciones en el Otro lado para los temas pendientes de resolución en lo cotidiano, o incluso para realizar cambios radicales en nuestro Contrato de vida en esta parte del juego de la ilusión.

Si recordamos nuestras situaciones conflictivas en la Otra realidad y esta vez las resolvemos de manera sorprendente (fuera de la lógica mental) y con plena conciencia, cambiaremos para siempre la influencia que tienen para nosotros aquí, sobre la Tierra de todos los días, y quedarán ‘desatadas’ para siempre. O incluso, en otro orden de cosas, si nos empeñamos en mover objetos con la mente en el ensueño y lo hacemos con atención focalizada y suficiente número de veces, acabaremos pudiendo repetir en el tonal esa situación incomprensible para nuestros científicos. Sólo con llamar a las cosas para que vengan a nosotros, en vez de avanzar hacia ellas (un plato, un poema, una nube, un tornillo) sería suficiente. Todos los llamados poderes psíquicos son solo eso, energías asequibles en el mundo mágico del nagual, que poco a poco hemos de traer a esta realidad (psicocinesis, telepatía, videncia, etc). Este sería el verdadero arte, traer la presencia de lo invisible a la realidad tangible, ser intermediarios entre el cielo y la tierra, traducir lo intraducible, convertir en poemas los misterios del Ser.

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