miércoles, 4 de noviembre de 2015

Ser hombre – Gurdjieff

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Ser hombre – Gurdjieff

Cada hombre llega al mundo como una hoja de papel en blanco; luego la gente y las
circunstancias a su alrededor empiezan a rivalizar entre sí para ensuciar esta hoja y cubrirla
con escritos. Entran aquí la educación, la formación de la moralidad, la información que
llamamos conocimiento: todos los sentimientos de deber, honor, conciencia, etc. Y todos
pretenden que los métodos adoptados para injertar al tronco estos retoños conocidos como la
“personalidad del hombre” son inmutables e infalibles. Gradualmente se ensucia la hoja y
mientras más se ensucia con el así llamado “conocimiento”, más listo se considera al hombre.
Cuanto más hay escrito en el espacio llamado “deber”, más honesto se dice que es el
poseedor; y así es con todo. Y la misma hoja sucia, al ver que la gente considera su suciedad
como un mérito, cree que es valiosa. Este es un ejemplo de lo que llamamos “hombre”, al cual
aun agregamos frecuentemente términos tales como talento y genio. Sin embargo, el humor de
nuestro “genio”, cuando se despierta en la mañana, se arruina para todo el día si no encuentra
sus pantuflas junto a la cama.
El hombre no es libre ni en sus manifestaciones ni en su vida. No puede ser lo que desea ser ni
lo que cree que es. No se asemeja al retrato de sí mismo y las palabras “hombre, el ápice de la
creación’ no son aplicables a él.
“Hombre”, éste es un término para enorgullecerse, pero tenemos que preguntarnos ¿qué clase
de hombre? No el hombre, por cierto, que se irrita por trivialidades, que presta atención a
pequeñeces y se enreda en todo lo que lo rodea. Para tener derecho a llamarse hombre, se
debe ser un hombre; y este “ser” se obtiene sólo a través del conocimiento de sí y del trabajo
sobre uno mismo en las direcciones que llegan a ser claras a través del conocimiento de sí.

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