jueves, 25 de enero de 2018
Historias de guerra: el aspecto bélico de lo desconocido
Historias de guerra: el aspecto bélico de lo desconocido
Por Scott Corrales
A comienzos del siglo XIX, las antiguas trece colonias del imperio británico en América del Norte luchaban por forjar una nación que se abriría paso por las montañas y desiertos del continente para formar los Estados Unidos de América. La joven república, en pañales, tendría uno de sus primeros casos de avistamientos OVNI en 1800, cuando el vicepresidente Tomás Jefferson comentaría al astrónomo William Dunbar que "un objeto del tamaño de una casa, volando a doscientas yardas sobre el terreno" se había estrellado contra las verdes planicies de Virginia. Sin embargo, el daño causado por el fenómeno no guardaba relación con el tamaño del objeto. Se trata de la primera expresión sobre lo desconocido por un jerarca norteamericano, en una época en la que cosas "raras" ya habían sucedido.
Entre estas rarezas hay una muy conocida, circulada en todos los libros de ovnilogía y misterio que se publicaron en la década de los '70. Corría el año 1777 con su duro invierno, y las tropas del general Jorge Washington, abatidas por las tropas de la corona y sus mercenarios alemanes, acampaban en las nieves de Valley Forge. La derrota del movimiento revolucionario era inminente, y los soldados coloniales pronto regresarían a sus casas para no volver. Una versión de la leyenda, circulada en el libro Atlantis Rising de Brad Steiger, cuenta como Washington se vio sorprendido por la repentina aparición de "un indio" dentro de su tienda de campaña. A los pocos minutos, el militar se dio cuenta de que la figura no era uno de los indígenas de estas tierras, sino más bien una figura sobrenatural, que le revelaba "la fundación, crecimiento y destino" de la nación. Inspirado por este encuentro paranormal - que muchos han achacado a la intervención extraterrestre - Washington realizó su legendario cruce del congelado rio Delaware, atacando al enemigo cuando menos se lo esperaba, ganando la batalla de Monmouth en 1778.
Un mito encantador, retratado en innumerables lienzos y calendarios. Pero de ser cierto, puede figurar entre uno de los primeros encuentros entre militares norteamericanos y el fenómeno de procedencia incierta que conocemos por OVNI.
El escritor Edgar Riley, en su obra The Civil War of the Worlds: First hand Accounts of UFOs During America's Civil War (La guerra civil de los mundos - testimonios presenciales de ovnis durante la guerra de secesión americana) ha recopilado casos de fenómenos de alta extrañeza que tomaron lugar durante uno de los conflictos armados de mayor escala en el continente, enfrentando a los estados del norte con los del sur por motivos culturales, políticos y económicos, entre ellos la esclavitud como motor de la economía sureña. Entre 1861 y 1865, los "azules" de la Unión y los "grises" de la Confederación mancharían de sangre muchos campos de batalla, conservados perfectamente hasta hoy.
Apunta Riley que el capitán Twining escribió en su diario que "un objeto metálico se cernió sobre el rio Rappahannock por espacio de diez minutos" en la primavera de 1863, presenciado por elementos del décimo de caballería, que detuvieron su marcha para verlo flotar sobre un puente flotante construido por los norteños. Concluida su inspección de la obra, el objeto se alejó cuesta abajo a una velocidad prodigiosa.
Algunos años antes, en 1858, la señora Kinder de la ciudad de Nueva York afirmaba haber visto "una cruz flamígera" volando en el cielo sobre la ciudad, perfectamente visible a la mujer desde su apartamento en los barrios bajos de Five Points. El objeto volaba hacia la iglesia de la Transfiguración. Tal fue la impresión que la señora Kinder se lo hizo saber a un cura, que lo escribió en una partida de nacimiento en la iglesia de San Pedro.
Cabe resaltar el estado de la aeronáutica en aquel momento. Aunque los globos estaban en uso, se trataban de aparatos tipo Montgolfier empleados para vigilar los movimientos del enemigo desde posiciones fijas. Las fuerzas sureñas tenían un destacamento de globos (Confederate Balloon Corps) encargado de lanzar globos como puestos de observación, y hasta tenían una especie de "portaaviones", el CSS Teaser. Los norteños empleaban sus globos para dirigir el tiro de los cañones en tierra - no existían aparatos capaces de desplazarse independientemente, hasta donde sabemos.
Otro evento insólito durante esta etapa se produjo en octubre de 1865, meses después del final de la contienda fratricida. El periódico St. Louis Democrat publicaba el relato sobre un cazador de pieles en la actual Montana, lejos de los campos de batalla. El testigo, un tal James Lumley, afirmaba que un objeto desconocido había volado sobre su cabeza antes de estrellarse en el bosque, "explotando como un cohete", agregando el detalle sensacionalista de que al acercarse al objeto, el cazador de pieles pudo ver "jeroglifos y vidrio" en el costado del objeto. La noticia, reproducida por el periódico Brooklyn Daily Eagle con fecha del 14 de noviembre de 1865, reza así:
[...] Estos incidentes no habrían hecho gran mella en la mente del Sr. Lumley, a no ser por el descubrimiento al día siguiente, a una distancia de dos millas de su campamento, que una especie de sendero se había abierto entre los árboles, de varias varas de ancho. Enormes árboles habian sido arrancados de cuajo o tajados a ras del suelo; las cimas de las colinas estaban rasuradas y la tierra mostraba surcos en distintos lugares. Un gran caos visible por doquier. Siguiendo el rastro, Lumley pronto descubrió que la causa de todo esto era una inmensa piedra que se había incrustado contra una montaña. Pero ahora viene la parte más notable del relato: Al examinar la piedra, descubrió que esta estaba dividida en compartimentos, y grabada con curiosos jeroglifos. Aun más, el Sr. Lumley encontró fragmentos de una sustancia parecida al vidrio, y marcas oscuras aquí y allá, como si fuesen producto de un líquido. Se siente confiado de que los jeroglíficos eran obra de manos humanas, y que la piedra en sí, un mero fragmento de un cuerpo inmenso, debió haber sido de uso por seres animados".
Cabe señalar que si bien la prensa el siglo XIX se deleitaba en inventar historias estrafalarias para aumentar la circulación, podemos hallar una especie de corroboración del evento presenciado por el cazador de pieles.
El 8 de enero de 1867 – dos años después del evento en Montana – la guarnición del ejército en el fuerte Klamath en Oregón quedó aturdida por una explosión parecida a la descarga de un cañón, seguida inmediatamente por un terremoto. Los soldados se tambaleaban mientras que las estructuras se movían sobre el terreno repentinamente líquido. Sobrevino una oscuridad repentina descrita como una especie de humo, acompañada por una lluvia de cenizas pardas “que caían con la fuerza de una nevada”. A la media hora se produjo otro terremoto, sembrando el pánico entre las tropas.
Posteriormente se ofreció la explicación de que todo se debía una detonación volcánica en la zona, conocida por sus enormes volcanes, no todos ellos extintos. Sin embargo, las investigaciones posteriores no hallaron señales de actividad geológica, que no se había producido por veinte años ni volvería a suceder hasta 1916. Sólo el gran Charles Fort se atrevería a sugerir que la oposición del planeta Marte se había producido dos días antes del fenómeno inexplicado en Klamath, y que dicha correlación estaba presente en otras detonaciones inexplicadas en todo el mundo.
63,000 disparos por minuto
Resulta curioso que el conflicto armado que marcaría la entrada de los Estados Unidos al estadio de la competencia entre naciones – la guerra hispanoamericana – no traería consigo informes sobre avistamientos de objetos raros en el cielo, ni situaciones de alta extrañeza. Todo parece haber sucedido antes, como preparativo para la guerra, durante lo que se ha conocido como “la gran oleada de los dirigibles” de 1896-1897 o The Great Airship Wave en inglés.
Casi ciento veinte años después no sabemos a ciencia ni qué ni quiénes fueron los responsables de la oleada de ingenios voladores que llenaron los cielos de América del Norte (y otros países) con aparatos salidos de la pluma de Julio Verne: ingenios dignos de Robur el Conquistador, con poderosas luces, perturbando la oscuridad de los campos decimonónicos y sembrando el pánico entre granjeros y aldeanos. Dado el avance en la técnica, resulta posible – aunque no probable – que inventores anónimos hayan experimentado con prototipos que acabaron chocando en serranías remotas o en el mar sin dejar rastro. Hombres como “Mr. Tillinghast” cuyos mensajes a la prensa advertían sobre el progreso de sus construcciones.
Aquí nos limitaremos a mencionar tan solo uno por su vínculo a lo militar.
El periódico Modern News de la ciudad de Harrisburg, Arkansas, en su edición del 23 de abril de 1897, publicaba una nota acerca de un hombre que gozaba de buena reputación, el ex – senador Harris.
El político había sido despertado abruptamente en su granja en las afueras de Harrisburg por un sonido de procedencia desconocida. Al salir a investigar, pudo ver que un gran dirigible se posaba sobre la tierra. Los tripulantes – dos jóvenes, una mujer y un anciano – se ocuparon en tomar agua del pozo de la propiedad. Según la nota de prensa – “el distinguido anciano tenía una barba larga que le llegaba hasta la cintura, ojos cetrinos y una expresión determinada.”
A diferencia de otros pilotos de estos aparatos (cuyos casos pueden leerse en las obras de John Keel, Jerome Clarke, Lucius Farish y otros autores que investigaron el tema en su momento), el anciano cuyo aparato había aterrizado en la propiedad del ex – senador Harris era sumamente locuaz, y no necesariamente pacifista.
“Realizaré un intento por llegar a Marte antes de exhibir el aparato en público,” le dijo al Harris. “El peso no representa óbice alguno, y puedo suspender la gravedad colocando un pequeño alambre en torno a cualquier objeto. Verá usted, dispongo de un cañón Hotchkiss de cuatro toneladas a bordo, y diez toneladas de municiones. Me disponía a enfilar hacia Cuba para matar al ejército español si las hostilidades no habían cesado, pero mis planes han cambiado y voy a socorrer a los armenios. Para utilizar este cañón perfeccionado, solo tenemos que depositar las municiones en una tolva para que dispare 63,000 veces por minuto. No, la gravedad no es óbice”.
El anciano ofreció llevar al senador a dar un paseo por los aires, pero este se negó. El supuesto inventor, su máquina voladora y su aparato para matar desaparecieron para nunca jamás volver.
Escribiendo sobre el caso en uno de sus libros, John Keel refiere que la capacidad balística del cañón Hotchkiss – totalmente imposible entonces o ahora – suena a fraude periodístico, pero la mención del conflicto que existía en Cuba antes del hundimiento del USS Maine, es decir, la Guerra de la Independencia, y luego el conflicto entre armenios y turcos, le hacen pensar “en los patrones comunes a las narrativas de contactismo, es decir, el pleno conocimiento de los hechos de la actualidad. Y si la historia no es un fraude total, entonces el hombre barbado eligió, por accidente o adrede, un testigo de élite a quien contar su historia: un antiguo senador, sembrando en su relato los puntos importantes sobre la naturaleza terrestre de su invento, que próximamente sería de conocimiento público. Otros contactados repetían exactamente lo mismo en otras regiones”. (Why UFOs?, Manor Books, 1975 P.80). En cuanto a la procedencia del fenómeno (extraterrestre, interdimensional, inventores secretos), Jerome Clark nos dice lo siguiente: “Todo parece indicar que no hubo inventores de dirigibles sobrevolando América del Norte en 1896 y 1897. Pero una interpretación defendible sería que en medio de todas observaciones incorrectas, exageraciones y fraudes, los OVNIS – y OVNIS del tipo contemporáneo – se dejaron ver de vez en cuando, hasta llegando a aterrizar (como en el caso del incidente de Lake Elmo, Minnesota, una historia que al menos tuvo un aire fidedigno). Después de todo, los OVNI con forma de cigarro puro o dirigible tienen un sitio de honor en la ovnilogía, y algunos testigos han llegado a describirlos como alados. Resulta difícil creer que el público lector de la época, sin importar cuán dispuesto a consentir las falsedades de la prensa, estaría dispuesto a aguantar indefinidamente informes totalmente falsos de un fenómeno rotundamente falso.”
Historias de Guerra
"Mi tío hizo su servicio militar en la marina durante la 2da guerra mundial. No estoy muy al tanto de la terminología militar, pero si recuerdo correctamente, era ayudante de maquinista a bordo del USS Missouri. Me contó que en varias ocasiones vieron "submarinos voladores" que salían disparados del agua y que daban vuelta a la nave antes de perderse en el cielo nocturno. Pudo verlos despegar y en varias ocasiones, zambullirse bajo el agua de nuevo. Me contó que en aquel momento nadie pensaba que eran OVNIS extraterrestres. Todos los llamaban 'foo fighters' y pensaban que formaban parte de una fuerza de ataque secreta de los japoneses. Dijo que estos encuentros verdaderamente dañaban la moral de la tripulación por que los 'foo fighters' obviamente eran mucho más adelantados que la tecnología de los aliados, y muchos marineros pensaban que iban a morir ese día. Pero el ataque nunca se produjo. El alto mando les ordenó que olvidaran todos esos incidentes. La guerra concluyó en un año y mi tío fue asignado a un astillero"
-- Usuario anónimo en la red social Reddit, 2014
"Cuando estuve en Afganistán solía ver estas formas oscuras que se movían de un lado a otro mientras que patrullábamos. Nos referíamos a ellos como espectros, porque apenas podían verse con las lentes de visión nocturna (NVG) y sencillamente parecían algo frío en las lentes térmicas. Si tratábamos de comunicarles esto a los demás, lo atribuían a la falta de sueño o al estrés. Desde entonces he escuchado historias sobre los nativos invocando demonios o jinas para proteger sus aldeas. Tal vez había algo de cierto en aquellas historias.
-- Usuario "Zoup", Reddit, 2014
“En la frontera entre Afganistán y Tajikistán - las montañas Hindu Kush - persiste la creencia en las entidades femeninas conocidas como las "Ail", seres de cabello ingrávido, ojos pálidos como esferas blancas y piel blanca como la nieve. Apunta la tradición que estos seres existen en "la región en que no puedes ver tu sombra cuando el sol está en su cénit, o en el ocaso. Aunque suelen evitar el contacto con los humanos, lo conveniente es tratarlas con mucho respeto, ya que pueden llegar a ser violentas y hostiles. Por ese motivo apenas se ven aldeanos o nómadas en los alrededores a esas horas del día”.
-- Usuario anónimo en la red social Reddit, 2014
http://arcanamundiblog.blogspot.com/2015/10/
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