jueves, 22 de enero de 2009

LA GNOSIS CATARA



LA GNOSIS CATARA

(Irene Regidor SRC Emerita Gran Maestra de la GLE)

AI oír hablar de los cataros o albiguenses, lo primero que nos llega a la memoria si nunca hemos profundizado en su historia o si sólo la conocemos de una manera superficial, es que eran "dualistas", herederos de las doctrinas que siglos antes habían surgido en Persia, primero de la mano de Zoroastro y más tarde de Manes, fundador de una corriente religiosa que adoptó su nombre, los maniqueos, y que durante varios siglos habría de traer en jaque a la iglesia de Roma.
Si nos sentimos atraídos por la magia de lo que representaron en la historia y decidimos profundizar en las enseñanzas que están en la base de su doctrina, empezamos a contemplar un panorama más amplio que nos muestra a unos hombres y mujeres cuyo mayor delito fue el de ser precursores de unas ideas que para su época, y me atrevería decir que también para la nuestra (al menos en ciertos países), eran claramente revolucionarias: La proclamación de que todos los hombres son libres; propugnar que los hombres y mujeres, sin diferencia de sexos, son iguales ante Dios y tienen los mismos derechos; la negación del poder de la Iglesia sobre los hombres y la libertad de conciencias, más parecen avanzadillas sociales que conceptos religiosos.
Sin embargo, los Cataros fueron mucho más que eso. Constituyeron una auténtica escuela de misticismo y, aunque aparentemente su concepto del Mal no coincide con las enseñanzas de la A.M.O.R.C. (puesto que pensaban que era una fuerza real que se opone al Bien), se les puede considerar con todo mérito depositarios de la Tradición Primordial que, unas veces a plena luz, y otras en el secreto de recónditos santuarios, ha sido custodiada hasta nuestros días por hombres y mujeres, a menudo anónimos, que no dudaron en defender, incluso con su sangre, esa Sabiduría que es la Herencia Sagrada de todo el género humano y que cuando haya sido debidamente asimilada por todos los hombres, hará que se manifieste la Aurora Dorada con la que sueña la humanidad.

Para comprender lo grandioso de la gesta catara, hay que centrarse en el entorno socio-cultural en que ésta se produjo: estamos en pleno medievo. El mundo cristiano estaba regido por dos grandes poderes, los señores feudales y la

Iglesia. Los otros, los siervos, que lógicamente constituían la mayoría, eran considerados como esclavos o como poco más que animales de carga. Los sacerdotes y el clero se preocupaban mucho más por alcanzar poder y bienes temporales que por la salud espiritual de las almas que les habían sido encomendadas. Frente a la corrupción general y a la gran licencia de costumbres, surgen unos hombres y mujeres que llevan vida de ascetas, que sólo se preocupan por hacer el bien a otros y poco o nada de sí mismos. Que son veraces y puros, y que todo lo que hacen lo llevan a cabo con sencillez y alegría. ¿De dónde procedía la fuerza interior para tal comportamiento?
Concepto del Bien y del Mal

El Tesoro Catara, es decir, el conjunto de libros en los que estaba basada su doctrina, está perdido. La leyenda dice que fue sacado de Montsegur la noche anterior a la hecatombe y depositado en un lugar seguro, tal vez en alguna de las numerosas grutas que pueblan esas montañas. Su búsqueda, por ahora, ha resultado infructuosa. Entre los pocos documentos que han llegado hasta nosotros, está el que se conoce como "La Cena Secreta de Carcassonne". Por desdicha, sólo hemos tenido acceso a muchas de sus creencias por los testimonios que constan en sus declaraciones ante la Inquisición, ese tribunal, vergüenza de la humanidad, que fue creado precisamente para

combatir el Catarismo y que ejecutó su cometido con la mayor crueldad.
La clave de su comportamiento ejemplar hay que buscarla precisamente en su concepto dualista del Universo. Para los cataros, Cristo, al que nunca otorgaron una naturaleza humana sino únicamente espiritual y divina, tiene dentro del esquema de la Creación, el mismo poder que Satán. El hombre, como ser dual, está gobernado por ambos. Su alma pertenece al reino de lo divino; su cuerpo al reino de lo material, feudo de Satán. La diferencia entre su concepto del Bien y del Mal y el de las corrientes dualistas anteriores está, como vamos a ver a continuación, en la solución final. Para los cataros, el Mal, aunque con entidad propia, es algo que puede ser combatido, o mejor dicho, sustituido, poniendo en su lugar al Bien. Y esta sustitución,esta transformació n alquímica, sólo puede alcanzarse por una única vía: el Amor. El Mal existe, no puede ser negado, puesto que se encuentra por doquier alrededor nuestro. Por tanto, es necesario hacer un esfuerzo serio y sincero para dominarlo y transformarlo en Bien.

Para la A.M.O.R.C. el Mal carece de realidad espiritual, al ser tan sólo la ausencia del Bien. Es decir, es la parte negativa de una condición positiva que no ha llegado a manifestarse. El hombre, debido a una mala aplicación de su libre albedrío, en lugar de dejar que se manifiesten en él las cualidades que son reflejo de la Perfección Divina, permite que se exprese la ausencia de estas cualidades. Por lo tanto, el orgullo es sólo la ausencia de humildad; el egoísmo, la ausencia de generosidad; la hipocresía, la ausencia de sinceridad.. . y así, un largo etcétera. Precisamente porque lo llamamos "mal" no tiene ninguna expresión real, no se le puede combatir "luchando contra él", porque al hacerlo, se le otorga un poder que no tiene. Por lo tanto, la única forma de terminar definitivamente con el Mal es sustituir sus manifestaciones por las cualidades opuestas, o sea, por las del Bien.


Es fácil observar en esta exposición que la diferencia del concepto del Bien y del Mal entre la Doctrina Catara y las enseñanzas Rosacruces, permanece ante todo, en el punto de partida inicial, pero que las conclusiones a las que llegan ambas escuelas, es decir, el sendero que marcan al hombre para que pueda alcanzar la Perfección que un día fue suya, no varía en absoluto.

La Doctrina Catara

En la "Cena Secreta", verdadero Génesis Catara, se dice que el Padre tenía cerca de El tanto a Cristo como a Satán, pero éste último, orgulloso, quiso situarse al nivel del Muy Alto.

Satán, junto con su ayudante Lucifer, había recibido el encargo del Altísimo de colaborar con El en la creación de los seres vivientes. Para ello, ambos habían sido dotados del Verbo Divino, creador de formas. El hombre, Adán, era un ser angélico que vivía cerca de Dios en el Paraíso Celestial. Poseía un espíritu, un alma y un cuerpo glorioso y en él no había diferencia alguna de sexos, es decir, era andrógino. Envidioso, Satán intentó crear un ser similar que sólo le sirviera a él. Pero, en su limitación, sólo pudo-proporcionarle un cuerpo material. Lucifer, su colaborador, se dirigió al Paraíso Celestial en busca de almas. Para-seducirlas, les explica que en el lugar donde residen, Dios sólo les ha otorgado la potestad de conocer el Bien, pero que si le siguen, ten

drán la oportunidad también de saber lo que es el Mal. Se trata de una bellísima manera de explicar simbólicamente cómo el hombre tuvo acceso al libre albedrío.
Empujadas por este deseo, las almas abandonaron el Paraíso, y a partir de ese momento dejaron de ser perfectas. Pero desde el exilio al que voluntariamente descendieron, se les va a ofrecer la oportunidad de volver a serlo cuando elijan, por su propia voluntad, el Bien en detrimento del Mal.

Siempre según la "Cena Secreta", las almas, al alejarse de su fuente, fueron introducidas en los cuerpos materiales que habían sido preparados para ellas, en esos cuerpos que Satán había construido a su propia imagen. Estos cuerpos eran de dos clases: macho y hembra, masculino y femenino. Pero todavía fue a más. Celoso del Paraíso Celestial, construyó para sus criaturas un paraíso terrenal lleno de árboles, y en él situó a las primeras criaturas, Eva y Adán, prohibiéndoles que comieran de sus frutos. Pero este paraíso era engañoso, ya que tanto si los comían como sí no, nunca hubieran podido evitar la muerte.

Lucifer se internó en el Paraíso Terrenal, plantó una caña e hizo penetrar por ella a la serpiente. Una vez que la serpiente estuvo dentro se introdujo en ella, y adoptando la forma de un bello adolescente, sedujo a Eva. Luego, adoptando la forma de una hermosa mujer, sedujo a Adán. De ellos nacieron los hijos de la serpiente, hijos también de Lucifer que harán la voluntad de su padre hasta el final de los tiempos. Con la separación de los sexos y la encarnación de las almas, Lucifer dotó al hombre del conocimiento exterior; pero este tipo de conocimiento ha sido la causa de que éste haya ido olvidando poco a poco el Paraíso Celestial del que procede, aunque siempre permanecerá un recuerdo en su interior que le hará buscar el lugar del que una vez partió.

Sin embargo, en esta génesis de los orígenes del hombre, se vislumbra una esperanza; una puerta se abre, pues en la "Cena Secreta" Satán, al ser expulsado de los cielos junto con todos los suyos, ruega a Dios clemencia diciéndole: "Ten paciencia conmigo, porque al final de los Tiempos te devolveré todas las cosas".

Este concepto coincide con la idea de la reintegración de la Creación al punto del que, por emanación, una vez partió. Y también con que esta reintegración ha de ser total, cuando todo haya alcanzado, a través de eones de evolución, el estado de Perfección que una vez fue suyo.
Amor Divino - Amor Humano

Es evidente que el amor inspirado por Lucifer es egoísta y en él tienen cabida sentimientos como el deseo de posesión, los celos, una pasión desbocada. Por su parte, el amor altruista, desinteresado, que sólo busca la felicidad de aquéllos a quienes ama, eso es amor cristiano. ¿Qué hacer para cambiar el amor luciferino en amor cristiano? Por medio del verdadero Conocimiento, dominando a los guardianes del umbral para que permitan que aflo

re lo que está más allá de las apariencias del mundo sensible. Accediendo hasta la esencia verdadera de los seres y objetos del mundo que nos rodea. Abriendo los sentidos a la luz del Espíritu para captar precisamente, la forma gloriosa y espiritual de los seres que está más allá de las hermosas formas de que los dotó Lucifer.
El amor que se desarrolla en este sentido, actuando bajo la forma creatriz de la voluntad humana consciente, ha realizado la elección del Bien, o belleza espiritual, por encima del Mal, o simple voluptuosidad física. Mediante esta elección, la fuerza generatriz del cuerpo ha sido transmutada en fuerza espiritual.

En base a este concepto del amor, los Cataros no reconocían el sacramento del matrimonio, puesto que representaba la mera unión física entre dos seres humanos. Consideraban que la verdadera boda era la Boda Alquímica, la del alma con Cristo, una vez que había conseguido liberarse de las impurezas de los sentidos.

No hay que pensar por esta exposición que estaban en contra de la familia; por el contrario, sólo demandaban el estado de castidad a aquéllos que habían sido ordenados mediante la ceremonia del Consolamiento, que sólo se otorgaba a los que por propia voluntad, habían decidido convertirse en Perfectos o Perfectas. No olvidemos el papel de la mujer en la Iglesia Catara. También se otorgaba este sacramento a los creyentes que se encontraban a las puertas de la muerte. Aunque este ritual constituía el único sacramenteo catara, pensaban que su concesión no era motivo suficiente para la evolución espiritual, pues el hombre tiene que adquirir su perfección y pureza a partir de las pruebas y sufrimientos que debe experimentar precisamente, y a lo largo de muchas vidas, al contacto con el mundo terrenal.

¿Cuáles eran las etapas del desarrollo espiritual y mediante qué ritos quedaban marcadas? Los creyentes recibían las enseñanzas, especialmente el Pater, donde se les explicaba la correspondencia del hombre con el Universo. Tenían acceso a ceremonias como la del Consolamiento y recibían el Beso del Amor. Estaban obligados a venerar a los puros mediante una reverencia. Una vez que estaban preparados y siempre que así lo desearan, recibían el rito de la Imposición de Manos, que simbolizaba el encuentro con el espíritu y la toma de consciencia del estado adquirido. Sin embargo, consideraban que esta Imposición de Manos por un maestro exterior era un acto meramente simbólico que correspondía a una apertura del Espíritu por el Maestro Interior.

Siguiendo este sendero, poco a poco el hombre va recobrando su cuerpo espiritual, que perdió cuan

do se produjo la caída, hasta que se produzca en él de nuevo la Boda Espiritual, la unión del alma con Cristo, cuando el hombre haya recuperado su estado primigenio de perfección y haya dado nacimiento al Hombre Nuevo.
Conclusión

Después de este breve esbozo de lo que fue una de las épocas de oro del misticismo universal, y a pesar de las pequeñas diferencias con las enseñanzas que están llegando hasta nosotros a través de la A.M.O.R.C., no parece difícil aceptar lo que decía al principio de este artículo: que fueron auténticos representantes y difusores de la Tradición Primordial. Que al igual que otras escuelas de misticismo que se desarrollaron antes y después de ellos, fueron portadores de la Verdad que siempre ha atraído a los buscadores sinceros.
Hemos querido con este número especial de la revista ofrecerles un cálido homenaje, con nuestro agradecimiento sincero por haber cuidado la semilla que debe dar como fruto el Árbol del Conocimiento. Por habernos señalado el camino, no sólo con sus enseñanzas, sino ante todo, con su ejemplo. Su sacrificio no habrá sido en vano, los místicos de estos tiempos aceptamos el compromiso de cuidar y desarrollar lo que ellos sembraron a fin de que, en un día más o menos próximo, la humanidad pueda llegar a conocer el verdadero Amor y la verdadera Paz. Cuando, siguiendo el ideal de transmutación que ellos propugnaron, hayamos conseguido transformar la Jerusalem terrestre en la Jerusalem Celeste, ciudad ideal que constituirá el reino de todos los hombres de buena voluntad.
REVISTA: CABALLEROS DE LA ORDEN DEL SOL
DIRECTOR:VICTOR SALAZAR

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