viernes, 21 de mayo de 2010
JESUS Y LA SANTA ALIANZA
JESUS Y LA SANTA ALIANZA
“Dice el rey sabio, en el versículo I del capítulo IV de Eclesiastés: “Y tornéme yo, y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y vi las lágrimas de los oprimidos, y sin tener quien los consuele; y vi la fuerza en la mano de sus opresores, y que para ellos no había consolador”.
"Por esto amigos míos ha nacido la Santa Alianza en la tierra que vieron nuestros padres, y donde están sus sepulturas. Por esto ha florecido en el jardín de Jehová, el blanco rosal de la Santa Alianza, beso de amor para todos los que padecen angustias de muerte en sus hogares sin lumbre y sin pan; abrazo de fraternidad y compañerismo, para los que sienten el azote feroz de la humillación y del oprobio, en la amada tierra que los vio nacer; encuentro de almas en la misma senda, que todos vamos recorriendo en cumplimiento de la gran ley de la vida; lámpara encendida en las tinieblas, de los que buscan a tientas una mano en qué apoyarse, y un pecho amigo en qué descansar la frente fatigada…
"El Rey-Sabio, vio todo el dolor de los humildes oprimidos, y desahogó su alma en amargas quejas diciendo, que, “todo es vanidad y aflicción de espíritu, debajo del Sol”. La Santa Alianza ha dado un paso más, y busca la unificación, que es fuerza defensiva para todos los que sufren la opresión y la injusticia. Busca el acercamiento de todos los corazones animados de un mismo sentir, de una misma fe, de un mismo ideal: la santa libertad de los hijos de Dios, bajo la suave tutela de su Ley soberana. La única ley que iguala a todos los hombres, al grande como al pequeño, al fuerte como al débil, al rico como al desposeído, puesto que a todos les dice: ama a tu prójimo como a ti mismo, no hagas a otro lo que no quieras para ti, honra a tu padre y a tu madre; no quites la vida, ni la honra, ni los bienes a tus semejantes; no manches tus labios con juramentos falsos, ni tu corazón con impúdica lascivia.
"Esta es, amigos míos, la Santa Alianza de que todos formamos parte, en la cual ensayaremos nuestra capacidad de amarnos los unos a los otros, en tal forma y de tan perfecta manera, que el dolor de uno sea el dolor de todos, y la alegría del más pequeño sea compartida, vivida y sentida, por todos sus hermanos.
"No es un levantamiento armado, para tirar por tierra poderes constituidos por la fuerza bruta, y levantar otros constituidos en igual forma. Es un levantamiento espiritual, para engrandecernos hasta hacernos dignos del nombre que nos hemos dado, de pueblo elegido, pueblo de Dios, pueblo de justos, de profetas de la Verdad y de la Justicia. Hasta hoy no hemos merecido esos nombres, porque toda nuestra historia, desde la muerte de Moisés hasta hoy, es una historia de ignorancia, de ignominia y crimen, de engaños y de falsedades, de odiosa profanación contra sagradas instituciones, con fines de lucro y de dominio.
"Hombres justos y austeros hubo, que levantaron su voz inspirados por Dios para encaminar los pueblos a sus sagrados deberes; pero esos hombres llamados profetas, fueron perseguidos y muertos, para que desde el fondo de sus sepulturas no se escucharan sus voces que gritaban más alto que las conciencias dormidas de los hombres: "pecáis contra Dios, pecáis contra vuestros semejante, pecáis contra la Verdad, contra la Justicia y contra el Amor, y sobre vosotros mismos caerán las consecuencias de tan desastrosos desmanes, en contra de la Eterna Ley".
"Cuando nuestros caminos se hayan enderezado en la eterna marcha de la vida; cuando nuestro labios se hayan purificado como los del profeta Isaías, al contacto de un fuego divino, y no destilen el engaño y la mentira; cuando nuestras manos estén limpias, como el pan de flor de harina que adorna nuestra mesa, cuando nuestros ojos no se deleiten en los placeres lúbricos, y sólo busquen gozarse en las obras de Dios para alabarle eternamente, entonces amigos míos, caerán sin esfuerzo los tiranos, los déspotas, se romperán las cadenas de todas las esclavitudes, se abrirán las puertas de todos los calabozos, las armas se oxidarán en las cuevas de las fortalezas, los gritos de guerra se transformarán en canciones de cuna, en barcarolas de pescadores, en cadencias de doncellas sentadas al telar, en cantares de labriegos segando sus trigales dorados, y endechas de pastores abrevando sus ganados!…
"Tal es el sueño que agitó sus alas en mi mente, al forjar en ella el ideal de la Santa Alianza que os congrega en torno mío, como una inmensa cosecha de flores y de frutos en torno al labrador que las cultivó!.
"Y si cada uno de vosotros realiza en sí mismo, mi sueño creador de la Santa Alianza, no seréis vosotros deudores míos por la iniciativa de esta obra de bien y de dicha para todos, sino que seré yo vuestro deudor, pues que habré recogido de vosotros la más pura e inmensa felicidad que puede gozar un alma humana encarnada en esta tierra!.
Una inmensa onda de amor divino se extendió por el vasto recinto, con tal fuerza y potencialidad, que todos vieron a través de ella como transfigurado, al joven Maestro que decía para terminar:
-Pido al Señor de los cielos y de la tierra, ser para todos vosotros, el ángel que purificó al profeta Isaías, para que no seáis más los hombres de ayer, sino los hombres del mañana glorioso de mi sueño, convertido en realidad.
Los amigos íntimos, los ancianos, después todos, como impulsados por una extraña fuerza, se precipitaron sobre Jhasua y lo levantaron en alto cantando:
-¡Hossanna al Profeta de Jehová, al que viene en nombre del Señor! ¡al salvador del oprimido pueblo de Israel!.
-El hombre de bien se salva a sí mismo -contestó Jhasua tendiendo sus manos hacia todas las manos que buscaban estrecharlas.
JRLA
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ROGER
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