La Responsabilidad y el Aspirante Espiritual
La responsabilidad, aquella
facultad que nos prepara para dar cuenta y razón, es uno de los mayores
requisitos que se le exige a cualquier persona que aspire al crecimiento
espiritual. El asumir responsabilidad va de la mano con la autosuficiencia, la
que se requiere como un objetivo a todos los estudiantes de las Enseñanzas de la
Sabiduría Occidental. Las responsabilidades que han de ser llevada, a cabo con
éxito por el aspirante espiritual no se circunscriben a las conveniencias de su
bienestar. Tienen, en vez, que ver con el bienestar de los demás. Van más allá
del deber que normalmente las personas adultas del Mundo Occidental se espera
asuman por el bienestar físico y mental de sus hijos y otros miembros de su
familia que dependen de ellos. La mayor responsabilidad que amerita el
estudiante de las Enseñanzas Rosacruces el diseminar dichas Enseñanzas, con el
ejemplo, a todos con los que se relaciona.
La responsabilidad del ejemplo es bien conocida
por los educadores de niños, quienes comprenden que el niño es influenciado más
por lo que ve que se hace, que por lo que se le dice haga. Este principio aplica
igualmente bien a los adultos quienes en su mayoría, son más escépticos que los
niños en lo relacionado a aquellos altos ideales que trascienden consideraciones
y valores materiales. Muchos son los adultos que se han desilusionado con los
principios de una u otra noble filosofía al ver que los que decían abrazarla,
actuaban contrario a ella. Esto también es verdad en cuanto a las Enseñanzas de
la Sabiduría Occidental. Es más, estas Enseñanzas representan tan altos ideales
que es principalmente por el ejemplo, en vez de por la admonición, que lograrán
mayor éxito desde un punto de vista práctico.
Antes de asumir responsabilidad hacia otros, es
primero esencial que estemos preparados y capacitados para asumir nuestra
responsabilidad hacia nosotros misterios, en otras palabras, volvernos lo más
autosuficientes posibles, tan pronto como sea posible. No podemos negar que la
mayoría de nosotros, en ocasiones, debemos bregar con serios problemas
personales que parece no podrían ser resueltos sin alguna clase de ayuda externa
en forma material o espiritual. Tampoco podemos negar que bajo algunas
circunstancias guía y consejo externo deben ser solicitados a fin de obtener
alivio. Es nuestra contención, sin embargo, que no es necesario poner todos los
problemas a los pies de los "profesionales" o "expertos" a fin de que sean
resueltos con éxito.
Es casi imposible lograr una auto- suficiencia
completa en nuestro presente estado de evolución, pero la mayoría podríamos
manejar con más éxito muchos más de nuestros propio problemas que lo que ahora
hacemos. Es humano desear "re- costarse" y el hábito de salir corriendo a buscar
ayuda de alguien cuando afrontamos una situación difícil, en vez de tratar de
resolverla por nuestro propio esfuerzo, es muy difícil de evitar.
FUENTES DE AYUDA
Hay disponibles varias fuentes de ayuda cuando
aceptamos responsabilidad en tratar de resolver nuestros propios problemas. Con
seguridad, se podría decir que la mayoría de la gente no ha hecho por utilizar
estas fuentes a su mayor grado. La primera fuente es, por supuesto, la oración.
Si nuestras plegarias son pensadas y expresadas sinceramente Gas peticiones
hechas formal
y ritualizadamente son una manera de orar y no siempre la más efectiva), la
contestación invariablemente contendrá la clave a la solución del problema
particular que nos ocupa. Debemos, sin embargo, estar preparados para aceptar la
repuesta como una expresión de "Su voluntad", y saber discernir cuál habrá de
ser la acción adecuada a tomarse. Muchos tienden a creer que sus plegarias no
son contestadas, cuando en realidad lo son, únicamente que no ha sido en la
forma en que se esperaba o se anticipaba. "Hágase Su voluntad" debe ser la base
de nuestras peticiones.
Otra fuente de ayuda es nuestra intuición;
aquella facultad del Espíritu de Vida siempre en contacto con la sabiduría
cósmica, que sabe qué es lo correcto hacer en toda situación. Esta envía sus
mensajes al corazón, el que a la vez los pasa al cerebro a través del nervio
vago; lo que resulta en á primeras impresiones" que son siempre buenas porque
provienen directamente de la fuente de la sabiduría cósmica y el amor en el
Mundo del Espíritu de Vida. Mientras mejor aprendamos a prestar atención a estas
impresiones cuando se presentan, y no hacer caso a la tentación de mal e
interpretarlas añadiéndoles aquellas deliberaciones egoístas contribuidas por el
intelecto que tan rápidamente surgen a la superficie, más potente ayuda en el
asumir responsabilidad la intuición será.
El conocimiento, otra de las fuentes de ayuda
en la asunción de responsabilidad, es en sí mismo una responsabilidad. El
conocimiento de por sí no es ni bueno ni malo. Sin embargo, poseída de
conocimiento, una persona puede convertirse en una fuerza impelente para el
bien, o en la personificación del mal. Entonces es obvio que mientras mayor
nuestro conocimiento, mayor nuestra responsabilidad en el uso que le demos.
El más alto conocimiento a que debemos aspirar
es al conocimiento de cómo usar el poder espiritual. Como ya sabemos, los
Adeptos están tan llenos de este conocimiento que pueden hacer lo que parecen
ser "milagros", aunque lo que en realidad hacen es trabajar con las fuerzas de
la Naturaleza en formas todavía desconocidas por la mayoría de la humanidad.
Algunos dirán: "Todavía me falta mucho para ser un Adepto así es que no tengo
que preocuparme aun por la responsabilidad de ejercitar el poder espiritual."
Esto, sin embargo, no es verdad, Todos tenemos mucho mayor poder espiritual a
nuestra disposición de lo que generalmente se cree.
RESPONSABILIDAD POR NUESTROS
PENSAMIENTOS
Los pensamientos son una inmensa fuente de
poder espiritual y el que estos sean puestos a la causa del bien o del mal, o el
que sean inefectivos, depende por completo en el que los piensa. Pensamientos de
ayuda, curación, compasión, ternura. simpatía, comprensión, optimismo, alegría,
y sobre todo, pensamientos que se concentran en que la Luz envuelva a alguna
persona, tienen un efecto dinámico. También rebotan a nosotros y contribuyen
marcadamente a nuestro propio crecimiento anímico. Pensamientos de rencor y
sentimientos de odio, ira, celos y temor sólo tienen efectos detrimentales en el
objeto al que van dirigidos, e invariablemente rebotan y hacen daño a la persona
que los originó. Una de las maneras más efectivas en que podemos asumir la
responsabilidad de rendir un necesitado servicio a alguien, es concentrándonos
en enviarle nuestros más altos sentimientos. Si los pensamientos de toda la
humanidad fuesen de pronto canaliza- dos en dirección alta espiritual, la fuerza
tan tremenda hacia el bien así liberada sería increíble. Así es que nuestra
responsabilidad con respecto a nuestros pensamientos con relación a nosotros y a
los demás, es muy grande y crece en proporción según nos ponemos más sensitivos
espiritualmente.
CAUSA Y EFECTO
No podemos evadir nuestras responsabilidades y
mientras más las evadamos, más difícil se nos harán. Bajo la Ley de Causa y
Efecto cada uno es responsable por las consecuencias de cada pensamiento que
pensamos, de cada palabra que decimos, y de cada acto nuestro. A veces estas
consecuencias asumen increíblemente vastas proporciones. Un acto aparentemente
insignificante que parece envolver a sólo otra persona, puede tener
ramificaciones que afecten a docenas y aún cientos más. De alguna manera
entonces tendremos que pagar las consecuencias en la presente o próxima vida.
Como todavía evolucionantes y aún muy
imperfectos seres, estamos expuestos a cometer algunos errores, no importa con
cuanto cuidado tratemos de cumplir con todas nuestras responsabilidades. Un
error cometido honradamente, con sincera intención de ser constructivo, tendrá
por supuesto, que ser corregido. El contexto de dicha enmienda seguramente no
había de ser tan severa como sería el karma que acumularíamos al evadir cumplir
con nuestras responsabilidades o al hacer deliberadamente aquello que sabemos
está mal hecho por satisfacer nuestros anhelos de engrandecimiento personal.
En el entusiasmo de cumplir con nuestras
responsabilidades, debemos obrar de modo que no obstruyamos el progreso de
aquellas personas a quienes tratamos de ayudar. Nuestra responsabilidad hacia
otros no incluye el estimularles a que se recuesten sobre uno. Por el contrario,
una de nuestras más grandes responsabilidades es el estimular a los demás a que
aprendan a ayudarse a ellos mismos. En muchos casos, sin embargo, ayuda
material, médica, educativa o de otra clase debe ser primero dada a ciertas
personas
que de momento no pueden valerse antes de que
puedan ayudarse ellas mismas. Una vez esto se ha hecho, llegará el momento en
que deberán dar sus primeros pasos solas. Eventualmente ellas también deberán
aprender a valerse por si mismas y mientras más les ayudemos a hacerlo, de mayor
valor habrá sido nuestra ayuda y más admirable- mente habremos llenado nuestra
responsabilidad hacia ellas.
El ejercicio y cumplimiento de la
responsabilidad, entonces, son imperativos para los aspirantes espirituales,
Estamos continuamente impuestos a las responsabilidades, desde el llevar a cabo
los ejercicios matutino y vespertino, hasta el rendir ayuda material o física a
alguien que la pueda necesitar, e inclusive todos los pensamientos y actos
entremedios. En cierto sentido, nunca estamos libres de responsabilidades ya que
nos incumbe como aspirantes ver que nuestro "tiempo de asueto" sea
constructivamente, no obstante, descansada- mente utilizado. Para afrontar
nuestras responsabilidades adecuadamente, debemos hacer el uso más efectivo
posible de nuestro conocimiento práctico y espiritual y de nuestro poder
espiritual.
CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS POR MAX
HEINDEL
Este libro contiene una completa delineación de
las enseñanzas de la Sabiduría Occidental, hasta donde es posible hacer público
en el dia, La Orden Rosacruz de vez en cuando esparce sus enseñanzas ocultas
para el público en forma tal, que su descripción se conforma al desarrollo
intelectual de la época. Esta es la última de sus comunicaciones.
Max Heindel, su autor, fue el agente acreditado
de la Orden Rosacruz y comisionado para dar el contenido de este libro al mundo.
Esta obra contiene una completa exposición de los factores que integran la
creación del universo y del hombre, y todas sus afirmaciones están en armonía
con las investigaciones científicas.
La parte primera describe los mundos visibles e
invisibles, el hombre y el método de la evolución, el renacimiento y la ley de
Causa y Efecto.
En la parte segunda se condensa el esquema de
la evolución en general y la evolución de nuestro sistema solar y de la Tierra
en particular.
Por último, la parte tercera trata de Cristo y
la misión que llevó a cabo, el desarrollo futuro del hombre y la iniciación, el
ejercita- miento esotérico, y se prescribe un método seguro para adquirir el
conocimiento oculto directo.
Aquellas personas interesadas en tener una
relación más directa y estrecha con estas enseñanzas, pueden escribir a la
Fraternidad Rosacruz, Sede Central, solicitando más información a la dirección
que aparece en la primera página de este folleto.
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