Una científica realiza tareas de investigación en el CSIC.
El Alzheimer y los hongosUna científica realiza tareas de investigación en el CSIC.
Ignacio Romo
Asistí hace años a una conferencia de expertos en la enfermedad de Alzheimer. Se repetían una y otra vez los lugares comunes de este trágico problema neurodegenerativo, los ovillos de la proteína Tau, las placas de amiloide, el peso genético, la tremenda sobrecarga que padecen los cuidadores… En un momento dado, el doctor Rafael Blesa, uno de los grandes sabios de las demencias, se dirigió, con unas gotas de sorna catalana, a uno de los ponentes: “Has dicho que el Alzheimer tendrá cura dentro de cinco años… ¡pero llevas 20 años diciendo eso!”.
La realidad es que en las últimas décadas se estaba instalando una cierta sensación derrotista entre los científicos acerca del hallazgo de un tratamiento curativo para el Alzheimer. Esa gran sombra que arrastran los neurólogos, maestros en explicar en detalle todas las afecciones cerebrales pero no tan hábiles a la hora de resolverlas , parecía envolver de forma completa a las demencias. Los tratamientos disponibles en la actualidad son eficaces en retrasar el deterioro neuronal, pero no actúan sobre el origen del problema, no cambian el curso de la enfermedad, no la curan. Y la investigación de fármacos más eficaces parece algo encallada.
El origen de la enfermedad de Alzheimer, su etiología, por utilizar una palabra más médica, carece de una respuesta clara de momento. La llamada ‘teoría del amiloide’ es la hipótesis más aceptada en la actualidad. Esta propuesta viene a explicar el Alzheimer por la acumulación de depósitos de una sustancia llamada ‘amiloide’ que se acumula fuera de las células pero que induce la formación de ovillos de una proteína dentro de las neuronas. Esta acumulación de ovillos conduciría finalmente a la muerte neuronal. Sin embargo, la hipótesis tiene un punto débil: son muchos los ancianos con una carga amiloide importante en su cerebro y una función cognitiva normal.
En los últimos meses algo parece estar cambiando en el mundo del Alzheimer. La ‘hipótesis infecciosa’ gana terreno a la ‘teoría del amiloide’ ¿Cuál es la relevancia de las nuevas investigaciones que proponen que esta demencia puede ser simplemente una infección que se contagia?
El equipo de investigadores de Luis Carrasco, de la Universidad Autónoma de Madrid, publicaba el pasado viernes una investigación en la que comparaba 11 cerebros de enfermos de Alzheimer ya fallecidos con los de individuos que no padecieron este tipo de demencia (controles). La conclusión fue demoledora. Una vez analizadas diferentes áreas cerebrales, como la región frontal, el cerebelo o incluso arterias y venas del cerebro, se vio que estas áreas estaban infectadas por hongos en todos los pacientes de Alzheimer y por el contrario, en ninguno de los individuos que hacían de controles. El artículo se ha publicado en la prestigiosa revista Nature Scientific Reports, con un alto factor de impacto.
Lo cierto es que si la enfermedad de Alzheimer es el resultado de una invasión de hongos en el sistema nervioso central estaríamos ante un giro de 180 grados en el conocimiento de su origen. Pero tampoco han faltado investigadores que interpretan los nuevos datos justo al revés: ¿y no será que los enfermos de Alzheimer, una vez desarrollada la patología, son más susceptibles de sufrir infecciones por hongos en sus cerebros?
Alberto Rábano, uno de los investigadores que han participado en este estudio, destaca que “todas las patologías neurodegenerativas incluyen un importante componente de neuroinflamación y los agentes infecciosos pueden o bien contribuir a esta inflamación o bien resultar de una pérdida de barreras naturales como consecuencia de la propia inflamación”. Causa o consecuencia, ése sería el debate que abre esta línea de investigación impulsada por el doctor Carrasco desde el Centro de Biología Molecular.
El neurólogo Guillermo García Ribas, del Hospital Ramón y Cajal de Madrid prefiere ser cauto: “De momento, estos trabajos se pueden considerar preliminares y no permiten extraer conclusiones prácticas que modifiquen el manejo ni el tratamiento que actualmente se aplica a los pacientes afectos de enfermedad de Alzheimer. Es muy importante seguir investigando en los mecanismos íntimos de esta enfermedad y por eso abrir nuevas líneas de posibilidades siempre es bienvenido. El método científico es lento. Cada trabajo debe comprobarse varias veces antes de poder afirmar que el Alzheimer tiene un sustrato infeccioso. Lo que sí es cierto es que esta demostración de que diversas especies de hongos se encuentran presentes en el tejido encefálico de pacientes fallecidos con Alzheimer reabre el debate sobre la causa última de esta enfermedad”.
El doctor José Luis Molinuevo, uno de los mayores investigadores europeos en Alzheimer otorga mucho valor a esta publicación de los científicos de la Autónoma: “Una de las potenciales hipótesis que esta publicación pone sobre la mesa podría ser que la infección fúngica actúa como un factor de riesgo que precipita el desencadenante de la cascada amiloidea, lo cual se vería favorecido en el contexto de ciertas mutaciones genéticas. Si bien en estos casos la presencia de la mutación podría ser condición suficiente y etiológica para desarrollar la enfermedad, en el caso de pacientes esporádicos podría ser necesaria la infección para que se desencadenaran los procesos fisiopatológicos asociados a la enfermedad de Alzheimer”. Molinuevo, neurólogo del Hospital Clínic de Barcelona, considera que “si el hallazgo se confirmara en otras poblaciones independientes e incluso en poblaciones de enfermos con etiología o factores de riesgo específicos, sin duda se abriría la posibilidad de nuevos planteamientos terapéuticos. No obstante, existen preguntas asociadas a este hallazgo que necesitaríamos resolver; la más inmediata, sería cómo conjugar este hallazgo con el hecho que personas que presentan mutaciones determinantes en ciertos genes desarrollan inexorablemente la enfermedad”.
En este aspecto, Alberto Rábano indica que “está claro que las mutaciones son causales de la enfermedad. Pero, si son la única causa, ¿por qué tarda décadas en desarrollarse la patología también en las neurodegenerativas genéticas? Aun en estos casos, no parece que haya una única causa, sino un sistema complejo de co-causas entre las cuales la edad y las enfermedades crónicas tienen un peso importante.
El doctor García Ribas apunta otra posible utilidad de estos descubrimientos: “Si resultara que estos hongos son en realidad una infección oportunista que se aprovecha de un tejido cerebral debilitado por una enfermedad degenerativa y colonizan sin añadir más daño al cerebro, en ese caso nos podrían servir de marcador indirecto de la existencia de esta enfermedad, si logramos detectarlos en vida del paciente”.
Genética, cascada amiloidea y hongos. Los investigadores siguen en pie de guerra contra la enfermedad de Alzheimer que, como suele afirmar el doctor Manolo Martínez-Lage, otro gran sabio de las demencias, “destruye tu inteligencia y te roba la memoria”.
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