domingo, 20 de marzo de 2016
EL MITO DE INKARRI
EL MITO DE INKARRI
Por Alcides Manrique Álvarez
Era el año de 1572, la plaza del Cusco se encontraba atestada de personas entre indígenas y españoles. El virrey Francisco de Toledo los había convocado para que presencien la ejecución del último Inca de Vilcabamba Felipe Túpac Amaru. El pueblo al ver a su Inca, con una soga al cuello y las manos atadas siendo escoltado por quinientos lanceros cañaris, pidió su libertad a gritos. Ante este bullicio, el Inca hizo una señal para que guarden silencio. En el tabladillo se encontraba el verdugo cañari que procedió a prepararlo para la decapitación.
Túpac Amaru I fue decapitado por orden del virrey Toledo en la plaza del Cusco en 1572.
El Virrey Francisco de Toledo estaba dispuesto a organizar el Virreinato del Perú, y para lograrlo consideraba que debía estar pacificado; es decir, no debía existir ninguna clase de oposición. Túpac Amaru hasta el final se mantuvo orgulloso e inclusive comunicó que no conversaría con el virrey Toledo por ser un mayordomo de otro Inca, haciendo alusión al Rey de España. El Virrey dio la orden al verdugo cañari y este lo decapitó.
El pueblo al presenciar la muerte de su Inca vio desmoronarse la esperanza de la restauración del Tahuantinsuyo; porque su muerte significó el final de la resistencia de los Incas de Vicabamba. Sin embargo, ante la imposibilidad de cambiar los hechos, surgió en el pueblo andino otra resistencia; esta vez ideológica, con el mito del Inkarri que es la esperanza mesiánica del regreso del Inca. Este mito señala que la cabeza decapitada del Inca generaría un nuevo cuerpo, el cual tomando vida instauraría un nuevo orden o cosmos.
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