EL REAL TIEMPO DEL
UNIVERSO
Ricardo
Gonzalez
“…Porque existe el Universo y porque
existimos nosotros. Si encontrásemos una respuesta a esto, sería el triunfo
definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos el pensamiento de
Dios”.
Stephen W. Hawking “Historia del Tiempo”
Según los extraterrestres,
hace miles de millones de años, nuestro planeta murió. Una violenta lluvia
meteórica lo devastó terriblemente, sumiéndolo en las sombras. Sin embargo, ello
no impidió que la vida finalmente apareciera. El hecho puntual de esta historia,
es que la vida tendría que desarrollarse en una circunstancia por demás especial
y diferente. Los mensajes de los Guías sostienen que una avanzada civilización
cósmica, proveniente de la estrella Maya, la más brillante del sistema estelar
de las Pléyades, vino a nuestro mundo para rescatarlo del desastre estelar.
Aquellos científicos extraterrestres, capaces de viajar a través del tiempo,
llegaron a nuestro planeta “antes” de que este muriera, y crearon una especie de
“burbuja” espacio-temporal, otorgándole de esta forma un “segundo nacimiento” o
nueva oportunidad de subsistencia. Con ello se había establecido un “tiempo
alternativo”, ajeno a la dinámica que impera en el Universo. En otras palabras,
en el Real Tiempo del Universo, la Tierra continúa devastada y sin vida…
El
Tiempo, de acuerdo a la visión extraterrestre, se puede representar con la
figura de un espiral por donde fluyen los planetas. A mitad de ese tránsito la
Tierra había muerto, y lo que hicieron los visitantes de las Pléyades fue
generar otra ruta alterna al gran espiral, con la esperanza de que al completar
aquel ciclo, nuestro planeta pueda incorporarse al Real Tiempo del Universo, con
vida. Y aquí hay un hecho significativo: la Tierra volvería a la “Gran Red”
portando una especie inteligente capaz de estimular grandes cambios. Esa especie
somos los seres humanos.
Al ingresar al Real Tiempo del Universo, la
humanidad se transformaría en una suerte de “vacuna” para corregir una crisis de
estancamiento evolutivo que ha hecho presa a diversas civilizaciones cósmicas.
Para sellar esa importante misión, la humanidad debe liberarse de todo aquello
que la ata a la ilusión, y despertar a una realidad que yace en lo más íntimo de
la espiritualidad humana. En caso contrario, de no lograr la suficiente energía
para despertar de aquella ilusión colectiva ―un paso necesario para acceder al
Tiempo Real― no lograríamos dar el salto dimensional y, por consecuencia, la
misión de la Tierra fracasaría. Quizá —nadie lo sabe en realidad— aquel proyecto
en el planeta azul se recordaría como un “sueño”.
Este episodio, que
fácilmente podría servir de argumento para alguna película de Ciencia-Ficción
―recordemos por ejemplo Matrix― era conocido por las civilizaciones más
representativas de la antigüedad. No en vano, en la India se habla del “mundo de
maya” como la ilusión que vivimos, y de la cual tenemos que despertar. Ello se
ve simbólicamente representado en el príncipe Sidartha Gautama ―hijo según la
tradición hindú de la virgen “Maya”― quien luego de un importante proceso de
búsqueda espiritual, alcanzó la verdad para transformarse en un Buda, el
Iluminado de la Compasión.
Al otro lado del mundo, los mayas de México y
Centroamérica hablaban del tiempo con veneración. Curiosamente, la palabra Maya
deriva de Mayab, nombre que designaba a la Península del Yucatán antes del
arribo de los conquistadores. Algunos estudiosos, basándose en la cultura de los
indios quichés, sugieren que Mayab significa “La Gran Red”. ¿Una referencia al
Tiempo?
Al margen de ello, resulta interesante saber que fueron seres
extraterrestres de la estrella Maya ―según la mitología griega, una de las siete
Pléyades, hijas de Atlas y Pleyone― quienes generaron aquel “tiempo alternativo”
que involucra a nuestro planeta. El nombre Maya se repite una y otra vez.
Lo
cierto es que la liberación de “Maya” no es sólo un símbolo. Involucra además un
acontecimiento cósmico, real, y próximo: el retorno de la Tierra a ese “Tiempo
Real”.
Como se verá a continuación, los antiguos mayas conocían el
secreto.
Las Profecías Mayas.
Aún hoy en día sigue siendo materia de
discusión el origen de los mayas. Al menos leyendo sus libros sagrados, el
Chilam Balam y el Popol Vuh, se puede afirmar que llegaron de un lugar lejano,
casi legendario para muchos historiadores. Sin embargo, llamar con “nombre y
apellido” el lugar de origen de los mayas y ponerlo fuera de discusión en un
mapa, es otra cosa. Los investigadores, pues, no se ponen de acuerdo. Existen
hipótesis que van desde un supuesto inicio de la cultura maya en las tierras
bajas del Petén (Guatemala), o que los conocedores del tiempo eran en realidad
descendientes de la misteriosa cultura Olmeca. Otros, despertando sonrisas
burlonas en la ortodoxia, hablan de Atlántida. Pero ni unos ni otros han podido
desentrañar ese enigma. Si de misterio se trata, los mayas han quemado los
“circuitos cerebrales” de numerosos arqueólogos.
Muchas interrogantes se han
venido acumulando por más de 200 años, desde que se redescubrió en 1773 la
ciudadela maya más famosa, y también desconcertante: Palenque. Este yacimiento
arqueológico, construido en piedra caliza blanca resplandeciente, llama la
atención por sus numerosas inscripciones que cubren las paredes de muchas de sus
edificaciones más importantes.
Por alguna razón, los mayas ―o sus
predecesores―, dejaron una pista para ser descifrada.
Recorriendo sus
ciudades hallamos observatorios en la mayoría de sus asentamientos. De hecho se
ha comprobado que los mayas calcularon, y con exactitud, la longitud de la
órbita de la Tierra alrededor del Sol, trazaron el curso de los cuerpos
celestes, predecían eclipses solares y lunares e inclusive el paso de los
cometas, entre otros fenómenos cósmicos. Por si fuera poco, utilizaron el
concepto de “cero” 500 años antes que los árabes. Eran astrónomos y expertos
matemáticos.
El 11 de julio de 1991, tal como los mayas habían profetizado en
uno de sus códices ―que constituía uno de los cuatro textos escritos sobre
corteza de árbol que sobrevivieron a la conquista española― se produjo un
eclipse solar en México. Este evento astronómico fue el inicio de una de las más
importantes oleadas ovni de todos los tiempos, pues las observaciones fueron
documentadas a través de numerosas filmaciones y ecos de radar de los
principales aeropuertos de México.
Lo inquietante, es que el tratado
astronómico de los mayas que predecía el eclipse, hacía alusión a esta oleada
ovni bajo el misterioso título de: “El Retorno de los Señores de las Estrellas”.
¿Estuvieron los mayas en contacto con avanzadas civilizaciones estelares? ¿Acaso
aquellos seres les enseñaron el secreto del tiempo?
Los mayas unieron
armoniosamente la ciencia y la religión. La máxima deidad de ellos fue “Hunab
Ku” (Jun= uno; Ab= diversidad; Ku= armonía divina) la figura poderosa del Sol
Central Galáctico, ubicado a unos 33.000 años luz de distancia de nuestro Sol,
que era conocido bajo el nombre de “Kinich Ahu”. Ellos sabían de que una energía
sobrenatural, emanada del centro de nuestra galaxia, afectaría nuestro Sol, y
por consecuencia de este fenómeno habría un cambio importante en el campo
geomagnético de la Tierra, afectando, también, a todas las criaturas del
planeta. Ello ya está sucediendo y se piensa que a partir del año 2012 ―como
veremos más adelante, el momento decisivo de la raza humana― ingresaremos fruto
de este proceso a “otra realidad”. No se trata de un evento catastrófico, sino
el preludio de un verdadero nacimiento planetario. Los mayas hicieron
importantes profecías sobre este punto, y he allí el hilo conductor que nos
lleva a la reconexión con el Real Tiempo del Universo…
Según los
extraterrestres, las profecías constituyen “la visión” de un futuro probable,
que puede ser modelado por el ser humano si este posee el conocimiento
suficiente para revertir aquello que por consecuencia lógica debe suceder. Las
profecías son advertencias. En el caso de las que no auguran un buen momento, el
trabajo debe ser intenso para modificarlas. En contraparte, ante los anuncios
positivos ―como la ascensión del planeta a una esfera superior de consciencia―
debemos depositar la energía necesaria para que ello se cumpla.
Si bien es
cierto, la palabra “profecía” proviene del término griego profetúa, que
significa literalmente “predecir” o “decir antes”, el arte de profetizar va más
allá de adelantarse a los acontecimientos. Es la capacidad de ayudar a la
humanidad a delinear el camino, a tomar decisiones correctas y vivir en armonía
con su entorno. Los mayas lo sabían muy bien, no gratuitamente se adelantaron
varias centurias al momento actual que vive la humanidad.
Como un ejemplo que
invite a reflexión, he aquí un resumen de las Siete Profecías mayas, de acuerdo
a la interpretación de numerosos investigadores:
Primera
Profecía.
Menciona un periodo denominado “El Tiempo del no Tiempo”,
concerniente a los 20 años previos a la sincronización galáctica del 2012.
Durante ese proceso, la humanidad deberá vencer al miedo, en medio de
gravitantes cambios que afectarán tanto al planeta como la conciencia colectiva
de los seres.
Segunda Profecía.
Señala concretamente el eclipse de Sol
acaecido el 11 de agosto de 1999. Como recordamos, este evento celeste permitió
la formación de una gran cruz cósmica, teniendo como centro a nuestro planeta.
No hay que olvidar que el cono de sombra del eclipse recorrió diversos puntos de
Oriente Medio, como si estuviese revelando un área de futuros conflictos y
momentos difíciles para la humanidad…
Tercera Profecía.
Producto de una
deficiente sincronía entre el ser humano y la naturaleza, la Tierra empezará a
responder con una ola de calor e importantes modificaciones en el clima. Los
científicos detectarán cambios significativos en la radiación del Sol. De
acuerdo a las últimas fotografías del SOHO, este fenómeno ya está
ocurriendo.
Cuarta Profecía.
Producto del aumento de la temperatura
(sumado todo ello al agujero en la capa de ozono), se producirá el derretimiento
de los polos. Una realidad inquietante que la ONU viene subrayando desde marzo
del 2003, cuando una gigantesca masa de hielo de 3.250 Km. cuadrados se
desprendió de la barrera Larsen, en la costa este de la Antártida.
Quinta
Profecía.
Habla de un “caos” social y de creencias. El esquema de vida humano
registrará inesperados “sacudones”. Esta profecía nos dice que todos los
sistemas basados en el miedo se transformarán junto al ascenso del planeta. Los
investigadores consideran que además de una crisis económica y de orden global,
habrá una crisis tecnológica que afectará la informática y la red satelital, en
gran medida por las energías cósmicas que redimensionarán la Tierra.
Sexta
Profecía.
Menciona la cercanía de un cuerpo celeste a nuestro mundo, como
detonante final del “cambio de los cambios”. Los estudiosos piensan que esta
profecía se refiere a un cometa. No sería del todo descabellado, pues para los
mayas los cometas eran signos de nuevas etapas en la civilización, una “señal”
de los dioses. Sobre este punto, podríamos citar el devastador Tsunami de
diciembre del 2004, que comprometió diversos países de Asia.
De acuerdo a los
Guías extraterrestres no fue un movimiento sísmico el que generó el maremoto,
sino el impacto de un meteorito. ¿Se nos ocultó la verdadera causa del incidente
en el Golfo de Bengala? Lo cierto es que la NASA sabe muy bien el peligro que
supone una colisión estelar; no en vano, en enero de este año, lanzaron al
espacio la operación “Deep Impact”, que lleva el nombre de una conocida película
de ciencia-ficción donde se procuraba “detonar” un cometa para que este no
impacte con la Tierra. No extrañaría que la NASA pretenda hacer lo mismo,
aunque, a nivel oficial, afirma que sólo se trata de un estudio del núcleo de
los cometas. Ya el tiempo confirmará si estaban experimentando con armas
nucleares que puedan destruir o desviar cuerpos en ruta de colisión a nuestro
mundo.
Séptima Profecía
El sistema solar saldrá de la noche para entrar en
el “amanecer” de la galaxia. El año 2012 es el momento marcado para ese ingreso.
El inicio de un Nuevo Tiempo.
¿Qué significa esto?
El tiempo según los
Mayas.
Como vemos, la obsesión de los mayas fue el “tiempo”. Para
comprenderlo llegaron a desarrollar 17 calendarios. Sin embargo, aquellos
calendarios sólo marcaban ciertos ciclos que la humanidad debería interpretar, y
no el misterio profundo del tiempo. Independientemente de que la palabra
“tiempo” derive del latín “tempos”, que significa literalmente “La duración de
los fenómenos”, el tiempo en sí, en la pureza de su concepto, es difícil de
definir y explicar. Desde luego va mucho más allá de cualquier intento de
definición. Para algunos, su evocación encierra una clave “entre
líneas”:
“Quien posee tu tiempo posee tu mente; posee tu propio tiempo y
conocerás tu propia mente”.
Esta frase del investigador norteamericano José
Argüelles, no está muy lejos de un Koan Zen o enseñanza budista. En este caso,
Argüelles se basa fundamentalmente en la sabiduría maya que advierte a la
humanidad de un gran cambio que nos conduce a un tiempo diferente, en armonía
con el Cosmos. Pero sugiere algo más: de la misma manera en que el aire es la
atmósfera de nuestro cuerpo, el tiempo es la “atmósfera” de nuestra mente. La
conexión tiempo-mente es también mencionada por los extraterrestres, y parece
formar parte del tránsito de nuestro mundo al Real Tiempo del Universo. En otras
palabras, “el tiempo es mental”, y tras este principio reposa el mayor de los
misterios.
Volviendo al conocimiento maya y sus calendarios de eventos
cósmicos, ellos hablaron de una “Cuenta Galáctica” de 5.125 años como el ciclo
que precede aquel “tiempo nuevo” para la humanidad. El inicio de esta cuenta
arrancaba en el momento en que se inició su civilización. De acuerdo a diversos
estudiosos de sus calendarios, ello habría sucedido en el año 3113 a. C.
Si
esto es verdad, aquel “plazo” se cumple en el 2012, el año clave que señala la
séptima profecía maya.
Esta información, muy extendida a través de
documentales de televisión y numerosos libros, muchas veces omite que el evento
no ocurriría exactamente el 22 de diciembre de aquel año, sino que a partir de
esa coordenada empezamos a vivir un amanecer colectivo que será más o menos
evidente acorde a nuestra preparación y nivel de conciencia. Aquel evento del
que hablaron los mayas, es observado detenidamente por diversas civilizaciones
extraterrestres. Todo ello entronca perfectamente con la creación de un tiempo
artificial en nuestro mundo, como mencionaba líneas arriba. Más allá de los
calendarios, queda en evidencia de que existe un conocimiento perdido al que los
mayas accedieron: estamos viviendo en una suerte de “dimensión paralela”. Pero,
¿por qué y para qué?
El 14 de febrero de 1990, la sonda Voyager —el “viajero
espacial”— dirigió su tecnología de búsqueda de vida extraterrestre a nuestro
planeta, como si se tratase de una prueba del equipo antes de abandonar las
fronteras de nuestro sistema solar. A la distancia, nuestro planeta lucía como
un pálido punto azul en el cosmos. Esta imagen que enviara la sonda conmovió a
muchos científicos, incluyendo al célebre Carl Sagan. Pero un hecho adicional
también les remecería: grande fue la sorpresa de los científicos al ver que el
equipo del Voyager no reportaba “condiciones de vida” en la Tierra (!).
Y me
pregunto: ¿Esta es la sonda que enviamos para buscar vida extraterrestre?
Más
allá de las accidentadas explicaciones de la NASA —“fallos técnicos”, “mala
interpretación del incidente”, entre otros patinazos— nos encontramos ante un
fenómeno que fue registrado por el ingenio espacial. Para Sixto Paz, la
“anomalía” debe su explicación a una gran puerta dimensional que se encontraría
entre las órbitas de Júpiter (“El Instructor”) y Saturno (“Kronos” o “El
Tiempo”), lugar de paso de la sonda norteamericana. En esa misma zona espacial,
Argüelles ya identificaba el escenario de lo que llamó “la guerra del tiempo”. Y
es que esa “puerta” es uno de los puntos de conexión con el Real Tiempo del
Universo. El Voyager, al “entrar” en ese umbral estelar, habría visto a la
Tierra como se ve realmente en el Universo: un mundo sin seres
humanos…
Aunque esta información resulta chocante, nuestra existencia en una
“realidad paralela” es parte de un plan orquestado por esferas superiores de
conciencia, allí donde fluyen las altas Jerarquías de Luz.
Así pues, la
Tierra no es en verdad una nave espacial en movimiento a través del Universo,
sino una nave del tiempo. Y sin duda, los mayas fueron iniciados en aquel
concepto. E inclusive —al menos para mí no cabe duda—, accedieron a determinadas
informaciones gracias a los “Señores de las Estrellas”.
¿Hay indicios de vida
inteligente en el Cosmos? ¿Si existen pruebas de que no estamos solos, quién o
quiénes procuran silenciar semejante revelación?
Antes de abordar el “Plan
Maestro” que involucra nuestro mundo —y por consecuencia la “creación” de un
tiempo alternativo—, exploremos un poco las sorpresas que nos tiene reservadas
el espacio. Y no tan lejos de la Tierra…
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