EL ORIGEN DE LA HERMANDAD DE LOS SIETE RAYOS
Lemuria es el nombre de la última parte del gran continente de Mu que existía en el Pacífico. La verdadera destrucción de Mu y su subsiguiente hundimiento en el mar empezaron 30.000 años antes de Cristo. Esta acción prosiguió durante muchos miles de años hasta que la última parte del antiguo Mu, a la que se conoce con el nombre de Lemuria, también quedó sumergida en una serie de nuevos desastres que tuvieron fin entre 10.000 y 12.000 A.C. Esto sucedió justo antes de la destrucción de Poseidonis, el último resto del continente atlántico, Atlantis. El Señor Aramu-Muru (el Dios Mer) fue uno de los grandes sabios lemurianos y el Guardián de los Rollos durante los últimos días de la condenada Mu.
Los Maestros de Lemuria sabían muy bien que la catástrofe final provocaría gigantescas mareas y enormes olas que sumergirían la última parte de su tierra en las furiosas aguas y en el olvido. Aquellos que trabajaban en la Senda de la Mano Siniestra proseguían sus diabólicos experimentos y no prestaban atención a “lo que estaba escrito en la pared”, así como hoy, en la Tierra, millones de habitantes siguen “comiendo, bebiendo y divirtiéndose”, aun cuando los fieles del Padre Infinito disciernen claramente los signos de los tiempos.
Los Maestros y los Santos que trabajan en la Senda de la Mano Diestra empezaron a archivar las preciosas crónicas y documentos de las bibliotecas de Lemuria. Cada Maestro fue elegido por el Concilio de la Gran Jerarquía Blanca para que fuera a diferentes secciones del mundo, donde, en seguridad, pudiera establecer una Escuela de la Antigua y Arcana Sabiduría. Se hizo esto para conservar el conocimiento científico y el espiritual del pasado. Al principio, durante muchos miles de años, esas escuelas seguirían siendo un misterio para los habitantes del mundo; sus enseñanzas y las reuniones debían ser secretas. De ahí que aún hoy día son llamadas Escuelas de Misterio o Shan-Gri-Las de la Tierra.
El Señor Muru, como uno de los maestros de Lemuria, fue delegado por la Jerarquía para llevar los rollos sagrados que estaban en su posesión junto con el enorme Disco Solar de Oro a la zona montañosa de un lago recién formado en lo que ahora es la América del Sur. Allí guardaría y mantendría el foco de la llama iluminadora. El Disco Solar era guardado en el gran Templo de la Luz Divina en Lemuria y no era un mero objeto ritual y de adoración, ni tampoco sirvió posteriormente a este solo propósito al ser usado por los Sumos Sacerdotes del Sol entre los Incas del Perú. Aramu-Muru partió hacia la nueva tierra en uno de los plateados y ahusados navíos aéreos de aquella época.
Mientras las últimas partes del antiguo continente se despedazaban en el Océano Pacífico, terribles catástrofes tenían lugar en toda la Tierra. La Cadena Andina de montañas surgió en aquella época, y desfiguró la costa oeste de la América del Sur. La antigua ciudad de Tiahuanaco (Bolívia) era en aquel tiempo un importante puerto de mar y una ciudad colonial del Imperio Lemuriano de gran magnificencia e importancia para la Madre Patria. Durante los subsiguientes cataclismos se elevó sobre el nivel del mar y el clima polar de las altas mesetas eternamente barridas por el viento. Antes que esto tuviera lugar, no existía el Lago Titicaca, el cual es ahora el lago navegable más alto del mundo, por encima de los cuatro mil metros.
Así, el Señor Muru, después de su partida de la sumergida Lemuria, llegó al lago recientemente formado. Aquí, en el lugar conocido ahora con el nombre de Lago Titicaca, el Monasterio de la Hermandad de los Siete Rayos cobró existencia, organizado y perpetuado por Aramu-Muru. Ese Monasterio, que fue la sede de la Hermandad a lo largo de las edades de la Tierra, estaba situado en un inmenso valle que tuvo su origen en la época del nacimiento de los Andes, y era uno de esos extraños hijos de la Naturaleza a los que su exacta situación y altitud le daban un clima suave, semitropical que permitía que las frutas y nueces crecieran hasta alcanzar enorme tamaño. Aquí, en lo más alto de las ruinas que otrora estuvieron al nivel del mar, como la Ciudad de Tiahuanaco, el Señor Muru ordenó que se construyera el Monasterio con gigantescos bloques de piedra cortados por la energía de la fuerza lumínica primaria. Esta construcción ciclópea es igual hoy a lo que fue otrora, y sigue siendo un repositorio de la ciencia, la cultura y el conocimiento arcano de los lémures.
Los otros Maestros de Lemuria, el Continente Perdido, se dirigieron a otras partes del mundo y establecieron también Escuelas de Misterio, para que la humanidad pudiera tener en todo el tiempo que pasase en la Tierra el conocimiento secreto que había sido escondido, no perdido, sino escondido, hasta que los hijos de la Tierra hubieran progresado espiritualmente lo suficiente para estudiar de nuevo y emplear las Verdades Divinas.
La ciencia secreta de Adoma, Atlantis y otras civilizaciones mundiales muy adelantadas se puede encontrar hoy en día en las bibliotecas de dichas escuelas, porque esas civilizaciones enviaron asimismo a hombres sabios para fundar Retiros Interiores y Santuarios a todo lo largo y ancho del mundo. Dichos retiros estaban bajo la guía directa y al cuidado de la Gran Hermandad Blanca, Jerarquía de los mentores espirituales de la Tierra.
El valle del Monasterio de la Hermandad de los Siete Rayos es conocido como el Valle de la Luna Azul y está situado a buena altura al norte de los Andes, en el costado peruano del Lago Titicaca. El Señor Muru no estableció inmediatamente después de su llegada el Monasterio junto al Lago Titicaca, sino que pasó varios años viajando, estudiando y ayunando en el desierto, donde se reunió con otros hombres que habían escapado de la catástrofe. Lo acompañaba originalmente su aspecto femenino, Arama-Mara (Diosa Meru), cuando partió de Lemuria en la ahusada nave aérea. Esas no eran naves espaciales, sino que eran empleadas por la Madre Patria para el comercio entre la colonias.
La Hermandad de los Siete Rayos existía desde tiempos inmemoriales y había vivido en la Tierra en la misma época que la Raza de los Mayores, hará cosa de mil millones de años. Empero, nunca había tenido antes un monasterio donde los estudiantes de vida, altamente adelantados en la Gran Senda de la Iniciación podían reunirse en armonía espiritual para mezclar el flujo de su corriente vital. Cada estudiante cobraba existencia en uno de los Siete Grandes Rayos de Vida, tal como lo hacemos todos, y esos Rayos debían ser mezclados por cada discípulo que tejía su Rayo, como si fuera un hilo coloreado, en el tapiz que simbolizaba la Vida Espiritual del Monasterio. Por lo tanto, era llamada la Hermandad de los Siete Rayos, y se la conocía asimismo como la Hermandad de la Iluminación.
EL DISCO SOLAR DE ORO DE MU
El gigantesco Disco Solar de Oro estaba sujeto por cuerdas del más puro oro en un santuario situado en el Templo más importante de la Luz Divina de la Madre Patria de Mu. Frente al Disco, sobre un altar, que era un pilar tallado en un bloque de sólida piedra, resplandecía la eterna Luz blanca de la cristalina Llama Maxin, la Divina Luz Ilimitada de la Creación. Alrededor del año 30.000 A. de C. La Luz Maxin se apagó en el Altar a causa de la maldad de algunos sacerdotes-científicos del Gran Mu. El Disco Solar permaneció en su santuario, empero, hasta el momento de la destrucción final y de su hundimiento en el mar en 10-12.000 A.C.
Como hemos dicho anteriormente, ese Disco no era usado meramente como objeto de adoración, ni tampoco como la representación simbólica de nuestro Sol Solar. Era también un instrumento científico, y el secreto de su poder provenía originalmente de las tinieblas del pasado en la época de la Raza de los Mayores. En parte, era un objeto de adoración porque se lo empleaba en los servicios ritualísticos del templo como foco o punto de concentración para aquellos que meditaban. Servía asimismo como representación simbólica del Gran Sol Central, o Sol Cósmico, el que, a su vez, simboliza al Creador. Como instrumento científico se lo usaba conectado con un complejo sistema de espejos de oro puro, reflectores y lentes para producir la curación en los cuerpos de aquellos que estaban dentro del Templo de la Luz. En verdad, esa era la razón por la cual se lo llamaba el Templo de la Luz Divina. Además de todas esas funciones, el Disco Solar era un punto focal para la concentración de calidad dimensional. Cuando el disco era golpeado por un sacerdote científico, que entendía su manera de operar, establecía ciertas condiciones vibratorias que podían producir intensos terremotos y, si proseguían por mucho tiempo, provocar una modificación en la rotación de la Tierra misma. Cuando se lo hacía armonizar con el peculiar modelo de frecuencia de una persona podía transportar a dicha persona a cualquier lugar donde quisiera ir con sólo crear la imagen mental del viaje. Era, por consiguiente, un objeto de transportación.
El Disco Solar de Oro de Mu no estaba hecho de oro ordinario, sino de oro que había sufrido una transmutación, y tan insólito en sus cualidades que era un metal translúcido similar, evidentemente, al metal de los ovnis a cuyo través es casi posible mirar.
El Señor Muru trajo ese Disco consigo cuando viajó al Lago Titicaca, y se lo colocó en el templo subterráneo en el Monasterio de la Hermandad de los Siete Rayos. Aquí, lo emplearon cotidianamente no sólo dos discípulos de vida, sino también los Maestros y los Santos de las Escuela de Misterio de todo el mundo para ser teletransportados a la ida y a la vuelta y así asistir al Concilio o participar en alguna Ceremonia de Transmisión.
Cuando los Incas arribaron al Perú, y en verdad llegaron, porque no eran indios quichuas nativos, sino que provenían de una tierra situada al otro lado del Pacífico, establecieron una sociedad altamente espiritualizada encima de las ruinas de la gran cultura que había pertenecido al Imperio Colonial de Lemuria. Los Sumos Sacerdotes del Sol de Tawantinsuyo –nombre del Imperio Inca- construyeron su Coricancha o Templo del Sol exactamente encima de la antigua estructura que se remontaba a una época muy remota. En los antiguos archivos de su país natal situado al otro lado del Pacífico se habían enterado de la existencia del Disco Solar de Oro de Mu y sabían que lo habían sacado del continente condenado y llevado a una nueva tierra donde el Señor Muru había fundado un Retiro Interior o Santuario.
Una vez que estuvieron en el Perú, los Sumos Sacerdotes incas buscaron empeñosamente y durante mucho tiempo el Disco pero nunca fueron capaces de localizarlo. Empero, cuando llegaron al lugar en la Senda Espiritual donde podían usar el Disco en beneficio de todo su pueblo –los nativos, las tribus indígenas, que habían sido amalgamadas en un imperio- como se acostumbraba en Mu, les fue ofrecido entonces para su uso diario en su Templo del Sol en Cuzco.
En aquella época el Emperador Inca era un Místico Divino o Santo, y realizó un peregrinaje al Monasterio del Lago Titicaca, y allí Aramu-Muru, como Jefe Espiritual o Abate de la Hermandad entregó el Disco al Emperador. Se impartieron órdenes para que varios Hermanos del Lago lo acompañaran en su viaje a la capital del imperio, Cuzco. Allí el Disco fue colocado en un santuario que habían preparado, y se lo mantenía sujeto con cuerdas de oro tal como se hacía en la antigua Lemuria. Aún hoy, los orificios por los cuales pasaban las cuerdas pueden verse en el Convento de Santo de Domingo de Cuzco que fue erigido sobre el Templo del Sol pre-inca e inca.
Los incas llamaban a su Templo del Sol Coricancha, que significa Lugar de Oro o Jardín de Oro. Esto se debía a las magníficas figuras de tamaño natural de hombres, animales, plantas y flores hechas de oro que estaban en un verdadero Jardín de Oro adyacente al Templo del Sol. Pero los científicos-sacerdotes llamaban al Templo Amarucancha. En algunas de las piedras de Santo Domingo aún se ven serpientes talladas (amarus) y debido a esta razón, dicen, algunos llamaban a ese Templo Amarucancha o Lugar de las Serpientes. Sin embargo, esta no es la verdadera razón. Aramu es una forma de Amaru, que es uno de los nombres del Señor Maru. En los Andes hay grandes serpientes que todavía se llaman amarus. El nombre del Señor Maru tiene que ver con la serpiente porque su título es similar al de otro maestro mundial, Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada del Imperio Azteca en México. Por lo tanto el Templo del Sol en Cuzco recibió su nombre de Amaru-Muru, jefe del Monasterio del Lago Titicaca, porque fue él quien les permitió por último tener el Disco de Oro en su Templo del Sol. Dentro del Templo mayor había templos menores o santuarios consagrados a la Luna, los Doce Planetas (Estrellas), y a los Siete Rayos.
La Hermandad de los Siete Rayos llegó a ser la fuerza rectora en la vida espiritual de los incas, y así aprendieron el uso del Disco en los antiguos códices dejados por los sabios pre-incas que eran colonos lémures. El Disco permaneció en el Coricancha en Cuzco hasta que los sacerdotes supieron que Don Francisco Pizarro había desembarcado en el Perú. Sabiendo muy bien lo que iba a ocurrir, sacaron tristemente el Disco de su santuario en el Cuzco y lo devolvieron a su lugar en el templo subterráneo del Monasterio. Los conquistadores españoles nunca lo descubrieron.
En 21 de enero de 1956, el Bienamado Arcángel Miguel del Sol pronunció una conferencia en Su Retiro de Banff, en las montañas Rocosas del Canadá. Lo que sigue a continuación es un extracto de dicha conferencia:
“Muchos de los Templos usados en Atlantis y Lemuria han sido levantados en los reinos etéricos. Algún día, cuando el hombre esté pronto para recibirlos descenderán suavemente. Una o más de las preciosas piedras empleadas en la construcción de esos Templos se depositaron en las manos de un Sumo Sacerdote o del Jefe de una Orden Espiritual con la cual se ponen en conexión con la Jerarquía Celestial. Hay varias docenas de piedras de Mi Templo en posesión de individuos que están hoy día en varios puntos de la superficie de la Tierra…”
El Disco Solar de Oro de Mu es una de las preciosas piedras a que se refiere el Señor Miguel. Y fue puesto en las manos del Jefe de la Hermandad de los Siete Rayos, Aramu-Muru. El Disco permanecerá en el Lago Titicaca hasta el día en que el hombre esté espiritualmente pronto para recibirlo y emplearlo nuevamente. En ese día el Disco de Oro será sacado de su cámara subterránea y se lo colocará en lo alto del Monasterio de la Hermandad. Los peregrinos de la Nueva Aurora lo verán desde muchos kilómetros de distancia reflejando los gloriosos rayos del Sol. Provendrá del Disco un innegable sonido de la más pura armonía que llevará a los muchos seguidores de la luz en el hollado sendero hasta la antigua puerta de la Hermandad de los Siete Rayos, y entrarán en el Valle de la Luna Azul para reunirse en la confraternidad del Padre.
LA RAZA DE LOS MAYORES
Si queremos entender verdaderamente el significado que se oculta tras la Hermandad de los Siete Rayos y el Disco Solar de Oro de Mu es preciso retroceder en el tiempo de la Tierra unos mil millones de años.
Después de haberse enfriado el planeta Tierra y estar pronto para recibir habitantes, llegó del espacio una raza que no era humana, aunque era de la raza del verdadero hombre original. Era la raza llamada Ciclópea, y esta es conocida con el secreto y arcano conocimiento como la Raza “L” o, simplemente, los “Eles”. Antes de venir al planeta Tierra atravesaron el espacio siguiendo todos los grandes ciclos del Tiempo; eran Titanes que viajaban por el camino de las estrellas (y lo siguen haciendo en otra dimensión de Tiempo y Espacio) y que siempre buscaban las mejores pasturas del espacio para su ganado. Fueron la primera vida sobre la Tierra y son los Inmortales de nuestras leyendas, la Raza de Dios o la Raza de los Mayores que precedió al Hombre.
Algunos de los Eles eran verdaderos Cíclopes debido a tener un solo ojo central en medio de la frente. Otros tenían dos ojos como los seres humanos, y hasta había otros que habían desarrollado el tercer ojo psíquico. Tenían unos cuatro metros de estatura y eran hombre y mujer, pero no de la manera como consideramos hoy la diferenciación sexual. Antes de llegar a la Tierra habían colonizado gran parte de lo que hoy es conocido como Galaxia de la Vía Láctea, miles de soles y mundos cayeron bajo su influencia. Por lo general precedían a otras formas de vida en un mundo, luego que éste era habitable. Una vez que se establecían en un nuevo planeta intentaban dejar tras sí lo que sólo podemos llamar grandes bibliotecas en su hondo imperio subterráneo de enormes ciudades. En estas bibliotecas pequeños archivos de cristal contienen la historia del Universo, y están encerrados en un campo magnético que a veces, se encuentra en afinidad con alguna persona “sensitiva” que vive hoy en la Tierra. Los Eles no eran exactamente seres tridimensionales como somos hoy día, si bien eran definitivamente seres físicos en un mundo físico. Habían intentado, a lo largo de incontables edades lograr, como raza, una condición atemporal, llegar a un lugar donde pudieran no sólo crear por el mero pensamiento, sino escapar de las cadenas de la existencia física para romper las ataduras que los mantenían sujetos a los planetas y sistemas físicos. Buscaban el gran secreto que haría de ellos Inmortales, lo que les permitiría andar por el Tiempo y las Estrellas sin atadura alguna.
El planeta Tierra fue posiblemente el último mundo que colonizaron en la Galaxia Vía Láctea, porque al poco tiempo de su llegada aquí lograron el poder del pensamiento creativo. Conquistaron la materia física y se convirtieron en Dioses. Aniquilaron el Tiempo y el Espacio; ya no tuvieron más necesidad del mundo terrenal o de la gran Galaxia a la cual pertenecían. ¡Eran libres! Habían llegado a ser verdaderos miembros del Universo Pensamiento, el Universo Theta.
En realidad, los Eles no eran conocidos por ese nombre mientras no lograran la condición Theta. Antes que eso ocurriera eran conocidos como la Raza Ciclópea. Era su método de dejar la existencia física y las condiciones que la hacen factible lo que les dio el nombre de Eles. Mediante el uso secreto del Grado Noventa de Cambio de Fase abandonaron la Tierra y toda la Galaxia y la dejaron libre para la humanidad.
Un ángulo de noventa grados forma la letra “L”. Por lo tanto, cuando los llamamos Eles nos estamos refiriendo a un símbolo de su raza y no realmente a un nombre. Hoy día muchas palabras derivan del nombre de esta muy antigua raza. Las palabras elevación y eliminar derivan claramente de esta fuente. ¿Acaso los Eles no se elevaron a otra condición dimensional? ¿No eliminaron acaso el Tiempo y el Espacio? Basta mirar en el diccionario para descubrir algunas cosas sorprendentes entre las palabras que empiezan con EL y L. Luego está la magnífica palabra Elohim.
El 24 de abril de 1955, Koot Hoomi Lal Singh (Maestro Kuthumi) informó:
“Sobre el planeta se mantiene la gran Presencia del Bienamado Elohim, Ciclope. Su radiación cubre toda la Tierra.”
El Maestro Kuthumi se refiere obviamente a un miembro de la gran Raza de los Mayores. Aunque, en 1956, la mayoría de los Eles ya no estaban en la Tierra, seguían actuando como Mentores, y por lo general eran Maestros de los Instructores y Santos de la Tierra. Decimos que la mayoría de los Eles ya no estaban en nuestro planeta, porque algunos no partieron cuando su raza logró la condición Theta y conquistaron M-E-E-T (Materia-Energía-Espacio-Tiempo.) Debido a ciertas reacciones kármicas, unos pocos miembros de la Raza Ciclópea no pasaron el Grado Noventa de Cambio de Fase, y se vieron forzados a permanecer en la Tierra para cumplir su destino, y reunirse eventualmente con su raza en una época posterior. Mientras tanto, actuarían en el papel de Mentores para los seres humanos cuando éstos llegaran a la Tierra.
Aramu-Muru (Dios Meru) era miembro de la Raza Ciclópea. Había mantenido la misma forma física por incontables edades, renovando la energía de su corriente vital mediante la polarización con su aspecto femenino, Arama-Mara. Porque, como ya se lo expuso, esos seres no se reproducen como lo hacen los humanos.
El Señor Muru dice que cuando estaba en Lemuria era un joven estudiante u hombre. No obstante, hay que atribuir distintos significados a estas palabras. Tal vez quiera decir “joven” en cosas universales, y el significado que atribuye a “hombre” es el de pertenecer a la raza del original y verdadero hombre. Muchos de los sabios de Lemuria, y anteriormente en la misma Mu, eran cíclopes. (No los llamamos Eles porque no habían logrado aún el Universo Theta.) Todos los cíclopes abandonaron Lemuria y se dirigieron a otras partes del mundo: por lo tanto, muchos de los Jefes Espirituales de las Escuelas de Misterio (Retiros Interiores) eran cíclopes que se reunirían en algún momento con la Raza de los Mayores y llegarían a ser verdaderos Eles.
La Hermandad de los Siete Rayos se había iniciado originariamente con los cíclopes puesto que fueron los primeros que manifestaron los Siete Rayos de Vida sobre el planeta Tierra. Esos seres proyectaban una radiación de energía especial que permitía el establecimiento de los Siete Rayos de Vida en nuestro planeta, y si hubiese faltado, nunca habría existido la Hermandad de los Siete Rayos. Asimismo, los cíclopes pasaron a la Séptima Condición y entraron en Theta, el Octavo o Universo de Pensamiento.
El Disco Solar de Oro de Mu no fue hecho por los Cíclopes, aunque el principio de su modo de operar y el secreto de su poder se hallaron en las bibliotecas abandonadas de las ciudades subterráneas ciclópeas. Aquellos que son bastantes sensitivos como para sintonizar dicho conocimiento de las edades posteriores a lo humano, descubrieron aquellas Verdades y posibilitaron la construcción del Disco de Oro. Así, el Disco entró en la vida de la Madre Patria de Mu.
Es preciso saber que el hombre en la Tierra nunca llegará a ser un L, pero podrá lograr una condición atemporal como éste, porque el plan presente de la Jerarquía es: la producción de una síntesis subjetiva en la humanidad y la interacción telepática que llegará eventualmente a aniquilar el tiempo.
Aunque el hombre no llegará a ser un L, debido simplemente a que no pertenece a la Raza Ciclópea (ahora la Raza Ele), logrará conquistar el M-E-E-T, y reinará como verdadero Dios, el Hijo del Creador.
EL FOCO DE ILUMINACIÓN DEL NUEVO MUNDO
En julio de 1957 el Bienamado Maestro el Morya dijo:
Aquellos peregrinos que buscan ser guiados y la iluminación espiritual de hoy en adelante serán atraídos por la América del Sur tal como lo habían sido anteriormente por el Oriente. Para este fin, los Rectores de las Fuerzas de la Naturaleza y del Reino Elemental realizan los preparativos para proporcionar medios naturales de acceso al hasta ahora no tocado Foco Espiritual de Iluminación en las Montañas de los Andes. Las informaciones sobre el Retiro de Aramu-Muru en el Lago Titicaca, Perú, fueron dadas hace mucho tiempo a aquellos que estaban prontos para dicho conocimiento. El Rayo Permanente entra en el planeta Tierra por dos lugares.
el Aspecto Masculino entra por el Himalaya en el Oriente
el Aspecto Femenino por el Lago Titicaca
El Aspecto Masculino fue prominente a todo lo largo de las edades de la historia de la Tierra, pero ahora el Aspecto Femenino se está destacando a medida que la Tierra penetra más profundamente en las vibraciones del Séptimo Rayo. El Aspecto Femenino, por su entrada en la zona del Monasterio de la Hermandad de los Siete Rayos, llegará a ser evidente en el futuro. Interesa subrayar que tanto por la cultura como por otros aspectos el Tibet y el Perú se parecen a tal punto que una fotografía de uno cualquiera de estos países puede muy bien tomarse por la del otro. Pero si comprendemos que en la superficie de la Tierra hay dos zonas por las cuales penetra el Rayo Permanente, la explicación es sencilla.
Para mayor confirmación del Foco de Iluminación del Nuevo Mundo, Phra Sumangalo, monje del Monasterio del Angel de la Guarda (Wat Doi Suthep Xieng Mai, Tailandia), escribió recientemente a la Abadía, diciendo:
“Asia está espiritualmente en bancarrota. Pero vos estáis en una región que tiene su pralaya –periodo de descanso o de sueño- y ahora vuelve a despertar a las cosas del Espíritu. América del Sur es, más que cualquier otra tierra, el país del futuro en todos los aspectos, una tierra de promesa espiritual”.
En marzo de 1957 la Hermandad de la Iluminación Dorada de los Ángeles, California, dijo:
“Los llamados son continuos en la Senda de la Luz para que todos escapen de ellas… de las fuerzas oscuras…y se unan para establecer el Reino del Amor y la Paz”.
En junio de 1952 el Puente a la actividad en pro de la libertad, dijo:
“! Signos de una Nueva Aurora! Se abren nuevos canales, no para sustituir a los antiguos, sino para ayudarlos; los trabajadores vienen al frente de todas partes, los Amigos de la Gran Hermandad Blanca se levantan en todos los rumbos. Y ningún hombre puede detener la arremetida del Poder Cósmico de Cristo que deja en libertad a las Corrientes Espirituales de la Hora. No tendrán éxito si por desdicha tratan de enfrentar las corrientes de la Nueva Aurora. Además, tales individuos han de perecer bajo la Ley misma que provoca el retorno del Amor generado que ellos otorgan, o la oposición al progreso que ellos nutren. Nunca como hoy cabe decir en verdad de los Jefes Espirituales del Mundo, y de todos los nuevos canales, “por su fruto, los conoceréis”. ”
Ahora por doquier, aún más que en 1952, los canales del Infinito Padre del Amor y la Sabiduría Divinos se abren y traen a su pueblo palabras de consolación e instrucciones para los días de la catástrofe venidera. Pero la Jerarquía y los visitantes del espacio nos han asegurado que el mundo no va a terminar. ¡Muy al contrario! Se producirán muchos cambios geológicos sobre la Tierra, sí, pero es preciso reconocer en esos grandes eventos la profetizada “salvación que se acerca”.
Durante muchos años los Maestros de otros planetas en nuestro Sistema Solar y en otros Sistemas Solares y hasta en otras Galaxias han estado en comunión con los Adeptos Instructores o Maestros que residen en el planeta Tierra. Se resolvió finalmente en 1956 que las Escuelas de Misterio de la Tierra, que operan en un cuerpo espiritual con el nombre de Gran Hermandad Blanca, empezarían inmediatamente a develar algunos de sus antiguos secretos y verdades al mundo exterior. Comentado esta decisión en 1956, Aramu-Muru dijo en el Lago Titicaca:
“…en adelante no guardaremos silencio. Empero no abrimos aún nuestra senda ni nuestra entrada al profano, ni tampoco las perlas de la gran sabiduría, serán echadas a los cerdos, porque hay “cerdos” sobre la Tierra y en la Tierra. Pero el planeta no tardará en quedar limpio de ellos. No son merecedores aún de recibir la Divina Sabiduría. Nos ocupamos de los millares de corazones y almas hambrientos, y prestamos oído a su hambre y sabemos dentro de nuestro ser que esa hambre sólo puede ser saciada con el verdadero maná que proviene de nuestro Infinito Padre. No os sorprendáis si podéis oír ahora libremente las palabras de la Gran Hermandad Blanca que es la Jerarquía para todas las Hermandades de la Tierra. ¡Llegó ahora el momento de la acción! Llegó para nosotros el momento de hablar, y hablaremos, porque estamos allanando diligentemente el camino para que Sus pasos sean oídos en todo el mundo. El Reino ya no está cerca, el Reino está aquí, y El ha de manifestarse pronto a todos los hombres. Hemos esperado este tiempo con ansiedad a lo largo de los siglos. ¿No es acaso el momento de regocijarse aun cuando sobrevenga una catástrofe en el mundo? Pero mediante esta purificación catastrófica el hombre heredará la divinidad. Buscad en las colinas la salvación que se acerca. No desesperéis por causa de la catástrofe, sino contempladla como un agente de Iluminación y belleza. “Todo será hecho nuevo” como está escrito. ¡Sólo quedará la Verdad!”.
“En adelante todos los Retiros y Santuarios, las Escuelas de Misterio, los Shan-Gri-Las de la Gran Hermandad Blanca trabajarán en un contacto más estrecho y abrirán sus puertas a aquellos que están prontos para la Senda de la Luz. Sus lugares secretos de escondite serán revelados, pero solamente a los Estudiantes de Vida que permanecen en Su Luz. Los Retiros Interiores han sido, en verdad, un misterio para el mundo exterior; han obrado en secreto para que la humanidad supersticiosa e ignorante no se volviera contra ellos y los destruyera. Han conservado el antiguo y arcano conocimiento para que el Remanente heredase el legado Espiritual en el momento del Nuevo Amanecer. Ya ha sonado la trompeta; oímos a lo lejos los apagados sonidos de la Séptima Trompeta. ¡Las huestes de ángeles han proferido su llamamiento y ahora nos daremos a conocer!”.
Los Maestros y Hermanos del espacio ayudarán al hombre en la Tierra después de la catástrofe, pero no impedirán el desastre. En el periodo posterior a la catástrofe aterrizarán en gran número, y es su idea ponerse en contacto con los Retiros de la Gran Hermandad Blanca donde el Remanente se ha de reunir. Debido a los cataclismos que tendrán lugar en Oriente, los Estudiantes de Vida son orientados hacia la América del Sur, donde en las montañas de los Andes está situado el Nuevo Foco Mundial de Iluminación. Por lo tanto, prosiguen los llamamientos para “que entre ellos venga Mi pueblo”. Los Retiros Interiores han de hablar ahora a través de sus muchos canales para que las Ovejas del Rebaño puedan oír el Llamamiento.
La Hermandad de los Siete Rayos trabaja al presente en estrecho contacto con la Hermandad del Monte Shasta en California, la Hermandad del Teton Real, en el Oeste de los EE.UU., la Hermandad de la Vestidura de Oro en la India, y muchas otras Hermandades y Ordenes. Claro es que la cooperación es completa con todos los miembros de la Jerarquía de la Gran Hermandad Blanca.
El conocimiento que sólo estaba reservado a los iniciados, es ahora impartido directamente a los individuos que están fuera de los Retiros Interiores, y los hombres, las mujeres y los niños de todas las razas se reunirán en esos Retiros y celebrarán un Gran Congreso Espiritual y Filosófico. La nueva tierra profetizada saldrá, en verdad, de su pralaya y se unirá con la Jerarquía de la Tierra y las Estrellas y será la guía del Remanente que ha de permanecer en la Tierra en los días venideros.
LA ANTIGUA ORDEN DE AMATISTA
La Tierra está entrando ahora en las vibraciones del Séptimo Gran Rayo. Este es el Rayo violeta o amatista (púrpura), de ahí el nombre de Orden de Amatista.
Como nuestro mundo está bañado en la frecuencia violeta, sólo la Verdad podrá existir; toda falsedad desaparecerá espontáneamente. Aquello que había cegado los ojos de los hombres, a la realidad, se desvanecerá ante el Puro Fuego Violeta, como la bruma se desvanece antes del amanecer.
La palabra amatista proviene de amethystos, palabra griega que significaba la cura o remedio para la ebriedad, y por cierto, ¿acaso no es verdad? El rayo violeta amatista probará ser en sus aspectos purificadores una cura para la ebriedad de la Tierra, un remedio para sus males. No quiere decir que la Orden de Amatista va a salvar al mundo de sí mismo, sino que la Orden, obrando en la Vibración del Séptimo Rayo tendrá suma importancia en los días venideros para todos los estudiantes de la verdad.
En todos los Retiros diseminados por el mundo se encuentran varias Ordenes antiguas. Entre las Ordenes más antiguas en la Tierra están:
la Orden de Melquizedec
la Orden de los Esenios
la Orden de la Cruz de Esmeralda
la Orden de Amatista
la Orden Fraternitas Rosae Crucis o de la (Fraternidad) de los Rosacruces
la Orden de la Mano Roja
Más recientes son:
la Orden del Monte Carmelo y
la Orden del Santo Grial.
Todos los miembros de la Hermandad de los Siete Rayos pertenecen a la Orden de Amatista, que es muy antigua, pero que ha cobrado gran importancia hoy porque su vibración emerge en la escena mundial en la forma del Séptimo Rayo de Vida. El Arcángel Miguel del Sol, el Ser trascendente que es el Arcángel de la Protección, es el Guardián de los miembros de esta Orden, y también de la Hermandad de los Siete Rayos y de todos los Retiros Exteriores y Santuarios.
La individualidad del hombre está bajo la dirección de los grandes Siete Rayos de la Vida, y siempre es guiado por las poderosas fuerzas que obran dentro de esos Rayos. Todos nosotros entramos en la Vida consciente en uno de esos Rayos, y toda nuestra experiencia de Vida sufre la influencia del Rayo por el cual hemos descendido. En las Escrituras Santas, los Siete Rayos son llamados los “siete espíritus ante el Trono”.
el Primer Rayo es el camino de la Dirección
el Segundo Rayo es el camino de la Educación
el Tercer Rayo es el camino de la Filosofía
el Cuarto Rayo es el camino de las Artes
el Quinto Rayo es el camino de la Ciencia
el Sexto Rayo es el camino de la Devoción
el Séptimo Rayo es el camino de la Ceremonia
Los Colores Esotéricos de los Rayos son:
1) Rojo
2) Azul Claro
3) Verde
4) Amarillo
5) Indigo
6) Rosa
7) Violeta
Tiene su importancia observar que la Hermandad no es llamada: Hermandad del Séptimo Rayo. Se la designa en plural: Hermandad de los Siete Rayos. Cabe preguntarse: Si la hermandad está trabajando con la Orden de Amatista, que es el Séptimo Rayo, ¿por qué se le dio un nombre que incluye a todos los Rayos de Vida? Esta es una pregunta acertada, pero es preciso recordar que ya hemos dicho que cada Estudiante de Vida en el Monasterio debe tejer un tapiz que simbolice la Vida Espiritual de la Hermandad. Y cada Estudiante debe realizarlo tejiendo su propio Rayo como si fuera un solo hilo en toda la tela del tapiz. Resulta que al terminar el trabajo los Rayos de todos los Estudiantes quedan combinados; el tapiz espiritual de la Hermandad de Vida es suave, armonioso y vibrante, porque cada uno de los Grandes Siete Rayos de Vida halla en él su lugar en correcta correspondencia con cada uno de los otros Rayos.
Este tapiz es más que una expresión o representación simbólica, porque en el curso de las Ceremonias en el Templo de la Iluminación y el Disco Solar de Oro en la Hermandad, hay un tapiz literal colgado en la pared sobre el Altar de la Pura Luz Maxin, la Llama de la Iluminación. Las escenas representadas en ese tapiz cambian según los pensamientos, acciones y hechos de los miembros de la Hermandad. Si en el Monasterio todo no está en armonía física, mental y espiritual, aparece inmediatamente en el tapiz, y la escena retrata simbólicamente dicha condición. Es la Hermandad de los Siete Rayos porque la esencia de todos los Siete se utiliza conjuntamente para lograr la Iluminación de la Humanidad mediante la Llama Iluminadora. Desde luego, todos los otros Retiros Interiores están trabajando también bajo los Siete Rayos, pero en lugar de mezclarlos todos en una sola fuerza, operan más bien bajo un Rayo específico. De este modo, la Hermandad o Foco de Sabiduría del Lago Titicaca es única. Hemos mencionado antes que la Hermandad de los Siete Rayos es también conocida como la Hermandad de la Iluminación. Esto se debe a varias razones, de las cuales la principal es que el Lago Titicaca es el Foco de la Llama de Iluminación. El Señor Muru se refirió a este particular el 20 de Julio de 1957 al decir:
“Por muchas, muchas edades hemos guardado y, sustentado el Foco de la Llama de Iluminación que tanto nosotros como vosotros honramos esta noche. Alienta ver que entre los más adelantados unos pocos de la raza hallaron el camino que los condujo al corazón de las Montañas de los Andes donde mora la Llama. En el futuro, cuando los precursores espirituales hayan allanado las sendas emocionales, mentales y etéricas que llevan hacia el Retiro Místico, más y más miembros de la humanidad llegarán a ser físicamente conscientes de la irradiación espiritual que es mantenida dentro de las Montañas de los Andes, y veréis que todos aquéllos que por muchos años se han aferrado al deseo de entrar en la gran Cordillera de los Himalayas, orientarán su peregrinaje espiritual hacia el Oeste”.
La Orden de Amatista es una Orden Iluminista de los Esenios, en l a que todos los miembros siguen la manera de vida de dichos religiosos.
El Poderoso Maestro Saint Germain (Ragoczy), como Chocan del Séptimo Rayo, es el Maestro o Jefe Espiritual de la Orden de Amatista.
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