martes, 14 de agosto de 2012


El jíbaro interior

 

La depresión aguda y el estrés pueden reducir el tamaño del cerebro, debido a una pérdida de sinapsis. Esta disminución de volumen cerebral redundaría negativamente en la capacidad emocional y cognitiva.
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El cerebro no es un objeto rígido, más allá de que lo sean o no las ideas en él albergados. Por el contrario, su carácter es plástico y dinámico, por lo que varía de extensión y volumen a lo largo de la vida.
Según se ha comprobado recientemente, patologías como una depresión mayor o el estrés crónico pueden disminuir la masa cerebral, lo que provoca las antes mencionadas consecuencias negativas.
Ahora, un equipo de investigadores, liderado por científicos de la Universidad de Yale, descubrió un interruptor genético que desencadena la pérdida de conexiones cerebrales en seres humanos y la depresión en modelos animales, según consigna Europa Press
Dicha investigación muestra que el interruptor genético, conocido como un factor de transcripción, reprime la expresión de varios genes necesarios para la formación de conexiones sinápticas entre las células cerebrales, lo que a su vez podría contribuir a la pérdida de masa cerebral en la corteza prefrontal.
"Queríamos poner a prueba la idea de que el estrés provoca una pérdida de sinapsis en el cerebro humano", explica el autor principal, Ronald Duman, profesor de Psiquiatría, Neurobiología y Farmacología en Yale. "Hemos demostrado que los circuitos normalmente involucrados en la emoción, así como la cognición, se interrumpen cuando este factor de transcripción se activa", detalla.
El equipo de Duman analizó tejidos donados por pacientes deprimidos y no deprimidos, y buscó distintos patrones de activación de genes. El estudio reveló que los cerebros de los pacientes que habían estado deprimidos exhibían menores niveles de expresión de los genes requeridos para la función y estructura de las sinapsis cerebrales.
H.J. Kang, coautor del estudio, descubrió a s vez que al menos cinco de estos genes podrían estar regulados por un solo factor de transcripción, llamado GATA1. Cuando el factor de transcripción se hubo activado, los roedores mostraron síntomas depresivos, lo cual sugiere que GATA1 desempeña un papel, no sólo en la pérdida de las conexiones entre las neuronas, sino también en los síntomas de la depresión.
Duman cree que las variaciones genéticas en GATA1 podrán, algún día, ayudar a identificar a las personas en alto riesgo de depresión mayor, o la sensibilidad al estrés.
"Esperamos que, mediante la mejora de las conexiones sinápticas, ya sea con nuevos medicamentos, o con psicoterapia, podamos desarrollar terapias antidepresivas más eficaces", concluye.

Montevideo Portal

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