No existen las casualidades: Todo es Sincronicidad
¿Has experimentado alguna vez el placer de encontrar a la persona exacta que necesitabas aparecida de la nada?,¿o recibiste la llamada de alguien del pasado de la que apenas unas horas antes te habías acordado sin motivo aparente?, ¿o ese libro que encontraste al azar que responde a la duda que te tenía bloqueado?.
Eso no es casualidad es sincronicidad. ..
La sincronicidad nos representa en el plano físico la idea o solución que mora en la mente de la manera más fácil y sin apenas esfuerzo. Se trata de vivir el mayor tiempo posible en ese “fluir” que hace que la vida parezca una aventura permanente, un viaje de descubrimiento constante sobre uno mismo, sobre los demás y el universo. Decir sincronicidad es lo mismo que decir magia.
Sincronicidad es un término originariamente acuñado por Jung que se refiere a la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar pero que tiene sentido para el observador, es decir, ese tipo de eventos en nuestra vida que solemos achacar a la casualidad, a la suerte, o a la magia.
La simbología y el sentido de estos acontecimientos nos da el mensaje exacto que el universo representa para nosotros igual que si fuera una sesión de cine particular. Las ideas poseen una vibración, a otros niveles tienen forma y color que hace que atraigan lo análogo. Al atraer lo que se le asemeja podemos leer en la materia lo que realmente pensamos sobre nosotros mismos y del universo, y tomar decisiones sobre lo que deseamos ver convertido en realidad y lo que no.
Pero entonces diríais ¿y porque no vivimos permanentemente en ese estado idílico en el que todo se resuelve, en el que la información fluye, en el que si fuera verdad seríamos como pequeños dioses creando lo que se nos antojara?.
Pues siempre depende de que en la mente haya mensajes positivos, y emociones bondadosas en el corazón, normalmente experimentamos desde la idea preconcebida y decidimos luego que sentir por ella, emitimos un juicio antes de que la realidad se presente y hace que no veamos lo que es sino lo que queremos ver, y la magia se desvanece bajo el peso de la razón sin sentimiento por el miedo a lo desconocido. El miedo y la duda corta el flujo instantáneamente
(Beatriz F. del Castillo)
Una caso de sincronicidad:
"Un ejemplo clásico de sincronicidad apunta a un suceso acontecido en la vida del actor Anthony Hopkins. Cuando éste fuera contratado para actuar en la película La mujer de Petrovka, no consiguió encontrar en ninguna librería londinense la novela de George Feifer en la que se basaba el guión. Frustrado y aburrido, se dispuso a tomar el Metro para regresar a su casa. Estaba sentado en la estación de Leicester Square cuando, de pronto, halló el libro en un banco. Se quedó tan asombrado de su buena suerte que ni siquiera reparó en las anotaciones que el volumen tenía en los márgenes. Dos años más tarde su sorpresa fue aún mayor. Al conocer al autor durante el rodaje del filme, éste le dijo que había perdido su ejemplar anotado. Dicho ejemplar era el mismo libro que Hopkins había encontrado en la estación olvidado sobre un banco."
Fuente: http://mundosoniric os.foroslatin. com/mundo- mistico-y- espiritual- f6/no-existen- las-casualidades -todo-es- sincronicidad- t27.htm
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Sincronicidad
por Beatriz Castillo
Sincronicidad es un término originariamente acuñado por Carl Jung que se
refiere a la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo
que no se puede explicar pero que tiene sentido para el observador, es
decir, ese tipo de eventos en nuestra vida que solemos achacar a la
casualidad, a la suerte, o a la magia.
¿Has experimentado alguna vez el placer de encontrar a la persona exacta que
necesitabas aparecida de la nada?, ¿o recibiste la llamada de alguien del
pasado de la que apenas unas horas antes te habías acordado sin motivo
aparente?, ¿o ese libro que encontraste al azar que responde a la duda que
te tenía bloqueado? La sincronicidad nos representa en el plano físico la
idea o solución que mora en la mente de la manera más fácil y sin apenas
esfuerzo. Se trata de vivir el mayor tiempo posible en ese “fluir” que hace
que la vida parezca una aventura permanente, un viaje de descubrimiento
constante sobre uno mismo, sobre los demás y el universo. Decir
sincronicidad es lo mismo que decir magia.
Hay unas condiciones óptimas de manifestación, un estado mental propicio
para que puedan producirse y son los momentos personales intensos que nos
obligan a estar muy pendientes de las señales del exterior, los momentos en
que buscamos ayuda por intensas vivencias o crisis emocionales, los cambios
bruscos, los viajes, los momentos de peligro, las muertes de seres queridos.
Los momentos en que nos olvidamos de la seguridad, de lo conocido y
trillado, del plan establecido, de lo que se supone que debemos hacer, son
los que nos sumergen en un estado de alerta y apertura perfectos para ser
consciente de esa dimensión simbólica de la vida que es la que al final nos
da la clave no sólo para la solución de nuestros problemas, sino para hallar
nuevas maneras de vivir intensa y conscientemente.
La fé juega en esto un importante papel, la fé en uno mismo, en la fuerza
creativa del universo que nos guía exactamente a dónde queremos llegar, la
certeza de que si existe un miedo que nos bloquea, también hay un amor que
nos motiva a experimentar más allá de lo conocido; pero hemos de elegir la
aventura y no el hastío. Somos lo que pensamos, y experimentaremos esa magia
sólo si antes le damos la oportunidad creyendo en ella e invitándola a jugar
en nuestras vidas. Esos momentos difíciles o especiales nos han puesto en
ese estado de apertura y recepción, de nosotros depende que sigamos en esa
actitud de aceptación de esa fuerza universal que parece saber exactamente
lo que precisamos y nos lo brinda generosamente. No es ver para creer sino
creer para ver, pues lo que hay en nuestra mente es lo que hace que nos
atraigan y que nos veamos atraídos hacia lo que es análogo. Esa es la manera
en que todo se agrupa.
La simbología y el sentido de estos acontecimientos nos da el mensaje exacto
que el universo representa para nosotros igual que si fuera una sesión de
cine particular. Las ideas poseen una vibración, a otros niveles tienen
forma y color que hace que atraigan lo análogo. Al atraer lo que se le
asemeja podemos leer en la materia lo que realmente pensamos sobre nosotros
mismos y del universo, y tomar decisiones sobre lo que deseamos ver
convertido en realidad y lo que no.
Pero entonces me diríais ¿y porque no vivimos permanentemente en ese estado
idílico en el que todo se resuelve, en el que la información fluye, en el
que si fuera verdad seríamos como pequeños dioses creando lo que se nos
antojara?. Pues siempre depende de que en la mente haya mensajes positivos,
y emociones bondadosas en el corazón.
1.- El estado fluido es de muy elevada vibración y de una conexión intensa
de mente y corazón, es decir, que el sentimiento es el que nos lleva a hacer
tal cual cosa, es el que - valga la redundancia- da “sentido” a la vida. El
sentimiento nos conecta directamente con el alma de las cosas y el
pensamiento debe de contenerlo y construir sobre él pero nunca dejar de
amarlo.
Normalmente experimentamos desde la idea preconcebida y decidimos luego que
sentir por ella, emitimos un juicio antes de que la realidad se presente y
hace que no veamos lo que es sino lo que queremos ver, y la magia se
desvanece bajo el peso de la razón sin sentimiento por el miedo a lo
desconocido. El miedo y la duda corta el flujo instantáneamente.
2.- El estado fluido está en permanente movimiento. Cada pieza del puzzle
aparece en el preciso momento con la condición de pillarnos conscientes,
despiertos, alertas y deseosos de recibirlas. Es como un juego en el que las
reglas se van desvelando a medida que avanzamos. Las piezas nos vienen en
forma de señales y analogías en la vida real y en forma de sueños mientras
dormimos. El desentrañar el significado de esas señales es como aprender a
descifrar las instrucciones del mapa del tesoro.
Las actitudes derrotistas, la negatividad que lleva al cansancio, a la
rutina, a desear recibir constantemente en lugar de darse a uno mismo y a
los demás, generan estados de bloqueo e inactividad. Para ver las señales
hemos de hallarnos en camino.
3.- Fluir es confianza, certeza en las propias posibilidades y en las de la
corriente creativa del universo. Fluir significa trabajar por ese estado
positivo interior que nos mantiene protegidos y dispuestos a abrirnos a
nuevas experiencias y milagros. Mientras nuestro discurso interno (y
externo) sea “creo”, “puedo”, “confío”, “busco y encuentro”, “resuelvo”,
“disfruto”, “es posible” “si y además” y “me gusta”, todo irá bien sin
ninguna duda.
Habitualmente los miedos, dudas y la falta de información de lo que
realmente somos capaces y de nuestra verdadera misión en la vida nos
bloquean y retrasan en el camino. Nos hacen mirar al pasado con
resentimiento y al futuro con cierto recelo. Aparecen los que yo llamo los
“isidoros” (¿y si me pasa esto o y si me equivoco?), los “esques” (es que no
sé, ya lo intenté pero...), los “siperos” y “noperos”, los “nopuedos”, los
“estoesimposible”, y los “esdifícil”, “estoesloquehay”, “nohayotraopció n” y
demás programación negativa. Si eso hay en la mente, eso es lo que se
materializará .
4.- Fluir no sabe de retenciones y por lo tanto tampoco del uso de la
fuerza, no es tanto vencernos sino convencernos, motivarnos y dirigirnos
hacia lo que deseamos ver convertido en realidad. La reina de la fluidez, el
agua, nunca se esfuerza demasiado en nada, busca siempre la salida hacia el
mar.
Es muy común perdernos en luchar contra lo que queremos ver desparecer, lo
que lo hace mucho más grande. Transformar el muro en escalera para lograr
ver el otro lado suele ser mejor solución que darnos de cabezazos contra él.
5.- Fluir es seguir fielmente la voz de la intuición y comprometernos con
ella; trabajarla hasta que sepamos distinguirla perfectamente de otras
voces. ¿y como saber lo que es intuición de la voz del Ego?. Igual que el
amor es el polo opuesto del temor, la intuición que viene de nuestro Ser
interno es el polo opuesto de la voz del ego que nos habla. Son lo mismo,
sólo que un polo es guiado por el amor y el otro por el temor.
La intuición soluciona siempre para el mejor bien de todos, habla bajito,
viene en el momento oportuno y en sus ideas hay certeza y tranquilidad,
nunca ataca a nadie, y se mantiene en el presente. Es el amor dentro de
nosotros el que habla, lo que significa que se presenta en momentos de
intensa conexión interna, cuando nos sentimos entregados a la vida. Sus
soluciones son perfectas para ese momento. Suele ir seguida de un racional
“que tonterías se me ocurren” y la dejamos pasar.
El ego habla alto y es repetitivo hasta la saciedad. Tiene miedo y se
defiende, sus ideas suelen ser del tipo ataque o huida, repasa sin cesar el
pasado y va creando expectativas de futuro. Es el que tiene miedo el que se
comunica, y por tanto sus soluciones nunca son definitivas y las situaciones
se repiten de nuevo. Curiosamente estamos más prestos a creer en éste otro
por ser lo conocido, lo que nos lleva a perder la oportunidad de
experimentar la magia de vivir en la incertidumbre. Aprendiendo a amarle,
educándole en la confianza y uniéndonos a él comienza la transformació n
interna. La guerra debilita, ¡la unión hace la fuerza!
Para terminar me gustaría citar a Deepak Chopra:
“La incertidumbre de las cosas no despierta miedo en quien está en la
conciencia de la unidad, pues está seguro de si mismo. La voz de la verdad
interior dice: << abrazo a lo desconocido porque me permite ver nuevos
aspectos de mi mismo>>”....
Beatriz F. del Castillo
Autora de "La clave está en tus sueños", Ed. Edaf. 2006
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Las Siete Leyes de la Sincronicidad
Eduardo Zancolli
La sincronicidad aparenta ser la fuerza de la naturaleza que responde a la atracción del alma, cuando ha aumentado su energía, para ayudarnos a conectar los dos mundos: el mundo de la materia y el mundo del espíritu.
Dentro de esa fuerza de atracción podríamos describir las siete leyes heurísticas de la sincronicidad para hablar de su aparente funcionamiento.
Primera Ley: La Causa
La sincronicidad es causada por la activación de la gravedad individual del alma, consciente o inconscientemente. Esta gravedad se activa cuando existe un dilema trascendental para la evolución del individuo que no puede ser contestado por los conocimientos disponibles, por su lógica racional. Se han descrito distintas partículas subatómicas para referirse a diferentes fuerzas y funciones. Por ejemplo, el gravitón es descrito como el que actúa en la Ley de la Gravedad. Si tuviese que describir una partícula que nace de la fuerza generada por la activación del alma, la denominaría almatrón. Esta activación del alma, con su gran emanación de almatrones, genera una gran cantidad de energía que dará lugar a la formación de una sincronicidad (tal vez a través de estos almatrones mensajeros, al igual que el ARN, mensajero del ADN en el reino de la genética).
Segunda Ley: La Condición
La manifestación de una condición coincidencia con significado, como respuesta a una dilema profundo del alma, no tendría sentido si no estuviéramos suficientemente despiertos> para darnos cuenta de su existencia. El estado mas adecuado para poder identificarla es el de alerta-intuitivo. Encontrarnos que ese estado facilita la percepción de las señales que se presentarán para mostrarnos un nuevo camino. Es importante dejarse llevar por estas pistas y no ponerles trabas. Debemos dejarnos llevar por el
Tercera Ley: La
Habiendo activado la energía del alma y colocados en un estado de alerta-intuitiva sin estar esperando un resultado, algo, desde un plano superior a nuestra comprensión, comienza a organizar el evento que se materializará , casi mágicamente, dentro del
Cuarta Ley: La Manifestación
Activada la energía del alma, aumentada la gravedad personal, con una actitud alerta-intuitiva y organizado ya el evento por la
Quinta Ley: El Significado
La sincronicidad contiene la
Sexta Ley: Los Efectos Sobre el Alma y su Destino
Se podría decir que, a través de la sincronicidad, la
Séptima Ley: El Propósito de la Fuerza
Si la
Conclusión
Resumiendo, la sincronicidad parecer ser la manera en que el
Extracto del libro “Los Misterios de las Coincidencias” de Eduardo Zancolli
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