viernes, 5 de noviembre de 2010
ANTROPOLOGIA GNOSTICA
Como quiera que los Estudios gnósticos han progresado extraordinariamente en estos últimos tiempos, ninguna persona culta caería hoy, como antaño, en el error simplista de hacer surgir a las corrientes gnósticas de alguna exclusiva latitud espiritual.
Si bien es cierto que debemos tener en cuenta en cualquier Sistema gnóstico sus elementos helenísticos orientales, incluyendo Persia, Mesopotamia, Siria, India, Palestina, Egipto, etc., nunca deberíamos ignorar a los principios gnósticos perceptibles en los sublimes cultos religiosos de los nahuas, toltecas, aztecas, zapotecas, mayas, chibchas, incas, quechuas, etc., etc., etc., de Indoamérica.
Hablando muy francamente y sin ambages diremos: La Gnosis es un funcionalismo muy natural de la conciencia, una "Philosophia perennis et universalis".
Incuestionablemente, Gnosis es el conocimiento iluminado de los Misterios divinos reservados a una élite.
La palabra "Gnosticismo" encierra dentro de su estructura gramatical la idea de sistemas o corrientes dedicadas al estudio de la Gnosis.
Este Gnosticismo implica una serie coherente, clara, precisa, de elementos fundamentales verificables mediante la experiencia mística directa: La Maldición, desde un punto de vista científico y filosófico. El Adam y Eva del Génesis hebraico. El Pecado Original y la salida del Paraíso. El Misterio del Lucifer Nahua. La Muerte del Mí mismo. Los Poderes creadores. La esencia del Salvator Salvandus. Los Misterios sexuales. El Cristo Intimo. La Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes. El descenso a los Infiernos. El regreso al Edén. El Don de Mefistófeles.
Sólo las Doctrinas gnósticas que impliquen los fundamentos ontológicos, teológicos y antropológicos arriba citados, forman parte del Gnosticismo auténtico.
Pregnóstico es aquél que en forma concreta, evidente y específica, presenta algún carácter en cierta manera detectable en los sistemas gnósticos, pero integrado ese aspecto en una concepción in toto ajena al Gnosticismo revolucionario. Pensamiento que ciertamente no es y sin embargo es gnóstico.
Protognóstico es todo sistema gnóstico en estado incipiente y germinal, movimientos dirigidos por una actitud muy similar a la que caracteriza a las corrientes gnósticas definidas.
El adjetivo "gnóstico" puede y hasta debe ser aplicado inteligentemente tanto a concepciones que en una u otra forma se relacionen con la Gnosis como con el Gnosticismo.
El término "gnostizante", incuestionablemente se encuentra muy cerca a pregnostico por su significa ión, ya que el vocablo, en realidad, stricto sensu, se relaciona con aspectos intrínsecos que poseen cierta similitud con el Gnosticismo Universal, pero integrados en una corriente no definida como Gnosis.
Establecidas estas aclaraciones semánticas, pasemos ahora a definir con entera claridad meridiana al Gnosticismo.
No está demás en este Tratado aclarar en forma enfática que el Gnosticismo es un proceso religioso muy íntimo, natural y profundo.
Esoterismo auténtico de fondo, desenvolviéndose de instante en instante con vivencias místicas muy particulares, con Doctrina y ritos propios.
Doctrina extraordinaria que fundamentalmente adopta la forma mítica y, a veces, mitológica.
Liturgia mágica inefable con viva ilustración para la Conciencia superlativa del Ser.
Incuestionablemente, el Conocimiento gnóstico escapa siempre a los normales análisis del racionalismo subjetivo.
El correlato de este Conocimiento es la intimidad infinita de la persona, el Ser.
La razón de ser del Ser es el mismo Ser. Sólo el Ser puede conocerse a sí mismo. El Ser, por lo tanto, se autoconoce en la Gnosis.
El Ser, revaluándose y conociéndose a sí mismo, es la Auto-Gnosis. Induvitablemente, ésta última, en sí misma, es la Gnosis.
El auto-conocimiento de Ser es un movimiento suprarracional que depende de El, que nada tiene que ver con el intelectualismo.
El abismo que existe entre el Ser y el Yo es infranqueable y, por esto, el Pneuma, el Espíritu, se reconoce y este reconocerse es un acto autónomo para el que la razón subjetiva del mamífero intelectual resulta ineficaz, insuficiente, terriblemente pobre.
Auto-Conocimiento, Auto-Gnosis, implica la aniquilación del Yo como trabajo previo, urgente, impostergable.
El Yo, el Ego, está compuesto por sumas y restas de elementos subjetivos, inhumanos, bestiales, que incuestionablemente tienen un principio y un fin.
La Esencia, la Conciencia, embutida, embotellada, enfrascada entre los diversos elementos que constituyen el mí mismo, el Ego, desafortunadamente se procesa dolorosamente en virtud de su propio condicionamiento.
Disolviendo al Yo, la Esencia, la Conciencia, despierta, se ilumina, se libera, entonces deviene como consecuencia o corolario el Auto-Conocimiento, la Auto-Gnosis.
Indubitablemente, la revelación legítima tiene sus basamentos irrefutables, irrebatibles, en la Auto-Gnosis.
La revelación gnóstica es siempre inmediata, directa, intuitiva; excluye radicalmente a las operaciones intelectuales de tipo subjetivo y nada tiene que ver con la experiencia y ensamble de datos fundamentalmente sensoriales.
La Inteligencia o Nous en su sentido gnoseológico, si bien es cierto que puede servir de basamento a la Intelección iluminada, se niega rotundamente a caer en el vano intelectualismo.
Resultan palmarías y evidentes las características ontológicas, pneumáticas y espirituales de Nous (Inteligencia).
En nombre de la verdad declaro solemnemente que el Ser es la única real existencia, ante cuya transparencia inefable y terriblemente divina eso que llamamos Yo, Ego, mí mismo, sí mismo, es meramente tinieblas exteriores, llanto y crujir de dientes.
La Auto-Gnosis o reconocimiento autognóstico del Ser, dada la vertiente antropológica del Penuma o Espíritu, resulta algo decididamente salvador.
Conocerse a sí mismo es haber logrado la identificación con su propio Ser divinal.
Saberse idéntico con su propio Pneuma o Espíritu, experimentar directamente la identificación entre lo conocido y lo cognoscente, es eso que podemos y debemos definir como Autognosis.
Ostensiblemente, esta develación extraordinaria nos invita a morir en sí mismos a fin de que el Ser se manifieste en nosotros.
Por el contrario, alejarse del Ser, continuar como Ego dentro de la herejía de la separatividad, significa condenarse a la involución sumergida de los Mundos Infiernos.
Esta reflexión evidente nos conduce al tema de la "libre elección" gnóstica. Incuestionablemente, el gnóstico serio es un elegido a posteriori.
La gnóstica experiencia permite al sincero devoto saberse y autorrealizarse integramente.
Entiéndase por Auto-Realización el armonioso desarrollo de todas las infinitas posibilidades humanas.
No se trata de datos intelectuales caprichosamente repartidos ni de mera palabrería insubstancial de charla ambigua.
Todo lo que en estos párrafos estamos diciendo tradúzcase como experiencia auténtica, vívida, real.
No existe en las corrientes gnósticas el dogma de la predeterminación ortodoxa que nos embotellaría lamentablemente en una estrecha concepción de la Deidad antropomórfica.
Dios en griego es Theos, en latín Deus y en sánscrito Div o Deva, palabra ésta que se traduce como Angel o Angeles.
Aún entre los más conservadores pueblos semíticos, el más antiguo Dios de Luz, El o Ilu, aparece en los primeros capítulos del Génesis en su forma plural sintética de los Elohim.
Dios no es ningún individuo humano o divino en particular, Dios es Dioses. El es el Ejército de la Voz, la Gran Palabra, el Verbo del Evangelio de San Juan, el Logos Creador, Unidad múltiple perfecta.
Autoconocerse y realizarse en el horizonte de las infinitas posibilidades, implica el ingreso o reingreso a la Hueste creadora de los Elohim.
Y ésta es la seguridad del gnóstico, el Ser se le ha descubierto íntegramente y sus esplendores maravillosos destruyen radicalmente toda ilusión.
La abertura del "Pneuma" o Espíritu divino del hombre encierra el total contenido Soteriológico.
Si se posee la Gnosis de los grandes Misterios arcaicos es porque al dinamismo revelador del Ser algunos hombres muy santos lograron aproximarse debido a su lealtad doctrinaria.
Sin una previa información sobre Antropología Gnóstica sería algo más que imposible el estudio riguroso de las diversas piezas antropológicas de las culturas azteca, tolteca, maya, egipcia, etc.
En cuestiones de Antropología profana -dispénsenme la similitud-, si se quiere conocer resultados, déjese en plena libertad a un mono, simio, mico o chango, dentro de un laboratorio y obsérvese el resultado.
Los Códices mexicanos, Papiros egipcios, Ladrillos asirios, Rollos del Mar Muerto, extraños Pergaminos, así como ciertos Templos antiquísimos, sagrados monolitos, viejos jeroglíficos, pirámides, sepulcros milenarios, etc., ofrecen en su profundidad simbólica un sentido gnóstico que definitivamente escapa a la interpretación literal y que nunca ha tenido un valor explicativo de índole exclusivamente intelectual.
El racionalismo especulativo, en vez de enriquecer al lenguaje gnóstico, lo empobrece lamentablemente ya que los relatos gnósticos, escritos o alegorizados en cualquier forma artística, se orientan siempre hacia el Ser.
Y es en este interesantísimo lenguaje semi-filosófico y semi-mitológico de la Gnosis en el que se presentan una serie de invariantes extraordinarias, símbolos con fondo esotérico trascendental que en silencio dicen mucho.
Bien saben los Divinos y los humanos que el silencio es la elocuencla de la Sabiduría.
Los caracteres que especifican claramente al Mito gnóstico y que mutuamente se complementan entre sí son los siguientes:
1. Divinidad Suprema.
2. Emanación y caída pleromática.
3. Demiurgo Arquitecto.
4. Pneuma en el Mundo.
5. Dualismo.
6. Salvador.
7. Retorno.
La Divinidad Suprema gnóstica es caracterizable como Agnostos Theos, el Espacio abstracto absoluto. El Dios ignorado o desconocido. La Realidad Una de la cual emanan los Elohim en la aurora de cualquier Creación universal.
Recuérdese que Paranishpanna es el Summum Bonum, lo Absoluto, y por lo tanto, lo mismo que Paranirvana.
Más tarde, todo cuanto al parecer existe en este Universo vendrá a tener real existencia en el estado de Paranishpanna.
Incuestionablemente, las facultades de cognición humana jamás podrían pasar más allá del Imperio Cósmico del Logos Macho-Hembra, del Demiurgo creador, el Ejército de la Voz (el Verbo).
Jah-Hovah, el Padre-Madre secreto de cada uno de nos, es el auténtico Jehovah.
Jod, como letra hebrea, es el membrum virile (el Principio Masculino). Eve, Heve, Eva, lo mismo que Hebe, la Diosa griega de la juventud y la Novia olímpica de Heracles, es el Yoni, el Cáliz divino, el Eterno Femenino.
El divino Rabbi de Galilea, en vez de rendir culto al Jehovah antropomórfico de la judería, adoró a su divino Macho-Hembra (Jah-Hovah), el Padre- Madre interior.
El Bendito, crucificado en el Monte de las Calaveras, clamó con gran voz diciendo: "-Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu." Ram-Io, Isis, su Divina Madre Kundalini, le acompañó en el Vía-Crucis.
Todas las Naciones tienen a su primer Dios o Dioses como andróginos. No podía ser de otro modo puesto que consideraban a sus lejanos progenitores primitivos, a sus antecesores de doble sexo, como Seres divinos y Dioses santos, lo mismo que hacen hoy los chinos.
En efecto, la concepción artificiosa de un Jehovah antropomórfico, exclusivista, independiente de su misma obra, sentado allá arriba en su trono de tiranía y despotismo, lanzando rayos y truenos contra este triste hormiguero humano, es el resultado de la ignorancia, mera idolatría intelectual.
Esta concepción errónea de la Verdad, desafortunadamente se ha apoderado tanto del filósofo occidental como del religioso afiliado a cualquier secta desprovista completamente de los elementos gnósticos.
Lo que los gnósticos de todos los tiempos han rechazado no es al Dios desconocido, Uno y siempre presente en la naturaleza, o en la naturaleza "in abscondito", sino al Dios del dogma ortodoxo, a la espantosa deidad vengativa de la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente).
El Espacio abstracto absoluto, el Dios incognoscible, no es ni un vacío sin límites, ni una plenitud condicionada, sino ambas cosas a la vez.
El gnóstico esoterista acepta la revelación como procedente de Seres divinos, las vidas manifestadas, pero jamás de la Vida Una no manifestable.
La Deidad incognoscible es el Espacio abstracto absoluto, la raíz sin raíz de todo cuanto fue, es o ha de ser.
Esta Causa infinita y eterna hállase, por descontado, desprovista de toda clase de atributos. Es luz negativa, existencia negativa, está fuera del alcance de todo pensamiento o especulación.
El Mito gnóstico de Valentín, que en forma específica nos muestra a los treinta Aeones pleromáticos surgiendo misteriosos de entre el Espacio abstracto absoluto por emanaciones sucesivas y ordenadas en parejas perfectas, puede y debe servir como arquetipo modelo de un Mito monista que en forma más o menos manifiesta se encuentra presente en todo sistema gnóstico definido.
Este punto trascendental de la probolé se orienta clásicamente hacia la división ternaria de lo divinal: El Agnostos Theos (el Absoluto), el Demiurgo, el Pro-Padre, etc.
El mundo divinal, el ámbito glorioso del Pleroma, surgió directamente de la Luz negativa, de la Existencia negativa.
Finalmente, el Nous, Espíritu o Pneuma, contiene en sí mismo infinitas posibilidades susceptibles de desarrollo durante la manifestación.
Entre los límites extraordinarios del Ser y del no Ser de la Filosofía se ha producido la multiplicidad o caída.
El mito gnóstico de la caída de Sophía (la divina Sabiduría) alegoriza solemnemente a este terrible trastorno en el seno del Pleroma.
El deseo, la fornicación, el querer resaltar como Ego, origina el descalabro y el desorden, produce una obra adulterada que incuestionablemente queda fuera del ámbito divinal aunque en ella que e atrapada la Esencia, el Budhatta, el material psíquico de la humana criatura.
El impulso hacia la unidad de la vida libre en su movimiento puede desviarse hacia el Yo, y en la separación, fraguar todo un mundo de amarguras.
La caída del hombre degenerado es el fundamento de la Teología de todas las naciones antiguas.
Según Filolao, el pitagórico (siglo V antes de J.C.), los filósofos antiguos decían que el material psíquico, la Esencia, estaba enterrada entre el Yo como en una tumba, como castigo por algún pecado.
Platón testimonia también así, que tal era la doctrina de los órficos y que él mismo la profesaba.
El deseo desmedido, el trastocamiento del régimen de la emanación, conduce al fracaso.
El querer distinguirse como Ego origina siempre el desorden y la caída de cualquier rebelión angélica.
El Autor del mundo de las formas es, pues, un grupo místico de creadores Macho-Hembras o Dioses dobles como Taloc, el Dios de las lluvias y de los rayos, y su esposa Chalchiuitlicue, la de la falda de jade de los panteones maya, azteca, olmeca, zapoteca, etc., etc., etc.
En la palabra Elojim (Elohim) encontramos una clave trascendental que nos invita a la reflexión.
Ciertamente, Elojim, con J, se traduce como Dios en las diversas versiones autorizadas y revisadas de la Biblia.
Es un hecho incontrovertible, no solamente desde el punto de vista esotérico sino también lingüístico, que el término Elojim es un nombre femenino con una terminación plural masculina.
La traducción correcta, "stricto sensu", del nombre Elohim, o mejor dijéramos Elojim, pues en hebreo la H suena como J, es Diosas y Dioses.
"Y el Espíritu de los principios masculino y femenino se cernía sobre la superficie de lo informe y la creación tuvo lugar."
Incuestionablemente, una religión sin Diosas está a mitad del completo ateísmo.
Si queremos de verdad el equilibrio perfecto de la vida anímica debemos rendir culto a Elojim (los Dioses y las Diosas de los antiguos tiempos) y no al Jehovah antropomórfico rechazado por el gran Kabir Jesús.
El culto idolátrico del Jehovah antropomórfico en vez de a Elojim es ciertamente un poderoso impedimento para el logro de los estados conscientivos supranormales.
Los antropólogos gnósticos, en vez de reír escépticos -como los antropólogos profanos- ante las representaciones de Diosas y Dioses de los diversos panteones azteca, maya, olmeca; tolteca, chibcha, druida, egipcio, hindú, caldeo, fenicio, mesopotámico, persa, romano, tibetano, etc., etc., etc., caemos prosternados a los pies de esas Divinidades, porque en ellas reconocemos al Elojim creador del universo. "Quien ríe de lo que desconoce está en el camino de ser idiota."
La desviación del Demiurgo Creador, la antítesis, lo fatal, es la inclinación hacia el egoísmo, el origen real de tantas amarguras.
Indubitablemente, la conciencia egoica se identifica con Jahvé, el cual, según Saturnino de Antioquía, es un Angel caído, el genio del mal.
La Esencia, la Conciencia embotellada entre el Ego, se procesa dolorosamente en el tiempo en virtud de su propio condicionamiento.
La situación, por cierto no muy agradable, repetida incesantemente en los relatos gnósticos del Pneuma, sometido cruelmente a las potencias de la ley, al mundo y al abismo, resulta demasiado manifiesta como para insistir aquí sobre ella.
Es evidente la debilidad e impotencia desconcertante del pobre mamífero intelectual, equivocadamente llamado hombre, al querer levantarse del lodo de la tierra sin el auxilio de lo divinal.
Existe por ahí un proverbio vulgar que reza así: "A Dios rogando y con el mazo dando."
Sólo el Rayo ígneo, imperecedero, encerrado en la substancia obscura, informe y frígida, puede reducir al Yo psicológico a polvareda cósmica para liberar a la Conciencia, a la Esencia.
Con palabras ardientes declaramos: Sólo el Hálito divino puede reincorporarnos en la Verdad. Sin embargo, esto sólo es posible a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios.
La posesión específica de la Gnosis va siempre acompañada de cierta actitud de extranjería o extrañeza ante este mundo mayávico ilusorio.
El gnóstico auténtico quiere un cambio definitivo, siente íntimamente los secretos impulsos del Ser y de aquí su angustia, rechazo y embarazo, ante los diversos elementos inhumanos que constituyen al Yo.
Quien anhela perderse en el Ser carga la condena y el espanto ante los horrores del mí mismo.
Contemplarse como un momento de la totalidad es saberse infinito y rechazar con todas las fuerzas del Ser al egoísmo asqueante de la separatividad.
Dos estados psicológicos se abren ante el gnóstico definido:
A- El del Ser, transparente, cristalino, impersonal, real y verdadero.
B- El del Yo, conjunto de agregados psíquicos personificando defectos cuya sola razón de existir es la ignorancia.
Yo superior y yo inferior son tan sólo dos secciones de una misma cosa, aspectos distintos del mí mismo, variadas facetas de lo infernal. Es, pues, el siniestro, izquierdo y tenebroso Yo superior, medio o inferior, suma, resta y multiplicación contínua de agregados psíquicos inhumanos.
El denominado Yo superior es ciertamente una triquiñuela del mí mismo, un ardid intelectual del Ego que busca escapatorias para continuar existiendo, una forma muy sutil de autoengaño.
El Yo es una obra horripilante de muchos tomos, el resultado de innumerables ayeres, un nudo fatal que hay que desatar.
La autoalabanza egoica, el culto al Yo, la sobre estimación del mí mismo, es paranoia, idolatría de la peor especie.
La Gnosis es revelación o develación, aspiración refinada, sintetismo conceptual, máximos logros.
Ostensiblemente, tanto en esencia como en accidente, Gnosis y Gracia son identificables fenomenológicamente,
Sin la Gracia divina, sin el auxilio extraordinario del Hálito sagrado, la Auto-Gnosis, la autorrealización íntima del Ser, resultaría algo más que imposible.
Autosalvarse es lo indicado y esto exige plena identificación del que salva y de lo que es salvado.
Lo Divino, que habita en el fondo del alma, la auténtica y legítima facultad cognoscente, aniquila al Ego y absorbe en su paropsia a la Esencia y, en total iluminación, la salva. Este es el tema del Salvator Salvandus.
El gnóstico que ha sido salvado de las aguas, ha cerrado el ciclo de las amarguras infinitas, ha franqueado el límite que separa al ámbito inefable del Peroma de las regiones inefables del universo, se ha escapado valientemente del Imperio del Demiurgo porque ha reducido al Ego a polvareda cósmica
El paso a través de diversos mundos, la aniquilación sucesiva de los elementos inhumanos, afirma esta reincorporación en el sagrado Sol Absoluto y entonces, convertidos en criaturas terriblemente divinas, pasamos más allá del bien y del mal.
s.a.w.
gnosticum philosoforum
LOS EFECTOS OCULTOS DE NUESTRAS EMOCIONES...LA FUNCIÓN DEL DESEO
EL EFECTO AISTANTE DE LA INQUIETUD
Aquellos que están familiarizados con el estudio de este asunto conocen los desastrosos
efectos que produce sobre el cuerpo físico un agudo ataque de miedo o de ansiedad.
Sabemos cómo estas emociones alteran la digestión, interfieren los cambios metabólicos
y la eliminación de los detritus y, en resumen, trastornan todo el sistema, con el Resultado
de que en algunos casos la persona se ve forzada a guardar cama durante un tiempo
más o menos largo, que depende de la importancia del ataque y de la fuerza resistiva de
su constitución. Pero hay un efecto oculto que es igualmente serio o más aún y que
generalmente no es comprendido y puede, por lo tanto, ser de un beneficio considerable
el examinar este efecto oculto de equilibrio y pasión, ira y amor, pesimismo y optimismo.
Por el estudio del Concepto Rosacruz del Cosmos sabemos que nuestro cuerpo de
deseos fue generado en el Período Lunar. Si el lector desea obtener una imagen mental
de la forma que entonces tenían las cosas, no tiene sino estudiar la configuración del
feto que encontrará ilustrado en cualquier libro de anatomía. En él hay tres partes
principales: la "placenta", que está llena de sangre de la madre; el "cordón umbilical",
que lleva este torrente vital, y el "feto" que está nutrido desde el estado
embrionario hasta la madurez por aquella corriente.
magínese ahora en tal lejano período al firmamento como una inmensa placenta de
la cual pendían millares de millones de cordones umbilicales, cada uno con su
apéndice fetal. Por todo el conjunto de la familia humana, entonces en formación,
circulaba la sola esencia universal del deseo y emoción, generando en todos los
impulsos necesarios para la acción que ahora se manifiestan en las múltiples fases
del trabajo humano, aquellos cordones umbilicales y apéndices fetales estaban
formados de una materia de deseos húmeda por las emociones de los "Ángeles lunares",
mientras que las ígneas corrientes de deseos que se esforzaban en imbuir la vida latente
en la humanidad, entonces formándose, eran generadas por los ígneos "Espíritus
marcianos" de Lucifer. El color de la lenta vibración primera que éstos pusieron en
movimiento en aquella materia de deseos emocional fue el rojo.
A la vez que aquella tintura de disturbio (pues eso es realmente esta corriente
constante, esta eterna intranquilidad que es la que nos impulsa a los hombres
sin pausa ni reposo) se hallaba circulando en nuestro interior, el planeta sobre
el cual nos hallábamos también circunda al Sol, que no hay que confundirle con
el actual dador de luz, sino una pasada encarnación de la sustancia que compone
nuestro actual sistema solar, y nosotros en cambio circundábamos al planeta
sobre el cual morábamos desde la luz a las tinieblas, y desde el calor al frío.
De este modo se nos manipulaba desde fuera y desde dentro en un esfuerzo
para excitar nuestra durmiente conciencia.
Hubo, naturalmente, un despertar, pues aunque ninguno de los parcialmente
separados espíritus sumidos en un saco fetal individual podía sentir aquellos
impactos, a pesar de ser muy fuertes, las sensaciones acumuladas de millares
de millones de semejantes espíritus se sentían como un sonido en el Universo
-"un grito cósmico, la primea nota de la armonía de las esferas"- que pulsaba
una cuerda sola. Sin embargo, fue lo suficiente expresiva y de adecuada manera
determinó los anhelos latentes y las aspiraciones de la
incipiente raza humana de aquellos lejanos días.
Esta naturaleza de deseos ha evolucionado desde entonces; habiéndose hecho
susceptible de numerosas combinaciones el ígneo marciano substrato de pasión
y las ácueas bases lunares de emoción. Al igual que el pensamiento surca el cerebro
en repliegues y la cara en líneas, así también las pasiones, deseos y emociones han
cambiado la movible materia de deseos en líneas curvas, espirales, remansos,
remolinos y vorágines que parece un torrente montañoso en el momento en que se
halla en la mayor agitación, siendo muy raro que se halle en un descanso relativo. La
materia de deseos, en sucesivos períodos de su evolución, se ha vuelto responsoria
y simpática a una después de otra de las siete vibraciones planetarias emanadas del
Sol, venus, Mercurio, Luna, saturno, Júpiter y Marte. Cada individual cuerpo de deseos
durante este tiempo ha sido tejido bajo un dibujo único y como la lanzadera del hado
vuela de allá para acá incesantemente sobre el telar del destino, este modelo se ha
agrandado, embellecido y hermoseado aunque nosotros no podamos percibirlo. Así
como el tapicero realiza su trabajo en el reverso del tapiz, así nosotros estamos
tejiendo sin comprender realmente el designio final, ni ver la sublime belleza del
mismo, debido a que aún se encuentra en el lado contrario de
nosotros la faz oculta de la naturaleza.
Pero con objeto de que podamos comprenderlo mejor, tomemos algunos de estos
hilos de pasión y emoción y veamos el efecto que tienen en esa forma, en esa
imagen que Dios, el Maestro Tapicero, desea convertirnos.
Los mitos antiguos proyectan un destello luminoso sobre los problemas del
alma y nosotros podemos, con provecho, considerar en este orden
una cierta parte de la leyenda masónica.
Los masones son una sociedad de constructores -"tektons" en griego- aquella sociedad
en realidad a la que pertenecieron José y Jesús, pues a éstos se les llama en la Biblia griega
"tektons" -constructores- y no carpinteros como se les dice en la traducción ortodoxa.
Los masones bajo Salomón fueron los constructores de ese templo místico proyectado
por Dios, el gran "Archetekton" o maestro constructor, y construido sin sonar de martillo,
respecto a lo cual Mansón habla en su maravilloso trabajo "El Sirviente en la Casa". Éste
nos dice allí que "no hay necesidad de pilares de piedra o madera" porque tal templo "es
una cosa que vive". "Cuando se entra en él se oye un sonido; sonido como de canto de
poderosa antífona, esto es, "si se tiene oídos"; y si se tiene ojos, se verá realmente el
templo, un misterio de espejismo de contornos y sombras, elevándose desde el piso a
la cúpula. Continúa aún la edificación; algunas veces el trabajo se efectúa en tinieblas
internas, y otras veces en cegadora luz."
Todo masón místico sincero sabe lo que este templo es y se esfuerza en construirlo.
La leyenda masónica antigua nos dice que cuando Hiram Abiff, el maestro de obras
encargado de la construcción del templo de Salomón, un edificio de Dios construido sin
sonar de martillos, estaba llevando a cabo los preparativos para ejecutar su obra maestra,
el "mar fundido" y había reunido materiales de todos los lugares de la Tierra y puestos
en un "horno encendido" porque era un descendiente de Caín, "un hijo del fuego",
quien también a su vez fue un hijo de Lucifer, el espíritu del fuego. Hiram se proponía
hacer una aleación de claridad cristalina capaz de reflejar toda la sabiduría del mundo.
Pero, según dice la historia, hubo entre los trabajadores ciertos traidores –espías de los
Hijos de Seth- quienes por medio de Adán y Eva, eran descendientes del dios lunar
"Jehová", quienes tenían afinidad por el agua" y quienes odiaban al fuego. Estos traidores
echaron agua en el molde en el cual se iba a fundir el "mar fundido", "la Piedra
Filosofal". En el choque del fuego con el agua se produjo una gran explosión. Hiram
Abiff, el maestro constructor, siendo incapaz de mezclar los elementos en lucha, vio
con indecible horror la destructora erupción de su intentada obra maestra. Mientras
se hallaba observando la batalla de los espíritus del agua y del fuego, Tubal Caín,
su antecesor, apareció y le invitó a que se arrojara en la rugiente masa.
Entonces fue llevado al centro de la Tierra donde vio a su primer progenitor, Caín,
quien le dio "una palabra nueva y un martillo nuevo" lo cual le capacitaría, una
vez que se hiciera proficiente en su uso, para mezclar los antagónicos elementos
y extraer de ellos la Piedra Filosofal, la adquisición mayor
que es posible conseguir para la humanidad.
Hay en esta simbólica historia más sabiduría que se puede encerrar en grandes
volúmenes acerca del desarrollo del alma. Si el lector lee entre líneas y medita
sobre las diferentes expresiones simbólicas, ganará mucho más de lo que es
posible decir, puesto que la verdadera sabiduría se genera siempre interiormente y
la misión de los libros es solamente para dar un indicio.
Desde aquellos días lejanos los ángeles lunares han estado encargados del ácueo y
húmedo cuerpo vital compuesto de los cuatro éteres, que se conciernen a la propagación
y sustentación de las especies, mientras que los espíritus de Lucifer se hallan
especialmente encargados de los secos e ígneos vehículos de deseos.
La función del cuerpo vital es la de construir y sustentar el cuerpo denso,
mientras que la del cuerpo de deseos envuelve la destrucción de los tejidos. Así,
pues, hay una constate guerra en acción entre los cuerpos de deseos y vitales,
y es esta guerra en el cielo lo que origina nuestra conciencia física en la Tierra de
nosotros. Durante muchas existencias en épocas sin cuento, hemos actuado en
distintos climas y lugares, y de cada vida hemos extraído una cierta cantidad de
experiencia, acopiada y almacenada como fuerza vibratoria en los átomos
simiente de nuestros diversos vehículos.
Por consiguiente, todos y cada uno de nosotros somos constructores y
edificamos el templo del espíritu inmortal sin ruido de martillos; cada uno
de nosotros es un Hiram Abiff, que se halla reuniendo material para el desarrollo
del alma y arrojándolo en el horno de la experiencia de su vida, para allí manipularlo
mediante el fuego de la pasión y del deseo. Todo ello está, lenta pero
seguramente fundiéndose, la escoria
se está purificando en cada existencia purgatorial y la
quintaesencia del desarrollo del alma se está
extractando como consecuencia de nuestras
numerosas vidas. Cada uno de nosotros se está
preparando por este proceso para la iniciación -aprestándonos ya lo sepamos nosotros o
no- aprendiendo a mezclar las ígneas pasiones con las suaves y gentiles emociones. El
martillo nuevo o mazo con el cual el maestro de los trabajadores rige a sus subordinados
es ahora una cruz de dolor y la nueva palabra es el dominio propio.
LUCIFER NAHUAL
Parlemos ahora un poco, pero con gran tino, sobre el Divino Daimón de Sócrates, el famoso Lucifer de la Catedral de Notre Dame de París, el mismísimo Xolotl nahua, que en el mágico cerro de Coatepec que en Tula existe, acudiera más veloz que el viento a la brujesca invocación de los sesenta ancianos.
Extraordinaria Tula, encantadora, que en verdad no es sino la Thule escandinava de la que nos hablaran los versos de oro del gran Séneca, el confín de este mundo. . .
Xolotl, la sombra viviente de Quetzalcoatl, Lucifer-Prometeo, es el portador de luz, la estrella de la mañana, el símbolo viviente de nuestra piedra angular, la piedra del rincón, la Piedra Filosofal, en la cual está la clave de todos los poderes.
Lucifer-Xolotl, tomando a veces el aspecto del macho cabrío de Mendéz, simboliza a la potencia sexual.
Moisés, al volver del Sinaí, donde había encontrado a Jehovah, lleva en la frente dos rayos luminosos en forma de cuernos de macho cabrío, lo que nos indica que había trabajado con la fuerza sexual
Escrito está, y con letras hebraicas, que el Arca de la Alianza llevaba en sus cuatro ángulos cuernos de macho cabrío.
Por su parte, Isaías, el Profeta, escribe (XlV,12, 15):
" ¡Cómo caíste del cielo, oh! Lucero brillante, hijo de la aurora! ¡Echado por tierra el dominador de las naciones! Tú, que decías en tu corazón: Subiré a los cielos en lo alto; sobre !as estrellas de Dios elevaré m i trono. Me instalaré en el monte santo, en las profundidades del Aquilón Subiré sobre la cumbre de las nubes, y seré igual al Altísimo. Pues bien, al sepulcro has bajado, a las profundidades del abismo."
Los Padres de la Iglesia: Simeón, Pacomio, Eulogio, Antonio, veían cada cual a su Lucifer particular (pues cada persona tiene el suyo) bajo el aspecto de alguna deliciosa doncella o de algún varón terrible de relucientes cuernos o de un niño con túnica negra.
Escuchemos el maravilloso canto de Ezequiel (XXVIII, 12,19) al bello Demonio Lucifer-Xolotl:
" Eras el sello de la perfección. Lleno de sabiduría y acabado de belleza. Habitabas en el Edén, en el Jardín de Dios. Vestido de todas las preciosidades. El rubí, el topacio, el diamante, el crisólito, el ónice, el berilo, el zafiro, el carbunclo, la esmeralda y el oro te cubrían."
"Por la muchedumbre de tus contrataciones se llenaron tus estanques de violencia y pecaste y te arrojé del monte santo y te eché de entre los hijos de Dios. El Querube protector te hizo perecer."
"En Monte Albán este personaje despierta una verdadera afición: La entidad desnuda, con las extremidades contrahechas, la boca felina y una actitud dinámica que singulariza los comienzos de esta ciudad, no pueden representar más que a Xolotl (Lucifer). Su asociación a la vez con el tigre, el fuego, cuyas llamas reemplazan a veces a las pares genitales y el movimiento de caída son pruebas suficientes."
(Esto es textual de la Obra de Laurette Sejourne, titulada "El Universo de Quetzalcoatl".)
Ostensiblemente, Xolotl-Lucifer-Prometeo es el doble de Quetzalcoatl, el príncipe de la luz y de las tinieblas que tiene potestad absoluta sobre los cielos, la tierra y los infiernos.
Incuestionablemente, el Divino Daimón es la reflexión de Dios dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, y puede conferirnos el poder, la sabiduría y la igualdad divina: "Eritris sicut dei." "Seréis como Dioses."
La Piedra Filosofal (Lucifer-Xolotl) subyace en el fondo mismo de nuestros órganos sexuales y tiene que reconciliar a los contrarios, "Coincidentia oppositorum", y a los hermanos enemigos.
El Fuego viviente y filosofal de los viejos alquimistas medievales yace latente en el fondo de nuestro sistema seminal y sólo aguarda en acecho místico el instante de ser despertado.
INRI: Ignis Natura Renovatur Integram (El fuego renueva incesantemente a la naturaleza). In Necis Renascor Integer (En la muerte renacer intacto y puro).
Santo Tomás dice: "El más alto, el más perfecto de los ángeles, el ángel preferido de Dios."
Dante escribe: "Más noble que criatura alguna y la suma de todas las criaturas."
Indubitablemente, no es en modo alguno Xolotl-Lucifer un agente extraño fuera de nuestra psiquis, al contrario, es ciertamente la sombra de nuestro Ser Divino dentro de nuestro "fondo íntimo particular".
Escrito está y con palabras de oro en el Libro de la Vida, que en la garra de la pata derecha del Lucifer nahua resplandecen gloriosamente ciertos signos áureos terriblemente divinos.
Xolotl-Lucifer-Prometeo es el entrenador psicológico en el gimnasio de la vida práctica.
Vano somatén, rebato, alboroto, el de ciertas cofradías que propagan por aquí, por allá y acullá, necias infundías difamantes contra el Chnouphis solar gnóstico, el Chrestos Agathodaemon, la Serpiente del Génesis, el Lucifer nahua, el resplandeciente Dragón de Sabiduría.
Malmirado, malquisto Xolotl-Lucifer por aquéllos intonsos dechados de sabiduría, que repudiando al Espíritu que vivifica, han interpretado la alegoría de la guerra en los cielos y la lucha de Miguel contra el dragón a la letra muerta sin comprender su honda significación.
Cruzada, refriega celeste que, incuestionablemente se debe procesar en el fondo vivo de nuestra propia conciencia; lucha heroica contra las pasiones animales que llevamos dentro, personificadas en el mí mismo, en el si mismo.
Indubitablemente, nuestro Real Ser interior profundo, tiene que matar o fracasar. En el primer caso, obviamente, se convierte en el matador del Dragón por el hecho mismo de haber salido victorioso de todas las tentaciones puestas por aquél.
Xolotl-Lucifer como ayo, educador, mentor, resulta ciertamente insólito, inusitado, extraordinario.
Existe en la tentación luciférica didáctica inimitable, pedagogia portentosa, atracción que asombra, incentivo inconfundible, instigación oculta con propósitos divinales secretos, seducción, fascinación.
De todo esto podemos inferir que dentro de nuestras hondas intimidades podemos y debemos luchar contra el Dragón y sus huestes tenebrosas (los defectos psicológicos), si es que en verdad queremos convertirnos en "Hijos de la Sabiduría" y en "Dioses inmortales"...
En la tierra sagrada de los Vedas, Indra, el resplandeciente Dios del Firmamento, mata a Vritra o Ahi, el Demonio-Serpiente, Lucifer-Xolotl, por cuya proeza es Vritra-han, el "Destructor de Vritran, motivo por el cual se le da el sobrenombre de Jishnu, "Conductor de la Hueste celestial".
La Cruz es un símbolo muy antiguo, empleado desde siempre en todas las religiones, en todos los pueblos, y erraría quien la considerase como un emblema exclusivo de tal o cual secta religiosa. Cuando los conquistadores españoles llegaron a la tierra santa de los aztecas, encontraron a la Cruz sobre los altares.
En el plano de los grandes edificios religiosos de la Edad Media, con la adición de un ábside semicircular o elíptico soldado al coro, vemos la forma del signo hierático egipcio de la Cruz ansada, que se lee Ank y designa a la vida universal oculta en todas las cosas.
Por otra parte, el equivalente hermético del signo Ank es el emblema de Venus o Cipris-Lucifer, el cobre, bronce o latón.
"Blanquea al latón y quema tus libros." Nos repiten incesantemente todos los mejores autores de la Alquimia medieval.
Ostensiblemente, tal expresión, dicho u oración, traducido sabiamente significa: "Magia sexual, castidad científica, muerte radical del Ego animal."
Quetzalcoatl, resurrecto después de haber "blanqueado al latón", se convierte en el lucero de la mañana.
El Apocalipsis de San Juan dice:
"Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones."
"Y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como a vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre." "Y le daré la estrella de la mañana." "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias." (Apocalipsis 11, 26-27-28-29).
Bel y el Dragón, Quetzalcoatl y Xolotl, Apolo y Pitón, Krishna y Kaliya, Osiris y Tiphon, Miguel y el Dragón Rojo, San Jorge y su Dragón, siempre son el Logoi particular divinal en cada uno de nosotros y su doble proyectado en nuestra psiquis para nuestro bien.
No está demás afirmar, en forma enfática y con plena lucidez, que matar al Dragón Venus-Lucifer-Xolotl equivale a convertirnos en hijos del mismo, esto es recibir a la Estrella de la mañana.
Los dragones fueron tenidos en toda la antigüedad como símbolos de la Eternidad y de la Sabiduría.
Los Hierofantes de Egipto, de Babilonia y de la India, se daban generalmente el nombre de "Hijos del Dragón y de las Serpientes", corroborando así las enseñanzas del Gnosticismo Universal.
Xolotl, la sombra o doble del Cristo mexicano, Quetzalcoatl, precipitándose desde el Empíreo hacia nuestros propios infiernos atómicos, resulta extraordinario, maravilloso.
Xolotl significa a la vez perro y gemelo. No está demás recordar en este capitulo que el Padre Sahagún afirma que el can es el símbolo del Fuego de origen celeste.
El Fuego sexual, el perro, el instinto erótico, Lucifer nahua, es aquel agente extraordinario y maravilloso que puede transformarnos radicalmente.
El perro guía al Caballero conduciéndole por el angosto camino que va de las tinieblas a la Luz, de la muerte a la Inmortalidad.
Es urgente sacar de la morada de Plutón a Xolotl- Cerbero, prodigio de terror que con sus ladridos, sus tres cabezas chatas y su cuello rodeado de serpientes, llena de espanto a los difuntos.
Xolotl-cerbero-Tricípite jala la trailla de su amo llevándole seguro por el escarpado sendero que conduce a la Liberación final.
Xolotl-Lucifer, como arquetipo del penitente y con el cinto de la castidad, convertido en anacoreta, hace luz en las tinieblas y aclara todo el esoterismo crístico.
Xolotl-Lucifer, en posesión de los restos que habrá de resucitar, nos indica la necesidad de morir para ser.
Es urgente excogitar, discurrir, meditar...
Incuestionablemente, la muerte del "mí mismo" es requisito indispensable para la resurrección esotérica que ha de realizarse, aquí y ahora, mediante la Alquimia sexual.
"Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad."
"Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria."
"¿Dónde está, ¡oh muerte! tu aguijón? ¿Dónde, ¡oh sepulcro!, tu victoria?" (I. de Corintios 15, 53-54-55).
La didáctica excitante y seductora de Xolotl-Lucifer, inteligentemente aprovechada, hace posible la resurrección mágica.
"La tentación es fuego. El triunfo sobre la tentación es Luz." Eliminar los elementos indeseables que cargamos dentro es urgente, inaplazable, impostergable.
Resulta urgente, perentorio, apremiante, discriminar, especificar, discernir concretamente sobre ciertos valores simbólicos. Quiero referirme en forma enfática al tigre y al perro.
Incuestionablemente, este Xolotl-Lucifer cargado con el jeroglífico solar, como quiera que se encuentra en la raíz de nuestro sistema seminal, asume el maravilloso papel del perro Cerbero citado por el Dante en la Divina Comedia.
El tigre es diferente, y esto lo saben los "Caballeros tigres, esos jaguares del Movimiento Gnóstico, que cual auténticos felinos de la Psicología Revolucionaria, se han lanzado contra sí mismos, contra sus propios defectos psicológicos.
Indubitablemente, el perro y el tigre se hallan asociados esotéricamente en el mismo trabajo.
La humanización del tigre en el Arte azteca es algo que asombra a todo místico.
En modo alguno sería posible extirpar nuestros agregados psíquicos, esos íntimos defectos que en su conjunto constituyen al Yo, sin el auxilio de esa Partícula divina o Mónada interior recordada por el hacha, signo del rayo que el Hombre-Tigre asume con entera claridad.
Escrito está con entera lucidez en el Libro de la Vida: "Quien quiera subir debe primero bajar." "A toda exaltación le precede una humillación."
El descenso a la Novena Esfera, desde los antiguos tiempos, fue siempre la prueba máxima para la suprema dignidad del Hierofante. Jesús, Buddha, Hermes, Quetzalcoatl, hubieron de pasar por esa terrible prueba.
Allí baja Marte para retemplar la espada y conquistar el corazón de Venus, Hércules para limpiar los establos de Augias y Perseo para cortar la cabeza de Medusa.
Quetzalcoatl y su Doble, en las profundidades terrestres, en el Infierno del Dante, en la terrible morada de Plutón, debe morir radicalmente si es que quiere resucitar de entre los muertos.
"En medio de aquel antro un olmo enorme extiende sus ramas seculares; en ellas habitan los vanos sueños de la humanidad doliente, pegados como insectos a sus hojas.
Por allí se pasean los centauros; Briareo, el gigante de los cien brazos; la Hidra de Lerna, a quien mató Hércules cortándole sus múltiples cabezas; la Quimera, monstruo con cuerpo de cabra; las Gorgonas, las Arpías y la Sombra de los tres cuerpos.
Espantosa la ruta que conduce al Tártaro por las aguas del Aqueronte; torbellinos de cieno y agua turbia.
Un horrible barquero de canas erizadas, ojos chispeantes como brasas de carbón y larga barba descuidada, maniobra la barca que pasa a las almas al otro lado.
Una multitud atormentada y diversa se agrupó en la orilla esperando que el barquero la traslade. Pero éste escoge caprichosamente: ora éste, ora aquél, y hay quien aguarda en vano y suplica, pero todo es inútil.
Estas son las almas de los que no recibieron sepultura, que se desesperan en tiempo interminable hasta que una mano piadosa, allá en la tierra, recoge sus cuerpos y encierra en la urna sus cenizas.
Entonces la morada de Plutón se abre y las almas entran en su triste reposo, privadas de luz, sombra de lo que fueron."
S.A.W.
gnosticum philosoforum
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario