LOS DIOSES SERPIENTE Y DRAGÓN EN LA MITOLOGÍA, ¿REFLEJAN UNA REALIDAD EN LAS ANTIGUAS CIVILIZACIONES?
“Antiguas leyendas de la tribu de Nyoro en África indican que los primeros humanos vinieron del cielo, parecían camaleones y fundaron la humanidad”. Esta es una de las leyendas que forman parte de la extensa literatura y mitología de las antiguas culturas, que están llenas de relatos de dragones o serpientes que vuelan. ¿Quiénes eran estas fantásticas criaturas voladoras que parecen haber coexistido con el hombre primitivo, algunas veces como benefactores y otras como destructoras? Quizás eran sólo criaturas fabulosas, producto de la imaginación del hombre antiguo. O es posible que sean la manifestación de acontecimientos perturbadores y profundamente arraigados en su pasado, que han sido inconscientemente reprimidos y recordados solamente en términos alegóricos, como acontece con las obras de Gaudí. Bastantes civilizaciones de este mundo remontan su ascendencia a estos seres identificados como dragones o serpientes voladoras. En la mayoría de los casos son los que llevaron la civilización a la humanidad y los describen frecuentemente como los dioses que los crearon. El hombre antiguo se refiere a estos seres como dioses, que podían moverse libremente por los cielos en sus “carros de fuego” o “barcos celestiales.” Aparentemente vivían en una “morada divina” y descendían a menudo para interferir en los asuntos de los hombres. Hace más de 20 años, el escritor R.A. Boulay escribió su obra “Serpientes y dragones voladores“, basada en mitos y leyendas de todo el mundo: India, China, Sumer, Egipto, América, etc… Este artículo resume algunas de sus ideas al respecto.
En este punto deseo hacer una aclaración importante: Lo que parecen indicar las tablillas sumerias, el Génesis (derivado de estas tablillas) y otras evidencias, es que se produjo la creación del Homo Sapiens por parte de unos seres venidos de otro planeta, mediante la manipulación genética, algo que hoy en día ya empezamos a estar en condiciones de hacer y comprender. Sin embargo, esto no contradice ni la teoría de la evolución ni la idea de que hay un creador inicial de todo lo existente, a lo que se le suele llamar Dios. Pero parece que los dioses (en realidad no se habla de un único “dios”) bíblico no son este creador inicial, sino “solo” los creadores del Homo Sapiens.
A este respecto deseo hacer referencia a la siguiente frase de D. T. Suzuki, que fue un maestro y divulgador japonés del Budismo, del Zen y del Shin: El significado del Avatamsaka y de su filosofía será incomprensible a menos que experimentemos… un estado de completa disolución, donde no exista diferenciación entre la mente y el cuerpo, entre el sujeto y el objeto… Entonces miramos alrededor y vemos eso… que cada objeto está relacionado con todos los demás objetos… no sólo espacialmente, sino temporalmente… Experimentamos que no hay espacio sin tiempo, que no hay tiempo sin espacio; que se interpenetran.” . A lo mejor esto es lo que representa (de una manera parcial, como no podría ser de otra manera) al Todo que llamamos Dios creador.
Las más antiguas e importantes culturas de Mesopotamia fueron fundadas probablemente por estos dioses serpientes. La colonización de este planeta por estos seres se describe en la “lista de los Reyes Sumerios” (ver otros artículos de este blog sobre Sumer). Este documento data del tercer milenio antes de Cristo y proporciona la sucesión de los reyes de Sumer, la duración de sus reinados y el tiempo en que vinieron sus antepasados. Se les llamaba Anunnaki y se nos dice que descendieron a la tierra para establecer sus ciudades en la antigua Mesopotamia. Asombrosamente hay múltiples datos sobre estas primeras civilizaciones sumerias, que luego fueron substituidos por los Acadios y las culturas babilónicas. De las numerosas tablillas, monumentos, y escrituras cuneiformes que han sido descubiertos en épocas recientes es posible reconstruir de una manera bastante completa los acontecimientos que transcurrieron en aquella época remota de la humanidad.
Hay también una gran cantidad de evidencias, como el Antiguo Testamento, provenientes de la misma fuente, pero que sufrieron una distorsión. De la combinación de estas antiguas fuentes seculares y religiosas es posible ensamblar la historia de nuestra ascendencia, que parecen indicar que descendemos de dioses serpiente o de extraterrestres que colonizaron la tierra hace muchos miles de años. Parece que nuestros antepasados comenzaron a colonizar la tierra para obtener los metales necesarios para su planeta. Para procesar y transportar estos metales en cargueros aéreos construyeron cinco ciudades operacionales en Mesopotamia, entre ellas las plataformas de lanzamiento espacial, que parece estaban centradas en la Península del Sinai. La gente de sumeria se refería a estos “dioses” como Anunnaki o los hijos de Anu, su principal dios y líder.
Parece bastante evidente que los Anunnaki eran una raza extraterrestre. Y según algunos textos todo parece indicar que era una raza inteligente de origen reptil. Esto no debería sorprendernos, cuando en la Tierra tenemos constancia de que durante muchos millones de años los saurios fueron los amos del planeta y que incluso se considera que las aves actuales son de origen saurio.
En las tablillas sumerias se explica que en un momento dado requirieron una mano de obra barata y por esta razón crearon al Homo Sapiens combinando las características genéticas de la raza Anunnaki con las del hombre primitivo (en otro artículo se trata este tema en mayor detalle), produciendo el “Adán” del Antiguo Testamento. Por esta razón se supone que este Adán era mitad humano y mitad reptil. Y sin embargo, inicialmente no podía reproducirse por si mismo. Cuando las condiciones comenzaron a cambiar en la Tierra y el clima se fue volviendo más seco, se hizo necesario modificar el Adán para adaptarlo mejor al clima variable. El hombre fue modificado y se le aplicaron rasgos más mamíferos. Ésta probablemente fue la “caída bíblica del hombre” donde Adán alcanzó el conocimiento o la capacidad para reproducirse sexualmente. Como resultado de esta modificación genética, el hombre perdió la mayor parte de su aspecto y naturaleza reptil: piel brillante, luminosa y escamosa, y adquirió características mamíferas: una piel suave y flexible, pelo en el cuerpo, la necesidad de sudar y la capacidad de reproducirse. Ya no corrió más desnudo. Ahora tuvo que usar ropa para su comodidad y protección. Para todos los propósitos, el hombre ahora era un Homo Sapiens.
El hombre pronto pobló la Tierra para trabajar para sus amos Anunnaki. Esta probado por diversas fuente, entre ellas el Antiguo Testamento, que los “dioses” Anunnaki se aparearon con las hijas del hombre, produciendo los semidioses y héroes de la antigüedad. Ellos fueron conocidos en el Antiguo Testamento como los Nefilim. Ellos también realizaban experimentos genéticos que produjeron formas monstruosas, tal como se refleja en mitos y leyendas. La agitación en la tierra se terminó mediante una gran catástrofe mundial, conocida como el Diluvio Universal. En este tiempo, los dioses se retiraron de la Tierra en sus naves espaciales, dejando atrás a su descendencia semidivina para perecer con la humanidad en la gran inundación. Cuando se empezaron a retirar las aguas, descendieron una vez más para establecer nuevas ciudades en las llanuras de Mesopotamia.
Apareándose nuevamente con humanos, produjeron una raza de seres semi divinos para gobernar sus imperio en la tierra. En resumen, crearon una raza de dioses gigantes y guerreros, los descendientes de los Nefilim, conocidos por el nombre de Rephaim, que sometieron a la humanidad por miles de años y luego, alrededor del primer milenio aC., aparentemente fueron eliminados. En la antigua Mesopotamia, los dioses residían en templos situados en la cima de ziggurats, una construcción piramidal. Esta zona estaba prohibida para la gente normal y solo era accesible para algunos sacerdotes de confianza. Aquí comían en privado rodeados por cortinas, de modo que incluso los sacerdotes que los atendían no pudieran verlos comer. Uno se pregunta que querían esconder con esta privacidad.
En el Antiguo Testamento también se hace referencia a la necesidad de privacidad de los “dioses”. Durante el Éxodo, la deidad vivía en una tienda y nunca fue vista por nadie. Y tampoco comía en público. Instrucciones específicas le fueron dadas a Moisés de cómo preparar el alimento, que era dejado en una parrilla cerca de las habitaciones de la deidad para su comida en privado. Estaba prohibido a los humanos el verlos. A Moisés le fue dicho rotundamente por su Dios: “No puedes ver mi rostro, el hombre quizás no me vea y viva.” Y esta prohibición es llevada al extremo a lo largo de las Sagradas Escrituras. Se convirtió en un mandato de no hacer “una imagen tallada” parecida a una deidad. De este modo al hombre no solo le fue prohibido verlos sino incluso ver una representación de dichas deidades. ¿Podría ser que su aspecto fuese tan extraño y repulsivo que tuvo que ser mantenido ignorado por el hombre? Si las deidades eran tan superiores y grandes como indican las Sagradas Escrituras, se entiende que se complacerían en permitir que el hombre las viese en su magnificencia
Solo a unos pocos privilegiados les fue permitido el acercamiento a las deidades. En Mesopotamia estaban los semi dioses, los descendientes del apareamiento de un dios o diosa con un ser humano. Éstos formaron la aristocracia y tuvieron la confianza de los dioses para establecer una barrera entre ellos y la humanidad. Pero todo parece indicar que incluso estos semi dioses tenían un aspecto algo extraño y probablemente tenían aún ciertas características reptilianas. El legendario Gilgamesh, por ejemplo, tuvo algo extraño en su aspecto que le hizo permanecer alejado del hombre normal. Los patriarcas bíblicos también tenían algo inusual en su aspecto como se demuestra el comportamiento irracional de Noé cuando fue visto desnudo por sus hijos. Según la antigua tradición babilónica, descrita por el sacerdote Beroso, el origen del hombre puede ser atribuida a Oannes, criatura medio anfibia y medio humana, que salió del Golfo Pérsico para enseñar las artes y la civilización al hombre. Beroso los llamó “annedoti”, que en griego se traduce como “los repulsivos“. Él también se refería a ellos como “musarus” que significa “una abominación” De esta manera, la tradición babilónica acredita la fundación de la civilización por una criatura que era considerada una abominación repulsiva. Realmente extraño.
El aspecto reptiliano de los dioses bíblicos era un secreto bien guardado y solo ocasionalmente es perceptible en el Antiguo Testamento, como por ejemplo, en la adoración del “seraphim” o la “serpiente de bronce” durante el Éxodo. Hay muchas más referencias en la literatura religiosa que forma la base para el Antiguo Testamento. En el Haggadah, en la tradición judía, revela que Adán y Eva perdieron su “piel brillante y dura” como resultado de comer la fruta prohibida. Los Gnósticos, rivales de los primeros cristianos, relatan que como resultado de comer la fruta prohibida, Adán y Eva adquirieron conocimiento, parte del cual era darse cuenta que sus creadores eran “figuras bestiales.”. la realidad es que hemos creado a un tipo de dios en nuestra imaginación y no de otra manera. De este modo, hemos ocultado la verdadera identidad de nuestros creadores (en realidad manipuladores genéticos, ya que la creación inicial sigue siendo un misterio). La mayoría de las mitologías y de las religiones del mundo se refieren a sus antepasados como las serpientes voladoras o dragones que trajeron las artes y la civilización a la humanidad. El más viejo de los libros chinos, el misterioso “Yih King” afirma que el primer humano fue formado por la antigua diosa Nu Kua, que parece es el nombre chino de la diosa serpiente sumeria Ninkhursag. Los primeros emperadores chinos afirmaban ser descendientes de esta diosa dragón. Las más antiguas y famosas de las epoyas hindúes, el “Ramayana” y el “Mahabharata,” se refieren al contacto sexual del primer hombre con los dioses serpiente que eran también sus antepasados. La mitología centroamericana y africana relatan cómo seres parecidos a serpientes voladoras y dragones descendieron de los cielos para enseñarles las bases de la civilización.
Los dragones y las serpientes voladoras, que han impregnado en gran manera la mitología antigua, ¿eran realmente grandes saurios que además tenían la capacidad de viajar en sus naves espaciales? ¿Cómo podían los antepasados ilustrar este hecho excepto proveyéndoles de alas? Incluso el Antiguo Testamento indica que la serpiente del jardín del Edén era un reptil, ya que se dice que la serpiente había perdido sus manos y pies como resultado de la caída del hombre. Entonces se supone que anteriormente tuvo que haber sido una serpiente o un reptil con extremidades.
Uno de los personajes que ha plasmado a los dragones en sus obras arquitectónicas es Antonio Gaudí Así, el dragón representado en su obra de la puerta de la finca Güell es Ladón, fiero guardián de la entrada del jardín de las hespérides, que fue muerto por Hércules, según se relata en L’Atlàntida de Jacint Verdaguer. Ese dragón imponente, de más de cinco metros de envergadura, con fauces y dientes recortados, alas de murciélago y cola en espiral, sorprende a los turistas por su ferocidad. En el otro extremo tenemos al dragón de colorines del Park Güell, que es Pitón, la serpiente del templo del oráculo de Delfos que, según la mitología griega, cayó muerta a manos de Apolo, quien la enterró en el sótano del templo y acabó convirtiéndose en protectora de las aguas subterráneas. Es realmente sorprendente que en una ciudad occidental como Barcelona puedan observarse tantos dragones de todos los tamaños, representados como cocodrilos, serpientes, lagartos, salamandras, reptiles, dragones y saurios en general. Si excluimos el lomo de dragón del tejado de la casa Batlló, el más grande resulta ser el del parque de la Espanya Industrial, de 32 metros de longitud y 150 toneladas de peso, mientras que el más pequeño es una pareja engarzada en los tiradores de las puertas del Pati dels Tarongers, en el Palau de la Generalitat. También son reseñables las cuatro dragonas de la pastelería Foix de Sarrià, ya que son de las poquísimas féminas de dragón representadas en la ciudad; el famoso dragón chino de la casa de los Paraigües de la Rambla, un edificio premodernista de Josep Vilaseca; los cocodrilos sumergidos en las aguas de la fuente de la plaza Espanya; o las grandes lagartijas gaudínianas del templo de la Sagrada Família.
Impresionan sus ojos altivos y firmes. La palabra dragón viene del latín draco, que procede del griego drákon, a su vez derivado de la voz griega dérkomai, que significa ‘mirar con fijeza’. Según algunos eruditos, esa cualidad explicaría su condición de guardián mítico de doncellas y tesoros, combatidos por dioses, santos o héroes, aunque el combate legendario entre el caballero y el dragón se vincula a mitos indoeuropeos de lucha entre dioses de la guerra y el dragón demoniaco bíblico-babilonio. Para Catalunya, ese caballero es Sant Jordi, que en 1456 fue declarado patrón por las Cortes Catalanas, reunidas en el coro de la catedral de Barcelona. Es también patrón de Aragón, Inglaterra, Portugal, Grecia, Polonia, Lituania, Bulgaria, Serbia, Rusia y Georgia, entre otros países. De Sant Jordi está más documentado su culto que su existencia, pero la leyenda lo sitúa en el siglo III, nacido en Capadocia o Nicomedia, y mártir por decapitación durante la persecución de los cristianos por el emperador romano Diocleciano. Su leyenda llegó a estas tierras en el siglo XV. Algunos dragones de Barcelona aparecen junto a Sant Jordi, mientras otros ejemplares son orientales y denotan el gusto por los elementos exóticos de la burguesía catalana en los tiempos del modernismo. En aquella época la decoración era fundamental, así que los dragones se representaban en muebles, puertas, joyas y cortinas. Los dragones orientales, seres sin alas pero voladores, se consideran seres benévolos, cargados de sabiduría, mientras que los dragones occidentales suelen ser considerados maléficos. Según el arquitecto Bassegoda, “El dragón es un monstruo inventado, por lo que cada artista ha podido apelar a su propia imaginación a la hora de plasmarlo, y por eso son tan diversos”. Pero no todo lo referente a los dragones puede considerarse simplemente como un elemento decorativo.
La dualidad de la serpiente como fuente deL bien y del mal puede verse en la religión egipcia, probablemente debido a ciertos acontecimientos históricos singulares. En los reinos más antiguos la serpiente es benevolente y está asociada a los dioses y la inmortalidad. Más adelante, en particular durante la 18 dinastía alrededor del 1.600 aC, la serpiente se convierte en una criatura siniestra y en objeto de odio y exorcismo. En este tiempo comenzó el “milenio de los dioses”, que duró hasta alrededor del año 700 aC, que es la época del advenimiento de la famosa 19 dinastía del nuevo reino, con Seti y Ramsés el Grande. Si la influencia del planeta Nibiru causó los cataclismos adicionales en esta época, ello coincidiría con la campaña guerrera de Sargón (de Asiria). Si esto fuera así, explicaría que en Egipto se dejase de ver a los “dioses serpiente” como benévolos y se los empezara a ver como siniestros.
En las paredes de las tumbas de las primeras dinastías la serpiente es representada como una criatura amistosa que el rey lleva en su espalda hacia el cielo estelar. El rey es llevado por el dios serpiente a la tierra de la inmortalidad, la tierra de los dioses. Y en este tiempo la serpiente fue adoptada como símbolo de realeza o divinidad y comienza a representarse como el áspid divino en el tocado del faraón. Pero en el nuevo reino, después que los primeros reyes de la 18 dinastía libraron el país de los odiados Hyksos, la serpiente adquiere un carácter malvado. Se convierte en un ser diabólico que debe ser exorcizado en los rituales. Llamado Apep o Apop, es la manifestación de los Hyksos que invadieron y ocuparon Egipto por centenares de años. Hay que hacer notar que se supone que los Hyksos invadieron Egipto en el mismo tiempo en que los israelitas huyeron, es decir, alrededor del 1.600 aC. Gobernaron Egipto hasta cerca del año 1.000 aC, cuando el Rey Thutmose I de la 18 dinastía los expulsó para siempre y estableció el nuevo reino. Apop era el primer gobernante Hykso y con sus descendientes reinó desde la 14 hasta la 17 dinastía. Muchas de los gobernantes adoptaron el nombre de Apop y en particular el último rey Hykso, que fue derrotado por Ahmose y Kamose, los fundadores de la 18 dinastía.
Apop poseía muchos epítetos y en las ceremonias el objetivo del pueblo egipcio era destruirlo y maldecirlo. Este ritual es una reminiscencia de la ceremonia “yajna” de los antiguos hindúes, quienes invocaban varios nombres de serpientes mientras eran lanzadas al fuego. El odio egipcio hacia los crueles gobernantes Hyksos fue muy profundo, ya que destruyeron sistemáticamente la cultura y los monumentos egipcios. Veremos que estos gobernantes eran ni más ni menos que los descendientes de los Rephaim, que a su vez descendían de los Nefilim antediluvianos, que gobernaron las tierras del Oriente Medio después del diluvio.
Aratta se menciona a menudo en la literatura sumeria como tierra lejana controlada por la diosa Inanna desde la Uruk sumeria. Según el poema Enmerkar y el Señor de Aratta, situado más allá de Anshan (ahora Irán), el viaje a Aratta requirió atravesar las siete montañas y el temido río Kur. Ha sido sugerido que Aratta puede ser la Harappa de la civilización perdida del valle de Indo.Harappa, junto con Mohenjo-daro, era una de las ciudades de los antiguos Dravidianos, los legendarios seres serpiente que precedieron la ocupación aria de la India. En la década de 1920 los arqueólogos hicieron algunos descubrimientos asombrosos en el valle del río Indo. Las ruinas de dos grandes ciudades antiguas fueron excavadas: una llamada Mohenjo-Daro estaba al borde del río Indo; la otra Harappa estaba en Ravi, en el valle del Indo, en el Panjab o la tierra de los cinco ríos.
Como las ciudades de Mesopotamia y del valle del Nilo, fueron construidas en los llanos aluviales. Sin embargo, a diferencia de otras ciudades, Mohenjo-Daro y Harappa parecen haber sido diseñadas desde cero. Ambas eran idénticas en el diseño. Y a pesar de que no se hallaron ziggurats, cada ciudad tenía un montículo de unos diez metros de alto, que formaban una especie de plataforma artificial.Estas ciudades no se desarrollaron desde aldeas primitivas sino que se construyeron desde el inicio como ciudades. Fueron construidas como una colonia, probablemente sumeria, y seguramente por Enki, su principal ingeniero. Las ciudades se construyeron entre el 3.500 al 3.000 aC y luego tuvieron un final dramático alrededor del año 2,000 aC, según las evidencias arqueológicas. Lo que ha desconcertado a los historiadores es que la gente que vivió en estas ciudades no se relacionó con los arios que vinieron unos 500 o 600 años más tarde y se establecieron en el llano de Panjab y Gangetic. Como los antiguos sumerios, la gente de Mohenjo-Daro y de Harappa hablaba una lengua desconocida.
Asumiendo que el planeta Nibiru estaba en nuestro sistema solar entre 1.600 al 700 aC, y agregando 3,600 años, entendemos que su anterior visita pudo ser entre 4.200 a 3.300 aC. Estas fechas son bastante cercanas a los hipotéticos años mencionados anteriormente, lo que nos lleva a la conclusión de que estas ciudades Dravidianas fueron construidas para el uso de los Anunnaki durante su siguiente visita a la Tierra. Los restos encontrados en estas ciudades del valle del Indo también las relacionan con Mesopotamia. Los sellos hallados son muy similares al estilo de los sellos cilíndricos de Sumer. Hay uno que muestra a un hombre salvaje luchando con dos bestias, muy similar al de Gilgamesh de pie en medio de dos leones. Estas dos ciudades eran muy probablemente colonias sumerias que fueron establecidas después del diluvio, cuando el mundo fue habitable otra vez. Los historiadores creen que estas ciudades fueron el centro de la cultura Dravidiana y fueron habitadas por los Nagas, la raza de los hombres serpiente. Si cada vez que el planeta Nibiru llega y sale de esta área de nuestra Sistema Solar hay cataclismos planetarios o “diluvios” debido a las anormalidades gravitacionales y electromagnéticas, esto apoya la tesis que sugiere que estas dos ciudades Dravidianas fueron fundadas por y para el uso de los Anunnaki durante su última visita.
Los Nagas son divinidades de la mitología Hindú. Son espíritus acuáticos, aunque también aparecen en tierra. Son divinidades con cuerpo de serpiente, y torso y/o cabeza humanos. Se les suele representar en parejas, con las colas entrelazadas. Las serpientes, y las cobras en general, tienen un papel muy importante en la mitología India. En algunos mitos, se dice que el mundo se apoya sobre las cabezas de serpientes, y que cuando estas se mueven ocurren los terremotos. También se conoce en la mitología India, a los Nagas como reyes de las serpientes, y uno de ellos aparece en el Mahabharata, una epopeya escrita en sánscrito. En esta epopeya aparece nada menos que el Rey de los Nagas, que ayuda a Nala, un Rey Indio, en sus aventuras. El Libro de Dzyan, probablemente el más antiguo de los escritos sánscritos conocidos, habla de una raza serpiente que descendió de los cielos y enseñó a la humanidad. La teósofa Madame Helena Petrovna Blavatsky pasó tres años en el Tíbet, Bhután, y Sikkim, acumulando millares de escritos sánscritos que fueron compiladas en el Libro de Dzyan. Estas fuentes se refieren a los antiguos habitantes llamados Nagas o Sarpa, que eran seres semi-divinos con rostro humano y cola de dragón. Blavatsky creyó que estos Sarpa son indudablemente los Seraphim del Antiguo Testamento. Los Seraphim, que tendrían las mismas raíces etimológicas que los Sarpa de la antigua India. La mitología y la literatura hindú están también repletas de relaciones sexuales de dioses con la humanidad y de la procreación de numerosos seres extraños llamados Dravidianos y Dasyus. Según se informa, esta raza vivió en grandes ciudades amuralladas. Eran un pueblo bárbaro, caníbal, de piel oscura y nariz chata. Los Arios, que vinieron más tarde, se establecieron sobre los restos de las ciudades de esta gente serpiente.
Los Nagas son claramente descritos en el Ramayana: “Cerca de Bhogavata está ubicado el lugar donde moraba la raza serpiente, una ciudad amplia, amurallada y con barras, donde legiones de vigías mantenían la guardia. El más feroz de los jóvenes serpiente posee dientes envenenados y se sienta en su trono en su salón imperial. Es Vasuki quien los gobierna a todos.” Los Dravidianos antediluvianos fueron exterminados por el diluvio. Luego, cuando la tierra estaba repoblándose, Harappa y Mohenjo-Daro se convirtieron en el nuevo centro de la nueva cultura Dravidiana. Hay claras evidencias de que los Dravidianos, Dasyus, y los Nagas eran diversos nombres para referenciar a los mismos seres. E información al respecto se puede encontrar en poemas y epopeyas de la India, como el Mahabharata y el Ramayana. Ambos se refieren a los primeros contactos arios con estos seres serpiente, que en algunos casos eran amistosos y en otros hostiles. Debido a la interrelación entre los arios y los dravinianos se generó un tipo de relación de amor y odio entre ambos. En otra Leyenda India, aparece Batara Guru, después conocido como Shiva, quien creo una isla en el océano sobre el lomo de la gran serpiente marina Naga Padora. Las luchas y peleas que siguieron, y los movimientos de la gran serpiente formaron las montañas y los valles. Los Nagas forman la comitiva de la serpiente mítica Sesha y viven en palacios subacuáticos. Sesha, que posee mil cabezas, forma el sofá de Vishnú, en el que este Dios reposa durante los intervalos de la creación. También tienen relación con la serpiente Muchalinda, que protegió a Buda de una tempestad, que duró una semana, mientras estaba meditando. En el sudeste asiático, también dicen que las princesas serpiente locales contraían matrimonio con guerreros o sacerdotes a fin de formar sus respectivas dinastías
En el Mahabharata, un grupo de “seres celestiales” llega en carro aéreo para atender el banquete de la boda de los reyes arios: “Los dioses vinieron en carruajes sostenidos por nubes. Vinieron a ver la bella escena: Suparnas con alas, Nagas escamosos. Los brillantes carruajes celestiales navegaron sobre un cielo despejado.” Los Nagas se interrelacionaron con los Arios, produciendo reyes y héroes. Por ejemplo, en el Rig Veda hay nombres como Divodasa que indican que había cierta clase de cruce entre Dasyus y los Arios después del 1.500 aC. Muchos de los antiguos dioses Hindúes se aparearon con los humanos y, como en Sumer, produjeron un híbrido mamífero-reptil, que fueron los reyes semi-divinos que resonaron a lo largo de la historia Sumeria e India. La literatura hindú afirma que la gente divina había descendido y realizado experimentos biológicos con los monos. De hecho Hanuman, el dios mono, que junto con Rama es el héroe del poema del Ramayana, fue concebido cuando el dios Shiva dio un pastel sagrado a Anjan, el mono. Esto es una obvia referencia a un experimento genético producido por Hanuman, el súper mono, muy parecido al Enkidu del poema de Gilgamesh. Según las investigaciones lingüísticas y mitológicas, se considera que el dios hindú Shiva sería el equivalente del dios sumerio Enki, creador del Homo Sapiens.
Uno de los grandes poemas de la India, el Ramayana, es la historia de Sita, la novia de un príncipe septentrional llamado Rama, que es secuestrada por Ravana, el Rey serpiente de Ceilán (antiguo nombre de Sri Lanka). Se supone que Rama es el príncipe Utu (Apolo) y que Sita es la princesa Aya (Artemisa). Rama persigue al ejército de Ravana a través de la India con la ayuda de una fuerza de monos bajo el mando del rey mono Hanuman. Ravana se retira a su isla, el reino de Ceilán, supuestamente a salvo de la persecución. Pero Hanuman construye un puente de piedras enormes a través de los estrechos que separan la isla del continente, y Sita es rescatada por Rama. A lo largo de toda la historia, Ravana es descrito en términos tales como: “él se alimenta de seres humanos” y “bebe la sangre de sus enemigos“.
Él es formidable en la batalla y casi derrota a Rama cuando utiliza su arma especial de los Nagas, descrito como “dardo serpiente de los Nagas“, que parecía paralizar a sus enemigos y quitarle sus energía y fuerza vital. Como todas las criaturas divinas y semi divinas en la mitología, Ravana parece que tenía acceso a armas muy sofisticadas. Ceilán, la isla del reino de Ravana, fue la fortaleza de los Nagas . Es descrito como el hogar de los Nagas en fuentes chinas muy antiguas. En una de las primeras referencias literarias a Ceilán, cuando negoció con China antes de la ocupación aria de la India, y se la describe como tierra de extrañas criaturas parecidas a reptiles. Debido a sus gemas, especias y su localización privilegiada, llegó a ser popular entre los comerciantes chinos. Fa-Hsien, el comerciante peregrino chino, dio a conocer que la isla fue ocupada originalmente por los Nagas o deidades serpiente, con quienes comerciantes de varios países practicaban el comercio. Los Nagas nunca se mostraban a los forasteros. Ellos simplemente publicaban sus productos con etiquetas de precio adheridas a ellas. Los comerciantes que las visitaban hacían sus compras según el precio y se llevaba los productos.
El otro gran poema de la India es el Mahabharata, el más largo y quizás el poema épico más grande escrito en cualquier lengua. Mucho más antiguo que el Ramayana, consta de 88.000 versos. El tema principal es la rivalidad entre dos ramas de la misma familia, los Kurus. Los Pandavas y los Kauravas emprenden una guerra que culmina en la destrucción de ambas ramas de la familia en la gran batalla de Kuruksetra. La historia comienza cuando el Rey Pariksit de los Kauravas le disparó a un ciervo mientras cazaba con arco y flecha. Persiguiendo al ciervo, preguntó a un místico si había visto a un ciervo herido. Observando su voto de silencio, el sabio profeta no contestó. Esto enojó a Pariksit, que tomó una serpiente muerta y la colocó alrededor del cuello del sabio. El hijo del místico, encolerizado, lanzó una maldición sobre Pariksit. Y así empezó la enemistad a muerte entre las dos familias. Vemos que en la historia interviene una tercera parte. Enojados por el uso blasfemo de uno de su propia clase (la serpiente muerta), los dioses serpiente entran en escena. Taksaka, el rey de los seres serpiente, envía serpientes que causan la muerte de Pariksit.
La historia de esta enemistad se narra realmente como algo que sucedió en el oscuro pasado. Dado que el antiguo reino de Kurus floreció a lo largo del curso superior del Ganges en los siglos 14 y 13 antes de Cristo, los acontecimientos pudieron haber ocurrido en los primeros días de la invasión aria, cuando aún había mucho contacto sexual con los Nagas. La historia del Mahabharata, narrada por el sabio Vyasa, comienza con el gran sacrificio del Rey Janamejaya, el hijo de Pariksit. Consistía en una ceremonia para vengar la muerte de su padre, un sacrificio llamado “yajna”. Su propósito era destruir totalmente a los Nagas, los dioses serpiente que supuestamente podían asumir formas humanas o de serpiente a voluntad. En el ritual, el sacerdote invocaba los nombres de serpientes mientras arrojaba serpientes vivas al fuego. Astika, el hijo del rey serpiente Taksaka, interviene y aboga ante Janamejaya para dejar vivo a su pariente. Estas historias de guerra y otras narraciones fueron explicadas como cuentos que giraban en torno a estos sacrificios de larga duración. La opinión del historiador indio D. D. Kosambi es que el “yajna” en sí mismo no era tanto un cuento sobre una gran guerra como la explicación de la historia del gran sacrificio “yajna”. Es decir era una ceremonia simbólica dedicada a sus antepasados serpientes, mientras que al mismo tiempo los expulsaban de su herencia cultural. En la lucha entre las dos ramas de los Kurus por controlar las llanuras en el curso superior del Ganges hay una clara referencia a las guerras de los hijos de Enlil y Enki en el área de Mesopotamia.
En el poema Hindú, los Pandavas parecen ser los vencedores puesto que recuperan la mayor parte del reino que habían perdido anteriormente. Comenzado con las armas convencionales del período, tales como lanzas, espadas, arcos y flechas, la guerra se extiende con el uso de armas más sofisticadas y de gran alcance, provistas por los dioses en ambos lados. Estas armas tenían todas las características de misiles modernos y de armas nucleares. Por ejemplo, un lado lanza un misil que es contrarrestado por otro desde el cielo. Y la explosión de ambos misiles causa muchas muertes en la tierra. Después de una prolongada guerra, los Kauravas se encontraron perdidos y desesperados en los estrechos. Es entonces que deciden terminar la guerra con el uso de tácticas prohibidas. En medio de la noche, descendieron cuando los Pandavas dormían y se produjo la matanza de muchos de los guerreros. Indignados por la ruptura de las reglas de la guerra y la pérdida en gran parte de su ejército, los Pandavas deciden que no tienen ninguna opción mas que utilizar su última arma, el “arma celestial” que es capaz de derrotar al resto de las armas. El líder de los Kauravas decide descargar un arma similar, que al parecer produce radiactividad, ya que él declara: “Dirigiré esta arma sobre el útero de las mujeres Pandava“. Él predice que la línea de los Kuru se extinguirá “para que los fetos mueran“. Su advertencia se hace realidad porque el uso de las armas produce esterilidad en todas las mujeres Pandava. La guerra entre los primos de Kuru finalmente termina con el exterminio de ambas ramas de la familia.
Aunque los Dioses serpiente se mostraban en forma de dragones en la historia y mitología china, no hay ninguna duda de que estamos hablando de los mismos seres que las serpientes aladas con piernas o los Nagas hindúes. China eligió al dragón como el emblema nacional por razones profundas. Creyeron que el dragón celestial era el padre de la primera dinastía de emperadores divinos y consecuentemente el emblema del dragón se consideró como la representación de la influencia divina en la tierra de China. Según la historia china, los dragones estaban presentes en la creación y compartieron el mundo con la humanidad. Como la serpiente occidental, el dragón fue ligado al desarrollo del hombre; y era el dragón el que le enseñó las artes esenciales tales como: hacer fuego, tejer las redes para la pesca, y crear música. El dragón chino era inigualable en sabiduría y su poder de conferir bendiciones, como resultado, vino a simbolizar, más que un benefactor de los hombres, al emperador que se creía tenía sangre de dragón.
Esta afinidad con el dragón es demostrada en los emblemas en todas las actividades del emperador: en su trono, en sus barcos, en sus banderas. Según Charles Gould, en su clásico trabajo sobre la mitología china, la creencia en la existencia y la amistad del dragón está plenamente integrada en la antigua historia china. En “El Rey Vih“, el más antiguo de los libros chinos, cuyos orígenes están cubiertos de misterio, describe los días cuando el hombre y el dragón vivieron apaciblemente juntos e incluso tuvieron relaciones sexuales. Y de cómo el dragón vino a representar al emperador y al trono de China, así cómo que el dragón principal tenía su morada en el cielo. En el año 212 aC el emperador Tsin-Shi-Hwang-Ti ordenó la destrucción de todos los libros antiguos y la persecución de los hombres ilustrados por un período de cuatro años, que llevó a que 460 sabios fueron enterrados vivos. Durante esta orgía de supresión del conocimiento antiguo, “El Rey Vih” fue considerado tan sagrado que fue eximido específicamente del decreto. A este respecto resulta sorprendente que la antigua biblioteca de Alejandría fue quemada alrededor de este mismo período de tiempo. Esa biblioteca albergaba también todos los textos sagrados y más antiguos de las civilizaciones del Oriente. En esta obra clásica, muchos de los emperadores antiguos son descritos teniendo como características las del dragón. Por ejemplo del emperador Yaou (2.356 aC) se dice que fue concebido por un padre dragón y una madre humana. El emperador Shun (2.255 aC) es descrito teniendo la fisonomía de un dragón.
Entre los mayas de América Central, el simbolismo de la serpiente era muy común. La mayoría de las serpientes representadas en su arte son emplumadas, indicando su capacidad de volar. El antiguo libro maya Chilam Balam relata que los primeros habitantes de Yucatán eran los Chanes o “Gente serpiente“, quiénes vinieron a través del mar desde el Este (¿Atlántida?) conducidos por Itzamna, un dios serpiente. Él era la deidad más importante del panteón maya; y como dios dominante, gobernaba los cielos. Y es uno de los pocos dioses mayas que no es asociado a la muerte y la destrucción. Itzamna era el dios creador, quién infundió la vida al hombre. Como tal, se adapta muy bien a la descripción del dios sumerio Enki.
Eric Thompson, experto en temas mayas, sostiene que el término “itzem”, del que deriva el nombre del dios, se debe traducir como “reptil.” De hecho, Itzamnal, la ciudad del dios Itzamna, significa literalmente “el lugar del lagarto”. Hay también muchas formas antropomorfas del dios Itzamna donde lo representan como mitad humano y mitad serpiente. El benevolente dios serpiente también se encuentra en la mitología Azteca. Quetzalcóatl es el dios serpiente emplumado que trajo la civilización a México y enseñó la ciencia de la astronomía y las matemáticas al hombre. Sitchin, experto en la cultura sumeria, identifica a Quetzalcóatl con el príncipe nibiruano Nannar, el Thoth egipcio y el Hermes griego. También podría haber una cierta relación con el Buda asiático. Las leyendas de dioses serpiente también abundan en la mitología de África. Según los Dogon, en Mali, su dios creó el sol y la luna, y luego la tierra de un montón de arcilla. Y finalmente los primeros seres primitivos que eran gemelos llamados Nummo, que eran mitad humanos y mitad serpiente o pez. Y como sabemos, los Dogones también pusieron el origen de sus dioses en Sirio, al que los egipcios se refirieron como Osiris e Isis.
En la tribu de Nyoro, las leyendas dicen que su dios envió la primera pareja de humanos desde el cielo cuando él estableció el mundo. El hombre tenía una cola y produjo dos niñas y un niño. Éste se parecía a un camaleón y fue el padre de la humanidad. Otras tribus africanas también se refieren a sus antepasados como parecidos a lagartos. Los Kumbi, los primeros hombres que el dios creó tenían colas. La tribu Owe-Ho describe a hombres con colas que descendieron por una cuerda a la tierra. Los Jagga, sus ancestros, vinieron a la tierra desde cielo por el hilo de una telaraña. Y estos ancestros fueron llamados “los con cola”. Pero a pesar de las evidencias, los antropólogos indican que nuestros cóccix son solo huesos residuales de nuestros antepasados parecidos a los monos.
En el Antiguo Testamento, las referencias explícitas a nuestros antepasados los dioses serpiente han sido eliminadas a través de un largo proceso de filtraje. Cuando se encuentran alusiones en las Escrituras, se interpretan simplemente como alegorías. Hay un incidente extraño relatado en el Libro de los Números referente a la Serpiente de bronce que plantea muchas interrogantes y que no es explicada por los eruditos Bíblicos. En el segundo año del Éxodo, después de haber dejado el Monte Sinaí y haber estado luchando a través de los páramos, las tribus israelitas habían tenido una escaramuza con el rey de Arad, en Negev.
El incidente de la Serpiente de bronce sucedió entonces: “Partieron del Monte Hor por el camino al Mar Rojo para bordear la tierra de Edom. Pero la gente se puso intranquila durante el viaje, y el pueblo habló contra el Señor y contra Moisés. ¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para morir en el desierto? No hay pan y agua, y tenemos que detestar este miserable alimento.” El Señor les envió serpientes. Ellas mordieron a la gente y muchos de los israelitas murieron. La gente vino a Moisés y le dijo: “Hemos pecado por hablar contra el Señor y contra ti. Intercede con el Señor para que quite las serpientes de nosotros“. Y Moisés intercedió por el pueblo. Entonces el Señor dijo a Moisés: “Haz la figura de una serpiente (seraph) y ponla sobre un pedestal. Y cualquier persona que es mordida, que lo mire y se recuperará“. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un pedestal; y cuando cualquier persona era mordida por una serpiente y miraba la figura se recuperaba.
Es difícil escapar a la conclusión que el significado del incidente es obviamente idolatría, !una actividad estrictamente prohibida en las Escrituras! La palabra hebrea “seraph” es inusual y aparece solamente algunas veces en los libros del Antiguo Testamento. En Isaías 14 y 30, el “Seraph” es referido como la “serpiente que vuela” y se asocia a Filistia y Negev, tierras que eran tradicionalmente el hogar de los descendientes de los Nefilim después del diluvio. La serpiente de bronce fue hecha por Moisés por órdenes de Dios y fue venerada en el santuario del templo hasta el siglo octavo antes de Cristo, cuando el Rey Ezequías, enfurecido por la adoración excesiva del ídolo, “rompió en pedazos la serpiente de bronce que Moisés había hecho“. Es dudoso saber si éste era el “Seraph” original hecho por Moisés cerca del año 1,450 aC. En cualquier caso, demuestra que la adoración a los dioses serpiente fue establecida entre los israelitas durante el período de los Jueces y Reyes. Y sugiere que Yahvé, por lo menos esta vez, ha sido identificado con el dios serpiente. El término “Seraph” ha preocupado a los traductores y comentaristas bíblicos durante años. Se traduce como “serpiente ardiente” en la versión del Rey James; sin embargo, la tendencia moderna no es traducirlo del todo sino poner directamente la palabra hebrea, ya que “Seraph” no se adecua a ninguna clasificación o traducción precisa. Lo más probable es que sea una palabra prestada de los cananitas, que a su vez la adquirieron de su herencia Mesopotámica. Las raíces del término quizá bien puedan ser de Mesopotamia.
La “serpiente ardiente que vuela” sobre un pedestal y adorada por sus capacidades curativas, representa de un modo simbólico a Enki, el dios sumerio de la curación, que fue asociado a menudo con el símbolo de la serpiente. Existe también una curiosa semejanza de la serpiente enrollada en un poste con el Caduceo de los griegos. En el Poema de Gilgamesh la serpiente que roba la planta mágica del héroe se llama “seru” y la semejanza de las palabras sugiere un origen común. El término también se encuentra en la mitología hindú, que tiene antecedentes sumerios. Los Nagas, los misteriosos dioses serpiente que moraron en la India en épocas remotas, fueron llamados “sarpa” o serpientes. En sus estudios sobre la religión hindú, la teósofa Helena Petrovna Blavatsky, afirma que los Nagas o los “sarpa” de la India son indiscutiblemente los seraphim judíos, que derivan de serapi o sarpa, que significa “serpiente”.
Hay un pequeño antiguo documento cristiano que se refiere no solamente a los dioses serpiente sino también a los dioses del panteón sumerio. Como tal, este himno cristiano tiene probablemente sus orígenes en un rezo sumerio. Llamado el Rezo de José, forma parte de los Papiros Mágicos, de origen griego. Data del segundo siglo después de Cristo. El himno comienza con la alabanza: “Padre de los patriarcas, padre de todas las cosas, padre de todas los poderes del cosmos, creador de todo, creador de los ángeles y los arcángeles, el creador de los nombres de la redención, Yo te invoco.” Después de algunas invocaciones más, el rezo continúa sorprendentemente: “Tú que te sientas sobre la Sagrada Montaña del Sinaí, tú que te sientas sobre el mar, tú que te sientas sobre los dioses serpiente, el dios que se sienta sobre el dios del sol.”. Además de la referencia tácita a los dioses serpiente, también se refiere al dios que se sienta sobre el mar. Aunque la línea está incompleta, parece ser una referencia velada al dios sumerio del agua Enki y a su palacio de agua o Abzu. El referido Dios Sol es probablemente Utu/Shamash, mientras que el dios del Monte Sinaí es Ishkur/Adad. Así, la invocación parece ser dirigida a Enlil (Zeus), el dios predominante del panteón cananita que más adelante fue conocido como El en el Antiguo Testamento . Además, los nombres de la redención son probablemente las Tablas del Destino o los Nombres Divinos, que parecen estar basados en los Me’s Sumerios.
Los dioses serpiente no sólo son encontrados en la historia o la mitología del Próximo Oriente. Dragones, serpientes que vuelan y dioses serpiente aparecen en la mitología de los pueblos de todo el mundo. Y en todas partes son considerados los creadores y ancestros del hombre. Pero en algunas culturas aun sigue persistiendo en la memoria una raza de dioses serpiente que fue cruel y destructora.
Hay otros artículos en este blog que tienen cierta relación con lo indicado en este artículo. Si estás interesado, puedes ir a: ¿Por qué se representan como serpientes los dioses barbados de las culturas antiguas? ; Cerebro humano: complejo “R” o cerebro reptiliano ; o Las sendas del Dragón;
“Antiguas leyendas de la tribu de Nyoro en África indican que los primeros humanos vinieron del cielo, parecían camaleones y fundaron la humanidad”. Esta es una de las leyendas que forman parte de la extensa literatura y mitología de las antiguas culturas, que están llenas de relatos de dragones o serpientes que vuelan. ¿Quiénes eran estas fantásticas criaturas voladoras que parecen haber coexistido con el hombre primitivo, algunas veces como benefactores y otras como destructoras? Quizás eran sólo criaturas fabulosas, producto de la imaginación del hombre antiguo. O es posible que sean la manifestación de acontecimientos perturbadores y profundamente arraigados en su pasado, que han sido inconscientemente reprimidos y recordados solamente en términos alegóricos, como acontece con las obras de Gaudí. Bastantes civilizaciones de este mundo remontan su ascendencia a estos seres identificados como dragones o serpientes voladoras. En la mayoría de los casos son los que llevaron la civilización a la humanidad y los describen frecuentemente como los dioses que los crearon. El hombre antiguo se refiere a estos seres como dioses, que podían moverse libremente por los cielos en sus “carros de fuego” o “barcos celestiales.” Aparentemente vivían en una “morada divina” y descendían a menudo para interferir en los asuntos de los hombres. Hace más de 20 años, el escritor R.A. Boulay escribió su obra “Serpientes y dragones voladores“, basada en mitos y leyendas de todo el mundo: India, China, Sumer, Egipto, América, etc… Este artículo resume algunas de sus ideas al respecto.
En este punto deseo hacer una aclaración importante: Lo que parecen indicar las tablillas sumerias, el Génesis (derivado de estas tablillas) y otras evidencias, es que se produjo la creación del Homo Sapiens por parte de unos seres venidos de otro planeta, mediante la manipulación genética, algo que hoy en día ya empezamos a estar en condiciones de hacer y comprender. Sin embargo, esto no contradice ni la teoría de la evolución ni la idea de que hay un creador inicial de todo lo existente, a lo que se le suele llamar Dios. Pero parece que los dioses (en realidad no se habla de un único “dios”) bíblico no son este creador inicial, sino “solo” los creadores del Homo Sapiens.
A este respecto deseo hacer referencia a la siguiente frase de D. T. Suzuki, que fue un maestro y divulgador japonés del Budismo, del Zen y del Shin: El significado del Avatamsaka y de su filosofía será incomprensible a menos que experimentemos… un estado de completa disolución, donde no exista diferenciación entre la mente y el cuerpo, entre el sujeto y el objeto… Entonces miramos alrededor y vemos eso… que cada objeto está relacionado con todos los demás objetos… no sólo espacialmente, sino temporalmente… Experimentamos que no hay espacio sin tiempo, que no hay tiempo sin espacio; que se interpenetran.” . A lo mejor esto es lo que representa (de una manera parcial, como no podría ser de otra manera) al Todo que llamamos Dios creador.
Las más antiguas e importantes culturas de Mesopotamia fueron fundadas probablemente por estos dioses serpientes. La colonización de este planeta por estos seres se describe en la “lista de los Reyes Sumerios” (ver otros artículos de este blog sobre Sumer). Este documento data del tercer milenio antes de Cristo y proporciona la sucesión de los reyes de Sumer, la duración de sus reinados y el tiempo en que vinieron sus antepasados. Se les llamaba Anunnaki y se nos dice que descendieron a la tierra para establecer sus ciudades en la antigua Mesopotamia. Asombrosamente hay múltiples datos sobre estas primeras civilizaciones sumerias, que luego fueron substituidos por los Acadios y las culturas babilónicas. De las numerosas tablillas, monumentos, y escrituras cuneiformes que han sido descubiertos en épocas recientes es posible reconstruir de una manera bastante completa los acontecimientos que transcurrieron en aquella época remota de la humanidad.
Hay también una gran cantidad de evidencias, como el Antiguo Testamento, provenientes de la misma fuente, pero que sufrieron una distorsión. De la combinación de estas antiguas fuentes seculares y religiosas es posible ensamblar la historia de nuestra ascendencia, que parecen indicar que descendemos de dioses serpiente o de extraterrestres que colonizaron la tierra hace muchos miles de años. Parece que nuestros antepasados comenzaron a colonizar la tierra para obtener los metales necesarios para su planeta. Para procesar y transportar estos metales en cargueros aéreos construyeron cinco ciudades operacionales en Mesopotamia, entre ellas las plataformas de lanzamiento espacial, que parece estaban centradas en la Península del Sinai. La gente de sumeria se refería a estos “dioses” como Anunnaki o los hijos de Anu, su principal dios y líder.
Parece bastante evidente que los Anunnaki eran una raza extraterrestre. Y según algunos textos todo parece indicar que era una raza inteligente de origen reptil. Esto no debería sorprendernos, cuando en la Tierra tenemos constancia de que durante muchos millones de años los saurios fueron los amos del planeta y que incluso se considera que las aves actuales son de origen saurio.
En las tablillas sumerias se explica que en un momento dado requirieron una mano de obra barata y por esta razón crearon al Homo Sapiens combinando las características genéticas de la raza Anunnaki con las del hombre primitivo (en otro artículo se trata este tema en mayor detalle), produciendo el “Adán” del Antiguo Testamento. Por esta razón se supone que este Adán era mitad humano y mitad reptil. Y sin embargo, inicialmente no podía reproducirse por si mismo. Cuando las condiciones comenzaron a cambiar en la Tierra y el clima se fue volviendo más seco, se hizo necesario modificar el Adán para adaptarlo mejor al clima variable. El hombre fue modificado y se le aplicaron rasgos más mamíferos. Ésta probablemente fue la “caída bíblica del hombre” donde Adán alcanzó el conocimiento o la capacidad para reproducirse sexualmente. Como resultado de esta modificación genética, el hombre perdió la mayor parte de su aspecto y naturaleza reptil: piel brillante, luminosa y escamosa, y adquirió características mamíferas: una piel suave y flexible, pelo en el cuerpo, la necesidad de sudar y la capacidad de reproducirse. Ya no corrió más desnudo. Ahora tuvo que usar ropa para su comodidad y protección. Para todos los propósitos, el hombre ahora era un Homo Sapiens.
El hombre pronto pobló la Tierra para trabajar para sus amos Anunnaki. Esta probado por diversas fuente, entre ellas el Antiguo Testamento, que los “dioses” Anunnaki se aparearon con las hijas del hombre, produciendo los semidioses y héroes de la antigüedad. Ellos fueron conocidos en el Antiguo Testamento como los Nefilim. Ellos también realizaban experimentos genéticos que produjeron formas monstruosas, tal como se refleja en mitos y leyendas. La agitación en la tierra se terminó mediante una gran catástrofe mundial, conocida como el Diluvio Universal. En este tiempo, los dioses se retiraron de la Tierra en sus naves espaciales, dejando atrás a su descendencia semidivina para perecer con la humanidad en la gran inundación. Cuando se empezaron a retirar las aguas, descendieron una vez más para establecer nuevas ciudades en las llanuras de Mesopotamia.
Apareándose nuevamente con humanos, produjeron una raza de seres semi divinos para gobernar sus imperio en la tierra. En resumen, crearon una raza de dioses gigantes y guerreros, los descendientes de los Nefilim, conocidos por el nombre de Rephaim, que sometieron a la humanidad por miles de años y luego, alrededor del primer milenio aC., aparentemente fueron eliminados. En la antigua Mesopotamia, los dioses residían en templos situados en la cima de ziggurats, una construcción piramidal. Esta zona estaba prohibida para la gente normal y solo era accesible para algunos sacerdotes de confianza. Aquí comían en privado rodeados por cortinas, de modo que incluso los sacerdotes que los atendían no pudieran verlos comer. Uno se pregunta que querían esconder con esta privacidad.
En el Antiguo Testamento también se hace referencia a la necesidad de privacidad de los “dioses”. Durante el Éxodo, la deidad vivía en una tienda y nunca fue vista por nadie. Y tampoco comía en público. Instrucciones específicas le fueron dadas a Moisés de cómo preparar el alimento, que era dejado en una parrilla cerca de las habitaciones de la deidad para su comida en privado. Estaba prohibido a los humanos el verlos. A Moisés le fue dicho rotundamente por su Dios: “No puedes ver mi rostro, el hombre quizás no me vea y viva.” Y esta prohibición es llevada al extremo a lo largo de las Sagradas Escrituras. Se convirtió en un mandato de no hacer “una imagen tallada” parecida a una deidad. De este modo al hombre no solo le fue prohibido verlos sino incluso ver una representación de dichas deidades. ¿Podría ser que su aspecto fuese tan extraño y repulsivo que tuvo que ser mantenido ignorado por el hombre? Si las deidades eran tan superiores y grandes como indican las Sagradas Escrituras, se entiende que se complacerían en permitir que el hombre las viese en su magnificencia
Solo a unos pocos privilegiados les fue permitido el acercamiento a las deidades. En Mesopotamia estaban los semi dioses, los descendientes del apareamiento de un dios o diosa con un ser humano. Éstos formaron la aristocracia y tuvieron la confianza de los dioses para establecer una barrera entre ellos y la humanidad. Pero todo parece indicar que incluso estos semi dioses tenían un aspecto algo extraño y probablemente tenían aún ciertas características reptilianas. El legendario Gilgamesh, por ejemplo, tuvo algo extraño en su aspecto que le hizo permanecer alejado del hombre normal. Los patriarcas bíblicos también tenían algo inusual en su aspecto como se demuestra el comportamiento irracional de Noé cuando fue visto desnudo por sus hijos. Según la antigua tradición babilónica, descrita por el sacerdote Beroso, el origen del hombre puede ser atribuida a Oannes, criatura medio anfibia y medio humana, que salió del Golfo Pérsico para enseñar las artes y la civilización al hombre. Beroso los llamó “annedoti”, que en griego se traduce como “los repulsivos“. Él también se refería a ellos como “musarus” que significa “una abominación” De esta manera, la tradición babilónica acredita la fundación de la civilización por una criatura que era considerada una abominación repulsiva. Realmente extraño.
El aspecto reptiliano de los dioses bíblicos era un secreto bien guardado y solo ocasionalmente es perceptible en el Antiguo Testamento, como por ejemplo, en la adoración del “seraphim” o la “serpiente de bronce” durante el Éxodo. Hay muchas más referencias en la literatura religiosa que forma la base para el Antiguo Testamento. En el Haggadah, en la tradición judía, revela que Adán y Eva perdieron su “piel brillante y dura” como resultado de comer la fruta prohibida. Los Gnósticos, rivales de los primeros cristianos, relatan que como resultado de comer la fruta prohibida, Adán y Eva adquirieron conocimiento, parte del cual era darse cuenta que sus creadores eran “figuras bestiales.”. la realidad es que hemos creado a un tipo de dios en nuestra imaginación y no de otra manera. De este modo, hemos ocultado la verdadera identidad de nuestros creadores (en realidad manipuladores genéticos, ya que la creación inicial sigue siendo un misterio). La mayoría de las mitologías y de las religiones del mundo se refieren a sus antepasados como las serpientes voladoras o dragones que trajeron las artes y la civilización a la humanidad. El más viejo de los libros chinos, el misterioso “Yih King” afirma que el primer humano fue formado por la antigua diosa Nu Kua, que parece es el nombre chino de la diosa serpiente sumeria Ninkhursag. Los primeros emperadores chinos afirmaban ser descendientes de esta diosa dragón. Las más antiguas y famosas de las epoyas hindúes, el “Ramayana” y el “Mahabharata,” se refieren al contacto sexual del primer hombre con los dioses serpiente que eran también sus antepasados. La mitología centroamericana y africana relatan cómo seres parecidos a serpientes voladoras y dragones descendieron de los cielos para enseñarles las bases de la civilización.
Los dragones y las serpientes voladoras, que han impregnado en gran manera la mitología antigua, ¿eran realmente grandes saurios que además tenían la capacidad de viajar en sus naves espaciales? ¿Cómo podían los antepasados ilustrar este hecho excepto proveyéndoles de alas? Incluso el Antiguo Testamento indica que la serpiente del jardín del Edén era un reptil, ya que se dice que la serpiente había perdido sus manos y pies como resultado de la caída del hombre. Entonces se supone que anteriormente tuvo que haber sido una serpiente o un reptil con extremidades.
Uno de los personajes que ha plasmado a los dragones en sus obras arquitectónicas es Antonio Gaudí Así, el dragón representado en su obra de la puerta de la finca Güell es Ladón, fiero guardián de la entrada del jardín de las hespérides, que fue muerto por Hércules, según se relata en L’Atlàntida de Jacint Verdaguer. Ese dragón imponente, de más de cinco metros de envergadura, con fauces y dientes recortados, alas de murciélago y cola en espiral, sorprende a los turistas por su ferocidad. En el otro extremo tenemos al dragón de colorines del Park Güell, que es Pitón, la serpiente del templo del oráculo de Delfos que, según la mitología griega, cayó muerta a manos de Apolo, quien la enterró en el sótano del templo y acabó convirtiéndose en protectora de las aguas subterráneas. Es realmente sorprendente que en una ciudad occidental como Barcelona puedan observarse tantos dragones de todos los tamaños, representados como cocodrilos, serpientes, lagartos, salamandras, reptiles, dragones y saurios en general. Si excluimos el lomo de dragón del tejado de la casa Batlló, el más grande resulta ser el del parque de la Espanya Industrial, de 32 metros de longitud y 150 toneladas de peso, mientras que el más pequeño es una pareja engarzada en los tiradores de las puertas del Pati dels Tarongers, en el Palau de la Generalitat. También son reseñables las cuatro dragonas de la pastelería Foix de Sarrià, ya que son de las poquísimas féminas de dragón representadas en la ciudad; el famoso dragón chino de la casa de los Paraigües de la Rambla, un edificio premodernista de Josep Vilaseca; los cocodrilos sumergidos en las aguas de la fuente de la plaza Espanya; o las grandes lagartijas gaudínianas del templo de la Sagrada Família.
Impresionan sus ojos altivos y firmes. La palabra dragón viene del latín draco, que procede del griego drákon, a su vez derivado de la voz griega dérkomai, que significa ‘mirar con fijeza’. Según algunos eruditos, esa cualidad explicaría su condición de guardián mítico de doncellas y tesoros, combatidos por dioses, santos o héroes, aunque el combate legendario entre el caballero y el dragón se vincula a mitos indoeuropeos de lucha entre dioses de la guerra y el dragón demoniaco bíblico-babilonio. Para Catalunya, ese caballero es Sant Jordi, que en 1456 fue declarado patrón por las Cortes Catalanas, reunidas en el coro de la catedral de Barcelona. Es también patrón de Aragón, Inglaterra, Portugal, Grecia, Polonia, Lituania, Bulgaria, Serbia, Rusia y Georgia, entre otros países. De Sant Jordi está más documentado su culto que su existencia, pero la leyenda lo sitúa en el siglo III, nacido en Capadocia o Nicomedia, y mártir por decapitación durante la persecución de los cristianos por el emperador romano Diocleciano. Su leyenda llegó a estas tierras en el siglo XV. Algunos dragones de Barcelona aparecen junto a Sant Jordi, mientras otros ejemplares son orientales y denotan el gusto por los elementos exóticos de la burguesía catalana en los tiempos del modernismo. En aquella época la decoración era fundamental, así que los dragones se representaban en muebles, puertas, joyas y cortinas. Los dragones orientales, seres sin alas pero voladores, se consideran seres benévolos, cargados de sabiduría, mientras que los dragones occidentales suelen ser considerados maléficos. Según el arquitecto Bassegoda, “El dragón es un monstruo inventado, por lo que cada artista ha podido apelar a su propia imaginación a la hora de plasmarlo, y por eso son tan diversos”. Pero no todo lo referente a los dragones puede considerarse simplemente como un elemento decorativo.
La dualidad de la serpiente como fuente deL bien y del mal puede verse en la religión egipcia, probablemente debido a ciertos acontecimientos históricos singulares. En los reinos más antiguos la serpiente es benevolente y está asociada a los dioses y la inmortalidad. Más adelante, en particular durante la 18 dinastía alrededor del 1.600 aC, la serpiente se convierte en una criatura siniestra y en objeto de odio y exorcismo. En este tiempo comenzó el “milenio de los dioses”, que duró hasta alrededor del año 700 aC, que es la época del advenimiento de la famosa 19 dinastía del nuevo reino, con Seti y Ramsés el Grande. Si la influencia del planeta Nibiru causó los cataclismos adicionales en esta época, ello coincidiría con la campaña guerrera de Sargón (de Asiria). Si esto fuera así, explicaría que en Egipto se dejase de ver a los “dioses serpiente” como benévolos y se los empezara a ver como siniestros.
En las paredes de las tumbas de las primeras dinastías la serpiente es representada como una criatura amistosa que el rey lleva en su espalda hacia el cielo estelar. El rey es llevado por el dios serpiente a la tierra de la inmortalidad, la tierra de los dioses. Y en este tiempo la serpiente fue adoptada como símbolo de realeza o divinidad y comienza a representarse como el áspid divino en el tocado del faraón. Pero en el nuevo reino, después que los primeros reyes de la 18 dinastía libraron el país de los odiados Hyksos, la serpiente adquiere un carácter malvado. Se convierte en un ser diabólico que debe ser exorcizado en los rituales. Llamado Apep o Apop, es la manifestación de los Hyksos que invadieron y ocuparon Egipto por centenares de años. Hay que hacer notar que se supone que los Hyksos invadieron Egipto en el mismo tiempo en que los israelitas huyeron, es decir, alrededor del 1.600 aC. Gobernaron Egipto hasta cerca del año 1.000 aC, cuando el Rey Thutmose I de la 18 dinastía los expulsó para siempre y estableció el nuevo reino. Apop era el primer gobernante Hykso y con sus descendientes reinó desde la 14 hasta la 17 dinastía. Muchas de los gobernantes adoptaron el nombre de Apop y en particular el último rey Hykso, que fue derrotado por Ahmose y Kamose, los fundadores de la 18 dinastía.
Apop poseía muchos epítetos y en las ceremonias el objetivo del pueblo egipcio era destruirlo y maldecirlo. Este ritual es una reminiscencia de la ceremonia “yajna” de los antiguos hindúes, quienes invocaban varios nombres de serpientes mientras eran lanzadas al fuego. El odio egipcio hacia los crueles gobernantes Hyksos fue muy profundo, ya que destruyeron sistemáticamente la cultura y los monumentos egipcios. Veremos que estos gobernantes eran ni más ni menos que los descendientes de los Rephaim, que a su vez descendían de los Nefilim antediluvianos, que gobernaron las tierras del Oriente Medio después del diluvio.
Aratta se menciona a menudo en la literatura sumeria como tierra lejana controlada por la diosa Inanna desde la Uruk sumeria. Según el poema Enmerkar y el Señor de Aratta, situado más allá de Anshan (ahora Irán), el viaje a Aratta requirió atravesar las siete montañas y el temido río Kur. Ha sido sugerido que Aratta puede ser la Harappa de la civilización perdida del valle de Indo.Harappa, junto con Mohenjo-daro, era una de las ciudades de los antiguos Dravidianos, los legendarios seres serpiente que precedieron la ocupación aria de la India. En la década de 1920 los arqueólogos hicieron algunos descubrimientos asombrosos en el valle del río Indo. Las ruinas de dos grandes ciudades antiguas fueron excavadas: una llamada Mohenjo-Daro estaba al borde del río Indo; la otra Harappa estaba en Ravi, en el valle del Indo, en el Panjab o la tierra de los cinco ríos.
Como las ciudades de Mesopotamia y del valle del Nilo, fueron construidas en los llanos aluviales. Sin embargo, a diferencia de otras ciudades, Mohenjo-Daro y Harappa parecen haber sido diseñadas desde cero. Ambas eran idénticas en el diseño. Y a pesar de que no se hallaron ziggurats, cada ciudad tenía un montículo de unos diez metros de alto, que formaban una especie de plataforma artificial.Estas ciudades no se desarrollaron desde aldeas primitivas sino que se construyeron desde el inicio como ciudades. Fueron construidas como una colonia, probablemente sumeria, y seguramente por Enki, su principal ingeniero. Las ciudades se construyeron entre el 3.500 al 3.000 aC y luego tuvieron un final dramático alrededor del año 2,000 aC, según las evidencias arqueológicas. Lo que ha desconcertado a los historiadores es que la gente que vivió en estas ciudades no se relacionó con los arios que vinieron unos 500 o 600 años más tarde y se establecieron en el llano de Panjab y Gangetic. Como los antiguos sumerios, la gente de Mohenjo-Daro y de Harappa hablaba una lengua desconocida.
Asumiendo que el planeta Nibiru estaba en nuestro sistema solar entre 1.600 al 700 aC, y agregando 3,600 años, entendemos que su anterior visita pudo ser entre 4.200 a 3.300 aC. Estas fechas son bastante cercanas a los hipotéticos años mencionados anteriormente, lo que nos lleva a la conclusión de que estas ciudades Dravidianas fueron construidas para el uso de los Anunnaki durante su siguiente visita a la Tierra. Los restos encontrados en estas ciudades del valle del Indo también las relacionan con Mesopotamia. Los sellos hallados son muy similares al estilo de los sellos cilíndricos de Sumer. Hay uno que muestra a un hombre salvaje luchando con dos bestias, muy similar al de Gilgamesh de pie en medio de dos leones. Estas dos ciudades eran muy probablemente colonias sumerias que fueron establecidas después del diluvio, cuando el mundo fue habitable otra vez. Los historiadores creen que estas ciudades fueron el centro de la cultura Dravidiana y fueron habitadas por los Nagas, la raza de los hombres serpiente. Si cada vez que el planeta Nibiru llega y sale de esta área de nuestra Sistema Solar hay cataclismos planetarios o “diluvios” debido a las anormalidades gravitacionales y electromagnéticas, esto apoya la tesis que sugiere que estas dos ciudades Dravidianas fueron fundadas por y para el uso de los Anunnaki durante su última visita.
Los Nagas son divinidades de la mitología Hindú. Son espíritus acuáticos, aunque también aparecen en tierra. Son divinidades con cuerpo de serpiente, y torso y/o cabeza humanos. Se les suele representar en parejas, con las colas entrelazadas. Las serpientes, y las cobras en general, tienen un papel muy importante en la mitología India. En algunos mitos, se dice que el mundo se apoya sobre las cabezas de serpientes, y que cuando estas se mueven ocurren los terremotos. También se conoce en la mitología India, a los Nagas como reyes de las serpientes, y uno de ellos aparece en el Mahabharata, una epopeya escrita en sánscrito. En esta epopeya aparece nada menos que el Rey de los Nagas, que ayuda a Nala, un Rey Indio, en sus aventuras. El Libro de Dzyan, probablemente el más antiguo de los escritos sánscritos conocidos, habla de una raza serpiente que descendió de los cielos y enseñó a la humanidad. La teósofa Madame Helena Petrovna Blavatsky pasó tres años en el Tíbet, Bhután, y Sikkim, acumulando millares de escritos sánscritos que fueron compiladas en el Libro de Dzyan. Estas fuentes se refieren a los antiguos habitantes llamados Nagas o Sarpa, que eran seres semi-divinos con rostro humano y cola de dragón. Blavatsky creyó que estos Sarpa son indudablemente los Seraphim del Antiguo Testamento. Los Seraphim, que tendrían las mismas raíces etimológicas que los Sarpa de la antigua India. La mitología y la literatura hindú están también repletas de relaciones sexuales de dioses con la humanidad y de la procreación de numerosos seres extraños llamados Dravidianos y Dasyus. Según se informa, esta raza vivió en grandes ciudades amuralladas. Eran un pueblo bárbaro, caníbal, de piel oscura y nariz chata. Los Arios, que vinieron más tarde, se establecieron sobre los restos de las ciudades de esta gente serpiente.
Los Nagas son claramente descritos en el Ramayana: “Cerca de Bhogavata está ubicado el lugar donde moraba la raza serpiente, una ciudad amplia, amurallada y con barras, donde legiones de vigías mantenían la guardia. El más feroz de los jóvenes serpiente posee dientes envenenados y se sienta en su trono en su salón imperial. Es Vasuki quien los gobierna a todos.” Los Dravidianos antediluvianos fueron exterminados por el diluvio. Luego, cuando la tierra estaba repoblándose, Harappa y Mohenjo-Daro se convirtieron en el nuevo centro de la nueva cultura Dravidiana. Hay claras evidencias de que los Dravidianos, Dasyus, y los Nagas eran diversos nombres para referenciar a los mismos seres. E información al respecto se puede encontrar en poemas y epopeyas de la India, como el Mahabharata y el Ramayana. Ambos se refieren a los primeros contactos arios con estos seres serpiente, que en algunos casos eran amistosos y en otros hostiles. Debido a la interrelación entre los arios y los dravinianos se generó un tipo de relación de amor y odio entre ambos. En otra Leyenda India, aparece Batara Guru, después conocido como Shiva, quien creo una isla en el océano sobre el lomo de la gran serpiente marina Naga Padora. Las luchas y peleas que siguieron, y los movimientos de la gran serpiente formaron las montañas y los valles. Los Nagas forman la comitiva de la serpiente mítica Sesha y viven en palacios subacuáticos. Sesha, que posee mil cabezas, forma el sofá de Vishnú, en el que este Dios reposa durante los intervalos de la creación. También tienen relación con la serpiente Muchalinda, que protegió a Buda de una tempestad, que duró una semana, mientras estaba meditando. En el sudeste asiático, también dicen que las princesas serpiente locales contraían matrimonio con guerreros o sacerdotes a fin de formar sus respectivas dinastías
En el Mahabharata, un grupo de “seres celestiales” llega en carro aéreo para atender el banquete de la boda de los reyes arios: “Los dioses vinieron en carruajes sostenidos por nubes. Vinieron a ver la bella escena: Suparnas con alas, Nagas escamosos. Los brillantes carruajes celestiales navegaron sobre un cielo despejado.” Los Nagas se interrelacionaron con los Arios, produciendo reyes y héroes. Por ejemplo, en el Rig Veda hay nombres como Divodasa que indican que había cierta clase de cruce entre Dasyus y los Arios después del 1.500 aC. Muchos de los antiguos dioses Hindúes se aparearon con los humanos y, como en Sumer, produjeron un híbrido mamífero-reptil, que fueron los reyes semi-divinos que resonaron a lo largo de la historia Sumeria e India. La literatura hindú afirma que la gente divina había descendido y realizado experimentos biológicos con los monos. De hecho Hanuman, el dios mono, que junto con Rama es el héroe del poema del Ramayana, fue concebido cuando el dios Shiva dio un pastel sagrado a Anjan, el mono. Esto es una obvia referencia a un experimento genético producido por Hanuman, el súper mono, muy parecido al Enkidu del poema de Gilgamesh. Según las investigaciones lingüísticas y mitológicas, se considera que el dios hindú Shiva sería el equivalente del dios sumerio Enki, creador del Homo Sapiens.
Uno de los grandes poemas de la India, el Ramayana, es la historia de Sita, la novia de un príncipe septentrional llamado Rama, que es secuestrada por Ravana, el Rey serpiente de Ceilán (antiguo nombre de Sri Lanka). Se supone que Rama es el príncipe Utu (Apolo) y que Sita es la princesa Aya (Artemisa). Rama persigue al ejército de Ravana a través de la India con la ayuda de una fuerza de monos bajo el mando del rey mono Hanuman. Ravana se retira a su isla, el reino de Ceilán, supuestamente a salvo de la persecución. Pero Hanuman construye un puente de piedras enormes a través de los estrechos que separan la isla del continente, y Sita es rescatada por Rama. A lo largo de toda la historia, Ravana es descrito en términos tales como: “él se alimenta de seres humanos” y “bebe la sangre de sus enemigos“.
Él es formidable en la batalla y casi derrota a Rama cuando utiliza su arma especial de los Nagas, descrito como “dardo serpiente de los Nagas“, que parecía paralizar a sus enemigos y quitarle sus energía y fuerza vital. Como todas las criaturas divinas y semi divinas en la mitología, Ravana parece que tenía acceso a armas muy sofisticadas. Ceilán, la isla del reino de Ravana, fue la fortaleza de los Nagas . Es descrito como el hogar de los Nagas en fuentes chinas muy antiguas. En una de las primeras referencias literarias a Ceilán, cuando negoció con China antes de la ocupación aria de la India, y se la describe como tierra de extrañas criaturas parecidas a reptiles. Debido a sus gemas, especias y su localización privilegiada, llegó a ser popular entre los comerciantes chinos. Fa-Hsien, el comerciante peregrino chino, dio a conocer que la isla fue ocupada originalmente por los Nagas o deidades serpiente, con quienes comerciantes de varios países practicaban el comercio. Los Nagas nunca se mostraban a los forasteros. Ellos simplemente publicaban sus productos con etiquetas de precio adheridas a ellas. Los comerciantes que las visitaban hacían sus compras según el precio y se llevaba los productos.
El otro gran poema de la India es el Mahabharata, el más largo y quizás el poema épico más grande escrito en cualquier lengua. Mucho más antiguo que el Ramayana, consta de 88.000 versos. El tema principal es la rivalidad entre dos ramas de la misma familia, los Kurus. Los Pandavas y los Kauravas emprenden una guerra que culmina en la destrucción de ambas ramas de la familia en la gran batalla de Kuruksetra. La historia comienza cuando el Rey Pariksit de los Kauravas le disparó a un ciervo mientras cazaba con arco y flecha. Persiguiendo al ciervo, preguntó a un místico si había visto a un ciervo herido. Observando su voto de silencio, el sabio profeta no contestó. Esto enojó a Pariksit, que tomó una serpiente muerta y la colocó alrededor del cuello del sabio. El hijo del místico, encolerizado, lanzó una maldición sobre Pariksit. Y así empezó la enemistad a muerte entre las dos familias. Vemos que en la historia interviene una tercera parte. Enojados por el uso blasfemo de uno de su propia clase (la serpiente muerta), los dioses serpiente entran en escena. Taksaka, el rey de los seres serpiente, envía serpientes que causan la muerte de Pariksit.
La historia de esta enemistad se narra realmente como algo que sucedió en el oscuro pasado. Dado que el antiguo reino de Kurus floreció a lo largo del curso superior del Ganges en los siglos 14 y 13 antes de Cristo, los acontecimientos pudieron haber ocurrido en los primeros días de la invasión aria, cuando aún había mucho contacto sexual con los Nagas. La historia del Mahabharata, narrada por el sabio Vyasa, comienza con el gran sacrificio del Rey Janamejaya, el hijo de Pariksit. Consistía en una ceremonia para vengar la muerte de su padre, un sacrificio llamado “yajna”. Su propósito era destruir totalmente a los Nagas, los dioses serpiente que supuestamente podían asumir formas humanas o de serpiente a voluntad. En el ritual, el sacerdote invocaba los nombres de serpientes mientras arrojaba serpientes vivas al fuego. Astika, el hijo del rey serpiente Taksaka, interviene y aboga ante Janamejaya para dejar vivo a su pariente. Estas historias de guerra y otras narraciones fueron explicadas como cuentos que giraban en torno a estos sacrificios de larga duración. La opinión del historiador indio D. D. Kosambi es que el “yajna” en sí mismo no era tanto un cuento sobre una gran guerra como la explicación de la historia del gran sacrificio “yajna”. Es decir era una ceremonia simbólica dedicada a sus antepasados serpientes, mientras que al mismo tiempo los expulsaban de su herencia cultural. En la lucha entre las dos ramas de los Kurus por controlar las llanuras en el curso superior del Ganges hay una clara referencia a las guerras de los hijos de Enlil y Enki en el área de Mesopotamia.
En el poema Hindú, los Pandavas parecen ser los vencedores puesto que recuperan la mayor parte del reino que habían perdido anteriormente. Comenzado con las armas convencionales del período, tales como lanzas, espadas, arcos y flechas, la guerra se extiende con el uso de armas más sofisticadas y de gran alcance, provistas por los dioses en ambos lados. Estas armas tenían todas las características de misiles modernos y de armas nucleares. Por ejemplo, un lado lanza un misil que es contrarrestado por otro desde el cielo. Y la explosión de ambos misiles causa muchas muertes en la tierra. Después de una prolongada guerra, los Kauravas se encontraron perdidos y desesperados en los estrechos. Es entonces que deciden terminar la guerra con el uso de tácticas prohibidas. En medio de la noche, descendieron cuando los Pandavas dormían y se produjo la matanza de muchos de los guerreros. Indignados por la ruptura de las reglas de la guerra y la pérdida en gran parte de su ejército, los Pandavas deciden que no tienen ninguna opción mas que utilizar su última arma, el “arma celestial” que es capaz de derrotar al resto de las armas. El líder de los Kauravas decide descargar un arma similar, que al parecer produce radiactividad, ya que él declara: “Dirigiré esta arma sobre el útero de las mujeres Pandava“. Él predice que la línea de los Kuru se extinguirá “para que los fetos mueran“. Su advertencia se hace realidad porque el uso de las armas produce esterilidad en todas las mujeres Pandava. La guerra entre los primos de Kuru finalmente termina con el exterminio de ambas ramas de la familia.
Aunque los Dioses serpiente se mostraban en forma de dragones en la historia y mitología china, no hay ninguna duda de que estamos hablando de los mismos seres que las serpientes aladas con piernas o los Nagas hindúes. China eligió al dragón como el emblema nacional por razones profundas. Creyeron que el dragón celestial era el padre de la primera dinastía de emperadores divinos y consecuentemente el emblema del dragón se consideró como la representación de la influencia divina en la tierra de China. Según la historia china, los dragones estaban presentes en la creación y compartieron el mundo con la humanidad. Como la serpiente occidental, el dragón fue ligado al desarrollo del hombre; y era el dragón el que le enseñó las artes esenciales tales como: hacer fuego, tejer las redes para la pesca, y crear música. El dragón chino era inigualable en sabiduría y su poder de conferir bendiciones, como resultado, vino a simbolizar, más que un benefactor de los hombres, al emperador que se creía tenía sangre de dragón.
Esta afinidad con el dragón es demostrada en los emblemas en todas las actividades del emperador: en su trono, en sus barcos, en sus banderas. Según Charles Gould, en su clásico trabajo sobre la mitología china, la creencia en la existencia y la amistad del dragón está plenamente integrada en la antigua historia china. En “El Rey Vih“, el más antiguo de los libros chinos, cuyos orígenes están cubiertos de misterio, describe los días cuando el hombre y el dragón vivieron apaciblemente juntos e incluso tuvieron relaciones sexuales. Y de cómo el dragón vino a representar al emperador y al trono de China, así cómo que el dragón principal tenía su morada en el cielo. En el año 212 aC el emperador Tsin-Shi-Hwang-Ti ordenó la destrucción de todos los libros antiguos y la persecución de los hombres ilustrados por un período de cuatro años, que llevó a que 460 sabios fueron enterrados vivos. Durante esta orgía de supresión del conocimiento antiguo, “El Rey Vih” fue considerado tan sagrado que fue eximido específicamente del decreto. A este respecto resulta sorprendente que la antigua biblioteca de Alejandría fue quemada alrededor de este mismo período de tiempo. Esa biblioteca albergaba también todos los textos sagrados y más antiguos de las civilizaciones del Oriente. En esta obra clásica, muchos de los emperadores antiguos son descritos teniendo como características las del dragón. Por ejemplo del emperador Yaou (2.356 aC) se dice que fue concebido por un padre dragón y una madre humana. El emperador Shun (2.255 aC) es descrito teniendo la fisonomía de un dragón.
Entre los mayas de América Central, el simbolismo de la serpiente era muy común. La mayoría de las serpientes representadas en su arte son emplumadas, indicando su capacidad de volar. El antiguo libro maya Chilam Balam relata que los primeros habitantes de Yucatán eran los Chanes o “Gente serpiente“, quiénes vinieron a través del mar desde el Este (¿Atlántida?) conducidos por Itzamna, un dios serpiente. Él era la deidad más importante del panteón maya; y como dios dominante, gobernaba los cielos. Y es uno de los pocos dioses mayas que no es asociado a la muerte y la destrucción. Itzamna era el dios creador, quién infundió la vida al hombre. Como tal, se adapta muy bien a la descripción del dios sumerio Enki.
Eric Thompson, experto en temas mayas, sostiene que el término “itzem”, del que deriva el nombre del dios, se debe traducir como “reptil.” De hecho, Itzamnal, la ciudad del dios Itzamna, significa literalmente “el lugar del lagarto”. Hay también muchas formas antropomorfas del dios Itzamna donde lo representan como mitad humano y mitad serpiente. El benevolente dios serpiente también se encuentra en la mitología Azteca. Quetzalcóatl es el dios serpiente emplumado que trajo la civilización a México y enseñó la ciencia de la astronomía y las matemáticas al hombre. Sitchin, experto en la cultura sumeria, identifica a Quetzalcóatl con el príncipe nibiruano Nannar, el Thoth egipcio y el Hermes griego. También podría haber una cierta relación con el Buda asiático. Las leyendas de dioses serpiente también abundan en la mitología de África. Según los Dogon, en Mali, su dios creó el sol y la luna, y luego la tierra de un montón de arcilla. Y finalmente los primeros seres primitivos que eran gemelos llamados Nummo, que eran mitad humanos y mitad serpiente o pez. Y como sabemos, los Dogones también pusieron el origen de sus dioses en Sirio, al que los egipcios se refirieron como Osiris e Isis.
En la tribu de Nyoro, las leyendas dicen que su dios envió la primera pareja de humanos desde el cielo cuando él estableció el mundo. El hombre tenía una cola y produjo dos niñas y un niño. Éste se parecía a un camaleón y fue el padre de la humanidad. Otras tribus africanas también se refieren a sus antepasados como parecidos a lagartos. Los Kumbi, los primeros hombres que el dios creó tenían colas. La tribu Owe-Ho describe a hombres con colas que descendieron por una cuerda a la tierra. Los Jagga, sus ancestros, vinieron a la tierra desde cielo por el hilo de una telaraña. Y estos ancestros fueron llamados “los con cola”. Pero a pesar de las evidencias, los antropólogos indican que nuestros cóccix son solo huesos residuales de nuestros antepasados parecidos a los monos.
En el Antiguo Testamento, las referencias explícitas a nuestros antepasados los dioses serpiente han sido eliminadas a través de un largo proceso de filtraje. Cuando se encuentran alusiones en las Escrituras, se interpretan simplemente como alegorías. Hay un incidente extraño relatado en el Libro de los Números referente a la Serpiente de bronce que plantea muchas interrogantes y que no es explicada por los eruditos Bíblicos. En el segundo año del Éxodo, después de haber dejado el Monte Sinaí y haber estado luchando a través de los páramos, las tribus israelitas habían tenido una escaramuza con el rey de Arad, en Negev.
El incidente de la Serpiente de bronce sucedió entonces: “Partieron del Monte Hor por el camino al Mar Rojo para bordear la tierra de Edom. Pero la gente se puso intranquila durante el viaje, y el pueblo habló contra el Señor y contra Moisés. ¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para morir en el desierto? No hay pan y agua, y tenemos que detestar este miserable alimento.” El Señor les envió serpientes. Ellas mordieron a la gente y muchos de los israelitas murieron. La gente vino a Moisés y le dijo: “Hemos pecado por hablar contra el Señor y contra ti. Intercede con el Señor para que quite las serpientes de nosotros“. Y Moisés intercedió por el pueblo. Entonces el Señor dijo a Moisés: “Haz la figura de una serpiente (seraph) y ponla sobre un pedestal. Y cualquier persona que es mordida, que lo mire y se recuperará“. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un pedestal; y cuando cualquier persona era mordida por una serpiente y miraba la figura se recuperaba.
Es difícil escapar a la conclusión que el significado del incidente es obviamente idolatría, !una actividad estrictamente prohibida en las Escrituras! La palabra hebrea “seraph” es inusual y aparece solamente algunas veces en los libros del Antiguo Testamento. En Isaías 14 y 30, el “Seraph” es referido como la “serpiente que vuela” y se asocia a Filistia y Negev, tierras que eran tradicionalmente el hogar de los descendientes de los Nefilim después del diluvio. La serpiente de bronce fue hecha por Moisés por órdenes de Dios y fue venerada en el santuario del templo hasta el siglo octavo antes de Cristo, cuando el Rey Ezequías, enfurecido por la adoración excesiva del ídolo, “rompió en pedazos la serpiente de bronce que Moisés había hecho“. Es dudoso saber si éste era el “Seraph” original hecho por Moisés cerca del año 1,450 aC. En cualquier caso, demuestra que la adoración a los dioses serpiente fue establecida entre los israelitas durante el período de los Jueces y Reyes. Y sugiere que Yahvé, por lo menos esta vez, ha sido identificado con el dios serpiente. El término “Seraph” ha preocupado a los traductores y comentaristas bíblicos durante años. Se traduce como “serpiente ardiente” en la versión del Rey James; sin embargo, la tendencia moderna no es traducirlo del todo sino poner directamente la palabra hebrea, ya que “Seraph” no se adecua a ninguna clasificación o traducción precisa. Lo más probable es que sea una palabra prestada de los cananitas, que a su vez la adquirieron de su herencia Mesopotámica. Las raíces del término quizá bien puedan ser de Mesopotamia.
La “serpiente ardiente que vuela” sobre un pedestal y adorada por sus capacidades curativas, representa de un modo simbólico a Enki, el dios sumerio de la curación, que fue asociado a menudo con el símbolo de la serpiente. Existe también una curiosa semejanza de la serpiente enrollada en un poste con el Caduceo de los griegos. En el Poema de Gilgamesh la serpiente que roba la planta mágica del héroe se llama “seru” y la semejanza de las palabras sugiere un origen común. El término también se encuentra en la mitología hindú, que tiene antecedentes sumerios. Los Nagas, los misteriosos dioses serpiente que moraron en la India en épocas remotas, fueron llamados “sarpa” o serpientes. En sus estudios sobre la religión hindú, la teósofa Helena Petrovna Blavatsky, afirma que los Nagas o los “sarpa” de la India son indiscutiblemente los seraphim judíos, que derivan de serapi o sarpa, que significa “serpiente”.
Hay un pequeño antiguo documento cristiano que se refiere no solamente a los dioses serpiente sino también a los dioses del panteón sumerio. Como tal, este himno cristiano tiene probablemente sus orígenes en un rezo sumerio. Llamado el Rezo de José, forma parte de los Papiros Mágicos, de origen griego. Data del segundo siglo después de Cristo. El himno comienza con la alabanza: “Padre de los patriarcas, padre de todas las cosas, padre de todas los poderes del cosmos, creador de todo, creador de los ángeles y los arcángeles, el creador de los nombres de la redención, Yo te invoco.” Después de algunas invocaciones más, el rezo continúa sorprendentemente: “Tú que te sientas sobre la Sagrada Montaña del Sinaí, tú que te sientas sobre el mar, tú que te sientas sobre los dioses serpiente, el dios que se sienta sobre el dios del sol.”. Además de la referencia tácita a los dioses serpiente, también se refiere al dios que se sienta sobre el mar. Aunque la línea está incompleta, parece ser una referencia velada al dios sumerio del agua Enki y a su palacio de agua o Abzu. El referido Dios Sol es probablemente Utu/Shamash, mientras que el dios del Monte Sinaí es Ishkur/Adad. Así, la invocación parece ser dirigida a Enlil (Zeus), el dios predominante del panteón cananita que más adelante fue conocido como El en el Antiguo Testamento . Además, los nombres de la redención son probablemente las Tablas del Destino o los Nombres Divinos, que parecen estar basados en los Me’s Sumerios.
Los dioses serpiente no sólo son encontrados en la historia o la mitología del Próximo Oriente. Dragones, serpientes que vuelan y dioses serpiente aparecen en la mitología de los pueblos de todo el mundo. Y en todas partes son considerados los creadores y ancestros del hombre. Pero en algunas culturas aun sigue persistiendo en la memoria una raza de dioses serpiente que fue cruel y destructora.
Hay otros artículos en este blog que tienen cierta relación con lo indicado en este artículo. Si estás interesado, puedes ir a: ¿Por qué se representan como serpientes los dioses barbados de las culturas antiguas? ; Cerebro humano: complejo “R” o cerebro reptiliano ; o Las sendas del Dragón;
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