miércoles, 15 de agosto de 2012

El Enviado

por. Ricardo Gonzales

Su vida marcó la historia. Y su mensaje desafió al tiempo. Jesús de Nazaret, fue sin duda, uno de los hombres más misteriosos de la historia. Desde sus asombrosos poderes, como cesar tormentas, caminar sobre el agua o devolverle la vida a los muertos, a la increíble sabiduría que ostentaba, aquel hombre de túnicas blancas no dejaba de sorprender. Muchos le amaron y siguieron. Pero otros vieron en él a un peligroso agitador que ponía en jaque doctrinas que se insinuaban más humanas que divinas.Por ello Jesús terminó en la cruz.


Pero, más allá de la historia oficial que se desprende de los evangelios, quién fue realmente Jesús. Por qué vino. En qué consistió su misión.
En este breve artículo, compartiré una síntesis de los enigmas que encierra el hombre más amado de todos los tiempos.


Un nacimiento predestinado
Todo así lo señala. Desde antes de su nacimiento, encontramos una serie de hechos extraños que hablan de una programación. De un plan orquestado por fuerzas superiores para que aquel niño viniese al mundo.
Prueba de ello es la elección de María como madre de Jesús. De acuerdo a los textos apócrifos, que no son aceptados oficialmente por la Iglesia Católica, sus padres, Joaquín y Ana, eran estériles. Sin embargo concibieron a la niña que más tarde quedaría también embarazada bajo circunstancias misteriosas para dar luz a Jesús. Desde luego, María —o “Miriam”, en hebreo—, era un ser especial. De acuerdo a diversos estudiosos, desde muy joven tuvo una gran religiosidad y vida mística. Alrededor de los 14 años habría tenido a Jesús, y lejos del concepto de aquella mujer blanca de cabellos rubios y ojos azules, realmente habría sido una mujer del tipo palestino, con cabello negro y tez bronceada.
Y como decía, el nacimiento de Jesús se mostraba planeado hasta el más mínimo detalle. Por ello la aparición de aquel “visitante de luz” a María, identificado como el Arcángel Gabriel, quien le anuncia que está embarazada y hasta le sugiere el nombre del niño: Jesús. Un nombre que, como todos sabemos, significa “salvador” o “el que salva”. Es decir, desde antes del nacimiento, la misión de Jesús ya había sido establecida.
Y su nacimiento, como era de esperarse, ocurrió también bajo condiciones extrañas.
Muchos estudiosos coinciden en que este habría ocurrido en una gruta camino a Belén y no en un pesebre a campo abierto, una idea posterior que se acuñó a la fe cristiana. Y aunque los evangelios canónicos no ofrecen mayor detalle del nacimiento, los evangelios apócrifos sí aportan algunas escenas de tan importante momento. Quizá, la más resaltante es la descripción de una nube luminosa que se posa sobre la caverna donde se hallaba María. Y la sorpresa de José al ver cómo el tiempo se detenía, al punto de contemplar a las aves en pleno vuelo “estacionadas” en el cielo, como si “algo” o “alguien” hubiesen paralizado aquel momento.
Aquellas nubes luminosas, o carros de fuego, se mencionan más de una vez en la Biblia que todos conocemos. Sin duda, hay más de una interpretación. Pero no pocos estudiosos asocian estas apariciones con los vehículos de los ángeles. ¿Eran ellos quienes asistían desde aquella extraña nube el nacimiento de Jesús?


Los Carros de Fuego
Es imperante hacer un aparte: ¿Lo ángeles de Dios necesitan de vehículos para llegar a la Tierra? ¿Quiénes eran realmente aquellos visitantes? ¿Por qué estaban tan atentos al nacimiento de Jesús?
Desde la nube que acompañó a Moisés en la liberación del pueblo hebreo, al arrebato de Elías por una carroza de fuego, a la visión de Ezequiel e, inclusive, la mismísima estrella de Belén, que se mueve y se detiene en el cielo, la Biblia aporta diversas referencias a estos vehículos celestes. Como es natural de esperarse, cualquier alusión a ovnis en la Biblia, enoja a algunos estudiosos bíblicos. Y he dicho bien, algunos, no todos. Por ejemplo, Monseñor Corrado Balducci, miembro de la Curia Vaticana, y amigo personal del difunto Papa Juan Pablo II, aseguró que a los católicos no debería repugnar la idea de que los ángeles en carros de fuego que se mencionan en la Biblia, podrían ser civilizaciones extraterrestres que nos visitaron en el pasado. Hoy en día, sus declaraciones no constituyen ningún secreto.
Por ejemplo, un caso típico de un posible avistamiento ovni en la Biblia lo encontramos en la “visión” del profeta Ezequiel.
Sentado junto al río Kebar, en Babilonia, Ezequiel vio a lo lejos un “torbellino” aproximándose; aquel fenómeno misterioso, de pronto, se convirtió en una nube de fuego que luego aterrizó con gran estruendo. El personaje bíblico se encontraba frente a un vehículo deslumbrante que le parecía estar compuesto de ruedas, alas y criaturas vivientes. También llevaba un trono, sobre el cual iba sentada una “silueta de forma humana”. Para Josef F. Blumrich, ingeniero técnico de la NASA, hablar de un ovni frente al profeta era una tontería. Y se aprestó a demostrarlo. Sin embargo, su estudio de la visión reveló que, efectivamente, el profeta había descrito, con términos de la época, un concreto objeto físico, que guardaba coherencia en su estructura. Casos como ese los he mencionado en otro artículo de este sitio web "Ángeles o extraterrestres". ¿Seres de otros mundos asistieron la misión de Jésus?
Es difícil rastrear todo cuanto ocurrió en la vida de Jesús. La Biblia afirma que se llenarían libros enteros con el legado de aquel hombre que hasta el día de hoy aviva todo tipo de discusiones. Y no es para menos: ¿Qué pensar de aquellos carros de fuego o “estrellas luminosas” que, aparentemente, le acompañaron en su nacimiento? ¿Cuál fue el real propósito de su misión en la Tierra? ¿Por qué anunció un segundo retorno?


La familia de Jesús y los Esenios
El nacimiento de Jésus fue extraño. Nació, como dije, en una caverna. Así está descrito en los evangelios apócrifos. Y esa nube luminosa, tal vez un "carro de Fuego", podría haber participado de alguna forma del extraordinario evento. José vio que el tiempo se "detenía": todo a su alrededor se había inmovilizado, hasta las aves del cielo. Cuando volvió, sorprendido y apresurado a la cueva, María ya tenía en brazos a Jesús... Y la "nube" se marchó...
Luegod este incidente extraordinario, la familia sagrada abandonó sigilosamente Belén y la provincia, trasladándose a Alejandría, en Egipto. Allí se establecerían al lado de los esenios alejandrinos, conocidos como los terapeutas —de acuerdo a algunos estudiosos por sus dones de sanación— en donde permanecieron hasta que Jesús cumplió los cinco años de edad. Luego de ello se desplazaron de la región, para establecerse por espacio de un año en una tienda de beduinos al lado del monasterio de Qumrán, a orillas del Mar Muerto, recibiendo así la familia, y especialmente el Jesús, una educación y orientación especial basada en la búsqueda de la verdadera pureza, la perfección y la bondad.

La historia de los Esenios data de 200 años antes de Cristo. En ese entonces se les conocía como nazarenos, del árabe nasrani o “Guardianes de la Alianza”. Ellos formaban pequeñas comunidades asentadas a orillas del mar muerto y cerca de las grandes ciudades, como Tiberíades y Caná, en donde vivían observando fielmente los mandamientos de la Ley mediante votos de pureza, celibato y servicio a Dios.
Entre los años 175 y 150 antes de Cristo, los Esenios se establecieron en las ruinas de un fuerte construido por los reyes Ezequías y Josías. Hacia el 137 a.C. arribó un segundo grupo, los llamados “sacerdotes de Sadoc”, procedentes de Leontópolis, en donde se había establecido una colonia judía en el año 154, bajo la protección Onías III. Este grupo se consideraba sucesor en línea directa del sumo sacerdote Sadoc y se sabe que los manuscritos bíblicos que obraban en su poder sirvieron de patrón para los trabajos de los copistas de Qumrán. El fundador fue Moreh Sedeq, el “Maestro de la Justicia”, quien fue el restaurador de la Ley de Israel y fundador de la Comunidad de la Alianza, cuya misión era recuperar la esencia de la doctrina a través de una vida espiritual.
Posteriormente, José y su familia, se instalaron en forma definitiva en lo que conocemos como Nazareth, en donde existía una pequeña aldea de familias esenias que tenía talleres y atendían con sus servicios profesionales a otros pueblos y aldeas cercanas; entre esos talleres estaba el de carpintería y ebanistería de José. Allí Jesús trabajaba al lado de sus hermanastros, y desde ese lugar realizó algunos de sus viajes de preparación recordando con ellos iniciaciones pasadas.
Y aquí volvemos al misterio de los años perdidos de Jesús.
De acuerdo a esta información, desde los diecisiete años, él alternó temporadas de trabajo en la carpintería con esporádicas convivencias con los esenios, algunos viajes con caravanas —se piensa, acompañando a las denominadas tribus perdidas de Israel— a Mesopotamia, Persia, Agfanistán, Himalaya y la India. Durante ese tiempo tuvo repetidos contactos y encuentros cercanos físicos con Vigilantes y Guardianes extraterrestres, la Hermandad Blanca de los Retiros Interiores, maestros de diversas religiones y escuelas, pueblos exóticos y realidades crueles y duras, así como innumerables experiencias a niveles astrales y espirituales.
Todo ello, desde luego, era parte de una preparación .

La tentación de la oscuridad
Parte de esa preparación la vemos reflejada en sus cuarenta días de aislamiento en el desierto, durante los cuales ayunó y se preparó para lo que sería su misión pública. Algunos escritores ponen en duda que Jesús se haya retirado tanto tiempo en soledad. Otros sugieren que acudió con los Esenios. Pero lo cierto es que luego de ese espacio de tiempo volvió distinto, listo para iniciar su ministerio público.
La Biblia asegura que en ese episodio de soledad y meditación, Jesús es tentado por los demonios (por las fuerzas oscuras del planeta), que le dicen que si tiene hambre, por qué no convierte las piedras en panes. Sin embargo Jesús les contesta que “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra salida de la boca de Dios”, dándoles a entender que uno puede dejar de comer, pero no de respirar, porque la Palabra es el aliento, y el aliento es la respiración. Un sentido simbólico también para referirse al espíritu, que es lo que mueve y anima a la criatura humana.
Pero la tentación de las fuerzas oscuras del planeta continúa. Entonces lo llevan a la cornisa del templo y le dicen a Jesús que se arroje, ya que si va a empezar una misión tan peligrosa como la que tiene programada, es mejor que sepa desde ya, qué tan cerca realmente está Dios de su vida. Entonces Jesús les contesta, “escrito está, no tentarás al Señor, tu Dios”.
No necesariamente le está diciendo, “no me tientes a mí, yo soy tu Dios”, sino que no va a caer en el juego de tentar a Dios que le demuestre lo tan cerca que está de él.
No obstante la oscuridad no mengua en su afán de tentar a Jesús, y lo lleva a lo alto de una montaña y mostrándole todo lo que tiene debajo, afirmándole que todo eso le dará si se postra a él y lo adora. Y Jesús vuelve a contestarle diciendo, “escrito está que sólo ante Dios te postrarás y sólo a Él adorarás”.
Tampoco le estaría diciendo “adórame a mí”. Naturalmente esa era la respuesta de un ser como él que no iba a caer en el juego de la vanidad o de los egos, teniendo por ese entonces ya mucho más claro el rol al cual se había comprometido.

Este pasaje de la vida de Jesús encierra profundas claves simbólicas. Nadie está libre de la tentación. Nadie está exento de las pruebas. Sin embargo, cualidades como la humildad, la fe, la bondad, muchas veces consideradas “débiles” por el común de la gente, se transforman en herramientas poderosas para superar los momentos difíciles y continuar adelante por un camino lleno de luz. Ese fue el mensaje del ayuno en el desierto (simbólico o real), que alude a la soledad espiritual que fortalece, la reflexión y el encuentro con uno mismo. Jesús tenía que hacerse fuerte allí para lo que vendría más adelante.


La controversia: vencer a la muerte
Luego del desierto, Jesús sería bautizado por Juan el Bautista, esenio, en el río Jordán. A partir de allí "El Enviado" empieza una etapa importante de predicación. Su fama se extendió rápidamente por toda la región, reuniendo seguidores y conmoviendo conciencias, situación que produjo temor y celos en diversos miembros del sanedrín. Un temor que, como reza la historia, desencadenó la persecución y la ejecución de aquel hombre de túnicas blancas. Pero una historia que fue vencida, pues Jehua Ben Jusef, Jesús, habría resucitado en su propio cuerpo físico luego de haber pasado el más duro de los castigos de su época: los azotes con el temible flagelum romano y la Cruz en el Gólgota.
Pero no todos piensan que los hechos se dieron así.
En 1976, Andrea Faber-Kaiser, un gran escritor catalán del misterio, publicó un bestseller que puso en jaque la fe de más de un cristiano: “Jesús vivió y murió en Cachemira”. El libro, sumamente documentado y con un sinfín de detalles, expuso la posibilidad de que Jesús no muriera en la Cruz, sino que una vez curado de las heridas causadas por la crucifixión, emprendiera la huida hacia el Este, en busca de las tribus perdidas de Israel. Jesús, supuestamente, habría llegado así a Cachemira, en donde comenzaría una nueva vida y moriría —a edad muy avanzada— de muerte natural. Su tumba se venera hoy en Srinagar, capital de Cachemira.
Sin duda, el Código Da Vinci no fue el primer libro en cuestionar la tesis oficial sobre la vida de Jesús. Desde hace mucho se han venido publicando diversos libros e informes que cuestionan inclusive la resurrección del Maestro. Uno de los hechos claves de su vida y que es mencionado a todas luces en los evangelios. 

¿Jesús se casó, vivió y murió longevo en Cachemira? Personalmente, no comparto la teoría de que Jesús no murió en la Cruz. Y no lo digo por fe, desde luego. Sino por sentido común: un hombre no podría haber resistido el castigo de los látigos y, adicionalmente, el suplicio de la cruz. En aquella época se azotaba o se crucificaba a los condenados, pero nunca ambas penas. Y Jesús así lo vivió.
De acuerdo a diversos estudiosos, escenas como las de la controvertida película “La Pasión de Cristo”, de Mel Gibson, no escapan a lo que habría ocurrido en realidad.
Como fuere, Jesús vivió la pena del látigo, a manos de enfurecidos soldados romanos en la Fortaleza Antonia. Fue golpeado y escupido. Y finalmente crucificado. Era un viernes. Y a las tres de tarde Jesús ya se había expirado. Así lo constató el centurión Cayo Casius Longinos, al clavarle su hoy famosa lanza en uno de los costados.
Sin embargo, un hecho portentoso ocurrió el domingo. El sepulcro donde se hallaba el cuerpo del amado Maestro, se encontraba vacío. Jesús no estaba. Luego, él mismo se mostró ante sus discípulos, quienes no podían creer el milagro que estaban contemplando. Tomás, tuvo que tocar las heridas de la crucifixión para constatar conmovido que su Maestro había vencido a la muerte. Jesús, había resucitado.

Repasemos los acontecimientos.

Jesús no se hallaba solo en el Gólgota. Se había crucificado a otros dos hombres, ladrones, según los evangelios.
Para evitar que los cuerpos estuviesen aún colgados el día sábado, los romanos aceleraron la muerte de estos hombres rompiéndoles la piernas con un grueso madero, así morirían rápidamente de asfixia al perder el punto de apoyo en esas condiciones. Pretendieron hacer lo mismo con Jesús, pero el Maestro ya había muerto. Por ello Longinos clavó su lanza en su cuerpo, y según cuenta la Biblia de la herida abierta salió sangre y agua, probablemente por haber perforado la Pleura y haber llegado hasta el corazón.
José de Arimatea, un discípulo acaudalado de Jesús, llevó el cuerpo de su Maestro al famoso sepulcro, que era de su propiedad. Y según la tradición envolvió el cuerpo en una tela (Mt 27,59; Mc 15,46; Lc 23,53), un manto de lino de fino tejido y que supuestamente habría comprado a un mercader sirio. Una tela exquisita y que podía resistir el paso del tiempo.
La Biblia cuenta que cuando Pedro entró en el sepulcro y constató que Jesús ya no estaba, vio esta sábana envuelta a un lado (Io 20,7).
Si la historia de aquel manto es genuina, podríamos hallarnos ante una de las reliquias que estuvo en contacto directo con Jesús. Y lo más importante: podría aportar información sobre cómo fueron aquellos momentos perdidos de hace 2,000 años. ¿Es posible?


La Síndone
Continuando con el relato, luego que Jesús se marchara a los cielos —después de haber convivido un tiempo más con sus discípulos— estos tomarán la sábana, y la sacarán de Tierra Santa para esconderla. La tradición afirma que Pedro la llevó a Edessa, actual ciudad de Urfa, en Turquía. A partir de allí, el lienzo empezará una verdadera peregrinación, sobreviviendo a saqueos, incendios y demás incidentes.
Ya en Edessa, su primera locación, la sábana, se cuenta, habría curado al Rey Abgar, quien debido al milagro se hizo cristiano. Sin embargo, en el año 57, al subir al trono un rey pagano, se decidió esconder el manto al interior de una pared. Y allí estuvo por 400 años.
Sería reencontrada en el año 525. Pero, en el año 944, el ejército bizantino cercó Edessa, y se retiró sólo cuando le entregaron el Mandilión, nombre que se le daba al manto que envolvió a Cristo, pues siempre estaba doblado y sólo se mostraba la débil figura de un rostro humano. El rostro de Jesús, que había quedado impregnado en la sábana cuando ésta le cubrió totalmente en el sepulcro.
Los bizantinos llevaron la Sábana Santa de Edessa a Constantinopla, capital de su imperio. Y de hecho, existen muchas referencias, y muy confiables, de la presencia del lienzo fúnebre de Jesucristo en esa ciudad.
En 1204 los cruzados, que tenían como objetivo liberar de la invasión musulmana los Lugares Santos, fueron los culpables del saqueo de la cristiana Constantinopla. El cruzado Roberto de Cari escribió que en agosto del año 1203 “había visto el lienzo con la imagen del cuerpo de Jesucristo”, y que había desaparecido tras el saqueo de la ciudad.
Más tarde, la sábana apareció en Francia. Y posteriormente fue cedida al ducado de Saboya en Chambéry. Y fue allí, en el año 1532, que se salvó de un pavoroso incendió. Las marcas del siniestro aún pueden verse. Y también los parches que cocieron las monjas clarisas. Finalmente, Los Saboya, al trasladar su capital a Turín, Italia, en 1578, llevaron allí la Sábana Santa. Desde el año 1694 es custodiada en la capilla que Guarini construyó entre la Catedral y el Palacio Real de Turín.
Desde 1983, la Sábana Santa es propiedad del Vaticano, dejada en herencia por Humberto II de Saboya al Papa. En 1997, la Sábana otra vez escapó a un incendio, esta vez, en Turín, en la capilla de Guarini. Un bombero pudo quebrar con un hacha el vidrio antibalas que protegía el Santo Lienzo y así rescatarlo. Más tarde, el bombero, que no era creyente, explicó que logró hacerlo porque recibió una fuerza especial de lo alto...
¿Se trataba del mismo sudario que envolvió el cuerpo de Jesús 2,000 años atrás?


Las pruebas de lo imposible
Como recordará el lector, la sábana santa adquirió una fuerza extraordinaria en la fe de muchas personas cuando el abogado y fotógrafo aficionado, Secondo Pía, realizó la primera fotografía del lienzo en el año 1898.

Al revelar las placas de su fotografía, el abogado italiano se quedó profundamente conmovido. La imagen en negativo apareció majestuosamente como si fuera una imagen en positivo con extraordinaria claridad y detalle.
Pía estaba viendo al “Hombre de la Síndone” como un retrato de su cadáver. Así se dio cuenta de que la imagen representada en la tela constituye un auténtico negativo.
Un negativo fotográfico de tamaño natural, por partida doble, hecho no sobre superficies muy pulidas de vidrio, como los que tenía él, sino sobre un antiguo tejido de lino.Y lo más inquietante, se veía con total detalle las marcas de unos látigos, una herida en el costado, y las huellas de unos clavos en las muñecas y en los pies. ¿Las marcas de la pasión de Cristo?

Como era de esperarse, una selección de los más destacados científicos se lanzaron a estudiar el lienzo. Se dijo que era una pintura medieval o renacentista. Por tanto, un fraude. Teoría que fue fortalecida ante una prueba del carbono radiactivo, y que la situaba cerca del siglo XIV y no hace 2,000 años.
Sin embargo, nuevos estudios indican que la prueba fue manipulada, pues todo el estudio se hizo sobre una única muestra que, aparentemente, no correspondía a la sábana, sino a los parches que las monjas clarisas de Chambery habían cocido sobre el manto luego del incendio de 1532. Así, todas estas tesis fueron derribándose por sí solas. Ni siquiera la auto-oxidación o la capa de hidratos de carbono explicaban cómo se formó aquella imagen. Una imagen, que de acuerdo a un equipo de científicos norteamericano, que trabajaron para la NASA en proyectos espaciales, sólo pudo ser impregnada por una radiación extraordinaria.
Además, la figura contiene información tridimensional, tal como lo constataron con el VP8, tecnología que se empleó en su momento para estudiar la orografía de los planetas. ¿Cómo era esto posible?

La imagen había sido grabada a través de un fenómeno desconocido. Entonces los científicos sorprendieron al afirmar que el cuerpo de aquel hombre tuvo que haber quedado ingrávido, flotando, para dejar tan perfecta huella de luz tanto en su parte frontal como dorsal. ¿Fue el fenómeno de la resurrección, si se tratase del cuerpo de Jesús?
Como fuere, gracias al estudio, se encontraron unas monedas sobre los párpados de aquel profundo rostro, lo cual era costumbre de la época para cubrir los ojos de quienes habían fallecido. Y aquella moneda, según la inscripción, era de los tiempos de Jesús. En la sábana, además, se ha encontrado polen de los mismos lugares donde vivió el nazareno. Y también de los lugares donde la sábana había peregrinado desde que salió de Edessa.
Los científicos, paso a paso, se quedaban más perplejos. Todo encajaba.
Pero los más sorprendidos fueron los médicos que analizaron el lienzo.
Aquel hombre sufrió un verdadero suplicio. Su cuerpo mostraba 120 latigazos, el triple de lo que se estilaba en el castigo romano... El Flagelum había arrancado la piel de aquel hombre por tiras, desatando una profunda hemorragia.
La herida de los clavos aparece también perfectamente, pero en las muñecas. Según los médicos, ello es más coherente para que la cruz resistiese el peso del cuerpo.

Y las rodillas, aparecen muy lastimadas, como si aquel hombre hubiese caído más de una vez con un gran peso encima. Acaso, ¿el vía crucis de Jesús?

Y lo más inquietante, aparece también el lanzazo de Longinos. 

Y los médicos conmocionaron al hallar en la sábana restos de sangre y agua cerca de la marca de esa herida, tal como lo cuentan los evangelios. Según lo que muestra la sábana, aquel hombre tenía 1,82 de estatura, con un peso equilibrado de 82 kilos. Raza blanca, cabello marrón oscuro y una apreciable musculatura.

De acuerdo a los científicos que estudiaron la impronta, así habría lucido aquel misterioso hombre del lienzo.
Esta es la imagen, que por un fenómeno desconocido, quedó grabada en aquel manto…
¿Estamos contemplando el verdadero rostro de Jesús?
¿La sábana santa, es auténtica?
E insisto: ¿Cómo venció Jesús a la muerte?
¿Adónde partió luego de su resurrección?
¿La profecía de la segunda venida, cuándo se cumplirá?
Más allá de las posibles apariciones de ovnis en La Biblia —como la supuesta estrella de Belén—, si nació o no un 25 de diciembre, si viajó a la India en sus años perdidos, o si la síndone de Turín fue el manto que le envolvió luego de la crucifixión, pienso que Jesús y su mensaje están más allá de todo eso. Probablemente sea uno de los hombres más misteriosos de la historia humana...
Sea bajo los ojos de un teólogo, o de un científico, o de quien lee ahora estas líneas, la vida del Maestro no pasa desapercibida.
Entre más investigo su mensaje, comprendo que se puede interpretar y comprender desde diferentes visiones, aunque todas ellas armonizan en la sencillez, el servicio, la verdad y el amor.
Aquel mensaje ha sido —y es— la piedra de toque de nuestra experiencia de contacto.
Resulta increíble que seres de otros mundos valoren tanto la vida de un ser humano que, de acuerdo a las informaciones que nos han transmitido, ha alcanzado un nivel de consciencia superior al de los propios mensajeros estelares. Lo logró en una vida corta, pero intensa. Y no necesariamente al morir en la cruz, sino al perdonar a pesar de que le quitaban la vida.
Y así venció a la muerte.
Pero, ¿dónde está ahora el Maestro? ¿Cuándo volverá a la Tierra?
Muchos se han preocupado en decir que está en tal o cual lugar, preparando su venida para finales del año 2012 u otro momento que encaje con las profecías más difundidas en la actualidad.
Pero pocos olvidan que él mismo habría advertido que su retorno no tenía fecha, ni lugar. Que del día y la hora nadie lo sabía, ni los ángeles del cielo, ni el hijo del hombre (el propio Jesús) sino tan sólo “el Padre”, el Universo en sí mismo. Es decir, que las condiciones de su retorno, la promesa de una “segunda venida”, depende de muchas variables. Entre ellas una importante transformación de la Tierra, pues él volvería a evaluar todo lo alcanzado por la humanidad.
Sea cual fuere nuestra fe, o filosofía de vida, todos sabemos que más de una religión, leyenda o mito, habla de esa transformación, y de un retorno o transito a una Era Dorada.
El camino que enseñaron seres como Jesús es que esa Era Dorada aparece cuando empezamos a ver y a ser. He allí la clave de todo...

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