viernes, 8 de junio de 2012

EL REAL TIEMPO DEL UNIVERSO
Ricardo Gonzalez

“…Porque existe el Universo y porque existimos nosotros. Si encontrásemos una respuesta a esto, sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos el pensamiento de Dios”.
Stephen W. Hawking “Historia del Tiempo”
Según los extraterrestres, hace miles de millones de años, nuestro planeta murió. Una violenta lluvia meteórica lo devastó terriblemente, sumiéndolo en las sombras. Sin embargo, ello no impidió que la vida finalmente apareciera. El hecho puntual de esta historia, es que la vida tendría que desarrollarse en una circunstancia por demás especial y diferente. Los mensajes de los Guías sostienen que una avanzada civilización cósmica, proveniente de la estrella Maya, la más brillante del sistema estelar de las Pléyades, vino a nuestro mundo para rescatarlo del desastre estelar.
Aquellos científicos extraterrestres, capaces de viajar a través del tiempo, llegaron a nuestro planeta “antes” de que este muriera, y crearon una especie de “burbuja” espacio-temporal, otorgándole de esta forma un “segundo nacimiento” o nueva oportunidad de subsistencia. Con ello se había establecido un “tiempo alternativo”, ajeno a la dinámica que impera en el Universo. En otras palabras, en el Real Tiempo del Universo, la Tierra continúa devastada y sin vida…
El Tiempo, de acuerdo a la visión extraterrestre, se puede representar con la figura de un espiral por donde fluyen los planetas. A mitad de ese tránsito la Tierra había muerto, y lo que hicieron los visitantes de las Pléyades fue generar otra ruta alterna al gran espiral, con la esperanza de que al completar aquel ciclo, nuestro planeta pueda incorporarse al Real Tiempo del Universo, con vida. Y aquí hay un hecho significativo: la Tierra volvería a la “Gran Red” portando una especie inteligente capaz de estimular grandes cambios. Esa especie somos los seres humanos.
Al ingresar al Real Tiempo del Universo, la humanidad se transformaría en una suerte de “vacuna” para corregir una crisis de estancamiento evolutivo que ha hecho presa a diversas civilizaciones cósmicas. Para sellar esa importante misión, la humanidad debe liberarse de todo aquello que la ata a la ilusión, y despertar a una realidad que yace en lo más íntimo de la espiritualidad humana. En caso contrario, de no lograr la suficiente energía para despertar de aquella ilusión colectiva ―un paso necesario para acceder al Tiempo Real― no lograríamos dar el salto dimensional y, por consecuencia, la misión de la Tierra fracasaría. Quizá —nadie lo sabe en realidad— aquel proyecto en el planeta azul se recordaría como un “sueño”.
Este episodio, que fácilmente podría servir de argumento para alguna película de Ciencia-Ficción ―recordemos por ejemplo Matrix― era conocido por las civilizaciones más representativas de la antigüedad. No en vano, en la India se habla del “mundo de maya” como la ilusión que vivimos, y de la cual tenemos que despertar. Ello se ve simbólicamente representado en el príncipe Sidartha Gautama ―hijo según la tradición hindú de la virgen “Maya”― quien luego de un importante proceso de búsqueda espiritual, alcanzó la verdad para transformarse en un Buda, el Iluminado de la Compasión.
Al otro lado del mundo, los mayas de México y Centroamérica hablaban del tiempo con veneración. Curiosamente, la palabra Maya deriva de Mayab, nombre que designaba a la Península del Yucatán antes del arribo de los conquistadores. Algunos estudiosos, basándose en la cultura de los indios quichés, sugieren que Mayab significa “La Gran Red”. ¿Una referencia al Tiempo?
Al margen de ello, resulta interesante saber que fueron seres extraterrestres de la estrella Maya ―según la mitología griega, una de las siete Pléyades, hijas de Atlas y Pleyone― quienes generaron aquel “tiempo alternativo” que involucra a nuestro planeta. El nombre Maya se repite una y otra vez.
Lo cierto es que la liberación de “Maya” no es sólo un símbolo. Involucra además un acontecimiento cósmico, real, y próximo: el retorno de la Tierra a ese “Tiempo Real”.
Como se verá a continuación, los antiguos mayas conocían el secreto.
Las Profecías Mayas.
Aún hoy en día sigue siendo materia de discusión el origen de los mayas. Al menos leyendo sus libros sagrados, el Chilam Balam y el Popol Vuh, se puede afirmar que llegaron de un lugar lejano, casi legendario para muchos historiadores. Sin embargo, llamar con “nombre y apellido” el lugar de origen de los mayas y ponerlo fuera de discusión en un mapa, es otra cosa. Los investigadores, pues, no se ponen de acuerdo. Existen hipótesis que van desde un supuesto inicio de la cultura maya en las tierras bajas del Petén (Guatemala), o que los conocedores del tiempo eran en realidad descendientes de la misteriosa cultura Olmeca. Otros, despertando sonrisas burlonas en la ortodoxia, hablan de Atlántida. Pero ni unos ni otros han podido desentrañar ese enigma. Si de misterio se trata, los mayas han quemado los “circuitos cerebrales” de numerosos arqueólogos.
Muchas interrogantes se han venido acumulando por más de 200 años, desde que se redescubrió en 1773 la ciudadela maya más famosa, y también desconcertante: Palenque. Este yacimiento arqueológico, construido en piedra caliza blanca resplandeciente, llama la atención por sus numerosas inscripciones que cubren las paredes de muchas de sus edificaciones más importantes.
Por alguna razón, los mayas ―o sus predecesores―, dejaron una pista para ser descifrada.
Recorriendo sus ciudades hallamos observatorios en la mayoría de sus asentamientos. De hecho se ha comprobado que los mayas calcularon, y con exactitud, la longitud de la órbita de la Tierra alrededor del Sol, trazaron el curso de los cuerpos celestes, predecían eclipses solares y lunares e inclusive el paso de los cometas, entre otros fenómenos cósmicos. Por si fuera poco, utilizaron el concepto de “cero” 500 años antes que los árabes. Eran astrónomos y expertos matemáticos.
El 11 de julio de 1991, tal como los mayas habían profetizado en uno de sus códices ―que constituía uno de los cuatro textos escritos sobre corteza de árbol que sobrevivieron a la conquista española― se produjo un eclipse solar en México. Este evento astronómico fue el inicio de una de las más importantes oleadas ovni de todos los tiempos, pues las observaciones fueron documentadas a través de numerosas filmaciones y ecos de radar de los principales aeropuertos de México.
Lo inquietante, es que el tratado astronómico de los mayas que predecía el eclipse, hacía alusión a esta oleada ovni bajo el misterioso título de: “El Retorno de los Señores de las Estrellas”. ¿Estuvieron los mayas en contacto con avanzadas civilizaciones estelares? ¿Acaso aquellos seres les enseñaron el secreto del tiempo?
Los mayas unieron armoniosamente la ciencia y la religión. La máxima deidad de ellos fue “Hunab Ku” (Jun= uno; Ab= diversidad; Ku= armonía divina) la figura poderosa del Sol Central Galáctico, ubicado a unos 33.000 años luz de distancia de nuestro Sol, que era conocido bajo el nombre de “Kinich Ahu”. Ellos sabían de que una energía sobrenatural, emanada del centro de nuestra galaxia, afectaría nuestro Sol, y por consecuencia de este fenómeno habría un cambio importante en el campo geomagnético de la Tierra, afectando, también, a todas las criaturas del planeta. Ello ya está sucediendo y se piensa que a partir del año 2012 ―como veremos más adelante, el momento decisivo de la raza humana― ingresaremos fruto de este proceso a “otra realidad”. No se trata de un evento catastrófico, sino el preludio de un verdadero nacimiento planetario. Los mayas hicieron importantes profecías sobre este punto, y he allí el hilo conductor que nos lleva a la reconexión con el Real Tiempo del Universo…
Según los extraterrestres, las profecías constituyen “la visión” de un futuro probable, que puede ser modelado por el ser humano si este posee el conocimiento suficiente para revertir aquello que por consecuencia lógica debe suceder. Las profecías son advertencias. En el caso de las que no auguran un buen momento, el trabajo debe ser intenso para modificarlas. En contraparte, ante los anuncios positivos ―como la ascensión del planeta a una esfera superior de consciencia― debemos depositar la energía necesaria para que ello se cumpla.
Si bien es cierto, la palabra “profecía” proviene del término griego profetúa, que significa literalmente “predecir” o “decir antes”, el arte de profetizar va más allá de adelantarse a los acontecimientos. Es la capacidad de ayudar a la humanidad a delinear el camino, a tomar decisiones correctas y vivir en armonía con su entorno. Los mayas lo sabían muy bien, no gratuitamente se adelantaron varias centurias al momento actual que vive la humanidad.
Como un ejemplo que invite a reflexión, he aquí un resumen de las Siete Profecías mayas, de acuerdo a la interpretación de numerosos investigadores:
Primera Profecía.
Menciona un periodo denominado “El Tiempo del no Tiempo”, concerniente a los 20 años previos a la sincronización galáctica del 2012. Durante ese proceso, la humanidad deberá vencer al miedo, en medio de gravitantes cambios que afectarán tanto al planeta como la conciencia colectiva de los seres.
Segunda Profecía.
Señala concretamente el eclipse de Sol acaecido el 11 de agosto de 1999. Como recordamos, este evento celeste permitió la formación de una gran cruz cósmica, teniendo como centro a nuestro planeta. No hay que olvidar que el cono de sombra del eclipse recorrió diversos puntos de Oriente Medio, como si estuviese revelando un área de futuros conflictos y momentos difíciles para la humanidad…
Tercera Profecía.
Producto de una deficiente sincronía entre el ser humano y la naturaleza, la Tierra empezará a responder con una ola de calor e importantes modificaciones en el clima. Los científicos detectarán cambios significativos en la radiación del Sol. De acuerdo a las últimas fotografías del SOHO, este fenómeno ya está ocurriendo.
Cuarta Profecía.
Producto del aumento de la temperatura (sumado todo ello al agujero en la capa de ozono), se producirá el derretimiento de los polos. Una realidad inquietante que la ONU viene subrayando desde marzo del 2003, cuando una gigantesca masa de hielo de 3.250 Km. cuadrados se desprendió de la barrera Larsen, en la costa este de la Antártida.
Quinta Profecía.
Habla de un “caos” social y de creencias. El esquema de vida humano registrará inesperados “sacudones”. Esta profecía nos dice que todos los sistemas basados en el miedo se transformarán junto al ascenso del planeta. Los investigadores consideran que además de una crisis económica y de orden global, habrá una crisis tecnológica que afectará la informática y la red satelital, en gran medida por las energías cósmicas que redimensionarán la Tierra.
Sexta Profecía.
Menciona la cercanía de un cuerpo celeste a nuestro mundo, como detonante final del “cambio de los cambios”. Los estudiosos piensan que esta profecía se refiere a un cometa. No sería del todo descabellado, pues para los mayas los cometas eran signos de nuevas etapas en la civilización, una “señal” de los dioses. Sobre este punto, podríamos citar el devastador Tsunami de diciembre del 2004, que comprometió diversos países de Asia.
De acuerdo a los Guías extraterrestres no fue un movimiento sísmico el que generó el maremoto, sino el impacto de un meteorito. ¿Se nos ocultó la verdadera causa del incidente en el Golfo de Bengala? Lo cierto es que la NASA sabe muy bien el peligro que supone una colisión estelar; no en vano, en enero de este año, lanzaron al espacio la operación “Deep Impact”, que lleva el nombre de una conocida película de ciencia-ficción donde se procuraba “detonar” un cometa para que este no impacte con la Tierra. No extrañaría que la NASA pretenda hacer lo mismo, aunque, a nivel oficial, afirma que sólo se trata de un estudio del núcleo de los cometas. Ya el tiempo confirmará si estaban experimentando con armas nucleares que puedan destruir o desviar cuerpos en ruta de colisión a nuestro mundo.
Séptima Profecía
El sistema solar saldrá de la noche para entrar en el “amanecer” de la galaxia. El año 2012 es el momento marcado para ese ingreso. El inicio de un Nuevo Tiempo.
¿Qué significa esto?
El tiempo según los Mayas.
Como vemos, la obsesión de los mayas fue el “tiempo”. Para comprenderlo llegaron a desarrollar 17 calendarios. Sin embargo, aquellos calendarios sólo marcaban ciertos ciclos que la humanidad debería interpretar, y no el misterio profundo del tiempo. Independientemente de que la palabra “tiempo” derive del latín “tempos”, que significa literalmente “La duración de los fenómenos”, el tiempo en sí, en la pureza de su concepto, es difícil de definir y explicar. Desde luego va mucho más allá de cualquier intento de definición. Para algunos, su evocación encierra una clave “entre líneas”:
“Quien posee tu tiempo posee tu mente; posee tu propio tiempo y conocerás tu propia mente”.
Esta frase del investigador norteamericano José Argüelles, no está muy lejos de un Koan Zen o enseñanza budista. En este caso, Argüelles se basa fundamentalmente en la sabiduría maya que advierte a la humanidad de un gran cambio que nos conduce a un tiempo diferente, en armonía con el Cosmos. Pero sugiere algo más: de la misma manera en que el aire es la atmósfera de nuestro cuerpo, el tiempo es la “atmósfera” de nuestra mente. La conexión tiempo-mente es también mencionada por los extraterrestres, y parece formar parte del tránsito de nuestro mundo al Real Tiempo del Universo. En otras palabras, “el tiempo es mental”, y tras este principio reposa el mayor de los misterios.
Volviendo al conocimiento maya y sus calendarios de eventos cósmicos, ellos hablaron de una “Cuenta Galáctica” de 5.125 años como el ciclo que precede aquel “tiempo nuevo” para la humanidad. El inicio de esta cuenta arrancaba en el momento en que se inició su civilización. De acuerdo a diversos estudiosos de sus calendarios, ello habría sucedido en el año 3113 a. C.
Si esto es verdad, aquel “plazo” se cumple en el 2012, el año clave que señala la séptima profecía maya.
Esta información, muy extendida a través de documentales de televisión y numerosos libros, muchas veces omite que el evento no ocurriría exactamente el 22 de diciembre de aquel año, sino que a partir de esa coordenada empezamos a vivir un amanecer colectivo que será más o menos evidente acorde a nuestra preparación y nivel de conciencia. Aquel evento del que hablaron los mayas, es observado detenidamente por diversas civilizaciones extraterrestres. Todo ello entronca perfectamente con la creación de un tiempo artificial en nuestro mundo, como mencionaba líneas arriba. Más allá de los calendarios, queda en evidencia de que existe un conocimiento perdido al que los mayas accedieron: estamos viviendo en una suerte de “dimensión paralela”. Pero, ¿por qué y para qué?
El 14 de febrero de 1990, la sonda Voyager —el “viajero espacial”— dirigió su tecnología de búsqueda de vida extraterrestre a nuestro planeta, como si se tratase de una prueba del equipo antes de abandonar las fronteras de nuestro sistema solar. A la distancia, nuestro planeta lucía como un pálido punto azul en el cosmos. Esta imagen que enviara la sonda conmovió a muchos científicos, incluyendo al célebre Carl Sagan. Pero un hecho adicional también les remecería: grande fue la sorpresa de los científicos al ver que el equipo del Voyager no reportaba “condiciones de vida” en la Tierra (!).
Y me pregunto: ¿Esta es la sonda que enviamos para buscar vida extraterrestre?
Más allá de las accidentadas explicaciones de la NASA —“fallos técnicos”, “mala interpretación del incidente”, entre otros patinazos— nos encontramos ante un fenómeno que fue registrado por el ingenio espacial. Para Sixto Paz, la “anomalía” debe su explicación a una gran puerta dimensional que se encontraría entre las órbitas de Júpiter (“El Instructor”) y Saturno (“Kronos” o “El Tiempo”), lugar de paso de la sonda norteamericana. En esa misma zona espacial, Argüelles ya identificaba el escenario de lo que llamó “la guerra del tiempo”. Y es que esa “puerta” es uno de los puntos de conexión con el Real Tiempo del Universo. El Voyager, al “entrar” en ese umbral estelar, habría visto a la Tierra como se ve realmente en el Universo: un mundo sin seres humanos…
Aunque esta información resulta chocante, nuestra existencia en una “realidad paralela” es parte de un plan orquestado por esferas superiores de conciencia, allí donde fluyen las altas Jerarquías de Luz.
Así pues, la Tierra no es en verdad una nave espacial en movimiento a través del Universo, sino una nave del tiempo. Y sin duda, los mayas fueron iniciados en aquel concepto. E inclusive —al menos para mí no cabe duda—, accedieron a determinadas informaciones gracias a los “Señores de las Estrellas”.
¿Hay indicios de vida inteligente en el Cosmos? ¿Si existen pruebas de que no estamos solos, quién o quiénes procuran silenciar semejante revelación?
Antes de abordar el “Plan Maestro” que involucra nuestro mundo —y por consecuencia la “creación” de un tiempo alternativo—, exploremos un poco las sorpresas que nos tiene reservadas el espacio. Y no tan lejos de la Tierra…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario