lunes, 21 de noviembre de 2016

El Dios de Baruch Spinoza


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El Dios de Baruch Spinoza.

Por: Víctor Salazar Soto.

Deja de rezar y disfruta de la vida, trabaja, canta, diviértete con todo lo que he hecho para ti “Si no vives para servir, no sirves para vivir”

Baruch Spinoza nació en Ámsterdam el 24 de noviembre de 1632. Fue un filósofo holandés, de origen sefardí portugués, descendiente de judíos murió el 21 de febrero de 1677 cuando contaba 44 años
Sus Obras fueron, Tratado acerca de Dios, el hombre y su felicidad, Tratado teológico político, Tratado sobre la reforma del entendimiento y Ética demostrada según el orden geométrico
Tubo como inspiración la Influencias: Aristóteles, Bacon, Platón, Estoicismo, Zenón de Citio,
Hobbes, Descartes, Aristón de Quíos, Avicena, Maimónides, Nicolás de Cusa,
Sus grandes ideales fueron la Libertad intelectual, Libertad de culto, Separación de la Iglesia del Estado, el Panteísmo, Deísmo y Monismo.
Considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII con Gottfried Leibniz. René Descartes
Su ideología panteísta le ocasionaría a Spinoza serios problemas, entre ellos, el haber sido excomulgado de la comunidad judía en 1566
La influencia del pensamiento de Spinoza sobre un ser superior en Albert Einstein y la tesis de un determinismo sin restricciones y la creencia en la existencia de una inteligencia superior que se revela en la armonía y la belleza de la naturaleza.

Baruch de Spinoza

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En cuanto a su fe religiosa de Albert Einstein respondió:

Creo en el Dios de Spinoza, que nos revela una armonía de todos los seres vivos. No creo en un Dios que se ocupe del destino y las acciones de los seres humanos.

Me parece que la idea de un Dios personal es un concepto antropológico que no puedo tomar en serio. Tampoco puedo imaginarme alguna voluntad o metáfora de la esfera humana. Mis opiniones son cercanas a las de Spinoza: admiración por la belleza y creencia en la simplicidad lógica del orden y la armonía del universo, que sólo podemos aprender con humildad y de manera imperfecta. Creo que tenemos que contentarnos con nuestro imperfecto conocimiento y comprensión y tratar los valores y las obligaciones morales como problemas puramente humanos, los más importantes de todos los problemas humanos.

No soy ateo, y no creo que pueda llamarme panteísta. Estamos en la posición de un niño que entra en una biblioteca llena con libros en muchos lenguajes diferentes. El niño sabe que en esos libros debe haber algo escrito, pero no sabe qué. Sospecha levemente que hay un orden misterioso en el ordenamiento de esos libros, pero no sabe cuál es. Me parece que esa debería ser la actitud de incluso los seres humanos más inteligentes hacia Dios. Vemos el universo maravillosamente ordenado y obedecemos ciertas leyes, pero sólo entendemos levemente estas leyes. Nuestras mentes limitadas captan la misteriosa fuerza que mueve las constelaciones. Estoy fascinado por el panteísmo de Spinoza, pero admiro más la contribución de él al pensamiento moderno, porque fue el primer filósofo que pensó en el alma y el cuerpo como una sola cosa y no como dos cosas separadas.

La palabra Dios para mí es sólo la expresión y el producto de la debilidad humana. La Biblia una honorable pero primitiva serie de leyendas que de todas formas resultan infantiles. Ninguna otra interpretación por sutil que sea podría cambiar mi punto de vista. Para mí la religión judía, como todas las demás, es la manifestación de una superstición infantil. Y el pueblo judío, al que alegremente pertenezco, no tiene una cualidad diferente a la del resto de los pueblos. Según mi experiencia, no somos mejores que otros grupos humanos, aunque nuestra falta de poder nos vacuna contra ciertos cánceres. No creo que en el pueblo judío haya nada de «elegido». En general me resulta doloroso que usted reclame una posición privilegiada y la defienda con dos muros de orgullo, uno interno como hombre y uno externo como judío. Como hombre reclama, por así decirlo, librarse de unas heridas que de otra forma aceptaría como judío monoteísta. Pero una herida temporal acaba no siendo ya una herida, como nuestro maravilloso Spinoza apuntó inteligentemente. Y las interpretaciones animistas de las religiones de la naturaleza son, en principio, no hubieran sido anuladas por la monopolización. Con dichas paredes sólo podemos alcanzar un cierta auto-engaño, pero nuestros esfuerzos morales no son promovidas por ellos. Al contrario.

El antiguo Jehová está todavía de viaje. Mata al inocente junto con el culpable, de manera tan salvajemente ciega, que no pueden ni sentir su propia culpa. Nos encontramos en una epidemia de tristeza, que luego de haber causado infinitos sufrimientos, un día desaparecerá y se transformará en uno monstruoso e incomprensible motivo de estupor para las generaciones venideras Albert Einstein.





Cómo acercarse a Dios

Este es el Dios  de Spinoza.

     Dios hubiera dicho:

” Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.

¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.

Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.

El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito… ¡No me encontrarás en ningún libro!

Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?

Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice… yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase de dios puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para tí. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.
Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.
No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.
Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di.
Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?… ¿Te divertiste?… ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Que aprendiste?…
Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.

Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?
Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?… ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?
No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro… ahí estoy, latiendo en ti.

Baruch Spinoza.
Debe haber sido muy lúcido y muy arriesgado para escribir semejantes razones en la época que vivió…Si pensáramos así, habría más felicidad en el mundo, menos fanatismo, menos guerras, más amor, más comprensión.
Fue hasta principios del siglo XX en que grandes filósofos alemanes como Hegel, Goethe y Schelling reivindicaron su trabajo y lo consideraron padre del pensamiento moderno.
Si no vives para servir, no sirves para vivir.
Así sea.

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