lunes, 20 de abril de 2009

CABALA Y MISTICISMO


RESUMEN DE LAS SEFIROT

por Adrián Pérez de Vera FRC
Cábala y misticismo

Resumen de los sefirot,-


Kether, el poder supremo, es la corona de Dios. Jojmá, la sabiduría es el ideal de la razón soberana. Biná, el entendimiento es la libertad, la potencia motriz, la iniciativa, la inteligencia. Gedulah es el ideal de la magnificencia y de la bondad, también llamado Hesed o Chesed que quiere decir misericordia. Gevurah es la fuerza, el vigor, el ideal de justicia, a veces es llamado Din que significa severidad. También se usa Pechad o temor. Tiferet es la belleza, el equilibrio de las cosas. A veces se llama Rahamin que significa amor. Netzah es la victoria, la recompensa del progreso que tanto menciona San Juan el Evangelista en las cartas a las siete iglesias de su Apocalipsis. También indica ley, renovación. Hod es el orden eterno, contrapeso del progreso y triunfo de la razón. Yesod significa verdad, base de toda razón, también significa fundación y se reconoce por el término zaddik. Malkut significa el reino, la forma, el objeto exterior, el mundo. También es la sej’nah, las esposa, la hermana, la reina, la matrona. Todos nacen del En sof, la sabiduría divina. Kether y Malkut están unidas, la primera es el 1, la otra es el 10.

En el principio era el caos, el ain, el período de reposo, lo negativo reinaba supremamente. De este caos por voluntad divina se crea el movimiento En sof que hace surgir el mundo por emanaciones. Aparece la luz, el ain-sof-aur, que equivale a “Que haya luz” del Génesis. La luz se reúne en un punto de condensación, es la coronación de la manifestación surgida del caos y que recibe el nombre de kether. Aquí Dios es prístino, es el Yo Soy o Eheieh. A Kether llega la luz impregnada de sabiduría, es decir, de la acción divina que pasa de lo inmanifestado a lo manifestado. Esta sabiduría de Kether se proyecta a si misma sobre nueve emanaciones, siendo el más cercano chokmah o sabiduría, y Dios pasa de ser Yo Soy a Yo Soy el que Soy o Yah. Jojmá se proyecta a sí misma y se condensa en Biná, la inteligencia y Dios pasa a ser el Yo Soy el que Soy, Era y Seré, es decir, IHVH, a partir del cual se crea toda la naturaleza y todo el universo. El primer día de la creación está listo para que surja. Kether es el davar, el verbo, chokmah el soplo que viene del Espíritu, binah el agua nacida del aire o soplo engendrado por el davar. De binah surge el primer día de la creación, cuya condensación se llama chesed y donde Dios se llama El o Al. El segundo día de la creación es Gevurah y dios se llama Eloah. El tercer día de la creación es Tiferet y Dios reina sobre la naturaleza pluralizándose en masculino y femenino, por eso se llama belleza y equilibrio y guarda relación con las ruedas de ángeles que intervienen en la creación. Dios ahora se llama Elohim, nombre plural porque implica a masculino y femenino. El cuarto día de la creación es Netzaj o victoria y Dios se llama IHVH Sabaot, lo cual quiere decir Dios de los ejércitos. El quinto día de la creación es Hod, la gloria, donde Dios se llama Elohim Sabaot. El sexto día es Yesod, el fundamento o la fundación, donde Dios se llama El Chai. El séptimo día, el del descanso, es cuando surge el reino llamado Malkut, y que quiere decir también rectitud. Dios se llama Adonay, que quiere decir “el Señor”.

Los sefirot aparecen como la presencia momentánea de un rayo. Esta analogía la emplea Moisés de León para explicar la visión de los sefirot. Se refiere al reflejo del sol en una pared cuyos rayos inciden sobre un cuenco de agua. Mientras el agua está en calma, podemos ver el reflejo en la pared con bastante nitidez, pero al más leve movimiento de la superficie del agua, el reflejo desaparece de inmediato. Por esa razón se dice que los dichos de Dios son como un huracán. También se dice que para meditar desde los sefirot hay que correr tras de ellos y después regres


CÁBALA LURIANA
abril 14, 2009 Cábala y misticismo


Algunos conceptos de la cábala luriana,-

Isaac Luria fue un prominente cabalista que vivió entre el 1534 y el 1572. Desarrolló algunas teorías interesantes y muy adelantadas a su tiempo, aunque si bien es cierto, una de ellas ya se encontraba en la Biblia, si interpretamos de cierta manera el capítulo de Jeremías titulado “Los jarros rotos”.

Luria vivió en España de donde salió para Safed (Siria), fundando allí una escuela de cábala en la que también estuvo otro español, Moisés Cordovero. Las definiciones de Luria sobre varios conceptos nuevos referentes a la creación se inscriben en la llamada cábala tardía. Él ha hecho una importante aportación a la cábala que hoy estudiamos con los siguientes postulados:

 Simsum.- Lo cual se entiende como autolimitació n divina y se refiere al espacio de la creación.
 Sebirá.- significa la rotura de los recipientes. Como hemos dicho, hay una referencia bíblica en Jeremías. Una explicación simple sería: el universo explotó y lanzó sus pedazos en viaje por el espacio. Ahora todo está yendo a un mismo punto. Cuando todo se haya reunido, es decir, se llenen los recipientes, se volverá a romper y de nuevo el contenido viajará por el espacio.
 Ticum.- significa la estructura armónica; limpieza y restauración del universo que se ha producido por la rotura de los recipientes.

Hay buenas singularidades en las ideas de Luria, dice, entre otras cosas, que en el Principio no hay un acto de emanación divina, sino que Dios se retira sobre Sí mismo y en lugar de proyectarse hacia fuera, contrae Su ser en una más profunda ocultación de Su propio yo. Que a través del “simsum” (auto limitación), Dios produce un espacio primitivo original llamado “tehirú” por los cabalistas. Esta idea es un autoexilio o destierro, lo cual hoy día lo podemos considerar como un agujero negro. Dice también que los sefirot son receptores y dadores, excepto malkuth (el reino) que es solo receptor. Ellos se llenan y revientan creando mundos. Visto así, los sefirot se pueden relacionar con los “recipientes rotos” o los “jarros rotos” de Jeremías...

El Zohar interpreta la lista de los reyes de Edom (Génesis 36) como la preexistencia de los mundos del poder justiciero que perecieron a causa de la hipertrofia de este elemento en ellos. En relación con Luria, esta idea del Zohar es la misma que Luria llama Simsum. La muerte de los reyes primitivos por ausencia de armonía entre lo masculino y femenino del Zohar, se transforma en Luria en la “rotura de los recipientes”.

Las potencias justicieras del simsum, las relaciona un discípulo de Luria con los granos de trigo que deben reventar y morir para producir una nueva planta. Las potencias justicieras son los granos de trigo sembrados en el campo de “tehirú” y brotan en la creación. Esto establece la idea de auto creación perpetua la cual también se encuentra en el pensamiento gnóstico. Los recipientes de los sefirot, que habían de acoger al universo de la emanación procedente del Adam Kadmon, están, por tanto, destrozados. A fin de restañar la rotura, surgen de la fuente de Adam Kadmon unas luces de naturaleza constructiva. De ese efecto proviene el tercer estadío del proceso simbólico llamado ticum o restitución.
En otros círculos, restañar o restituir se dice reintegración o salvación. La idea del Mesías está relacionada con dicha restauración, pero para Luria el Mesías no es el restaurador, sino que ésta debe producirse automáticamente. Para el Zohar, el Mesías es el hombre autorrealizado. Para Luria, la restitución proviene tanto de Dios como del hombre, y es un proceso perenne a través de los sefirot ahora en formación. Pero restos de la potencia justiciera siguen existiendo y creando fuerzas de amor y gracia.

La creación se logra en cinco estructuras llamadas por Luria “parsufim” (restos de Dios o de Adam Kadmon), formando de nuevo en el mundo del ticum (restitución) la figura del hombre primitivo (sin carne). Se forman las apariencias del “paciente” (arif) del padre y de la madre; y del “impaciente” (zeir arapin), y el elemento femenino que lo complementa (la Sejinah). Todo el proceso se produce en todos los planos de la creación.

LA REINTEGRACIÓN EN LA CÁBALA TARDÍA
abril 15, 2009 Cábala y misticismo


La Reintegración en la Cábala Tardía

En el siglo XVI, Isaac Luria, ese místico revolucionario para su tiempo, compuso varios himnos para las comidas del sábado, el día más importante de la mística judía en el cual se dejaba de construir para convertirse en Templo. La propia palabra templo en hebreo (he-kal), tiene en sus dos raíces el significado de comunión, de manera que los himnos de Luria para este día tan especial hablan de esta unión con el alma, la matrona o la shej’inah. En el que a continuación incluimos, realizado para la comida del viernes (que después de ponerse el sol se considera sábado), aparecen exhortaciones a la divina presencia, pero también, hacia el final, podemos leer un aspecto luctuoso debido a que después del sábado viene de nuevo el exilio, es decir, otra vez estamos ante la presencia de un texto que nos habla de la peregrinación del hombre desde el seno del Padre hasta el teatro de la naturaleza, su retorno al Padre y su vuelta de nuevo a la naturaleza más burda.

El texto siguiente se ha traducido del arameo al castellano y lo tomamos del libro de Gershom Scholem “La cábala y su simbolismo” (Siglo XXI ediciones):

“Cantaré en alabanzas para entrar por las puertas del campo de manzanas que son sagradas.
Preparémosle ahora la nueva mesa con un buen candelabro que alumbra las cabezas.
Entre izquierda y derecha hay una novia; camina con adornos, con joyas y con galas.
La abraza su marido, su fundamento, satisfacción le causa y aprieta fuertemente.
Lamentos y aflicciones cesan, desaparecen; ahora, nuevos semblantes, espíritus y almas.
Mucha alegría le viene con doblada medida, un luminar le alcanza y bendición a chorros.
Acercaos, padrinos, haced preparativos, aderezad viandas, pescados y volátiles.
Haciendo espíritus y almas renovadas en treinta dos (senderos) y en las tres ramas.
Setenta coronas tiene y por encima el rey, que todos se coronan en el Santo de los Santos.
Marcados y cerrados están todos los mundos; el “anciano de los días” ¿No los está batiendo?
Ordenaré hacia el Sur las luces de lo oculto y la mesa con panes la dispongo hacia el Norte.
Con el vino en las copas y ramajes de mirto para el novio y la novia, se hacen recios los débiles.
Hagámosles coronas de palabras preciosas con la coronación de los setenta que están sobre los cincuenta.
La Shej’inah se adorna con seis panes por lado, con dos vav se perfuma y todo lo reúne.
Ociosos y anulados quedan los repulsivos del infierno, encadenados los angustiadores y todos los diablos”.

A continuación haremos alusión a los términos marcados con negrita sin desligarlo del sentido místico del himno de Luria aunque no en el mismo orden en que aparecen para seguir mejor el hilo. Hemos destacado en primer lugar “alumbrar las cabezas”. En la tradición judía la cabeza simboliza la Sabiduría divina, la cual entra por ella y se desparrama por el largo pelo de cabeza y barba. Cuando una cabeza se corona, quiere decir que el alma está subiendo de nivel. Cuando Adam es expulsado del Paraíso se le quita la corona, descoronar, por tanto, equivale a que el alma baja de nivel. Estamos aludiendo a los cuatro mundos: Atziluth, Briah, Yetzirah y Assiah. En el tiempo de los sacerdotes hebreos, la transmisión de poder se realizaba colocando las manos sobre la cabeza del receptor. Esto es lo que se supone que hizo Moisés con Josué, cosa que en tiempo rabínico dejó de hacerse, pues hoy en día un simple certificado es la acreditación habitual de un rabino.

En cuanto al término “novia”, es uno de los muchos nombres dados al alma en el hombre. El nombre Shej’inah es equivalente. También se usan matrona, hermana, gacela, paloma, etc.

El término “fundamento” alude a la novena séfira, mientras que los treinta y dos senderos se refiere a los diez sefirotes y las veintidós letras del alfabeto hebreo. En este sentido, se dice que de la Sabiduría divina surge la esencia de las almas por conducto de treinta y dos senderos, mientras que cuando esta alma camina hacia el Padre lo hace desde Fundamento (yesod) y entre columnas de oposición. Yesod representa tanto lo masculino como lo femenino. “Comamos pescado” alude a la fertilidad. La tan extendida costumbre de comer pescado los viernes procede de la tradición judía en la que no se relacionaba con el simple acto de comer, sino que era el símbolo de la fertilidad, ya que para que el hombre suba a Dios, primero debe conjugar lo masculino y lo femenino.

El “luminar” se refiere a la luz del Espíritu Santo que invade con tanta fuerza al alma que ésta se une fuertemente a Él. En cuanto a las tres ramas se refiere, es una alusión a la Gracia, la Justicia y el Amor compensador, otros nombres para las tres columnas del árbol sefirótico. Las setenta coronas de la novia mencionadas en el himno, están sacadas del Zohar.

El Anciano de los días es una referencia a la séfira Kether. También se simboliza con el rostro de perfil, pues se entiende que una parte de Kether aún se encuentra en el nivel de la no manifestación.

Todo el himno está describiendo la unión mística del alma en el hombre con el Padre, es decir, la unión del novio y la novia, del rey y la reina. Pero en la última canción se describe de nuevo la caída. Es decir, se hace alusión al destierro de los poderes justicieros. Esto lo podemos entender como que toda la creación está produciéndose en dos direcciones, unas veces el alma hace el viaje desde Atziluth hasta Assiah y otras en sentido contrario, es decir, sube desde Assiah hasta Atziluth. Esta peregrinación no cesará hasta que todo quede reintegrado, por eso, el trabajo del hombre de deseo es influir en sus congéneres para elevar la tasa vibratoria de toda la tierra. No habrá ningún escogido, sino que el sueño del místico de lograr la tan ansiada unidad a través de la reintegración, no se logrará de forma perpetua hasta que toda la humanidad lo logre en conjunto. Por tanto, no es pequeña nuestra responsabilidad de expandir la luz. En la tradición cabalística también presenciamos la misma idea. Debemos subir al árbol, a los sefirotes, y escrutar desde allí, meditar desde allí, y sentar al Rey en su trono. De esa forma todo el universo se corona, es decir, sube de nivel.

Algunos piensan engañadamente que pueden trabajar en solitario sin preocuparse por lo que hagan los demás. Otros creen que ellos son los escogidos y que los demás no se reintegrarán. Estas creencias se oponen a la existencia de la rueda de encarnaciones. Esta doctrina establece como fin el despertar de la conciencia de la humanidad. Sin este despertar no habrá reintegración.

Otro aspecto a observar es que el alma en el hombre no es un alma individual, sino que cada ser humano participa de un alma global. Lo que individualizamos es la conciencia subjetiva, esa que podemos llamar la conciencia del carné de identidad. Por tanto, la reintegración es un asunto de la conciencia o de eso que llamamos alma-personalidad, pero no del alma global. Es la conciencia de Adam la que desciende. Inicialmente hablamos del Adam Kadmon que podemos designar como el alma de la humanidad en su estado puro, vale decir su nivel arquetípico. Después llamamos al hombre Geber o Adam Oillat u hombre celeste. Luego viene Enoc o el hombre multiplicado, el que participa del alma global pero que empieza a individualizarse. No obstante aún no hay “basar” (carne). Por último llamamos al hombre Ish que significa el hombre con conciencia de retorno. La raíz Ish la encontramos también en el nombre Israel, al que llamamos pueblo de Dios y que se debe entender como toda la humanidad. De manera que la humanidad Ish debe reintegrarse, subir de nivel para formar de nuevo el Adam Kadmon. El Ish es la humanidad que se somete a la reintegración a través del fuego, el cual está simbolizado por la letra Shin, esa que se incorpora al tetragrámaton IHVH para formar el nombre de Jesús en hebreo y que literalmente significa “salvador”, término que es equivalente a reintegrador o restaurador. De manera que Adam desintegra y Jesús reintegra. Shin es el fuego o la conciencia, el crisol es Jerusalem, término que significa sitio o lugar de paz.

Si lo anterior lo entendemos y aceptamos, nos volveremos conscientes de que no es pequeña nuestra responsabilidad de trabajar por el ascenso de la conciencia de toda la humanidad. Este trabajo debemos realizarlo con humildad, con obediencia y en silencio, aislándonos de lo profano, pero trabajando para lo profano, para que ello se vuelva sagrado y se reintegre en la unidad. La palabra reintegración, como hemos dicho, equivale a restitución y restauración, y en medios cristianos a salvación. Por lo tanto, es el despertar de la conciencia de toda la humanidad lo que produce la restitución y la presencia de la estructura armónica.

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