jueves, 7 de abril de 2016

Evidencias científicas de la vida después de la muerte

Las ecm a examen por la ciencia
Evidencias científicas de la vida después de la muerte
GRANDES REPORTAJES

Las Experiencias Cercanas a la Muerte suceden cada vez con mayor frecuencia. Los especialistas aseguran que la causa reside en los mejores niveles de supervivencia derivados de las modernas técnicas de reanimación. Varios estudios científicos recientes aportan ahora más luz al enigma y aseguran que el contenido de las ECM y el efecto en los pacientes es muy similar en todo el mundo, a lo largo de todos los tiempos y en todas las culturas. Por: Josep Guijarro
Las ecm a examen por la ciencia
Hace más de treinta años que el doctor Raymond Moody impactara al mundo entero con su libro Vida después de la vida (Edaf). Su trabajo recogía abundantes testimonios sobre lo que se han dado en llamar Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), relatos de personas que, tras estar clínicamente muertos, regresaban a la vida y describían situaciones y escenarios muy similares entre sí con independencia de su nivel cultural o religión. No cabe decir que la publicación de estas vivencias supuso una esperanza para millones de personas. Algunos perdieron el miedo a la muerte y otros hallaron cierta paz interior tras la pérdida de un familiar querido.

Su línea de investigación fue magistralmente continuada por otros autores internacionales como Elizabeth Küblker-Ross, Karlis Osis o Kennet Ring y, también, dio origen a agrias polémicas. Admitir que nuestra conciencia tiene vida propia e independiente de nuestro cuerpo físico choca, aparentemente, con los postulados de la neurología. Para los escépticos –casi siempre mal informados- las Experiencias Cercanas a la Muerte son meras conjeturas pseudocientíficas sin base empírica ni científica. Las sensaciones que manifiestan los protagonistas –aseguran- han podido ser replicadas científicamente como experiencias provocadas por el cerebro y no como algo ajeno a éste. Un neurólogo de la Universidad de Ontario (Canadá), Michael Persinger, ha podido inducir la misma percepción de desdoblamiento en sujetos “vivos” mediante la aplicación de un campo magnético al lóbulo temporal del cerebro (Scientific American 2003). Según la revista Nature también la Universidad de Ginebra llegó a conclusiones similares un año antes mediante la estimulación eléctrica del lóbulo temporal.

Entonces, ¿cuándo tienen lugar estas percepciones? ¿Durante la interfase, es decir, en el paréntesis entre la muerte clínica y la muerte sin retorno o una vez traspasada ésta última? ¿Existe algún estudio científico que demuestre que es posible desdoblar la conciencia de nuestro cuerpo físico? La respuesta es rotunda: sí, lo hay. Y algunos episodios figuran ya dentro de la literatura científica.

Un caso muy especial
Una enfermera de la unidad de cardiología del Hospital Rijnstate de Arnhem, en Holanda, explicó que, durante un
turno de noche, una ambulancia trajo a un hombre de 44 años de edad en estado comatoso. Había sido hallado por unos transeúntes una hora antes, tendido en una pradera. Tras ser admitido en el hospital, recibió respiración artificial sin intubación y se le aplicó masaje de cardíaco y desfibrilación. “Cuando quisimos intubar al paciente –explica la enfermera-, resultó que tenía dentadura postiza. Le quité la dentadura superior y la guardé en el ‘carrito de emergencias’. Después continué colaborando en la resucitación cardiopulmonar”.

Tras cerca de una hora y media, el paciente tenía suficiente ritmo cardíaco y presión sanguínea, pero todavía estaba ventilado e intubado y aún seguía comatoso. Fue transferido a la unidad de vigilancia intensiva (UVI) para continuar la necesaria respiración artificial. “Sólo después de más de una semana me encontré otra vez con él. Le di su medicina y, entonces, dijo: ‘Oh, esa enfermera sabe donde está mi dentadura.’ Yo me quedé muy sorprendida. Entonces él aclaró: ‘Sí, usted estaba allí cuando me trajeron al hospital y me sacó la dentadura y la puso en ese carrito que tenía todas esas botellas, concretamente en un cajón que se deslizaba por debajo. Allí es donde puso usted mis dientes’”.

El episodio, no lo olvidemos, sucedió mientras aquel hombre se hallaba en pleno proceso de reanimación, mientras se hallaba en coma profundo sin que pudiera tener conciencia de lo que sucedía a su alrededor. Aquel hombre, sin embargo, había visto la escena desde arriba y pudo describir con precisión como trabajaban médicos y enfermeras, así como reconocer rostros y situaciones precisas.

La experiencia –admitámoslo- podría ser una más de las miles que se documentan a diario en los hospitales de todo el mundo pero ésta tuvo lugar en durante la fase piloto de un estudio científico dirigido por el doctor Pim van Lommel sobre las evidencias científicas de las ECMs. Se trata pues de un caso verificado científicamente e incluido en el programa Near Death Experience in Survivors of Cardiac Arrest, publicado en la prestigiosa revista The Lancet en diciembre de 2001.

Constituye un avance importante en la aproximación científica a estas experiencias y que, sin embargo, ha pasado desapercibido para la gran opinión pública.

Aproximación científica a las ECM
El objetivo del estudio era establecer la causa de las ECM y valorar los factores que afectan a su frecuencia, profundidad y contenido. Para ello van Lommel se valió de 344 pacientes cardíacos que fueron reanimados con éxito en diez hospitales de Holanda. Compararon datos demográficos, médicos, farmacológicos y psicológicos entre un grupo de control (sin ECM) y otro que sí había informado de estas experiencias. El trabajo, además, comparó a los dos grupos dos y ocho años después.

No hay ninguna duda de que todos los pacientes en el estudio habían estado clínicamente muertos, el diagnóstico siempre fue establecido mediante un registro del electrocardiograma del paciente.

Los resultados fueron sorprendentes: El 12% de los sujetos analizados experimentó una ECM profunda (ver recuadro), es decir, la sensación de salir fuera del cuerpo, sentimientos placenteros, ver un túnel, una luz, parientes fallecidos o una revisión de su propia vida. El porcentaje aumentaba al 18% entre quienes describían sólo algunas de estas sensaciones.

Para van Lommel es un misterio por qué tan pocos pacientes cardíacos informaron de una ECM. La explicación psicológica tiende a relacionar los episodios con el miedo a la muerte sin embargo este científico holandés precisa que sólo un porcentaje muy pequeño de los pacientes estudiados manifestó haber tenido miedo en los segundos que precedieron al paro cardíaco. Éste, además, tuvo lugar de forma demasiado repentina como para que se dieran cuenta de lo que les estaba pasando.

A su juicio la edad juega un papel importante y atribuye las percepciones a causas puramente fisiológicas, concretamente a una anoxia cerebral (falta de oxígeno en el cerebro) y, posiblemente también, a la liberación de endomorfinas. Si la anoxia se prolongara 5 o 10 minutos entonces el daño en el cerebro es irreversible y el paciente muere… al menos en teoría porque siempre hay casos que desafían los límites. Como muestra un botón:

Rompiendo las barreras de la muerte
Diane Pearson se hallaba en la playa de Ixtapa, Zihuatanejo (México) cuando, de repente, oyó gritos. Observó a varias personas corriendo hacia la orilla de modo que, instintivamente, hizo lo mismo. Allí, rodeado por la multitud, estaba su marido Dan O’reilly, un ciudadano canadiense que nadaba en las aguas del Pacífico junto a sus dos hijos cuando una potente ola lo arrastró y le hundió su cabeza en la arena, debajo del agua.

Dan parecía muerto. Había permanecido sin oxígeno durante 45 minutos. A pesar de ello fue entubado y trasladado al hospital Saint Luke’s Episcopal Health System, de Houston, en Texas. A pesar de su situación crítica, el doctor Joseph Varon les esperaba para probar algo nuevo en la medicina; se proponía “resucitar a un muerto”.

La situación era verdaderamente pesimista. Dan sólo respiraba un poco gracias a una máquina, de lo contrario hubiera entrado en muerte cerebral. "Es por eso que decidimos ir por una forma de terapia que probablemente no sería usada por otros médicos", cuenta el Dr. Varon: "Lo congelé".

No se trata de una resucitación cardiopulmonar, sino de un método jamás usado en ningún hospital de Estados Unidos y que parece más bien un producto de la ciencia ficción. Recibe el nombre de terapia hipodérmica y consiste en congelar al paciente para poderlo regresar a la vida.

http://www.revistaenigmas.com/secciones/grandes-reportajes/evidencias-cientificas-vida-despues-muerte

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