lunes, 5 de abril de 2010

La Abuela Margarita, curandera y guardiana de la tradición maya


Quiero compartirles la sabiduria de esta Abuela...

'Cuando quiero algo
me lo pido a mi misma'
escrito por .- Ima Sanchez.
Publicado en La Contra', diario La Vanguardia

La Abuela Margarita, curandera y guardiana de la tradición maya, se crió
con su bisabuela, que era curandera y milagrera. Practica y conoce los círculos de danza del sol, de la tierra, de la luna, y la búsqueda de visión. Pertenece al consejo de ancianos indígenas y se dedica a sembrar salud y conocimiento a cambio de la alegría que le produce hacerlo, porque para sustentarse sigue cultivando la tierra. Cuando viaja en avión y las azafatas le dan un nuevo vaso de plástico, ella se aferra al primero: 'No joven, que esto va a parar a la Madre Tierra'. Rezuma sabiduría y poder, es algo que se percibe con nitidez. Sus rituales, como gritarle a la tierra el nombre del recién nacido para que reconozca y proteja su fruto, son explosiones de energía que hace bien al que lo presencia; y cuando te mira a los ojos y te dice que somos sagrados, algo profundo se agita.

Ella nos dice: 'Tengo 71 años. Nací en el campo, en el estado de Jalisco (México), y vivo en la montaña. Soy viuda, tengo dos hijas y dos nietos de mis hijas, pero tengo miles con los que he podido aprender el amor sin apego. Nuestro origen es la Madre Tierra y el Padre Sol. He venido a la Fira de la Terra para recordarles lo que hay dentro de cada uno.'

-¿Dónde vamos tras esta vida?
-¡Uy hija mía, al disfrute! La muerte no existe. Las muerte simplemente es dejar el cuerpo físico, si quieres.

-¿Cómo que si quieres…?
-Te lo puedes llevar. Mi bisabuela era chichimeca, me crié con ella hasta los 14 años, era una mujer prodigiosa, una curandera, mágica, milagrosa. Aprendí mucho de ella.

-Ya se la ve a usted sabia, abuela.
-El poder del cosmos, de la tierra y del gran espíritu está ahí para todos, basta tomarlo. Los curanderos valoramos y queremos mucho los cuatro elementos (fuego, agua, aire y tierra), los llamamos abuelos. La cuestión es que estaba una vez en España cuidando de un fuego, y nos pusimos a charlar.

-¿Con quién?
-Con el fuego. 'Yo estoy en ti', me dijo. 'Ya lo sé', respondí. 'Cuando decidas morir retornarás al espíritu, ¿por qué no te llevas el cuerpo?', dijo. '¿Cómo lo hago?', pregunté.

-Interesante conversación.
-'Todo tu cuerpo está lleno de fuego y también de espíritu -me dijo-, ocupamos el cien por cien dentro de ti. El aire son tus maneras de pensar y ascienden si eres ligero. De agua tenemos más del 80%, que son los sentimientos y se evaporan. Y tierra somos menos del 20%, ¿qué te cuesta cargar con eso?'.

-¿Y para qué quieres el cuerpo?
-Pues para disfrutar, porque mantienes los cinco sentidos y ya no sufres apegos. Ahora mismo están aquí con nosotras los espíritus de mi marido y de mi hija.

-Hola.
-El muertito más reciente de mi familia es mi suegro, que se fue con más de 90 años. Tres meses antes de morir decidió el día. 'Si se me olvida -nos dijo-, me lo recuerdan'. Llegó el día y se lo recordamos. Se bañó, se puso ropa nueva y nos dijo: 'Ahora me voy a descansar'. Se tumbó en la cama y murió. Eso mismo le puedo contar de mi bisabuela, de mis padres, de mis tías…

-Y usted, abuela, ¿cómo quiere morir?
-Como mi maestro Martínez Paredes, un maya poderoso. Se fue a la montaña: 'Al anochecer vengan a por mi cuerpo'. Se le oyó cantar todo el día y cuando fueron a buscarle, la tierra estaba llena de pisaditas. Así quiero yo morirme, danzando y cantando. ¿Sabe lo que hizo mi papá?

-¿Qué hizo?
-Una semana antes de morir se fue a recoger sus pasos. Recorrió los lugares que amaba y a la gente que amaba y se dio el lujo de despedirse. La muerte no es muerte, es el miedo que tenemos al cambio. Mi hija me está diciendo: 'Habla de mí', así que le voy a hablar de ella.

-Su hija, ¿también decidió morir?
-Sí. Hay mucha juventud que no puede realizarse, y nadie quiere vivir sin sentido.

-¿Qué merece la pena?
-Cuando miras a los ojos y dejas entrar al otro en ti y tú entras en el otro y te haces uno. Esa relación de amor es para siempre, ahí no hay hastío. Debemos entender que somos seres sagrados, que la Tierra es nuestra Madre y el Sol nuestro Padre. Hasta hace bien poquito los huicholes no aceptaban escrituras de propiedad de la tierra. '¿Cómo voy a ser propietario de la Madre Tierra?', decían.

-Aquí la tierra se explota, no se venera.
-¡La felicidad es tan sencilla!, consiste en respetar lo que somos, y somos tierra, cosmos y gran espíritu. Y cuando hablamos de la madre tierra, también hablamos de la mujer que debe ocupar su lugar de educadora.

-¿Cuál es la misión de la mujer?
-Enseñar al hombre a amar. Cuando aprendan, tendrán otra manera de comportarse con la mujer y con la madre tierra. Debemos ver nuestro cuerpo como sagrado y saber que el sexo es un acto sagrado, esa es la manera de que sea dulce y nos llene de sentido. La vida llega a través de ese acto de amor. Si banalizas eso, ¿qué te queda? Devolverle el poder sagrado a la sexualidad cambia nuestra actitud ante la vida. Cuando la mente se une al corazón todo es posible. Yo quiero decirle algo a todo el mundo…

-¿...?
-Que pueden usar el poder del Gran Espíritu en el momento que quieran. Cuando entiendes quién eres, tus pensamientos se hacen realidad. Yo, cuando necesito algo, me lo pido a mí misma. Y funciona.

-Hay muchos creyentes que ruegan a Dios, y Dios no les concede.
-Porque una cosa es ser limosnero y otra, ordenarte a ti mismo, saber qué es lo que necesitas. Muchos creyentes se han vuelto dependientes, y el espíritu es totalmente libre; eso hay que asumirlo. Nos han enseñado a adorar imágenes en lugar de adorarnos a nosotros mismos y entre nosotros.

-Mientras no te empaches de ti mismo.
-Debemos utilizar nuestra sombra, ser más ligeros, afinar las capacidades, entender. Entonces es fácil curar, tener telepatía y comunicarse con los otros, las plantas, los animales. Si decides vivir todas tus capacidades para hacer el bien, la vida es deleite.

-¿Desde cuándo lo sabe?
-Momentos antes de morir mi hija me dijo: 'Mamá, carga tu sagrada pipa, tienes que compartir tu sabiduría y vas a viajar mucho. No temas, yo te acompañaré'. Yo vi con mucho asombro como ella se incorporaba al cosmos. Experimenté que la muerte no existe. El horizonte se amplió y las percepciones perdieron los límites, por eso ahora puedo verla y escucharla, ¿lo cree posible?

-Sí.
-Mis antepasados nos dejaron a los abuelos la custodia del conocimiento: 'Llegará el día en que se volverá a compartir en círculos abiertos'. Creo que ese tiempo ha llegado



El Señor de Sipan, la cultura mochica

Voces y Misterios
Entre los siglos I y VII d.C. al norte del Perú, en la árida costa comprendida entre la cordillera de los Andes y el Oceáno Pacífico, allá donde los ríos Lambayeque, Jequetepec y Chicama envuelven con sus aguas a la zona comprendida entre las ciudades de Lambayeque y Trujillo, se desarrolló una civilización sustentada en la agricultura, una sociedad amante de la vida y de la diversión: los mochicas o moches.



Mientras al otro lado del mundo, en Europa, el Imperio Romano alcanzaba su máximo esplendor, los mochicas desplegaron sus conocimientos y su religión. Fue una etapa del Perú, a la que se conoce como regionalización, en la que florecieron diferentes culturas, motivadas ensencialmente por la gran variedad climática, de flora y fauna existente en esa zona del antiguo Perú.

Pero esta cultura mochica, o moche, o incluso proto-chimú o muchik, como también se le ha dado en llamar, era una sociedad avanzada para su tiempo, capaz de canalizar las aguas y desarrollar un complejo sistema de riego para sus tierras. Crearon acueductos, terrazas, depósitos y todo un complejo sistema encaminado a llevar las aguas hasta sus tierras, pues su sustento básico era la agricultura. Llegaron a utilizar fertilizantes animales y cultivaron esencialmente el maíz, además del fríjol, la mandioca, la calabaza o la chirimoya.

Las primeras aldeas de las que se tiene constancia están en la desembocadura del río Jequetepeque, pero su núcleo principal se asentó en el valle del río Moche, donde se construyó una ciudad sagrada que fue sede del gobierno mochica. Sus principales restos son las Huacas del Sol y de la Luna, auténticos palacios de los señores mochicas, que eran los gobernantes, los que tenían un poder absoluto fuera de todo control y de transmisión dinástica. Era tal la fuerza que tenía la religión en esta sociedad que los sacerdotes jugaban un papel importantísimo en el gobierno del pueblo, hasta el punto de considerarse a la sociedad moche como teocrática.



Y es que, precisamente, la religión mochica giraba en torno a la veneración a la Luna, a la que llamaban Si. Por eso tenían tan perfecto conocimiento del movimiento de las mareas y de las fases lunares. para ellos la muerte no era sino un tránsito a otro nivel de vida donde se continuaba al igual que en la Tierra teniendo unas responsabilidades y unos derechos propios de su rango.

La sociedad estaba organizada por clases, con los campesinos y mendigos en su estamento más bajo, los artesanos y sirvientes en la intermedia, y los sacerdotes en la alta. Finalmente el señor era el que se situaba en la cima más alta de la pirámide social.

Sin embargo, y a pesar de esta fuerte división social, los mochicas eran seres que disfrutaban de la vida como demuestran sus pinturas y cerámicas. Les gustaba beber e incluso emborracharse. Bailaban con frecuencia, y en cuanto al sexo no tenían prejuicios éticos y morales, pues, siempre según las cerámicas encontradas, practicaban las más diferentes formas de coito, predominantemente el anal y el bucal.

La cerámica ha pasado a la historia como el símbolo de esta sociedad, su mayor arte, pues es de una gran belleza estética y presenta una decoración muy variada, desde animales hasta plantas o dioses. Sin embargo, también sabían manejar los metales preciosos y a manejar perfectamente el calor y el frío.

Como vemos, era una sociedad enormemente avanzada teniendo en cuenta los siglos de los que hablamos, muy anterior a los incas, por ejemplo. Esa es la gran importancia del descubrimiento del conocido como el Señor de Sipán. Tanta como que se ha llegado a considerar como uno de los más importantes descubrimientos arqueológicos que se han hecho en el siglo XX, al mismo nivel de por ejemplo el hallazgo del Macchu Pichu o de la tumba de Tutankamón.



Sipán dio una gran información sobre este pueblo y aún es mucha la que dará. Es el pasado entero de toda una nación. Es la historia de los antecesores, de los origenes de toda una civilización, e incluso hoy día se reconoce su importancia dando nombre a instituciones y colegios por todo el Perú norteño.

Las raíces han quedado a la luz con el Señor de Sipán.

Era el mes de febrero de 1987 cuando el doctor Walter Alva se decidió a excavar… pero ésta es otra historia… que pronto podréis leer….

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